LA FAMILIA OLVIDADA DEL CEO

El sol bañaba con fuerza los ventanales de la mansión, Julio dormía plácidamente, ajeno a todo, cuando sintió un tirón en los párpados seguido de unos deditos presionándole la nariz.

Se removió molesto, abrió los ojos de golpe y encontró al culpable: su hijo, de pie sobre la cama, con una expresión seria y traviesa a la vez.

"¡Aron Mars! Dame una sola razón para despertarme de esa manera y a estas horas" gruñó, aunque su voz aún estaba cargada de sueño.

El niño lo miró con total naturalidad, como si la respuesta fuera obvia "Papá, debo ir al colegio. ¿No lo sabías?" dijo con tono de reproche.

Julio se incorporó, incrédulo "¿Colegio?"

"¡Claro!" respondió Aron, cruzándose de brazos como un adulto "Además, te moví varias veces y no te despertabas. Muy mal, papá… muy mal"

Julio se llevó una mano al rostro, sin saber si reír o desesperarse. Nunca nadie lo había hablado con tanta firmeza, y menos un niño de cinco años "Y si mamá estuviera aquí" añadió Aron con aire sentencioso "ya estaría desayunado también"

El CEO se quedó callado, observando a su hijo con mezcla de frustración y sorpresa, no estaba acostumbrado a que lo midieran con esa vara, mucho menos comparándolo con Dalila. Y, sin embargo, en lo profundo de su corazón, algo le dijo que el niño tenía razón.

Con un suspiro resignado, se levantó de la cama "Está bien, pequeño general… me alisto y vamos a desayunar"

Aron sonrió, satisfecho de haber ganado la primera batalla del día.

El comedor de la mansión estaba iluminado por la luz dorada del amanecer. La mesa, larga y elegante, estaba servida como siempre: frutas frescas, jugos recién exprimidos, panes, huevos y una selección de platillos que los chefs preparaban cada mañana.

Julio entró aún desorientado, con el cabello revuelto, Aron ya estaba sentado en su lugar, con la mochila al lado y una expresión sería que no parecía la de un niño de cinco años.

"Papá, siéntate, el desayuno se enfría" dijo con tono de reproche, mientras partía un trozo de pan.

Julio levantó una ceja, incrédulo, pero obedeció, se sentó frente a él y tomó la taza de café.

La nana apareció con una sonrisa contenida, disfrutando del espectáculo, nunca había visto al señor Mars en ese papel.

El CEO intentó relajarse, pero pronto se dio cuenta de que no era tan fácil. Aron lo observaba con atención, como evaluando cada movimiento.

"Papá, no puedes solo tomar café, necesitas proteínas, come huevos" ordenó el niño, empujándole el plato.

Julio bufó, pero terminó probando un bocado "¿Contento?"

"Un poco" dijo Aron, mordiendo su manzana con seriedad "Mamá siempre dice que el desayuno es la comida mas imponente del día"

Después del desayuno, Aron explicó con detalle a su padre en qué kínder estudiaba. Julio, que nunca había puesto atención a esas cosas, no conocía la dirección, pero con la ayuda del sistema de mapas del auto llegaron sin problema.

Al bajar frente a la escuela, la mirada de todos se posó en ellos, no era común ver un lujoso auto como el que se estaciono por esos sitios.

La sorpresa fue mayor cuando de aquel auto, bajo Aron de la mano del poderoso CEO Mars.

Los padres miraban disimuladamente, apenas entraron al patio, varios niños corrieron hacia Aron y entre risas maliciosas, comenzaron a burlarse:

"¡No viniste ayer! Seguro estabas ocupado como tu papá, que nunca aparece"

"¡Apuesto a que ni tienes papá de verdad!"

Aron apretó el puño con fuerza, conteniendo la rabia. Por un segundo estuvo a punto de responder, pero en lugar de hacerlo, miró de reojo a su padre.

Julio, observaba la escena con una furia silenciosa que rara vez mostraba en público. Su hijo apretó su mano, inmediatamente acaricio su cabeza, como haciéndole recordar su presencia.

Entonces, Aron esbozó una sonrisa fanfarrona, levantó el mentón y dijo con voz clara "Les presento a mi papá"

El murmullo se apagó de golpe, Julio con un gesto cómplice se inclinó hacia los pequeños, como si él también fuera uno de ellos, pero con un tono de amenaza apenas disfrazada "Y más les vale no volver a burlarse de mi hijo, sino los dejaré dormir bajo un puente"

Los niños retrocedieron, asustados, mientras Aron reía satisfecho, su padre fue su héroe.

Julio, se puso de pie y mirando a su hijo le dijo "Vamos hijo, enséñame tu aula, quiero hablar con tu maestra"

Aron asintió orgulloso y volvió a tomar la mano de su padre. Caminaron a paso firme de la mano, mientras todos los demás niños los miraban con una mezcla de asombro y envidia.

Aron guío a su padre por los pasillos del kínder, orgulloso, como si mostrara su territorio.

Al llegar frente a su aula, la puerta está abierta, dentro, la maestra estaba ordenando algunos cuadernos, y al ver al niño sonrió con dulzura "¡Aron!" exclamó "Qué bueno que viniste hoy"

El pequeño sonrió y se acerco junto a su padre con toda la naturalidad del mundo, lo presentó "Maestra, este es mi papá... Quería hablar contigo"

La mujer había estado absorta en Aron, un niño adorable, pero al poner más atención al hombre, su cuerpo tembló, frente a ella estaba Julio Mars, el CEO cuyo nombre llenaba portadas y programas de negocios.

Durante un segundo, se quedó en silencio, sin saber cómo reaccionar "Señor… ¿Mars?" preguntó, insegura, como si no pudiera creerlo.

Julio extendió la mano con educación, aunque su porte imponente llenaba el pequeño salón "Mucho gusto, soy el padre de Aron"

La maestra parpadeó, aún sorprendida "El… padre" repitió, como si probara las palabras.

Luego miró al niño y volvió a Julio, sin poder ocultar su asombro "No lo imaginaba..."

Aron, divertido, intervino "¿Por qué? ¿Acaso no se me nota lo parecido?" dijo señalándose el rostro, lo que hizo sonreír a varios niños que ingresaban al aula.

Julio sonrió y luego informo a la maestra "Quiero ponerme al día con todo lo que Aron necesita en la escuela. Sé que hasta ahora ha estado principalmente bajo el cuidado de su madre, pero de ahora en adelante… yo también estaré presente"

La maestra, recuperando la compostura, asintió con seriedad "Por supuesto, señor Mars. Será un gusto mantenerlo informado, Aron es un niño brillante, aunque… a veces demasiado astuto para su edad"

Julio sonrió apenas, lanzando una mirada cómplice a su hijo "Eso ya lo he notado"

Mientras Julio hablaba con la maestra, la noticia se regó como pólvora por los pasillos del kínder: el padre de Aron había venido. Y no era cualquier hombre, era Julio Mars.

Pronto, varias madres comenzaron a asomarse discretamente por la puerta del aula. Algunas cuchicheaban entre ellas, con sonrisas nerviosas.

"¿Es él de verdad?"

"¡Sí! El mismísimo Mars… nunca pensé verlo aquí"

"¿Quién iba a decir que era el papá del hijo de la oficial?"

Los padres también se miraban entre sí, incómodos. Algunos se sentían intimidados por su sola presencia; otros, intrigados por cómo aquel hombre de negocios había pasado desapercibido tanto tiempo en la vida escolar de su hijo.

Una de las madres, con un vestido elegante a pesar de la hora, intentó acercarse con una sonrisa encantadora "Señor Mars, es un honor tenerlo aquí. No sabíamos que Aron era su hijo"

Julio levantó la mirada apenas un instante, y con un simple gesto de cabeza respondió con frialdad cortés "Así es"

Aron, disfrutaba el espectáculo: los mismos niños que antes se burlaban ahora se quedaban callados, y sus padres parecían esforzarse por quedar bien con el suyo.

La maestra trató de recuperar el orden "Por favor, señores, ya va a empezar la clase:

Pero el daño ya estaba hecho, todos los presentes comprendieron que Aron no era un niño cualquiera. Era el heredero de Julio Mars, y a partir de ese día nadie lo vería igual.

Julio, notando las miradas insistentes, se inclinó hacia su hijo y le susurró "Hijo al mediodía vendré a recogerte"

Aron arqueó una ceja, desconfiado "¿Lo prometes?"

Julio sostuvo su mirada con la misma intensidad con la que solía enfrentar a sus rivales en la junta directiva "Lo prometo"

El niño sonrió al fin, satisfecho enlazó los brazos al cuello y lo abrazó fuerte.

Julio, sorprendido, correspondió ese abrazo con una ternura que desarmó su habitual coraza.

"Está bien, papá. Te esperaré" murmuró Aron antes de ir a su asiento, volteando una última vez para asegurarse de que su padre aún estaba ahí.