Williams, un joven adolescente, descubrió su orientación sexual con su amigo más cercano. Al revelarlo a su familia, se encontró con una oposición feroz y fue expulsado de su hogar sin ayuda. Desesperado, buscó a su amado solo para descubrir que también lo había abandonado. Destrozado, vagó por las calles en busca de un lugar donde vivir. En su camino, se cruzó con Luke, un hombre bondadoso que, junto a su esposa, le ofreció refugio y apoyo. Años después, Williams conoció a Steven, un lobo delta que lo reclamó como su pareja, trayendo consigo una nueva esperanza y un futuro lleno de amor y aceptación.
tercer libro de Génesis la gran luna
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capítulo 24
Steven despertó con una ligera presión en el pecho. No era dolor, sino la sensación cálida y familiar del lobo de su amigo, Orion, conectándose con su mente. A través del vínculo, pudo sentir la curiosidad del animal al notar el brillo del amuleto que colgaba del cuello de Williams, quien dormía profundamente a su lado.
"Es de protección ",comentó Orion en su tono sereno y seguro, como siempre que analizaba algo.
Steven asintió mentalmente, respondiendo a su lobo con un pensamiento.
"Sí, amigo. Williams dijo que su madre del corazón es bruja. Tal vez se lo dio ella."
Cerró el enlace mental con Orion para no despertar a Williams con cualquier movimiento involuntario. Era difícil no admirar el amuleto, un colgante oscuro con grabados plateados que parecían moverse ligeramente con la luz, como si respiraran vida propia. Aunque Steven no entendía mucho de magia, sentía una energía reconfortante provenir de él.
Con cuidado, se deslizó fuera de la cama, cuidando de no hacer ruido. Su objetivo era claro: encontrar algo para desayunar sin interrumpir el sueño tranquilo de Williams. Se dirigió a la cocina, pero al abrir la heladera, se encontró con un panorama desalentador. Vacía. Apenas un par de botellas de agua y un paquete de queso duro que definitivamente no era suficiente para un desayuno decente.
—Perfecto, —murmuró para sí mismo, cerrando la puerta con un suspiro.
Decidió optar por un plan B. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y buscó la aplicación de delivery. Mientras navegaba por el menú de un café cercano, notó un par de notificaciones sin leer. Al abrir los mensajes, encontró uno de Mirko, su líder en la manada.
"Steven, tómate el día. La lluvia está demasiado fuerte y Génesis no saldrá hoy. Descansa y aprovecha."
La mención de Génesis, la luna de la manada, le sacó una pequeña sonrisa. Por lo general, los días lluviosos significaban caos para la manada, pero esta vez parecía que todo el mundo había decidido quedarse tranquilo. Agradeció el gesto de Mirko; necesitaba un descanso después de las tensiones de las últimas semanas.
Con esa nueva libertad en mente, terminó de realizar el pedido del desayuno, croissants recién horneados, tostadas con mantequilla, café negro para él y un jugo de naranja para Williams. Mientras esperaba la confirmación del pedido, volvió a mirar por la ventana. Las gotas de lluvia caían con fuerza, dibujando líneas desordenadas sobre el vidrio.
El sonido de las gotas contra el techo era casi hipnótico. Durante un instante, Steven se quedó allí, contemplando cómo el gris del cielo envolvía la ciudad. Era un día perfecto para relajarse, le alegraba la idea de pasar más tiempo con Williams.
Cuando el teléfono vibró, avisándole que el pedido estaba en camino, volvió a la cocina y comenzó a organizar un pequeño espacio en la mesa. Encontró un mantel limpio en un cajón, colocó dos platos y un par de tazas. Quería que todo estuviera listo para cuando llegara el desayuno.
—Steven, ¿qué haces? —preguntó una voz somnolienta detrás de él.
Se giró y vio a Williams en la puerta de la cocina, despeinado y con los ojos entrecerrados. El amuleto todavía colgaba en su cuello, reflejando las luces cálidas de la cocina.
—Buenos días —respondió Steven con una sonrisa tranquila—. Te desperté, lo siento.
Williams negó con la cabeza mientras se acercaba.
—No, creo que fue la lluvia. ¿Qué haces despierto tan temprano?----
—No tan temprano —dijo Steven, revisando la hora en su teléfono—. No había nada en la heladera, así que pedí desayuno.
Williams arqueó una ceja, claramente divertido.
—¿Vas a consentirme ahora también?,----
—No te emociones demasiado. Esto es pura supervivencia, —respondió Steven, aunque su tono juguetón traicionaba el trasfondo de su broma.
Williams se dejó caer en una de las sillas de la cocina, frotándose los ojos con las manos. Después de un momento, señaló el amuleto que colgaba en su cuello.
—¿Lo estuviste mirando, verdad?,---
Steven se encogió de hombros mientras servía agua en un par de vasos.
—Es difícil no hacerlo. Tiene... algo. Orion dice que es de protección.----
Williams sonrió, tocando el amuleto con la punta de los dedos.
—Mi madre del corazón me lo dio, dijo que me protegería de las malas energías, ---
Steven se rió suavemente, sentándose frente a él.
—Si todavía estás aquí, algo debe estar haciendo bien.---
Ambos se quedaron en silencio por un momento, dejando que el sonido de la lluvia llenara el espacio. Era un silencio cómodo, como si las palabras no fueran necesarias en ese instante. Cuando finalmente llegó el desayuno, ambos se sentaron a comer, compartiendo anécdotas y risas que llenaron la mañana de calidez.
Steven no podía evitar pensar que, a pesar de las tormentas pasadas y los problemas que probablemente estaban por venir, ese pequeño momento de tranquilidad era suficiente para recordarle que la vida también tenía sus propios amuletos: momentos compartidos, risas honestas, y la certeza de que no estaba solo.
El desayuno había dejado un aire de tranquilidad en el departamento, acompañado por el suave sonido de la lluvia golpeando las ventanas. Mientras Steven limpiaba los platos y organizaba la cocina, Williams encendió su teléfono y comenzó a revisar las notificaciones que se habían acumulado durante la noche.
La primera que llamó su atención fue de Emilia, su madre del corazón.
"Hijo, ¿estás bien? Escríbeme para saber que todo está bien."
Williams sonrió con ternura. Emilia siempre se preocupaba, incluso por las cosas más pequeñas. No quería hacerla esperar más, así que respondió de inmediato.
"Mamá, estoy bien. Steven está conmigo."
Después, su mirada se dirigió al mensaje de Génesis, su jefa.
"Will, hoy nadie trabajará por la gran tormenta. Disfruta tu día."
Con una ligera sonrisa, Williams respondió con un mensaje corto y respetuoso:
"Gracias, jefa."
Al terminar, levantó la vista y vio a Steven, quien estaba guardando los platos secos en los estantes. Había algo en la calma con la que se movía, en la forma en que el cabello le caía desordenado sobre la frente, que hizo que Williams sintiera un calor familiar en el pecho.
Se acomodó en su silla, apoyando el mentón en una mano mientras lo observaba.
—Hoy tenemos el día para nosotros, —dijo finalmente, dejando que las palabras flotaran en el aire.
Steven, sin interrumpir su tarea, terminó de secarse las manos con un trapo de cocina antes de caminar hacia Williams. Su expresión cambió a una de picardía mientras se acercaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, inclinó la cabeza y lo miró con una chispa traviesa en los ojos.
—Entonces no perdamos tiempo, —respondió con voz baja y sugerente.
Sin darle oportunidad de reaccionar, tomó el rostro de Williams con ambas manos y lo besó. Fue un beso intenso, cargado de emoción y deseo. Los labios de Steven eran cálidos y seguros, moviéndose con una pasión que hizo que el corazón de Williams latiera más rápido.
Williams respondió sin dudarlo, envolviendo a Steven con sus brazos y atrayéndolo más cerca. La tormenta afuera parecía desvanecerse, dejándolos en su propio mundo, donde lo único que importaba era ese momento. El beso se profundizó, y el tiempo pareció detenerse mientras ambos se entregaban al torrente de emociones que los envolvía.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, pero no dejaron de mirarse. Los ojos de Steven brillaban con una mezcla de diversión y ternura, mientras que los de Williams reflejaban una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
—Definitivamente es un buen comienzo para nuestro día libre, —murmuró Williams, todavía con los brazos alrededor de Steven.
—Esto es solo el comienzo, —replicó Steven con una sonrisa traviesa—. Espero que tengas energía, porque no pienso desaprovechar ni un segundo.
Williams se rió, un sonido genuino y despreocupado, antes de inclinarse para robarle otro beso. Sabía que con Steven a su lado, ese día sería memorable, sin importar qué hicieran.
viene la calma en tu camino de cruzaron personas con un gran corazón