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Un Café Para Mi Jefe

Un Café Para Mi Jefe

Status: Terminada
Genre:Romance / Comedia / CEO / Completas / Contratadas / Romance de oficina / La mimada del jefe / Donde hubo fuego cenizas quedan
Popularitas:1.7M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Paola Alejandra Paolini

Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.

NovelToon tiene autorización de Paola Alejandra Paolini para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 10

Ya tarde en la madrugada, luego de una apasionada noche de amor en esa habitación, salgo con Briza en brazos que duerme plenamente. Subo con ella a mi coche y como si se tratara de un bebe se acurruca en mi pecho.

Conduzco lentamente hasta mi departamento y al llegar, luego de estacionar en el garaje de mi casa, bajo con ella todavía en brazos. Se acurruca agarrándose bien de mí y subo a mi habitación, la acomodo en un costado de la cama y dejo un beso en su mejilla. Paso al baño hacer mis necesidades y luego vuelvo junto a ella que sigue dormida.

Me acomodo a su lado y duermo abrazado a ella como nunca, tranquilo sintiendo su aroma y su respiración acompasada que se vuelve mi paz y me transporta a un plano lleno de relajación.

Por la mañana, temprano despierto y lo primero que veo es la melena de la mujer que me tiene loco. Acerco mi nariz para olfatearla y sonrió. Ajusto mi agarre a su esbelto cuerpo y beso su cabeza, sus hombros. Gime en respuesta a mis besos mañaneros.

—Buenos días —ronronea adormilada.

—Buenos días mi hermosa mujer —susurro con voz ronca— ¿Compartimos baño?

—Si —voltea para verme de frente— Hola jefe, hoy se ve ultra comible —levanto una ceja mirándola con una sonrisa pícara.

—Pues deberás comerme muy rápido para no llegar tarde a la oficina —ella se mueve sentándose en la cama toma su teléfono y lo mira.

—Mierda es tardísimo —sita saltando de la cama.

—¿Pero no me ibas a desayunar? —pregunto incorporándome en la cama.

—Vamos a la ducha y ahí hacemos un dos por uno —dice tomando mi mano, me encanta su idea.

—Mujer, me puedo acostumbrar a esto —le digo abrasándola por la cintura, entrando al baño.

Mientras preparo unas toallas, ella hace sus necesidades y luego se mete a la ducha ya sin la ropa que tenía, o sea una remera mía. Hago mis necesidades rápido y me uno con ella a la ducha. Ella pone un poco de champo en mi cabello y mientras me enjabona yo paso una esponja por su cuerpo. Ella me jala de mis pelos y junta nuestras bocas. La esponja en mis manos termina en el piso y mis manos libres son el soporte para tenerla colgada pegada a mi mientras me hundo en su interior. Las envestidas se vuelven rápidas y certeras. Nuestros gemidos se mesclan con nuestros labios. Su boca me pierde no quiero dejar de besarla al mismo tiempo que su cálido interior me recibe una y otra vez.

Ya listos para salir para la oficina, me quedo embobado mirando su trasero. Lleva una falda que lo hace ver mmmm.... apetitoso.

—Esa falda me tendrá empinado todo el día —digo sin dejar de mirar su espectacular anatomía.

—¿Te gusta cómo me queda? —me pregunta mientras pasa sus manos por sus nalgas de forma provocativa, muy provocativa.

—Me fascina, espero que aceptes almorzar conmigo.

—¿Estás loco? No quiero crear rumores —dice mientras subimos a mi coche.

—Llegando con tu jefe no crees que se crearan muchos rumores —razono mientras pongo en marca el coche.

—Por eso antes me dejaras en la tintorería así recojo el traje que deje el viernes —dice mirando su celular.

—¿Qué traje? —pregunto mirándola de reojo.

—El viernes antes de irme pase por tu oficina y tome una de tus camisas que guardas ahí y digamos que sin querer se le embarro un chicle —dice encogiéndose de hombros.

—Ósea que a propósito ensuciaste una de mis camisas para no llegar hoy conmigo ¿Cómo pude ser si hasta ayer te dije de pasar la noche junto y venir para acá hoy? —pregunto confundido.

—En realidad la lleve por las dudas de que alguna vez se presenta una ocasión así —dice muy feliz.

—Por más que te guste la idea de mantener lo nuestro en secreto te advierto que yo no pienso disimular siempre.

—¿Sabes cómo me miraran si saben que salimos? —espera algo iracunda.

—¿Acaso importa? —detengo el coche muy a mi pesar en la tintorería—. No discutamos, pero ten en cuenta que si eres mi novia quiero que lo seas a toda hora.

—¿Soy tu novia? —pregunta sorprendida.

—Si, o ¿tú qué crees? —digo tamborileando mis dedos en el volante del coche mirándola serio.

—Yo... creo... que... si almorzare contigo —dice parafraseando y luego se me tira encima para besar mis labios, la apretó fuerte a mi respondiéndole a su arrebato de pación.

—Ok, no llegues tarde que tu jefe muere por su café de la mañana —digo a la vez que ella se baja del coche.

—Si señor, llegare rapidito —responde sonriente.

—Yo te voy a dar duro en mi escritorio, si sigues llamándome señor —murmuro mientras vuelvo a poner en marcha mi coche. Por suerte no me escucho.

Llego al edificio y estaciono mi coche y tomo el ascensor que me lleva a mi piso. No más pongo un pie y la recepcionista como siempre me sale al encuentro.

—Buenos días Sr. Black aquí tiene la correspondencia que llego temprano —dice mientras me tiende una gran cantidad de sobres y cosas.

—Buenos días Laura, deja todo en la oficina de mi secretaria que ella se encargue —respondo y sigo mi camino a mi oficina, pero antes de entrar me detengo—. Apenas llegue la Señorita Riles le dices que la espero urgente en mi oficina con mi café.

—Si señor, enseguida señor, como lo ordene señor —responde atropellando las palabras, frunzo el ceño, no entiendo que la pone tan nerviosa.

NARRA BRIZA:

Llego al edificio con la camisa en su estuche y saludo a Maldonado, el hombre se seguridad que está en la entrada a las oficinas.

—Buenos días Sr. Maldonado ¿Qué tal su fin de semana?

—Buenos días señorita Riles. Estuvo bien mi fin de semana, espero que el suyo igual —responde el hombre con una sonrisa en el rostro.

—Pues de maravilla, ahora si me permite debo llegar rápido a mi trabajo antes de que el Sr. Black quiera matarme por llegar tarde y encima debo hacer su café todavía —digo despidiéndome de él.

—Siga Señorita, ya vera que con su encantadora sonrisa el Sr. Black se ablanda y no la reta —dice el abriendo la puerta para que pase.

—Pues esperemos que así sea —respondo, pero en mi mente se me viene algunas otras ideas de cómo puede llegar a recibirme.

Camino casi corriendo al ascensor y presiono la tecla al último piso, los hombres que están en el interior del aparato me miran y me hacen sentir algo incomoda por lo lujuriosos que lucen sus ojos. Apretujo la camisa en mi pecho y me acorralo en un costado del ascensor mirando como pasan los pisos y no bajan. Por suerte en el piso 15 bajan ambos hombres, pero antes uno de ellos me mira tan lesivo que me da asco.

Llego a mi piso y salgo disparada de ese aparato. Laura me mira con cara asustada.

—Hay Briza, que tarde que llegas, el Sr. Black ya me pregunto por ti, quiere su café urgente además que necesita de tu presencia en su oficina.

—Buenos días Lau, no te preocupes. Tuve que pasar por la tintorería a buscar una camisa del Sr. Black y el tráfico me retraso —digo sin dejar de caminar a mi oficina con ella pisando mis talones—. Enseguida le llevo el café al Sr. Odioso.

—Ya dejé la correspondencia del Sr. Black el pidió que la revises —me dice ella algo alterada.

—Bien, ya me encargo de eso —dejo la camisa sobre el sofá y Laura me mira horrorizada.

—¿Qué pasa?

—¿Dejas así la camisa del Sr. Black? se puede molestar si se arruga —responde temerosa.

—No se va a molestar y si lo hace yo me encargo, tranquila —la tomo por los brazos y la miro a los ojos—. Ahora repite conmigo “Sr. Odioso”

—¿Qué? No, ni loca. Si me escucha puedo perder mi trabajo —responde negando con su cara de una forma muy exagerada.

—No te va a escuchar, solo dilo cuando hables conmigo —la tranquilizo o eso creo.

—¡Señorita Riles sé que ya vino ¿Por qué no tengo mi café en mi escritorio todavía?! —escucho que grita desde el intercomunicador y mis bragas se mojan. Laura salta espantada.

—¡Hay Dios, ya se enojó! —dice moviéndose hacia la salida de mi oficina.

—Enseguida Sr. Black —digo por el intercomunicador mientras veo como taconea Laura hasta su puesto de trabajo.

Preparo el café para él y otro para mí ya que no tuvimos tiempo de desayunar, coloco todo en una bandeja y busco en mi bolso el táper con los brownies que traje. Con bandeja en mano me dispongo a salir rumbo a la oficina de mi sexy jefe, pero no doy ni dos pasos. Él está aquí.

—Ya iba para allá —digo levantando la bandeja para que vea que así era.

—¿Por qué te demoraste tanto? —pregunta a la vez que toma la bandeja de mis manos y sale de la cocina.

—Lo siento, fui a buscar los pasteles a mi departamento y de paso tome un sobre de glucosa —digo siguiendo el movimiento de sus glúteos que sin el saco se puede apreciar bien, Dios que tremendo intercambio de movimientos. Parpadeo y tomo mi libreta para seguir el camino que deja mi querido jefe hacia su oficina.

—¿Un sobre de glucosa?

—Si, salimos tan rápido que mi azúcar estaba al límite —respondo al entrar tras él y sentarme al frente de él. Deja la bandeja en medio de los dos.

—La próxima desayunamos bien antes de salir, así lleguemos con 2 horas de retraso —dice muy serio y logra derretirme.

—La próxima yo desayuno y tú te vienes de una a la oficina, total con la cantidad de vehículos que tienes no creo que te haga daño dejarme manejar alguno —digo abriendo el táper con los pasteles. El olor a chocolate invade el espacio haciendo que mi boca se llene de saliva.

—Genial, eso se ve espectacular —dice mi jefe estirando su mano para tomar uno—. Como dije antes, la próxima desayunamos y venimos.

—¿Vas a seguir insistiendo con lo mismo? —dejo de mirar los pasteles para concentrar toda mi atención en él.

—Ya te dije lo que pienso con respecto a lo que piensan los demás.

—¿Y lo que yo piense no cuenta? —acato—. Que sepas que tampoco me importa lo que piensen, pero distinto es cuando todos me verán como tu zorra del momento y eso sí que no lo voy a soportar.

—Sabes bien que no eres mi zorra, eres mi novia. ¿Qué tan malo puede llegar a ser eso? —niego y trato de no demostrar cómo me pone cada vez que dice que soy su novia.

—Como sea, dejemos este temita para más tarde, deberás necesito desayunar y que nos pongamos a trabajar —declaro casi rogando—. No quiero quedarme hasta tarde hoy.

—¿A si? ¿y eso por qué? —pregunta con esa miradita que me hace hervir la sangre.

—Porque mi novio me tuvo todo el fin de semana al trote y necesito descansar —digo tomando un sorbo de mi café con la vista puesta en él.

—Dios, tu novio quiere tenerte al trote y al galope todo el día señorita Riles —dice el tomando su café.

Luego de ese desayuno improvisado, nos concentramos en el trabajo y a la hora del almuerzo como había prometido toque la puerta de su despacho para ver donde iríamos a almorzar.

—Adelante —dice a través de la madera, entro y me sonríe.

—¿Ya estas listo para ir a almorzar? —pregunto, mira su reloj y asiente.

—¿Laura ya se retiró para su almuerzo? —pregunta y asiento sin comprender— Bien, ven que te quiero mostrar algo y luego vamos —Dudo un momento, pero me acerco a su escritorio.

Con un movimiento rápido me toma de la cintura y me sube al escritorio a la vez que su boca busca la mía y sus manos trepan por mis piernas hasta llegar a mi prenda interior. Enreda las manos en ella, trato de detener sus ideas.

—Amor, acá no... —digo soltando un jadeo cuando mis pantaletas son arrancadas.

—El Señor odioso te va hacer gemir tanto que olvidaras tu nombre y solo así iremos a almorzar —dice abriendo mis piernas y poniéndose a la altura de mi centro su lengua juega con mi piel.

Media hora más tarde y con una afonía que no tiene nombre llegamos a un restorán no muy lejos de la oficina. Como casi no puedo hablar el pide por mí, siempre con una sonrisa malévola en la cara.

—¿Qué pasa que estas muy callada? —me pregunta el muy bastardo.

—Vete a la mierda —respondo costosamente, carraspeo, pero es peor el dolor.

—Como le vas hablar así a tu jefe, señorita Riles. Mas respeto, ¿sí? —dice mientras me sirve un poco de agua en un vaso.

—Bien que te olvidaste de que eras mi jefe cuando estabas entre mis piernas —gruño tomando un poco de agua—. Gracias —digo mostrando la copa vacía, él me sirve más.

—No te das una idea de todo lo que me olvido cuando de tu.... flor se trata —dice midiendo sus palabras, me río.

—¿Flor? —pregunto con mi copa de agua en mano.

—¿Cómo quieres que le diga? Tu coño, tus pliegues, tu dulce centro, tu cueva rica, tu.... —casi se me cae la copa cuando comienza a nombrar sinónimos de "mi flor", le coloco una de mis manos en sus labios para que calle.

—Bueno, bueno ya entendí... —digo rápido tratando de que se haga silencio para que nadie lo escuche. Se ríe y besa mi mano, la retiro, avergonzada.

—No estamos en la oficina, por favor podrías dejar de actuar como si cometiéramos un crimen —dice con tono enojón.

—Lo siento, es que me cuesta.

—Lo sé, lo siento no me quiero enfadar contigo —dice y calla ya que traen la comida. Agradecemos al mesero y comenzamos a comer en silencio—. ¿Me acompañaras a la convención? —pregunta de pronto.

—Como tu secretaria sé que tengo que estar ahí, pero como tu novia también quiero acompañarte —digo y me mira con el tenedor a medio camino y la boca abierta, si lo se soy media tarada. Acabo de decir que no quiero que piensen que tenemos algo y lo quiero acompañar como su novia además de su secretaria.

—Pero dijiste....

—Se lo que dije, no hagas que me arrepienta —digo mirando mi plato casi intacto.

—Dios, esta noche te vienes a mi departamento.

—Pero...

—Pero nada, solo con que digas que me quieres acompañar me puso la vena al palo —dice como si nada y juro que una gota de sudor recorre mi frente.

—Vas a matarme...

—Si, de placer te voy a matar, vas a rogar que te suelte, ya verás.

—Estás loco —digo y sigo comiendo.

—Si, y muy, muy caliente —niego y seguimos hablando de la dichosa convención.

Volvemos a la oficina y cuando entramos al edificio sé que tenemos muchos pares de ojos sobre nosotros. El camina un paso delante de mí, pero al llegar al ascensor me espera para cederme el paso como todo un caballero.

Las puertas se sierran y el caballero de brillante armadura pierde todo su esplendor al acorralarme y besarme mientras nos metemos manos. Por suerte nadie necesita el aparato, sino bonitos íbamos a quedar ante quien nos viera. Llegamos al piso veinte y salimos del aparato como si nos no conociéramos de nada, el entra a su oficina y yo voy a la mía.

1
Lillian Ramirez
Excelente
rosalis torrez
Espectacular la novela me encantó toda felicidades autora
Rosa Magdalena Chávez
tan ansioso estaba por verla que se tomó el tiempo de ir a comer a un restaurante
Rosa Magdalena Chávez
está casado?
Fanny mend
para ser diabética,lleva una vida sin restricciones,
Tayde Castillo
hermosa historia, felicidades escritora 🌹☘️
Brisa Gomez Vargas
Excelente
Lupita Toledo
hola, autor (a). lo pongo así para no error, y si me gusta mucho la trama romántica y normal para luego pasar a lo cachondo.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.
C Matacruz
genial gracias por compartir tu novela corta y corta felicidades y bendiciones sigue escribiendo novelas cortas y cortas, aunque faltaron fotos pero chida tu novela corta 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜🤨😃☺️
Kely Johana Gonzalez Gonzalez
está preciosa me encanta😍😍😍
Laura Schmal
vayamos
Laura Schmal
suave
C Matacruz
jajaja jajaja son 20 pisos pero que bien la vamos a pasar jajaja 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜🤨😃☺️
C Matacruz
jajaja jajaja Dios hasta yo quiero ésas revolcadas 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜😃🤨☺️
Maritza De Jesús Seña Pantoja
una historia. super romántica. nada de violencia, ni maltrato, espero continue asi
C Matacruz
jajaja Dios creo que hasta yo estoy teniendo orgasmos jajaja jajaja 😊😁🙂🤪😲😆🤔😝😀😵‍💫😏😛😱🙃😜😃🤨☺️
Laura Schmal
volar
Adriana Chaparro
espero q el padre no aparesca
Laura Schmal
Excelente
Maritza De Jesús Seña Pantoja
uuyy que pelmazo! o está muy confiado o es un , un ... estúpido, muero por leer la reacción de...la prota. no recordé el nombre
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