La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 2
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Subir era complicado, pero estaba acostumbrado a eso. Mientras subia sentia aquel extraño aroma llamarme.
Era el aroma de un Omega. Era imposible, no había Omegas por esa zona, seguro era una trampa para cazar Alfas una trampa muy común, pero efectiva. Trataba de ignorarlo, pero no podía, aquel Omega solicitaba mi auxilio. Por lo que enceguecido fui hacia alli, donde el aroma me llamaba para poder tratar de rescatar a quien pedía mi auxilio. Al llegar la imagen me dejó estático, horrorizado; un pequeño niño agonizando, desangrándose mientras cuatros humanos lo golpeaban. Habia caido en una trampa caza Alfas fueron segundos en lo que un quinto me golpeo por detrás provocando que cayera al piso inconsciente ante tal golpe. Al despertar estaba amarrado en una carreta ante un rumbo quizás conocido, al mercado de Alfas en la provincia de Tamar. Una vez allí fui puesto a la venta como si fuese un costal de papas.
—¡Cerrada la venta, al hacendado de la Vega! —Había sido vendido al incivilizado y salvaje de haces unos días.
—Subanlo al indio, a la carreta —ordenó a sus hombres lo cuales obedecieron para arrojarme a la carreta.
—No soy indio, forastero.
—No me importa, para mi eres un indio insignificante.
—¿Gastas 500 monedas de plata, y soy ingnisificante? Entonces usted, es un idiota.
—Callate, esclavo a partir de hoy no eres nadie, solo un objeto de mi propiedad.
Me tiraron en la carreta para viajar a la región de Cusco donde esté tenía su hacienda, al llegar me llevaron a una habitación con una cama modesta.
En eso llegar aquel hacendado, que ahora que lo veia bien no era un español sino un criollo, que ya andaba en sus casi 30 años o quizas era el clima hostil que lo hacia verse mayor, Fernando de la Vega. Este me miró de arriba abajo. — ¡Veremos! ¿Qué te pondré hacer? Quizás pueda... quitenle toda la ropa, desnudenlo por completo.
—No.
—No tienes poder aquí, harán lo que yo le pida. —Me estaban desvistiendo, y yo no podía hacer nada estaba atado de manos.
—¡No, no y no! —levantaba mi voz para que se detuvieran y dejasen de quitarme la ropa.
—¡Terminen ya, obedezcan!
—¡Basta, basta! —Fueron minutos crueles para terminar desnudo ante quien ahora era mi amo, me temblaba las manos de la impotencia.
—Tirenlo en la cama, y retirense, me fijare si ha sido mancillado antes —aflojandose el cinturón para empezar a golpearme con este —¡Te ensañare a respetar indio, atrevido!
—No soy indio, criollo ignorante. —Aquel cintazo me dio en el rostro para luego tirarseme encima; su mano directamente en mi boca, mientras hurgaba mi cuello.
—Sin marcas, un cuello libre de mordeduras nadie te mordido antes, quizás soy el primero —podia sentir su lengua lamber mi cuello, así como el rose de sus dientes —Has nacido con suerte tu deber sera cumplirme a mi, darme placer. Serás mi concubino —me giro el rostro para besarme, era repugnante sentir su lengua dentro de mi boca por lo que no se me ocurrió mejor idea que morderlo para luego darle un cabezazo. En lo que se restablecia, de lo desorientado lo tumbe para tratar de levantarme e irme, pero él me tomo de la cintura para tirarme hacia la cama, me jalaba del cabello para golpearme contra la almohada. Desgraciado.
Me puso en cuatro para nalgearme, pero tome fuerza y lo tumbe otra vez. Entonces aquel golpe me dejo aturdido, me puso boca arriba tomo mis piernas para levantarlas y abrirlas en V, luego de un rato sentir aquella molestia un dolor agudo y ardiente, me estaba penetrando. Recobrando mi consciencia con mis manos atadas golpee su cabeza, su hombro, su cabeza otra vez. —¡Soltame, soltame! Te voy a matar, te juro que me suelto y te mato. —Mi cabeza estallaba mis venas marcaban mi sien mis brazos rigidos al igual que mis piernas, trataba de quitarmelo a como de lugar, pero él seguía en lo suyo; mancillando mí carne con la suya, dañando mi honor solo por venganza, lástimando mis entrañas por mera diversión. Sus manos me apretaban tan fuerte que me estaba dejando morado a pesar de lo oscura de mí piel.
—¡Vamos indio no que muy valiente! Di algo o te comieron las lengua los ratones —aproveche para escupirlo directo en su cara. Se limpio la saliva para luego aquel golpe noquearme y dejarme el ojo hinchado al abrirlos, ese desgraciado me tenía con una mordaza en la boca, y su cinto sujetaba mi cuello, ahorcandome, me habia amordazado con un pañuelo y estaba en cuatro mientras tironeaba mis cabellos quería llorar de rabia, pero tenía el ojo morado, y me doler el párpado. Aquel tipo en cada embestida aprovechaba para nalgearme fuertemente, podía sentir el ardor de mis carnes por la fricción de sus manotazos para luego sentir aquel líquido chorrearme. Mis carnes mancillada, mi honor dañado, y ahora dentro mío yacía su esencia ensuciandome por dentro para siempre. Me había humillado por completo.
...
—Esta será tu vida a partir de ahora insolente, creíste que podrías insultar mi inteligencia, y salir bien librado.
—No se puede insultar lo que no se tiene. —¿Por qué dije eso? No lo sé, me abofeto y volvió a ultrajarme hasta que se canso y se durmió, obligándome a dormir debajo de él sin poder moverme porque si lo hacía me tironeaba hacia él, y volverme a golpear
¿Acaso mi infierno había comenzado?
Continuará...