son amigos de la infancia se quieren como hermanos pero ella siente algo más que una amistad ¿un amor no correspondido por él?
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capitulo 7
La tarde estaba tranquila, casi insoportable en su quietud. Amelia estaba en su habitación, revisando sus tareas, pero sus pensamientos volaban a otro lugar. Estaba cansada de todo lo que sucedía a su alrededor, del sufrimiento que le causaba Stiven y de los esfuerzos fallidos de sus madres para arreglar la situación. Sabía que nada volvería a ser como antes, y eso la desgarraba poco a poco.
De repente, escuchó la voz de su madre desde abajo, un tono serio que hacía tiempo no escuchaba. Intrigada, se levantó rápidamente de su silla y bajó las escaleras para ver qué sucedía. Al llegar al final, vio a su madre conversando con una figura familiar, que no podía ser otra que Stiven.
— Stiven, ¿qué haces aquí? — preguntó Patricia, sorprendida pero tratando de mantener la compostura.
Stiven la miró con una expresión de incomodidad, pero su voz fue firme, como si hubiera estado ensayando lo que iba a decir. Amelia sintió un nudo en el estómago al ver que él estaba allí, en su casa, después de todo lo que había pasado.
— Necesito hablar contigo, señora Patricia — dijo Stiven, sin mirarla directamente. — Es sobre Amelia. Y sobre Axel.
La mención del nombre de Axel hizo que Amelia se tensara, pero no dijo nada. Se quedó atrás, observando en silencio mientras su madre y Stiven comenzaban una conversación que ya sabía no sería fácil.
— ¿Sobre Axel? ¿Qué tiene que ver Axel con esto? — preguntó Patricia, cruzando los brazos, visiblemente confundida.
Stiven se aclaró la garganta, mirando al suelo por un momento, antes de levantar la vista y hablar con tono serio.
— Estoy preocupado por Amelia. Desde que Axel empezó a acercarse tanto a ella, las cosas entre nosotros han empeorado. Ya no la reconozco. Axel no es una buena influencia para ella. Él es... problemático. Y creo que, para que Amelia no siga cayendo en esa situación, lo mejor sería que tú le prohibieras seguir viéndolo.
Las palabras de Stiven fueron como un golpe para Amelia. ¿Cómo se atrevía a pedirle a su madre que la separara de alguien que, en su opinión, la había defendido más que cualquiera? Axel había sido su único apoyo en todo este tiempo, y Stiven, que no hacía más que lastimarla, ahora intentaba manipular a su madre para que lo apartara de su vida.
Patricia, por un momento, pareció sorprendida. No era una mujer que soliera tomar decisiones apresuradas, pero la preocupación en la voz de Stiven estaba allí, claramente. Él siempre había sido un buen chico en su corazón, o al menos así lo había visto ella. Pero las palabras de Stiven, mezcladas con la mirada de incomodidad que él proyectaba, hacían que su mente comenzara a cuestionarse todo.
— Stiven, no sé si eso sea necesario — dijo finalmente Patricia, tratando de mantener la calma. — Yo confío en que Amelia puede tomar sus propias decisiones, y si ha decidido estar cerca de Axel, creo que debe ser porque algo en él le genera confianza.
Stiven frunció el ceño, visiblemente molesto por la respuesta. La idea de que Amelia estuviera cerca de Axel le molestaba más de lo que había imaginado.
— Pero señora Patricia, yo solo estoy preocupándome por ella. No quiero que se enrede con alguien como Axel. Ya sabes lo que se dice sobre él, ¿no? Tiene un historial problemático. No es alguien en quien debería confiar. Amelia es mejor que eso. Ella no necesita a alguien así a su lado.
Patricia suspiró, tratando de calmar las aguas. No quería involucrarse en un conflicto entre los dos, pero, a su vez, no podía ignorar las preocupaciones de Stiven, que en su corazón seguía siendo el niño que había conocido desde siempre.
— Entiendo tus preocupaciones, Stiven, pero Amelia es capaz de decidir por sí misma. No podemos obligarla a alejarse de alguien solo porque nos preocupemos. Ya lo hemos hablado antes, y confiamos en ella.
Stiven apretó los dientes, pero intentó seguir calmado.
— Creo que estás cometiendo un error, señora Patricia. Y lo peor es que no lo estáis viendo. Amelia... Amelia se está alejando de nosotros, de su vida, de su futuro. Y todo porque está siguiendo a Axel, a alguien que no le conviene. ¡Él no es su amigo!
Amelia, que había permanecido en silencio hasta ese momento, no pudo más. Las palabras de Stiven eran como cuchillos clavándose en su pecho. Cada vez que abría la boca, se sentía más herida, más desconectada de la persona que alguna vez había sido su mejor amigo.
— ¡Basta, Stiven! — exclamó, avanzando hacia ellos. — Ya no quiero escuchar más de tus mentiras. Axel ha sido el único que ha estado allí cuando tú me hacías daño. ¡Tú no sabes nada de lo que está pasando! Tú... tú solo quieres que me aleje de todos los que me apoyan, ¿verdad? Pues no lo voy a hacer. ¡Ni tú ni nadie va a decidir por mí a quién debo ver!
Stiven la miró con los ojos llenos de ira, pero también de una tristeza profunda. No entendía lo que había perdido, no entendía que su actitud había roto lo que quedaba de su amistad. Amelia lo miró fijamente, sintiendo una mezcla de rabia y dolor.
— No sé por qué sigues insistiendo en que todo vuelva a ser como antes. No va a pasar, Stiven. Y si realmente me valoraras, no estarías haciendo todo esto. Estás solo empeorando las cosas.
Stiven no dijo nada más. Su rostro se torció en una expresión de frustración. Miró a Patricia por un segundo, luego se volvió y salió de la casa sin decir palabra. El silencio que dejó detrás fue tan pesado que casi se podía cortar con un cuchillo.
Amelia se desplomó en el sillón, agotada por todo lo que acababa de suceder. Su madre, que había quedado en silencio, se acercó a ella con un suspiro.
— Amelia... ¿estás segura de lo que estás diciendo? Tal vez Stiven solo está preocupado, pero...
— No, mamá. No quiero hablar más de él — respondió Amelia, su voz quebrada. — Stiven ya no es mi amigo. Y me duele, pero tengo que aceptarlo. Ya no puedo seguir fingiendo.
La conversación había terminado, pero Amelia sabía que este no era el final. La relación con Stiven había llegado a un punto sin retorno, y aunque su madre seguía esperanzada, ella ya había dejado ir el pasado. Era hora de seguir adelante, por más difícil que fuera.