Juana María, una Dominicana que reencarnó en una de sus novelas favoritas, pero no puede creer que corrió con la mala suerte de reencarnar en la villana de la historia.
—No, no, en la villana no, en la villana nooo ¡Quiero ser la protagonista!
Grita en medio de la sala del banquete.
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Capitulo:14
AMBER:
Me paso una linda mañana con mi padre, dónde él me explica varios puntos que no los tenía muy claros, como: No saber nada de tu familia si el emperador o algunos ministros llegan a saber sus posees magia.
—Por eso te voy a pedir que mantengas un perfil bajo Amber, los hombres del emperador están atentos a cualquier suceso, y no dudo que estemos en la mira.
—De acuerdo padre, mantendré un perfil bajo para no llamar la atención.
—Perfecto... Y sobre el archiduque, te casarás con él en dos semanas, ya lo he hablado y él está de acuerdo.
—¿En dos semanas? ¿No es muy pronto?
—Lo sé hija mía, pero es la única manera de mantenerte a salvo, en sus tierras no te pasará nada, no te desesperes, en unos meses iré por ti y nos iremos a otro continente.
—¿A otro continente? ¿Qué pasará con Vicent?
—Te divorciarás de él, tranquila, todo está arreglado.
Menciona muy seguro de sí y permanezco callada... ¿Me divorciaré de ese guapetón? Claro que no.
Hablamos de unos temas más y luego mi padre se marcha a cumplir con su deber mientras yo permanezco un rato más en el hermoso jardín.
ABEL HILLSON:
Luego de una refrescante plática con mi adorada hija, camino con dirección a mi despecho, pero la que se hace llamar mi esposa me intercepta.
—Escuché que llevaste a tu hija a tu jardín privado, duque.
Habla con el ceño fruncido y evidente molestia en el rostro.
—Así es, algún problema duquesa.
Mi voz sale en un tono muy frío mientras frunzo el ceño mirándola con molestia, el cual ella lo nota y sonríe agarrando mi brazo.
—Querido, Cristal también es tu hija, no hagas preferencias con las niñas por favor, ella puede sentirse mal y de verdad la entiendo.
—Duquesa Miranda ¿De verdad crees que me importa como se sienta tu hija? Te recuerdo que tú también tienes preferencias con las “niñas”
—Querido...
Me suelto de su agarre y sacudo mi brazo algo asqueado.
—No vuelvas a tocarme y por tu bien, no molestes a Amber.
Me retiro de su lado y camino a pasos rápido para luego encerrarme en mi oficina.
En ese instante entra mi mayordomo con una carta dorada.
—Le llegó una carta del palacio señor.
—Espero que sea una respuesta a mi petición.
Murmuro tomando la carta y la abro de inmediato.
Al leer el contenido mi puño se cierra y quiero golpear todo.
—Mi señor ¿Ocurre algo malo?
Me pregunta con preocupación el mayordomo.
—El emperador me ha negado la petición de divorcio, dice que si deseo a otra mujer, la puedo tomar como concubina... Vaya descaro de ese maldito.
Arrugo la carta con mi puño deseando que fuera el emperador para aplastarlo.
—¿Qué va a hacer señor? Si el emperador ha negado la petición, no podrá hacer nada.
—Pensaré en algo... Gracias Robert... Puedes retirarte.
—Si señor.
Dice mientras se retira de inmediato.
Minutos más tarde, la puerta es tocada otra vez y frunzo el ceño porque he pedido de manera estricta que nadie me moleste cuándo esté trabajando.
—¿Quién es?
Pregunto de manera brusca.
—Soy yo señor, su hija mandó a entregarle algo.
Escuchar esa voz, hace que mi corazón comience a latir e inmediatamente arreglo mi camisa y paso una de mis manos por mi cabello para tener todo en orden.
—Pasa.
Trato de hablar seguro, aunque la voz me tiembla de manera literal.
Ella abre la puerta de mi despacho y no entiendo por qué hoy la veo más hermosa de lo normal ¿Será que siempre ha sido así? ¿Cómo nunca me he dado cuenta?
—Duque Hillson, lamento haberlo interrumpido, la señorita ha mandado a traerle este té, que hizo especialmente para usted.
Sus hermosos ojos me miran fijamente y yo quedo como un tonto mirándola.
—Duque...
Murmura ella y yo entro en razón.
—Oh, por supuesto, puede dejarlo aquí.
Señalo mi escritorio y ella coloca la bandeja de manera delicada mientras yo no dejo de mirarla y puedo notar los nervios en ella, aunque trata de mantenerse serena.
—También estás nerviosa.
Murmuro y ella levanta la mirada con el rostro muy rojo... ¡Qué tierna!
—Dis... ¿Disculpe?
Pregunta colocándose muy derecha y yo sonrío muy suave.
—Dile a mi hija que muchas gracias, lo tomaré todo.
La chica asiente para luego retirarse tan rápido que no tiempo me da de hablarle.
—Vaya, si que tenía prisa.
Doy un largo suspiro y miro la puerta con algo de tristeza, pero me concentro en mi trabajo, mientras disfruto del delicioso té que me preparó mi hija.
AMBER:
Con una sonrisa camino por el pasillo de la gran mansión, mientras pienso en Letia y mi padre juntos... Creo que harían una linda pareja... Los dos son lindos.
Mi brazo es jalado fuertemente y siento como una filosa uñas se clavan en mi brazo.
—Aaach.
Me quejo soltando mi brazo, pero una fuerte bofetada, me hace ver estrellita.
—Que sea la última vez...
Con toda la furia del mundo, callo a la Maldita vieja con una fuerte bofetada de mi parte.
Ella agarra su mejilla y me mira con los ojos bien abiertos.
—¿Qué? ¿Cómo te atreves a golpearme maldita vieja? Despreocúpate, te enseñaré que se siente golpear una latina Dominicana.
Con rapidez me acerco a ella y lo primero que hago es agarrarla por los perfectos moños y se lo comienzo a jalar con fuerza... Tal vez se queda calva por maldita.
—¡Suéltame demonio! ¡SUELTAME!
Grita con desespero mientras encaja sus uñas de bruja en mi piel, pero yo no suelto su greña y ya cuándo me canso, golpeo su con mi puño su perfecta nariz haciendo que caiga de nalgas y yo me marcho a pasos rápido sin mirar atrás