Mi Pequeña Collins

Lizet se aferró al cuerpo ardiente de Cameron que aún estaba estático, sus labios se presionaron torpemente sobre los de él. Un gruñido excitante surgió de la garganta del empresario que lejos de alejarse, se aferró a la pequeña cintura, jalándola ligeramente hacia arriba.

Cameron perdió toda razón, su lengua penetro la dulce boca de lulú y recorrió cada espacio con deseo de más, el sabor, el calor, la dulzura todo era único, un beso que jamás pensó podría existir entre los dos.

Ella enredo aún más sus brazos alrededor del cuello y sintió como todo su cuerpo flotaba, el hormigueo es su vientre sin duda era toda una nueva experiencia, excitante, emocionante.

La respiración de ambos se agito y Cameron rompió el beso por breves segundos rozando los suaves y húmedos labios de ella.

-Cam -Susurro y sus esmeraldas se clavaron en los ojos negros de aquel hombre que respiraba agitado, la miraba con hambre lleno de lujuria.

Cameron respiro el hermoso aroma de Lizet y sosteniéndola fuertemente la llevo contra la pared, posiciono sus manos a ambos lados, su rostro estaba pegado al de ella, respiraban casi sin aliento; le era imposible apartar sus ojos de esos labios que se volvieron su maldita perdición.

El deseo lo había cegado, ya no veía a una niña frente a él, sino aquella mujer que lo llevaba a sentir los deseos más pecaminosos que jamás pensó sentir.

-Carajo pequeña, que me has hecho- sus ojos seguían clavados en aquellos labios, Lizet sin pensar los humedeció con la punta de su lengua.  Él negó mostrando una perfecta sonrisa, fue así como perdió por completo la poco de cordura que le quedaba, tomo esos labios como si fuera el tesoro más preciado y los mordió como si quisiera devorarlos.

Sus manos tomaron el cuello de Lizet para profundizar el beso que le estaba robando el aliento, todo alrededor desapareció, ambos se sumergieron en una nube de placer incontrolable.

“Es jodidamente fascinante”

Lizet sintió una felicidad extrema, Cameron la estaba besando con tanto deseo, que sentía que sus piernas no aguantarían más, sus manos se aferraron en la amplia espalda y sus uñas se clavaron.

Se estaban ahogando en un beso apasionado y ardiente, tanto así que sus cuerpos pedían más.

-¡Lizet!!...¡¡Lulú!!- una voz femenina se escuchó a lo lejos.

Cameron abrió los ojos y entro en razón como si un golpe de cordura lo hubiera despertado, se alejó varios pasos observando el cuerpo de Lizet aun agitado contra la pared mirándolo aturdida.

-Esto… no… esto no…- llevo sus manos a la cabeza y peino desesperado sus cabellos hacia atrás.

“Que hice...que mierda hice…”

-Cam- hablo Lizet dando unos pasos al frente, pero el solo extendió su mano en señal de alto.

-Aquí están- Elizabeth los miro y noto que algo no estaba bien- Chicos ¿sucede algo? Pregunto observando a ambos.

-No… no- Cameron acompaño sus palabras con el movimiento de su cabeza tratando de recomponerse.

-Me buscabas mamá? - la voz de Lizet salió temblorosa- no podía negar que la reacción de Cameron después de ese beso, no era el esperado.

-Si princesa, debemos hacer el brindis- Elizabeth sonrió.

-Bien enseguida bajo- afirmo Lizet.

-La espero abajo- Cameron quiso salir, pero Lizet lo detuvo del brazo.

-Cameron espera, necesitamos hablar. Imploro casi en un susurro.

-Oh, los dejo, apúrate cariño-  Elizabeth giro sobre sus pies para volver a la fiesta, pero Cameron fue más rápido.

-Suficiente, debes bajar y si me disculpan debo retirarme- la voz de del empresario se volvió fría y una de sus manos alejo la pequeña mano de Lulú.

-Cam- Lizet lo vio afligida-

-Disfruta de tu fiesta pequeña, nos vemos Elizabeth- sin más abandono el lugar.

-Lulú, ¿sucedió algo? - pregunto Elizabeth acercándose a su hija que no dejaba de ver hacia donde la figura de Cameron se perdió.

-Negó con la cabeza- Vamos mamá, debemos volver- con la poca fuerza que le quedaba volvió a la fiesta, aun el sabor de Cameron se sentía en sus labios, pero la felicidad no era el motivo de sus lágrimas cuando apago las velas.

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Cameron ingreso a su departamento de lujo, azoto la puerta y camino apresuradamente al mini bar, saco una botella de Wiski y lo bebió inmediatamente, dejo que este recorriera su garganta quemándola como una braza-

¡¡Carajos!! - grito arrojando los vasos que estaban sobre el bar, lo cristales rotos saltaron por todo el piso de madera.

Llevo la botella en sus manos hasta uno de los sillones de la sala y se arrojó en el cubriendo con un brazo su rostro.

-En que mierda estaba pensando, - bebió otro trago largo y sintió como un lagrima corrió en su mejilla.

- Es una niña imbécil\, cómo pudiste- se reprochaba impotente-

Cerro sus ojos buscando dormir, luego de ahogar toda su ira con la botella de alcohol, pero las imágenes Lizet aparecían como flashes, la sensación de ese beso apasionado estaba anclado en sus labios, tanto así que sin percatarse una se sus manos recorrió sus labios húmedos. Su cuerpo comenzó a recordar, el calor del roce continua de esa bella mujer y aunque quiso negarse reacciono excitado.

¡¡Cálmate, de una vez!!- arrojo la botella vacía a la puerta y poniéndose de pie camino hasta al baño para meterse debajo del agua fría que impregnaba su ropa.

-Debo alejarme… si…debo alejarme- susurro apretando sus puños con fuerza mientras el agua caía sobre su rostro.

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Una semana paso, Cameron se excusó con Lion diciendo que debía viajar para ver como los contratistas estaban llevando adelante el nuevo proyecto.

Lizet varias veces trato de comunicarse, pero el celular simplemente estaba apagado, peor él la había bloqueado.

Esa mañana se levantó como los últimos días, su cara cubierta de lágrimas, trataba de entender como él pudo alejarse de esa manera. Estaba segura que Cameron sintió lo mismo al besarla, pero se negaba hablar con ella.

Se arregló y bajo a desayunar, para luego viajar con Elizabeth a la agencia de modelos Blue Fashion.

Madre e hija entraron al edifico de cuatro pisos, y se dirigieron a la mesa de entradas.

-Buenos días. En que puedo ayudarlas-

-Buenos días, mi nombre es Lizet Collins, tengo una cita con la Señora Amanda Müller.

-Claro, adelante, la joven mujer las acompañó hasta el ascensor y presiono el último piso.

-Hija ¿te encuentras bien? - Elizabeth tenia días viendo a Lizet perdida en sus pensamientos.

-Si mamá, es que estoy intrigada- sonrió falsamente.

El ascensor se detuvo y ambas caminaron por un pasillo hasta el final donde la esperaba una hermosa mujer vestida de traje azul y tacones de quince centímetros.

-Buenos días, usted es la Señorita Collins.

-Buenos día, si y ella es mi madre Elizabeth Collins. - Lizet sonrió cortésmente al igual que Elizabeth.

-Acompáñenme por favor, la Señora Müller las espera.

Amabas la siguieron y entraron a una bella oficina, cubierta de arreglos florales, a un costado se podían ver fotos de las modelos más destacada y entre ellas estaba la última tapa de Lizet abrazada a Víctor,

-Tomen asiento por favor, - dijo la mujer de unos cincuenta años, perfectamente arregladas.

-Muchas gracias-

-Debo decir que es un placer por fin tenerte en mi oficina Lizet.

-El gusto es mío señora Müller-

-No por favor, dime Amanda, lamento recibirlas hasta ahora, pero los viajes no me permitieron conocer a esta estrella en ascenso. Dijo señalando a Lizet.

-Por favor me avergüenza- Lizet tenía sus mejillas sonrojadas.

-Bien, no voy a ocupar mucho de tu tiempo, tengo una gran oferta para ti, y espero la aceptes.

-Claro, me gustaría escucharla.