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Renacida Para Ser Tuya

Renacida Para Ser Tuya

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Amor prohibido / Posesivo / CEO / Venganza / Reencarnación
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Daemin

Morir a los 23 años no estaba en sus planes.
Renacer… mucho menos.

Traicionada por el hombre que decía amarla y por la amiga que juró protegerla, Lin Yuwei perdió todo lo que era suyo.
Pero cuando abrió los ojos otra vez, descubrió que el destino le había dado una segunda oportunidad.

Esta vez no será ingenua.
Esta vez no caerá en sus trampas.
Y esta vez, usará todo el poder del único hombre que siempre estuvo a su lado: su tío adoptivo.

Frío. Peligroso. Celoso hasta la locura.
El único que la amó en silencio… y que ahora está dispuesto a convertirse en el arma de su venganza.

Entre secretos, engaños y un deseo prohibido que late más fuerte que el odio, Yuwei aprenderá que la venganza puede ser dulce…
Y que el amor oscuro de un hombre obsesivo puede ser lo único que la salve.

NovelToon tiene autorización de Daemin para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 12: Caricias de control

La noche aún vibraba con los ecos del escándalo en la mansión Chen, pero en otra parte de la ciudad, alguien más sonreía con satisfacción.

En el despacho de un rascacielos, Zhao Rui —medio hermano de Lian— sostenía una copa de whisky entre los dedos. Frente a él, en la pantalla, se desplegaban documentos confidenciales, planos de seguridad, informes de licitación y contratos. No eran suyos. Eran de la empresa de Lian.

El ambiente estaba cargado de humo de tabaco y del zumbido de un proyector. Un hombre trajeado, delgado y nervioso, le pasaba un USB con manos temblorosas.

—Aquí está todo lo que pidió, señor Zhao… detalles de la última negociación, los costos, los nombres de los proveedores…

Zhao Rui soltó una risa baja, amarga.

—Perfecto. —Giró la copa, dejando que el hielo chocara contra el cristal—. Con esto podemos hundirlo.

El plan era simple, pero mortal. No necesitaba balas ni cuchillos; bastaba con información filtrada en el lugar correcto. Con esos datos, podía manipular a los proveedores internacionales, inflar los precios, retrasar entregas y hacer que los contratos más importantes de Lian se convirtieran en una sangría de dinero.

El hombre lo miró con miedo.

—¿No teme que lo descubra? Su hermano… es peligroso.

Los labios de Rui se curvaron en una sonrisa torcida.

—Por eso mismo hay que atacarlo donde más le duele. Él confía demasiado en su propio control, en su poder… pero cuando sus inversores vean que sus proyectos empiezan a tambalear, cuando la prensa huela sangre, quiero ver cuánto tarda en perder esa calma.

Se levantó de la silla y caminó hacia la ventana. Desde allí, la ciudad se extendía como un océano de luces.

—Zhao Lian siempre se creyó intocable… —murmuró, con el reflejo del whisky en los ojos—. Esta vez, caerá.

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[POV Zhao Lian]

Después del desastre en casa de los Chen, lo único que quería era silencio. Un cigarro, un trago fuerte, y no volver a escuchar el nombre de esa familia por lo que quedaba de la noche.

Pero ella… mi Yuwei, con esos ojos brillando de travesura, insistió en que debíamos “celebrar”.

—¡Vamos a celebrar! —me dijo, con esa sonrisa que mezclaba picardía e inocencia.

—¿Celebrar qué? —resoplé.

—Un triunfo tan grande merece un banquete, tío. ¡Vamos, solo un rato!

Yo gruñí, negué, pero al final… como siempre, terminé cediendo. Nunca supe decirle que no.

Terminamos en uno de esos locales callejeros abarrotados de luces rojas y mesas metálicas. El humo de la parrilla llenaba el aire, y el ruido de la gente chocaba contra mis oídos. No era un lugar para mí, pero verla tan contenta me hizo tragar mi incomodidad.

Pidió tres botellas de licor, carne para asar y hasta postres.

—No vamos a salir de aquí caminando —murmuré, arqueando una ceja.

—¡Por mí! —brindó, alzando el vaso.

Yo solo la observaba. Tomé un sorbo, nada más. Sabía que con dos vasos ella estaría fuera de combate.

No me equivoqué.

Una hora después, su rostro ya estaba rojo, los ojos brillaban y la sonrisa le ocupaba media cara. Se inclinó sobre la mesa, estirando la mano hacia mí.

—Tíooo… —canturreó, tocándome la mejilla con la palma tibia—. ¿Por qué dejas que esa… esa mujer fea… te toque?

Parpadeé.

—¿De qué hablas?

—De esa tal… ¿cómo se llama? ¡Ah, Meilin! —bufó, arrugando la nariz como una niña caprichosa—. No me gusta. No quiero que te toque.

El calor de sus dedos sobre mi piel me quemaba más que el alcohol. Traté de apartarle la mano, pero ella insistió, ahora pellizcándome la barbilla.

—Tío, mírame… —dijo con voz arrastrada—. Yo soy la única que puede…

Se interrumpió con una risita tonta, llevándose el vaso de nuevo a la boca. Yo lo arrebaté antes de que siguiera bebiendo.

—Ya basta, Yuwei.

Ella frunció los labios, inflando las mejillas. Después estalló en carcajadas, inclinándose hacia mí.

—Eres guapo, ¿lo sabías? Muy guapo. —Me jaló de la corbata como si fuera un juguete—. Pero siempre estás serio. ¿No te aburres?

Resoplé, intentando mantener la calma mientras varios comensales nos miraban con curiosidad.

—Vamos —dije al fin, poniéndome de pie.

La cargué sin decir nada más. No iba a dejar que siguiera desvariando en público. Sus risas se apagaron en mi pecho mientras la llevaba al auto. Olía a licor, a perfume, a ella.

La acomodé en el asiento trasero. Cerró los ojos, pero aún murmuraba incoherencias.

—Tío… prométeme que no me vas a dejar nunca…

-------

El trayecto de regreso fue un desastre.

A medio camino tuve que detener el auto porque Yuwei, entre risas y quejidos, casi vomita sobre la alfombra. Le sostuve el cabello, le limpié la cara con una servilleta, mientras ella murmuraba incoherencias que me taladraban la paciencia.

Cuando por fin llegamos a la mansión, la cargué en brazos hasta su habitación. Su perfume mezclado con el alcohol me nublaba la cabeza. Cada roce suyo era un golpe directo a mi autocontrol.

La dejé sobre la cama y me agaché para quitarle los tacones, pero entonces sus dedos se enredaron en mi corbata.

—No te vayas… —murmuró, arrastrando las palabras.

Tiró con una fuerza inesperada y terminé cayendo sobre el colchón, con ella encima. Su cabello me rozó la cara y, por un segundo, sus ojos brillaron claros, fijos en los míos.

—Yuwei… —murmuré, sujetándole la cintura, tratando de mantenerla quieta.

Ella acercó su rostro hasta que nuestras narices se rozaron. No sonrió, no hizo un gesto dulce: simplemente me miraba con esa mezcla de confusión y deseo que solo da el alcohol.

—¿Por qué dejas que otra mujer te toque? —su voz salió baja, pero firme. Su aliento me quemaba en los labios.

Mi mandíbula se tensó. En vez de apartarla, mis manos la aferraron más fuerte contra mí.

Ella se inclinó más, rozándome los labios apenas. Una risa áspera, sin gracia, se le escapó al mover sus caderas encima mío, como si no tuviera idea de lo que estaba provocando.

El calor me atravesó como un latigazo. Todo mi cuerpo gritaba por tomarla.

—Basta, Yuwei —gruñí entre dientes, cerrando los ojos.

Pero ella no se detuvo. Me besó de golpe, torpe, húmeda, brutal. Mis dedos se crisparon en su cintura y estuve a un segundo de rendirme.

La empujé de espaldas contra la cama, atrapándola bajo mi cuerpo. Mi respiración era un maldito incendio.

—Yo ya no soy la niña que criaste. —susurró, con esa voz ronca de borracha, sin medir nada.

La miré fijo, los labios a un suspiro de los suyos.

—No sabes lo que estás diciendo.

Ella me acarició la mejilla, sus ojos brillando entre inocencia y descaro.

—Sí sé…

El silencio nos ahogó. El calor de su cuerpo, el perfume, la maldita tentación… era demasiado.

Me aparté de golpe, de pie, respirando con dificultad.

—Duerme.

Ella se quedó tirada, con la mirada perdida en el techo, como si nada hubiera pasado, inconsciente del incendio que había dejado en mí.

Salí cerrando la puerta de un golpe seco.

...----------------...

Caminé directo a mi habitación. Sentía la respiración aún pesada, el cuerpo en tensión, el calor recorriéndome como fuego.

Me arranqué la chaqueta, la tiré al sillón y me metí al baño de un solo paso.

Abrí la ducha y dejé que el agua helada cayera sobre mí. El golpe frío me recorrió la piel, pero no apagaba nada.

—Joder… —murmuré, apoyando la frente contra los azulejos.

El agua corría, pero mi erección seguía firme, dolorosa, como un recordatorio de lo cerca que había estado de perder el control. De tomarla ahí mismo, de arrancarle la ropa y olvidarme de todo.

—Maldita sea, Yuwei… —gruñí, cerrando los ojos.

No era un santo, nunca lo fui. Y no soy de piedra. Ella me había provocado, me había hecho arder con esas risas borrachas, con ese cuerpo sobre mí. Lo único que me frenó fue saber que estaba ebria. No iba a tocarla así. No de esa manera.

El agua fría seguía golpeando, bajando por mi pecho, pero cada imagen de ella —su sonrisa traviesa, sus labios hinchados, su mirada descarada— me encendía aún más.

Me pasé la mano por el rostro, apretando los dientes.

—Un día me vas a volver loco.

Apagué la ducha de golpe, tomé una toalla y me sequé rápido. Al salir, me puse una camiseta negra y un pantalón cómodo, intentando recuperar la calma.

El celular vibró sobre la mesa de noche.

Lo tomé, contestando de inmediato.

—¿Qué pasó? —gruñí, aún con la voz áspera.

La voz del subordinado sonaba tensa al otro lado.

—Joven maestro, tenemos un problema. Parece que alguien filtró información sobre los contratos de seguridad. Todo indica que viene de dentro de la empresa.

La mandíbula se me endureció. El buen humor, si es que lo había tenido, se fue al carajo en un segundo.

—Quiero nombres para mañana —ordené, encendiendo un cigarro con la otra mano—. Y si no me los traen… mas vale que no te aparezcas.

Hubo un silencio nervioso al otro lado de la línea.

—S-sí, jefe. Entendido.

Corté la llamada sin despedirme.

Me hundí en el sillón, dejando que el humo me llenara los pulmones.

Deseo, furia, traiciones. Todo mezclado en una sola noche.

Y en medio de todo, ella.

Siempre ella.

—Maldita niña… —murmuré con una sonrisa torcida, exhalando humo—. Juegas con fuego.

1
Cardona salazar yolanda
lo que he leido hasta ahora me ha gustado
Flor R
me encanta a ver si aprende su papá y su otro disque hermano si siguen buscando también van a querer un tratamiento especial también 👌👌👌👌🤭🤭🤭🤭
Flor R
siiii lo va hacer picadillo me cae que si todo por Yuwei siiiiiiii me cae súper bien Lian
Martha Mena Wong
wowwwww buenísima por favor más capítulos quiero ver a esa horrible familia caer desgraciados
Martha Mena Wong
no se vale yo aquí mordiendo ya no las uñas la mano completa
Martha Mena Wong
siiiiiiiiii que los haga sufrir a los malditos
Martha Mena Wong
que babosa sin querer queriendo jodió al papacito tio
Martha Mena Wong
muaaaaaaaaaaaaa que bien me encanta estupenda historia
Martha Mena Wong
Felicidades autora está muy buena la novela.
Martha Mena Wong
excelente ahora le tocará convencerlo de que cambio
Flor R
esto solo es el inicio de la venganza de lian no se va quedar con las ganas de darle en su mandarina a ese bruto que no se fueron con quién se metió lo va hacer picadillo seguro .....🤭🤭🤭🤭👌👌
Flor R
Lian es el mejor hombre del mundo 🌎
Flor R
Lian siempre mantiene la calma aunque por dentro está como un volcán ellos se lo buscaron que después no se quejen 👌👌👌
FairyTessa
han despertado al demonio 😱😱
FairyTessa
sabrán lo que es vivir en el infierno en la tierra 😱😱😱😱
Esther Grace: ahora es donde todo se pondrá bueno😏🔥
total 1 replies
FairyTessa
😱😱😱😱 le gusta jugar con la muerte nk le teme al peligro
FairyTessa
ufff 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥
Flor R
a la próxima noche nomás pasa tío Lindo tío Hermoso 🤭🤭🤭☺️☺️☺️
Flor R
yo quierooo un tío así siiii
FairyTessa
la venganza es dulce pero es un platillo que hay que disfrutar lentamente jajajaja 😈😈😈😈
Esther Grace: sin duda alguna 🤣🤣
total 1 replies
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