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El Horizonte De Nosotros

El Horizonte De Nosotros

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Padre soltero / Maestro-estudiante / Amor eterno
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Joél Caceres

El Horizonte de Nosotros es una cautivadora historia que explora las complejidades del amor y la identidad. Chris, un joven profesor de cosmología, vive atrapado en un conflicto interno: su homosexualidad reprimida choca con los rígidos prejuicios impuestos por sus creencias religiosas. Su vida dará un giro inesperado cuando conozca a Adrián, un hombre carismático y extrovertido que, a pesar de ser padre de un niño pequeño, descubre en Chris algo que lo atrae profundamente.

En este encuentro de mundos opuestos, ambos se verán enfrentados a sus propios miedos y deseos. ¿Podrá Chris superar sus barreras internas y abrirse al amor que le ofrece Adrián, o será consumido por la culpa y la autonegación, conduciendo a su autodestrucción?

NovelToon tiene autorización de Joél Caceres para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Miradas que pesan

La mañana era fresca, y el aire dentro del colectivo tenía esa mezcla de fragancias a perfume barato y telas viejas. Chris, con su remera blanca de inscripciones rojas sobre el Universo y sus jeans nuevos que aún no terminaban de amoldarse a su cuerpo delgado, estaba sentado junto a una ventana, mirando distraído hacia el paisaje urbano que desfilaba frente a él. El cabello rubio y ondulado caía despreocupadamente sobre su frente, brillante bajo la luz tenue que entraba por la ventana. Tenía las manos entrelazadas sobre sus piernas, mostrando uñas cortas y bien cuidadas, una pequeña señal de su atención al detalle, aunque fueran cosas mínimas.

Adrián subió al colectivo en una de las últimas paradas, buscando rápidamente un lugar libre. Con su altura imponente y el caminar decidido, llamó la atención sin quererlo. Apenas divisó a Chris, no pudo evitar fijarse en él. Su mirada recorrió de manera casi automática aquel perfil delicado, con las venas azules apenas visibles en su piel clara, el lunar justo sobre su ceja izquierda y aquellos ojos miel que brillaban, aunque escondían una tristeza palpable.

Cuando los ojos de Chris se cruzaron con los de Adrián, algo en él se tensó. Sintió el peso de esa mirada directa y masculina, y de inmediato apartó la vista. Sus mejillas tomaron un tono rojizo que lo delataba, y bajó la cabeza como si pudiera esconderse en sí mismo. El rubor le subió por el cuello, haciéndolo parecer aún más frágil de lo que ya era.

Adrián tomó asiento frente a él, sin dejar de mirarlo con curiosidad, como si intentara descifrar el enigma que tenía delante. Sin saber por qué, Chris sintió que el aire a su alrededor se hacía más denso, más difícil de respirar. Su voz interna lo regañaba por haber reaccionado de esa manera tan evidente, tan débil. Pero había algo en la mirada de Adrián, una mezcla de seguridad y ternura, que lo desarmaba por completo.

Mientras el colectivo seguía su camino, Chris bajó la vista hacia sus manos. Apretaba los dedos en un gesto nervioso, como si estuviera intentando detener el temblor invisible que sentía. En su mente, trataba de racionalizar lo que acababa de suceder. “Es sólo un hombre más”, se decía, pero sabía que esa simple interacción había removido algo en él, algo.

Cuando el colectivo llegó a su destino, Chris se levantó con rapidez, ajustándose la mochila al hombro y caminando hacia la puerta con pasos apresurados. Adrián lo siguió con la mirada hasta que desapareció entre la multitud, sin entender por qué aquel extraño profesor había captado su atención de esa manera. Aún sin saberlo, el destino había comenzado a entrelazar sus vidas.

Mientras tanto, en la pequeña casa que Chris compartía con su madre, las cosas no eran mucho más fáciles. El día anterior había pasado horas ayudándola con un problema en la cocina, a pesar de que su espalda ya no soportaba más dolor tras varias noches durmiendo en un colchón que apenas cumplía su función. Su madre lo recibía siempre con una sonrisa cálida y palabras de gratitud, pero en el fondo, Chris sentía el peso de ser su único apoyo emocional. Ella no lo sabía, pero esas responsabilidades comenzaban a fracturarlo desde adentro.

El estrés se había convertido en una parte constante de su vida. Sus preocupaciones económicas, el temor a ser rechazado por su familia si llegaran a conocer la verdad sobre él, y la melancolía que lo acompañaba desde hacía años eran un cóctel que minaba su salud. Algunas noches, mientras trataba de conciliar el sueño en su cama dura, pensaba en cuánto más podría soportar. Su cuerpo delgado no era sólo una cuestión de genética; el estrés lo devoraba lentamente, y el cansancio era tan evidente como sus mejillas ligeramente hundidas.

Esa mañana, mientras viajaba a la Universidad, su mente estaba dividida entre sus preocupaciones y las emociones confusas que surgían al recordar la mirada de Adrián. Aquel desconocido había despertado algo en él, algo que prefería ignorar… pero no podía evitar preguntarse si, por primera vez en mucho tiempo, esa chispa podría ser algo más que una ilusión pasajera.

El aula estaba llena de estudiantes, el murmullo incesante de sus conversaciones creaba un eco constante en el espacio. Chris se encontraba detrás del escritorio, organizando sus materiales con precisión casi obsesiva. Había repasado mentalmente la clase varias veces desde la noche anterior, preocupado de que algo pudiera salir mal. Como nuevo profesor, sentía el peso de la expectativa sobre sus hombros, y su perfeccionismo lo empujaba a estar siempre un paso adelante.

A pesar de la tensión, mantenía una sonrisa leve, una fachada cuidadosamente construida. Para Chris, el aula era un escenario, un lugar donde podía mostrarse como el profesional seguro y competente que quería ser, sin que nadie viera las grietas de su verdadera personalidad. Con la mirada recorrió el aula y, para su sorpresa, lo vio. Adrián. Estaba sentado en una de las últimas filas, vestido con ropa sencilla pero moderna, y su expresión relajada contrastaba con el ambiente ansioso de los demás.

Chris se sintió vulnerable al instante. Recordaba la mirada directa de Adrián en el colectivo, y el calor en sus mejillas volvió casi como un reflejo condicionado. Trató de ignorarlo y se centró en iniciar la clase.

—Buenos días a todos. Soy el profesor Christian Walker, pero pueden llamarme Chris. Hoy hablaremos sobre las bases de la cosmología y cómo entender nuestro lugar en el universo. —Su voz era suave pero firme, captando la atención de la mayoría de los estudiantes.

Adrián, quien al principio estaba distraído, levantó la mirada al escuchar la pasión con la que Chris hablaba. Había algo en su forma de explicar que lo hacía diferente, como si el profesor no sólo quisiera enseñar un tema, sino conectar con quienes lo escuchaban. Cada palabra estaba cargada de emoción, y eso hizo que Adrián prestara más atención de lo que esperaba. Sin embargo, al darse cuenta de que lo observaba con demasiado interés, sacudió la cabeza y pensó para sí mismo: “Tonterías, sólo es un profesor más.”

Chris, por su parte, se esforzaba por mantener la compostura. Cada vez que sus ojos se cruzaban con los de Adrián, su corazón parecía acelerarse. Para disimular su nerviosismo, se movía constantemente por el aula, haciendo preguntas y gesticulando para mantener el dinamismo de la clase. Su carácter perfeccionista lo hacía destacar, asegurándose de que cada punto estuviera bien explicado, cada concepto claramente ilustrado en la pizarra. Pero por dentro, su mente luchaba contra el temor de ser descubierto, de que alguien pudiera ver más allá de la máscara y juzgarlo.

A medida que la clase avanzaba, Chris pidió a los estudiantes que formaran pequeños grupos para discutir un problema práctico relacionado con el tema del día. Al caminar entre las filas para supervisar, llegó al grupo donde Adrián estaba. Sin poder evitarlo, su mirada se detuvo en él un poco más de lo necesario.

—¿Cómo van con el ejercicio? —preguntó, su tono profesional ocultando su incomodidad.

Adrián levantó la vista y respondió con confianza:

—Creo que lo entendemos, pero... ¿podría explicar este paso otra vez?

Chris asintió y se inclinó ligeramente para señalar en el cuaderno de Adrián, explicando con detalle. El aroma fresco de su colonia llegó a Adrián, y sin quererlo, notó la delicadeza de las manos del profesor mientras escribía en el papel. Por un breve instante, una sensación extraña cruzó por su mente, pero la apartó rápidamente. “No tiene sentido pensar en eso,” se dijo a sí mismo.

Cuando la clase terminó, Chris se despidió con una sonrisa profesional, pero mientras guardaba sus cosas, no pudo evitar repasar mentalmente cada interacción que había tenido con Adrián. Sentía una inquietud desconocida,algo en ese estudiante atraía su atención.

Por otro lado, Adrián salió del aula con una mezcla de pensamientos contradictorios. Había algo en el profesor Walker que lo hacía diferente, surgia en él esa necesidad de protejerlo, pero a la vez de querer morder esos blancos cuellos, se rio de si mismo, por semejantes pensamientos intrusivos, que hasta entonces eran desconocidos para él.

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Juan Silvestre Fernando Ramirez
El personaje Chris me inspiré en un chico que vi en un Bus, estaba tan absorto en sus propios pensamientos que me pareció interesante.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Ay chiquito.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Bueno, si. Pero pobrecito. 😔
Juan Silvestre Fernando Ramirez: jaja, tiene la culpa de hacerlo esperar tanto
total 3 replies
•CESSALIE•
Bueno
Flor Romero
Chris se un poco más fuerte por favor, la gente abusa de los débiles, deja esos miedosporfavor
Juan Silvestre Fernando Ramirez: Siii, tienes razón
total 1 replies
Juan Silvestre Fernando Ramirez
este capítulo muestra la importancia de la abuela en la vida de Chris, él en esta etapa de la historia es muy temeroso, si te fijas no hay mejores amigos, así que si no interactúan tanto es la culpa de él.
Flor Romero
no interactúan casi los prota, por que?
Juan Silvestre Fernando Ramirez
jaja, porque es temporal ese trabajo,, es joven, en el capítulo la segunda ley de la termodinámica,, ahí se mete al concurso para ser titular.
Flor Romero
por que si es profesor de universidad vive tan pobremente, coordino.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Más real imposible.
Ame.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Wow, fascinante. Me encanta, los incorporas muy bien en la novela.
Juan Silvestre Fernando Ramirez: jaja, me inspiro en hechos reales.
total 2 replies
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Tú novela es muy atrapante.
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎: Realmente no es nada, muchas gracias a tí por escribir una hermosa obra de arte.
Juan Silvestre Fernando Ramirez: ,Gracias por tu apoyo, me motiva a seguir escribiendo.
total 2 replies
𝑆𝑖𝑔𝑚𝑎
Wow, muy buen capítulo. ✨
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