Cristóbal Devereaux, un billonario arrogante. Qué está a punto de casarse.
Imagínatelo. De porte impecable, a sus 35 años, está acostumbrado a tener el control de cualquier situación. Rodeado de lujos en cada aspecto de su vida.
Pero los acontecimientos que está a punto de vivir, lo harán dar un giro de 180 grados en su vida. Volviéndose un hombre más arrogante, solitario de corazón frío. Olvidándose de su vida social, durante varios años.
Pero la vida le tiene preparado varios acontecimientos, donde tendrá que aprender a distinguir el verdadero amor. Y darse la oportunidad de amar libremente.
Acompañame en está nueva obra esperando sea de su agrado.
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Leonora 07
...Leonora Devereaux ...
Cristóbal. Da un largo suspiro, se levanta acomoda su traje, toma su móvil lo guarda y sale de su despacho, el imponente hombre está dispuesto a doblegar las manos e ir a la clínica.
En un viejo, edificio de una de las zonas más apartadas de la ciudad, en un pequeño apartamento, el asistente de Cristóbal, Henry le da la mala noticia a la madre de Lucía, la señora "Maria Ruiz" Qué su hija a sufrido un accidente. Qué se encuentra entre la vida y la muerte: La mujer no puede creer lo que ese hombre le acaba de decir de inmediato busca su bolso, le pide al hombre que la lleve a ver a su hija, Henry decide llevarla pues la señora está en todo su derecho de ver a su hija, tal vez sea la última ve que la vea.
Henry queda viendo, para todos lados, es un barrio demasiado marginado, había escuchado hablar de las zonas más apartadas de la ciudad, pero nunca había estado ahí, ni por error. Cuando suben al auto la señora Maria queda viendo al hombre, y duda por un momento en preguntale, pues quien fue el que atropello a su hija, pero decide preguntarle.
-- Dígame quien fue el que atropello a mi hija, fue usted. --
-- No señora, desafortunadamente fue mi jefe quien atropello a su hija. --
-- Quiero saber el nombre del desgraciado que se atrevió a dejar a mi hija tirada en una cama de por vida. --
-- Señora no tiene de que preocuparse. Mi jefe se encargará de todos los gastos de su hija. --
La madre de Lucía insiste en querer saber el nombre del hombre que acabo prácticamente con la vida de única hija.
-- Le hice una pregunta, quien es. -
-- Cristóbal Devereaux. --
Maria se lleva sus dos manos cubriendo su rostro, su hija, fue atropellada por ese hombre, el hombre más rico y poderoso de la ciudad, pero los recuerdos llegaba a su mente, pues ella sabe perfectamente que él despidió a su hija sin ninguna justificación, y por su culpa no ha podido encontrar un empleo y ahora resulta ser el culpable de que su hija esté ahí en esa clínica, tirada en una cama. Pero los recuerdos llegan a su mente nuevamente, por qué ella mejor que nadie conoce la historia de la familia Devereaux.
Pero es sacada bruscamente de sus pensamientos cuando escucha que le dice, que han llegado, Maria baja del auto, Henry se dirige a recepción seguido por Maria. Pregunta como está la paciente, Lucía López. La enfermera le responde que no a ávido ningún cambio. Pero de pronto se hace un silencio en la clínica, como sí el tiempo se detuviera, a la llegada de aquel hombre, que luce tan perfecto, pero tan vacío a la vez, pues no hay ningún gestó de amabilidad, su mirada es fría, que hace que cualquiera se congele con tan solo verlo.
Detrás de él, vienen varios de sus hombres, tratando de no dejar a los de la prensa que se acerquen a él. Cuando llega hasta donde está su asistente, y la señora Maria, está al reconocerlo le grita.
-- Es usted un maldito. --
Al mismo tiempo que lo abofetea, dejando a Cristóbal perplejo, pues es la primera vez que alguien se atreve a abofetearlo en publico. Uno de sus hombres, sostiene a la señora Maria por uno de sus brazos.
-- Nunca se vuelva atrever a tocarme señora. No sabe de lo que puedo ser capas. --
Cristobal, pide ver a la paciente, después se dirige hacia la habitación donde se encuentra Lucía, cuando entra ve a la chica que está conectada a varios aparatos que prácticamente son los que la mantienen con vida, solo da unos pasos observa la habitación y después se da la vuelta, para salir de aquella habitación que le provoca repugnancia, el olor a medicamentos , cuando pasa junto a su asistente.
-- Ocúpate de todo. --
Después se dirige a la salida de la clínica donde sube a su auto y se queda por algunos minutos en silencio, maldiciendo una y otra vez a la mujer que lo acaba de abofetear. Después solo hace una señal y el chofer pone el auto en marcha, Cristóbal se recuesta sobre el asiento de su auto, cerrando los ojos, colocó a una de sus manos sobre su rostro trata de no pensar en nada, de lo que esta pasando. Otra vez está envuelto en un escándalo: Ahora es mucho peor se trata que a atropellado a esa chica, si llega a morir, lo culparan de su muerte.
Y todo. Por su imprudencia de manejar a exceso de velocidad y con el celular en la mano. Ya había logrado quedar en el olvido su nombre, desde que Ana patricia lo dejo plantado en la iglesia, fue todo un escándalo, comentado por mas de un par de años, ahora esto.
-- Llévame a mi residencia. --
Cristóbal le pide a su chofer que lo lleve a su residencia, cuando llega es recibido por uno de sus empleados, un hombre de avanzada edad.
-- Señor, bienvenido a casa. --
*** -- Gracias. --***
Cristóbal, se dirige a su despacho donde entra y va directo a su amplió escritorio, abre su laptop revisa varios pendientes. El viento helado entra por las ventanas que están entre abiertas. Cuando el mayordomo entra en el despacho con el rostro tenso.
-- Señor, Devereaux. Hay alguien que insiste en verlo. --
Cristóbal ni siquiera levanta la vista, por unos segundos ignora a su mayordomo. -- Sabes que no estoy, para nadie. Que haga una cita. --
El mayordomo trago saliva respondiéndole. -- Es su madre, señor. --
El silencio se instaló en la habitación. Cristóbal se quedó inmóvil por un instante. Luego, lentamente cerro su laptop, apoyando ambos codos sobre la mesa.
-- Déjala pasar. --
El mayordomo, asintió y salió. Cristóbal exhaló con calma, aunque por dentro, un torbellino de emociones amenazaba con desbordarse. No la veía desde hacía varios años, incluso no la invitó a su boda. No la esperaba. No la necesitaba.
Y sin embargo, ahí estaba.
Cuando Leonora Devereaux entro al despacho, el tiempo pareció detenerse. Seguía siendo la misma mujer de siempre: Elegante refinada, con una mirada astuta y penetrante. Su cabello, ahora mostraba más canas plateadas, su cabello estaba perfectamente recogido. Su vestido era oscuro y sobrio, acorde a la ocasión.
-- ¿Cuáles serán las verdaderas intenciones de Leonora, ahora con su aparición? ¿Acaso ese es el plan de Henry? --