ESPOSA DE PAPEL

—No les gustó saber que te fuiste del país. Creen que estás huyendo y que no les vas a pagar. Antes de irse, dejaron claro que quieren todo su dinero. Se llevaron lo que encontraron valioso en la casa y nos amenazaron. Quieren que vuelvas al país o que pagues la cantidad total de la deuda en menos de dos semanas. De lo contrario, van a dejar de asustarnos y amenazarnos y pasarán a la acción. Nos van a hacer daño permanente… Yo… Yo —Daniela solloza desesperada y esto provoca un gran vacío en Isabela. Nunca en su vida ha escuchado a su hermana mayor tan asustada—… Creo que la próxima vez que aparezcan, le van a hacer algo a mi bebé. No sabes la forma tan horrible en cómo la miraban.

"No… Mi pequeña sobrina no."

—¡Mierda, no… puede ser! —Sara ayuda a Isabela a llegar hasta el sofá. Ella toma asiento y respira profundamente para poder pensar con más claridad—. No se preocupen… —habla después de un largo silencio—, yo los metí en este problema y los voy a sacar. No sé cómo... pero lo voy a hacer.

—Tienes que volver, Isa —responde su hermana desesperada—. Es la única manera. Aunque consigas un empleo, no vas a poder reunir todo ese dinero en menos de dos semanas.

—Ya sé, ya sé —suspira derrotada. "Esa es la opción más fácil y lógica… Pero, ¿volver…?" —. Tiene que haber otra salida —dice más para sí misma que para su hermana—. Dame un par de días para pensar y si no encuentro una solución, entonces, regresaré a Colombia.

—Muy bien… —responde Daniela un poco más tranquila— Debo irme. Mamá lleva toda la noche con papá y necesita descansar. Por favor, no vuelvas a desaparecer y no hagas una locura. Te amo.

—Yo también te amo y abraza a mamá y a papá por mí.

—Okey.

"¡¿Qué carajos?! Cuando pienso que las cosas no podían ponerse peor… pasa esto. No sé qué karma de mi vida pasada estoy pagando. Pero si analizo los dos últimos años, no puedo recordar nada que me haya salido más o menos bien."

Isabela comienza a desesperarse y se pierde en sus pensamientos ansiosos.

"Se supone que vine a esta ciudad para comenzar de nuevo. Se supone que esta era mi oportunidad para arreglar toda la mierda en la que me metí y a la que, por desgracia, arrastré a mi familia. ¡Pero soy Isabela Zuloaga! Se supone que tengo un talento extraordinario para escribir y pintar. Pero mi verdadero don consiste en arruinar mi propia vida de forma realmente espectacular. Cada decisión que he tomado sobre mi vida personal y profesional me ha hundido en un pozo del cual ya no logro ver la luz. Lo tenía todo perfectamente planeado para superar esta crisis. Pero en el momento en que pongo un pie en el lugar que se supone iba a ser mi salvación, la realidad me golpea con todas sus fuerzas y por poco me mata… Literalmente. Debido a eso, tuve que cambiar mis planes drásticamente, porque en mi condición actual, no puedo hacer absolutamente nada. Y volver a Colombia… No voy a negar que fue la primera idea que se me cruzó por la cabeza, apenas desperté en el hospital, pero si vuelvo, solo empeoraría las cosas. Mudarme de país era mi última opción. Si regreso a mi casa, puede que los prestamistas no maten a papá, pero el dolor y el estrés que le produce nuestra situación lo terminará haciendo de todas formas. Y la culpa solo será mía. No sé qué solución puedo encontrar en solo dos días. Podría pedirle dinero prestado a Mark… No. Antes moriría de vergüenza. Además, él no es un hombre rico. Y ha sido tan amable… No. Sentiría que estoy aprovechándome de él."

Las voces de su conciencia y razón no paran de divagar intentando encontrar la mejor solución, y en consecuencia su cabeza comienza a doler tanto o más que el día en que recién despertó y no podía ni abrir los ojos.

—Señorita Isabela… —Sara la mira preocupada— ¿Quiere que llame al joven Mark?

—No… estoy bien —Ella trata de sonreír para que la Señora no se preocupe, pero queda claro que Sara no cree ni una de sus palabras.

—Mi niña, tengo miedo de que se desmaye. Está como un papel. Yo ya estoy muy vieja y si le sucede algo no podría auxiliarla.

—Solo necesito descansar. Si llamas a Mark, lo vas a preocupar y seguro voy a estar bien para cuando él haya regresado…

Sara continúa preocupada y no se rinde.

—Muy bien… Si no quiere preocuparlo, entonces podríamos llamar al niño Christopher, él sabrá cómo ayudarla. Es que… me asusta mucho verla así.

La expresión de Sara hace que Isabela se pregunte qué tan mal se ve. Y piensa que si está igual que como se siente, entonces…

"Un momento…" Rebobina las últimas palabras de Sara… "Llamar a Christopher para pedirle ayuda. La idea no es ridícula. El hombre es millonario y la suma de mi deuda seguro es menos de lo que gasta mensualmente en la gasolina de su lujoso auto. Además… Él me lo ofreció."

El recuerdo de la última conversación, que sucedió hace menos de veinticuatro horas, hace que se le revuelva el estómago y le deja un sabor a bilis en la garganta.

"Aún no entiendo qué hice para merecer ese trato tan injusto y cruel. Pensé que éramos amigos. Que habíamos hecho match instantáneamente. Es cierto que nos conocimos de una forma inusual, pero desde el momento uno, todo fue tan… Ahs… Ya no importa. Que se joda y piense lo que quiera."

—Sara —dice Isabela, mientras que la preocupación de la señora no hace más que aumentar— ¿Sabes cómo llegar a la oficina de Christopher?

—Claro, señorita. Pero…

—Por favor, ¿podrías llevarme?

"Yo jamás me atrevería a chantajearlo. Odio tener que acudir a él. Pero es el único que puede ayudarme en este momento. Tal vez con esto le esté dando la razón con respecto a lo que sea que crea de mí, pero ¿qué más da? Él ya piensa que soy lo peor, y yo tengo mucho que perder, como para preocuparme por eso. Lo único que me queda es arriesgarme. Ahora lo más importante es salvar la vida de las personas que son realmente importantes para mí. Y si tengo que humillarme ante el poderoso King… Que así sea."