Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capitulo 18
...CLARET:...
"Cillian Leroy acaba de anunciar su compromiso con la extraña chica del hotel, ésta noticia ha asombrado a muchos, comentarios positivos y negativos no se hicieron esperar" Dijo la presentadora de ese programa de chismes, mientras yo hojeaba la revista que había llegado, mi foto con Cillian dándome un beso en la mejilla abarcaba toda la página, en una salía yo muy sonriente sentada junto a él, también hubo un largo párrafo con las respuestas que dimos en la entrevista.
No sabía que la revista saliera tan rápido, debió ser por la misma primicia que decidieron sacarla tan rápido.
"Por los vientos que soplan, pronto tendremos boda" Comentó el presentador "Aunque, por mucho que se ha dado a conocer la identidad de esta señorita, a muchos le sigue pareciendo demasiado inesperado, su primera aparición dejaba mucho que desear, parecía una chica de los barrios bajo, en la segunda, si luce como alguien respetable ¿Qué creen ustedes? ¿Será que todo esto es un teatro para generar más publicidad a la prestigiosa marca Leroy?"
"Yo opino que es eso" Dijo la presentadora "Ya verás que dentro de unos pocos meses saldrá un anuncio de la ruptura, se nota que Cillian Leroy es todo un magnate, ya que gastar semejante fortuna en un anillo de diamantes para una señorita como esa, me parece un desperdicio"
Cambié de canal, lo peor de todo es que tenían razón, aquello era una farsa que en tres meses acabaría.
"Olvidemos eso por ahora" Recordé las palabras de Cillian, con lo recientemente sucedido no sabía que iba a pasar.
Llevaba todo el día alterada, sonrojada y ansiosa, cada vez que recordaba sus besos tan salvajes y bruscos mi cuerpo se alteraba con lo más mínimo.
En el gimnasio casi me derrito con solo su voz seductora y sensual.
No podía con la emoción y las sensaciones.
Quería más de lo que me estaba haciendo Cillian, era algo tan exquisito y estaba tentada a aceptar la indecente proposición, pero me aterraba.
No era lo correcto meterme con mi jefe, pero es que de la forma en que lucía y lo apasionado que era, era difícil resistirse. No era ético hacer algo así, además, si yo me entregaba a ese hombre solo por placer, no sería romántico.
Como toda chica sin experiencias, quería que mi primera vez fuese especial, con amor.
¿Qué iba a hacer? me moría de ganas y más con ese hombre tan candente, pero debía pensarlo muy bien y con madurez, no podía ser una ilusa.
Si iba a aceptar algo así, debía tener las cosas en claro de que tal vez solo sería por un rato, hasta que se cansara.
Viviendo bajo su mismo techo, tarde o temprano yo cedería.
¿Debería hacerme la dura o aceptar de una vez?
Me pasé el día atenta al ascensor, Cillian no volvía y yo tenía los nervios de punta. Debió ser un asunto bastante grave en sus negocios, porque no volvía.
Busqué un helado de chocolate en el refrigerador y tomé una cuchara, me marché a la sala para volverme a sentar en el sofá.
La Señora Mariam tenía día libre y estaba sola en el Penthouse.
¿Debería mandarle un mensaje a Cillian?
Tomé el teléfono y busqué su contacto.
¿Y si estaba muy ocupado? No quería molestar. Tenía que encontrar una excusa para escribir.
"Señor Cillian, ya salió la revista, hay dos páginas completas de nosotros anunciando el compromiso, también aparecimos nuevamente en la televisión, su plan surtió efecto"
Envié el mensaje, un poco nerviosa por su respuesta.
Esperé varios minutos, pero no hubo ninguna respuesta.
Comí mi helado, mientras veía una serie de época antigua.
El teléfono sonó y lo tomé rápidamente, no era Cillian, Marie estaba llamando.
Contesté.
— Hola Marie ¿Cómo estás?
— ¿Cómo estás tú? Acabo de ver las noticias ¿Es en serio? ¿Te comprometiste con Cillian Leroy?
— Sí, me comprometí.
Soltó un grito que casi me revienta el tímpano.
— ¿Por qué no dijiste nada? — Gruñó, enojada conmigo — ¡Ya no será tu sugar, será tu esposo! ¡Dime! ¿Cómo le hiciste para conquistar a semejante hombre en tan poco tiempo?
— No lo sé... Solo me lo pidió y ya.
— Eso no me convence, bueno, con un hombre como ese y tan millonario, no cuesta nada aceptar.
— Por eso, es que me lo pidió y yo no pude resistir. Aún no me lo creo.
— ¿Y por qué inventaron toda esa historia sobre que se conocieron en España?
Era cierto, Marie sabía que era mentira porque me conocía.
— Lo hicimos para que no hubiera habladurías.
— No funcionó, los programas de chismes no dejan de nombrarlos.
Lamí la cuchara — Tendré que acostumbrarme, Cillian es una figura importante.
— Prométeme que yo seré la madrina — Exigió y me reí, si supiera que no llegaría tan lejos para verme vestida de blanco con un Cillian en traje esperando en el altar.
— Te lo prometo.
— También me debes una invitación a tu casa, mansión o palacio en el que estés viviendo.
— Es un Penthouse, no te preocupes, hablaré con Cillian para que vengas — Comí otro bocado de helado.
— Si es cierto, ahora tendrás que pedirle permiso.
— Es que es muy reservado.
— ¿No te deja salir sin su permiso?
— No necesito su permiso, es solo que no tengo acceso al elevador, Dante es el que se encarga de abrirme cuando quiero salir porque Cillian está todo el día trabajando.
— Debería darte acceso, ya eres su prometida, así podrías salir sin necesidad de llamar a Dante.
— Supongo que lo hará.
— Bueno, te dejo, amiga, espero esa invitación a tu Penthouse.
— No es mi Penthouse.
— Lo será pronto, espero no te vuelvas una estirada pretenciosa y me olvides.
— Eso jamás, nunca, eres mi única amiga, la única persona que tengo y no voy a olvidar eso, tampoco seré una de esas presumidas y altivas ricachonas — Le aseguré, dentro de tres meses compartiría mi pago con ella, era mi única familia — Te quiero mucho.
— Yo también te quiero Claret.
Gracias a ella, me encontré con Cillian en esas oficinas.
Se hizo de noche, le pedí a Dante una comida rápida para cenar.
— ¿El Señor Cillian tardará mucho? — Le pregunté cuando salió del elevador.
Siempre tardaba, pero no se porque se me hacía tan eterno.
— No lo sé, está ocupado en sus asuntos — Me entregó la comida.
— ¿El asunto era muy grave?
— No tengo idea, los jefes no comparten sus asuntos ni problemas con los choferes — Dijo, con expresión impaciente.
Otro amargado.
— Solo quería ver si sabías algo.
— No se nada — Tenía expresión indiferente.
— ¿Siempre eres así de cortante?
— Solo cuando me estreso — Se encogió de hombros — Usted debería salir más, así no estaría de cabeza metido en el estacionamiento, es un trabajo muy tedioso, no hacer nada cansa, estar en un mismo sitio esperando.
— Deberías quejarte con tu jefe, no conmigo.
— Tu eres mi jefa directa.
— De acuerdo, saldré más.
— Buenas noches — Se despidió y entró en el elevador.
Puse los ojos en blanco, un chico tan joven y tan estresado.
Después de la cena caminé hacia la habitación, evalué esa puerta al fondo.
La habitación de Cillian.
Caminé hacia la enorme puerta gris y tomé la perilla, la moví, pero la puerta no se abrió, estaba cerrada con llave.
No debería ser tan entrometida, pero Cillian Leroy empezaba a generarme curiosidad.
Volví a mi habitación, después de bañarme que cambié la ropa por una pijama y me metí bajo las mantas.
Cerré mis ojos y me dormí.
Cillian no respondió.
...****************...
Un movimiento en la cama me sacó del sueño y encendí la lámpara de la mesita de noche.
Cillian estaba acostado del otro lado y giró su rostro hacia mí. Tenía una camiseta blanca y unos shorts, al menos estaba vestido, pero eso no me quitó los nervios, intenté alejarme lo suficiente, pero se metió bajo las mantas.
— ¿Y usted qué hace aquí?
— Disculpe que la despierte, pero no me apetecía dormir solo — Se aproximó y me rodeó en sus brazos.
— ¿Cómo? Señor, esto es demasiado abuso...
— Este es mi Penthouse, puedo dormir aquí si quiero — Presionó su entrepierna contra mi trasero, estaba endurecido, rodeó mi torso con sus enormes brazos — Ande, durmamos así, juntitos.
— Lo menos que quiere usted, es dormir — Mi voz se debilitó, al sentir esa dureza contra mi trasero.
— Para que mentir, si, lo menos que quiero es dormir.
— No respondió mi mensaje — Dije cuando empezó a besar mi cuello — ¿Pudo solucionar sus asuntos? Debió ser algo grave porque no volvió en todo el día.
— ¿Me extrañaste? — Rozó sus dientes en mi oreja y me mordí los labios.
— No... Es que se marchó así...
— No se preocupe, está solucionado — Lamió mi oreja — Usted ¿Pensó en lo que propuse? — El olor a licor me llegó a la nariz, su voz sonaba extraña, estaba ebrio.
— Señor ¿Estuvo tomando?
Soltó un risa extraña — Solo un poco, cosas de Panthère Noire.
No comprendí — ¿Qué es Panthère Noire?
Colocó un dedo en mi boca — Shhh, eso es secreto y los secretos no se develan o Panthère Noire vendrá a silenciarlos.
Eso sonó tan extraño.
Intenté salir de sus brazos, pero me sostuvo firme.
— No debería estar aquí, esta ebrio.
— No demasiado, si lo estuviera no estaría pidiendo permiso para tocarla.
Su mano bajo mi mi abdomen y me estremecí.
— No está pidiendo permiso.
Me cubrió la boca con su palma.
Llegó al borde de mi shorts, bajó más y me estremecí cuando tocó por encima de la tela, frotando con sus dedos un punto muy sensible.
Gemí contra su mano, temblando más y más, por el intenso hormigueo.
Volvió su mano hacia arriba y la metió dentro del shorts.
Soltó un gruñido cuando sus dedos bajaron a ese lugar que dolía por ser atendido.
— Estás empapada, que delicia — Tocó la piel sensible que se escondía — Mírate, estás ansiosa por mí, quiero empaparme en esos jugos — Su voz alteró mis sentidos, sus dedos se movieron de forma circular, olas pesadas me hicieron arquear mi cuerpo — Shhh, lento, calma, te daré lo que pides — Siguió trazando, apartó su mano de mi boca y no pude evitar gemir, jadeando — ¿Así o más rápido?
Mis caderas empezaron a frotarse contra su dureza.
Dejó de mover y casi protesto.
— Dime, preciosa ¿Así o más rápido? — Sonó demandante.
— Rápido... Quiero... — Me avergoncé, sonaba como una urgida.
— Más rápido será — Gruñó.
Trazó con más rapidez, dándome un poco de dolor y gemí con más fuerza, arqueando mi cabeza hacia atrás.
Bajó sus dedos e introdujo uno.
Temblé, gimiendo con más fuerza, rodeó mi cuello con su mano, fue un poco doloroso cuando se adentró.
— Estás muy estrecha — Acarició y solté otro gemido — Pero, así me gusta, te dolerá mucho cuando te haga mía, pero descuida, luego te gustará — Movió más y más, con ímpetu, frotando su palma al mismo tiempo.
No pude más, me recorrieron olas de estremecimiento y un placer agudo que me hizo sollozar.
— Me encanta que seas tan receptiva — Dejó de tocarme — Y que no contengas esos gemidos divinos — Me giré un poco y besó mi boca, sabía a whisky, me sentí débil y con las piernas como gelatina — Dime ¿Te lo hago ahora mismo? — Sus ojos estaban brillantes, pero soñoliento.
Me quedé quieta, con el corazón en la boca.
Giré mi cabeza hacia la ventana, indecisa.
Volví mis ojos hacia Cillian, pero lo encontré dormido.
Toqué su cabello y sonreí.
Se veía tan tierno, incluso relajado, sus rasgos estaban más suaves.
Besé su frente me quedé sus brazos, disfrutando de la calidez de su cuerpo y la firmeza de sus músculos contra mí.
Por el placer, no tardé en dormirme.
...****************...
Salí de la cama, Cillian estaba durmiendo de espaldas a mí.
Fui al baño para cepillarme los dientes y asearme un poco.
No fue un sueño, el dolor de las caricias me lo decía.
Me sonrojé frente al espejo.
¡Qué vergüenza!
Me limpié el rostro y volví a la habitación.
Me detuve en seco.
— Buenos días, Claret. Eres una ladrona, me trajiste hasta tu cama.
Tenía sus brazos cruzados por detrás, usándolos como almohada, me evaluó seductor. Ni siquiera se le notaba la resaca.
El sol que se adentraba por la ventana iluminó sus ojos café.
— Usted fue quien vino hasta acá por su cuenta — Ignoré la punzada en mi estómago — Bastante pasado de copas por cierto.
— Recuerdo lo que hice, así que no fueron tantas copas — Elevó una ceja y me temblaron las piernas.
Al parecer se había peinado el cabello con los dedos porque no lucía nada despeinado.
— Oh... La próxima vez toque antes de entrar.
— Ya no pone el seguro, no lo pondrá más — Aseguró y tragué con fuerza.
— No me decido aún.
— Se oía muy decidida anoche.
Me sonrojé y caminé hacia el armario para buscar una ropa decente.
— Leí su mensaje, pero estaba ocupado — Dijo, estaba de pie, con los brazos cruzados.
— ¿Haciendo cosas de Panthère Noire?
Busqué una camisa.
— ¿Qué rayos dijo? — Sonó tenso y lo volví a observar, tenía una expresión de piedra.
— Eso fue lo que dijo usted, al parecer no recuerda eso así que si se pasó un poco de copas.
— ¿Qué rayos dije? — Demandó con un tono severo.
Fruncí el ceño — Dijo, cosas de Panthère Noire. Le pregunté a que se refería, pero dijo que era un secreto que no podía develarse porque Panthère Noire vendría a silenciarlos. No entendí nada ¿Qué es eso? ¿Tiene una pantera de mascota?
— No, ni siquiera yo mismo se a que me refería — Cortó, acariciando su nuca.
Tal vez estuvo en un bar con unas bailarinas disfrazadas de panteras y no quería decirlo, yo preocupada por él y andaba de fiestero.
— Pero la manoseada si la recuerda.
Su expresión cambió a una hambrienta.
— ¿Cómo olvidar algo tan rico?
Me tensé, nerviosa — Puede salir, voy a vestirme.
— Quiero ver eso — Elevó una comisura.
— No.