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VENDIDA AL MEJOR POSTOR

VENDIDA AL MEJOR POSTOR

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Novia subastada / Amor-odio / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:921.4k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yazz García

Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Solo soy la chica que limpia.

Capítulo 4

Adrián no era de esos hombres que hacían esfuerzos emocionales. No sabía cómo. Y mucho menos con Thalía. Sin embargo, esa mañana, mientras se servía el café en la cocina y la veía preparar la lonchera de Amelia con cuidado, algo en su pecho se removió. Tal vez era la forma en que le hablaba a su hija, bajito, como si todo el amor que nunca recibió estuviera ahí, concentrado en esos pequeños gestos.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó Adrián, apoyándose en la isla de mármol.

Thalía levantó la vista, sorprendida. —¿A dónde?

—Al jardín de niños. Puedo pasar por ustedes más tarde si quieres. Como… amigos —dijo, con torpeza, como si la palabra le pesara en la lengua.

Ella lo observó unos segundos.

—Gracias, pero quiero caminar con Amelia. Le gusta ver las mariposas del parque —respondió con suavidad, sin dureza.

Adrián asintió. No insistió. Solo la miró un segundo más y se marchó sin decir nada. Pero fue un paso. Uno pequeño. Uno que Thalía no esperaba.

El camino hacia el jardín estaba cubierto de hojas secas, crujientes bajo los pies pequeños de Amelia, que saltaba y reía, con su lonchera rosa colgando del brazo.

—¿Hoy vas a quedarte, Thalía? —preguntó, mirándola con sus ojos enormes.

—Un ratito, ¿quieres?

—¡Sí! —gritó, abrazándola con fuerza.

El jardín de niños estaba animado. Voces, risas, juegos. Los colores de los dibujos pegados en las paredes y el olor a plastilina creaban una atmósfera mágica. Mientras Amelia se quitaba el abrigo, una niña se le acercó, curiosa.

—¿Es tu mamá? —preguntó con la naturalidad de los niños.

Amelia se quedó en silencio, miró a Thalía y luego bajó la mirada. Parecía que algo en su cabecita estaba haciendo cálculos imposibles de entender.

—No… —susurró al fin—. Pero ojalá.

Thalía sintió que algo se le rompía dentro. Se agachó frente a ella, la acarició y sonrió.

—Soy su amiga. Pero siempre voy a estar aquí, ¿sí?

Amelia asintió y corrió hacia su clase, con una sonrisa tímida. Y Thalía se quedó ahí, con el corazón apretado.

No esperaba cruzarse con nadie al salir del jardín. Mucho menos con Joshua.

—Thalía… —la voz masculina la hizo girar.

Había pasado tiempo. Pero sus ojos eran los mismos: oscuros, dulces.

—Joshua… wow —dijo ella, sonriendo—. ¿Eres tú?

—En carne y hueso —respondió él, acercándose con esa seguridad tranquila que siempre había tenido—. Estás… hermosa.

Thalía rió, algo incómoda. —¿Qué haces aquí?

—Soy maestro suplente. Hoy vine a dar una clase en la primaria, pero paso seguido. ¿Y tú?

—Cuidando a la hija de alguien. Es una historia larga…

No te he visto desde que terminamos el instituto. ¿Dónde te metiste?

—Por ahí… —respondió Thalía, encogiéndose de hombros. No quería mentirle, pero tampoco sabía por dónde empezar.

—Te busqué un par de veces —dijo él, mirándola con algo de cariño—. Tus redes desaparecieron. Nadie sabía nada. Yo… pensé que te habías ido para siempre.

Thalía bajó la mirada. Le pesaba un poco saber que alguien la había buscado, que quizá habría podido tener una red de apoyo. Pero también sabía que, en su momento, su vida había sido un torbellino.

—A veces, irse es la única opción —murmuró.

—¿Estás bien ahora?

Ella lo pensó un momento. —Supongo que sí.

Joshua sonrió con tristeza. —Sigo siendo bueno escuchando, ¿sabes? Y no necesito que me cuentes todo. Solo que sepas que puedes hacerlo.

Thalía lo miró, y por un segundo, se sintió vista de una forma distinta. No como la chica rota, ni como una molestia. Solo… como Thalía.

—Gracias, Joshua. De verdad.

—¿Puedo invitarte un café? No ahora, la verdad tengo prisa, pero… otro día. Prometo que no será incómodo.

Thalía iba a decir que no, que no era buena idea, pero se encontró asintiendo.

—Me parece bien.

Joshua le sonrió, esa sonrisa torcida que recordaba de las clases de matemáticas, cuando él le pasaba notitas tontas para distraerla del aburrimiento. La misma que, en otro tiempo, casi logra enamorarla.

Cuando llegó a casa, Adrián estaba en la cocina, sin traje, con una camiseta blanca y el cabello revuelto. La miró sin decir nada al principio, hasta que notó algo en su expresión.

—¿Estás bien?

Thalía lo miró de reojo. —Sí. ¿Por qué?

—Pareces… distinta. ¿Te pasó algo?

Ella dejó las llaves sobre la encimera y respondió con tranquilidad:

—Me encontré con un viejo amigo.

La mandíbula de Adrián se tensó. No dijo nada. Solo asintió y volvió la vista a su café.

Más tarde, Thalía estaba acomodando unas tazas cuando lo escuchó entrar en la cocina. Adrián venía con el celular en una mano y una ceja ligeramente arqueada, como si estuviera decidiendo cómo comenzar la conversación.

—Hoy en la tarde vendrán mi madre y mi hermana —dijo, al dejar el celular sobre la barra—. Será una pequeña reunión familiar. Estará también mi padre. Nada del otro mundo… pero quería que lo supieras.

Ella lo miró por encima del hombro, asintiendo.

—¿Tengo que estar?

—No necesariamente —contestó Adrián, cruzándose de brazos—. Pero si quieres pasar y saludar, no estaría mal. Ya saben de ti.

Thalía sintió un leve escalofrío. Saber de ella no significaba aceptarla. Y menos en ese tipo de ambientes.

—Veré cómo me siento —dijo simplemente, bajando la mirada.

Adrián no insistió. Caminó hacia la cafetera, sirvió dos tazas y le ofreció una. Thalía la aceptó con cierta sorpresa. No solía hacerlo.

—He estado pensando —murmuró él tras un sorbo—. Tal vez deberías considerar hacer algo más. No sé… algún curso, algo extracurricular. Estudiar algo que te guste. No tienes que quedarte todo el tiempo en casa si no quieres.

Thalía rió, pero fue una risa amarga, sin rastro de alegría.

—¿Y qué se supone que me gusta hacer? —preguntó, sin sarcasmo, solo con una vulnerabilidad cruda—. Para lo único que sirvo es para limpiar. Fue lo único que aprendí a hacer bien.

Adrián la miró, serio. Apoyó la taza en la encimera, despacio.

—No digas eso.

—¿Y por qué no? Es la verdad —continuó ella, encogiéndose de hombros—. Nunca me enseñaron otra cosa. No me dejaban estudiar mucho porque “iba a terminar casada con un viejo rico que nos sacara de pobres”, palabras de mi madre, no mías. Eso me decía cuando tenía ocho años, y ahora que ella se casó con el hombre rico, deje de ser útil. Así que aprendí a planchar, a servir, a fregar el piso. A estar callada. A que no me noten. Para nada

Hubo un silencio. Uno que pesaba.

—Yo te noto —dijo Adrián, de pronto, con voz baja.

Thalía levantó la vista. Sus ojos se cruzaron, por primera vez, no había tensión entre ellos.

—Y si quieres aprender algo nuevo —agregó él—, lo que sea, podemos buscar la forma. No tienes que seguir creyendo todo lo que te hicieron creer.

Thalía parpadeó. No supo qué decir. No estaba acostumbrada a que alguien le ofreciera una puerta en lugar de un candado.

—Gracias —dijo al fin.

Adrián asintió. Pero antes de salir, la miró una última vez.

—Y ponte algo bonito para la reunión, si decides venir. No por ellos —aclaró—. Por ti.

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Monica Yriarte
Qué sé vaya sola alguien;a vá ayudar /Sweat//Sweat/
Olga Nempeque
mucho desgraciado ahora también va a romper al hijo,parece que no le basta nada tiene que tener todo, ahora será que lo va a dominar también lo va a romper también, mucho hijo de ....
Olga Nempeque
ay Adrián deberías desaparecer rompes a todo el que este cerca de ti, no te importa sino tu apellido
Veronica Larrea
gracias por la historia compartida ,muchas de nosotras emos vivido situaciónes muy mala y esto nos hace reflexionar y volver a mirar hacia adelante gracias mil gracias
Olga Nempeque
todo se vuelve un círculo vicioso, ojalá ella pueda sanar por qué el padre no lo hará
Olga Nempeque
hasta donde llegó todo por la avaricia que el padre le inculcó que se perdió y no encontró el camino, que triste Adrián que tú hija está viendo todo y tú no estás haciendo nada solo quejándote
Olga Nempeque
ay Adrián ni siquiera reconoces tus errores, que vacío estás y desgraciadamente estás llevando a tú hija a lo mismo
Olga Nempeque
están de psiquiatra la Verdad
Mirtha Lilian Tyan
no es mala la trama pero cansa, sin avances siempre en el mismo plano
Chali Ortiz
una excelente novela, me tocó mi corazón, me hizo sentir impotencia al leer tanta maldad de alguien desquiciado y perdido en el poder
muchos éxitos más
gracias por compartir
👏👏👏👏👏💐💐💐💐💐
Felisa Grasso
parecía igual z muchas pero no es distinta me gusta tu novela autora
Lupita Aguilera Olivas
Y k paso con la mama de Talhia y la hermana, esas no recibieron su castigo ni el papá de Adrián, no me parece bien eso
Linilda Tibisay Aguilera Romero
otro bebé
Linilda Tibisay Aguilera Romero
el tiene la razón tiene que decirle la verdad que van a esperar que Adrián lo manipule
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Amelia escápate poro no para donde Milo o búscalo Pero valla se de ahy
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Talhia debes contarle todo a Tiago
Linilda Tibisay Aguilera Romero
que poco hombre desgraciado
Linilda Tibisay Aguilera Romero
pobre Amelia todo lo a ha tenido que pasar con un padre tan desgraciado
Linilda Tibisay Aguilera Romero
un capítulo fuerte ella no debió pasar por tanto Pero Talhia no podía llevársela y tampoco podía seguir hay por ella
Linilda Tibisay Aguilera Romero
tan bellos me encanta
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