Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Veintidós
Mia hizo lo que aquella voz le ordenó, el agua tenía una temperatura tan agradable que de pronto todos sus problemas comenzaron a desaparecer, era tan relajante que hasta creyó que estaba en su casa con su tía, que Matteo nunca la había encontrado y que ella vivía feliz con su hija.
Recordó que la voz le dijo que cuando el agua la cubriera por completo se sentiría muy bien, entonces pensó que si ahora ya estaba extasiada debajo del agua estaría mejor, así que se relajó un poco más y dejó que su cuerpo se deslizara hasta el fondo de la bañera.
Mia notó que le costaba respirar pero en cambio se sentía tan bien, tan aliviada de todo lo que estaba sufriendo desde que Matteo la encontró, hasta podía recordar como se veían las margaritas de la plaza cerca de su casa y la sensación del sol calentando su piel.
- ¿Mia?- la llamó Lola pues le extrañó no verla como siempre junto a la ventana mirando a ninguna parte cuando ella entró en la habitación y fue al baño a buscarla- ¡MATTEO, MATTEO!
Los gritos de horror que daba Lola se escucharon en toda la casa y el joven sin pensarlo mucho corrió escaleras arriba hasta la habitación de donde salían.
- ¡MATTEO!- volvió a escuchar el grito desesperado llegando a la habitación de la chica.
El joven entró al baño corriendo y vio a la mujer sacando con mucho trabajo a la madre de su hija de la bañera, tenía los labios azules y parecía estar muerta.
- Trae el respirador de la habitación de emergencia y que alguien llame al médico. - le grito mientras él desesperado comenzaba a dar masajes en el pecho de la chica que yacía en el suelo para después acercar su boca a la de ella y obligarla a recibir oxígeno en los pulmones.- Vamos, respira, vamos- le decía cuando alternaba los masajes con la respiración. - Tú vas a morirte cuando yo quiera, tú no vas a salir tan fácil de esto, respira.
- El médico llegará en diez minutos. - le dijo Lola respirando con dificultad debido a la carrera y cayendo a su lado con una máquina de oxígeno y una mascarilla.
- Que sean cinco o yo mismo voy a matarlo por tardar, respira. - habló con la mujer y le ordenó nuevamente a la chica y volvió a unir sus bocas, entonces la sintió mover un poco el pecho y toser- Enciende la máquina para ponerle la máscara.
Lola lo hizo de la forma que él le indicó y el respirador comenzó a emitir un sonido indicando que estaba haciendo su trabajo.
- Toma la máquina, voy a llevarla a la cama. - levantó del suelo a la chica que destilaba agua y caminó con ella hasta ponerla sobre el colchón. - Ve abajo a esperar el médico pero antes mira a ver si Aiko despertó con tus gritos, no quiero que se asuste.
La mujer salió de la habitación y él se quedó mirando a la frágil rubia conectada al respirador por la máscara, desde que llegó a su casa había pensado que no le importaba si en medio de su venganza moría o no, de hecho le había deseado la muerte muchas veces en esos años, pero este no era su momento de morir, su hija aún la necesitaba, la niña preguntaba mucho por ella y en muchas ocasiones la encontraba triste y era por la supuesta enfermedad de su madre, todavía no había podido arrancarle esa dependencia y si ella desaparecía de repente sería un golpe muy duro para Aiko.
Ella no podía morir hasta que él no lo ordenara y esta desobediencia iba a costarle caro nada más que estuviera consciente.
Un instante después aparecía Lola con el médico, el hombre miró a Matteo y después miró a la chica bastante delgada que estaba sobre la cama a la que una máquina ayudaba a respirar, no era la primera vez que iba a aquella casa, pero sí la primera vez que lo hacía por una mujer.
- Señor Bushida.
Lo saludó con respeto al entrar y el hombre hizo un movimiento de cabeza.
- Necesito quitarle esta ropa mojada para revisarla.- advirtió al acercarse a Mia y ver su estado, no tenía idea de quién era la chica así que debía andar con pies de plomo si quería seguir entero.
- Lola ayúdalo, y doctor, ella es mi mujer.- Lola lo miró asombrada y ni él mismo se creía lo que acababa de decir pero continuó- Si me imagino que está mirando más de la cuenta le sacaré los ojos y puede apostar a que voy a divertirme mucho haciéndolo.
- No se preocupe señor Bushida, no va a tener que hacer nada de eso.- le respondió el hombre bajando la cabeza ante la clara amenaza, sabía muy bien que lo que decía lo cumpliría sin que le temblara ni un músculo.
Lola ayudó al hombre a sacar la ropa de la chica y esta quedó al final en ropa interior y medio tapada con una sábana para que el médico comenzara a hacer el reconocimiento.
- ¿Puede decirme que le sucedió?- le pidió con respeto al terminar, sabía muy bien que el mafioso se adjudicaba el derecho de informar lo que quisiera.
Matteo y Lola se miraron y él le hizo una seña a la mujer para que ella fuera quien contestara.
- Creemos que intentó suicidarse ahogándose en la bañera.- le dijo la mujer muy bajo y en su mente se repetía aquella conversación en la que la chica le habló de morir.
- ¿Ella tiene acceso a algún medicamento, consume alguna droga?- el médico sabía lo delicada de aquella pregunta pero debía hacerla.
Los otros dos volvieron a mirarse extrañados.
- No doctor, en esta casa los únicos medicamentos que hay son los comunes para un dolor de cabeza y los que están bajo llave en la habitación de emergencias, y sobre lo otro aquí no hay nada.- volvió a hablar la mujer sin mencionar la palabra droga, su jefe era muy estricto con eso, en su trabajo se hacía lo que debía hacerse, pero en su vida y en su casa habían cosas que estaban prohibidas, y ahora más que nunca con la llegada de Aiko.
- Señor Bushida,¿puedo hablar con sinceridad?
El médico sabía que una palabra mal dicha o mal interpretada podía costarle la vida, así que esperó por la aprobación del mafioso y solamente continuó cuando lo vio asentir.
- Aparte de la evidente falta de alimentación que presenta la señora y que estoy casi seguro de que tiene anemia, también estoy casi seguro de que ella no quiso suicidarse, tiene las pupilas dilatadas lo que indica la presencia de una droga en su organismo y gracias a Dios no está inconscientemente se encuentra sumida en lo que parece un sueño profundo, y si como ustedes me han dicho ella no tuvo acceso a lo que ingirió, quiere decir que otra persona se lo hizo llegar y seguramente hacer que lo tomara sin su conocimiento, conclusión, a mi parecer alguien intentó matarla.
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