Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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Inauguración
Los estudiantes fueron reunidos en el teatro a las dos de la tarde para presenciar la ceremonia de apertura. Al acceder al mismo les era entregada una copia del Código de la Academia, con la recomendación de su atenta lectura. Posteriormente eran ubicados en correspondencia al grupo en el que les tocaría estar por todo el ciclo escolar.
Sol estaba nerviosa en su asiento designado. Su grupo era el Primer año B. Ahora observaba detenidamente a cada nuevo miembro de clases que era ubicado y contaba con aprensión los puestos vacantes, ya quedaba uno solo vacío. Se distrajo un momento para recoger su Código del piso, pues con los nervios se le cayó de las manos y al levantar nuevamente la vista creyó estar encandiládose. Madre del amor hermoso, finalmente había sido ocupado el asiento con un ser de belleza casi etérea de sonrisa deslumbrante, casi necesitó gafas de sol para aguantar tanto resplandor; pero un rostro así debía ser delito. Bueno no importaba, al fin algo de suerte, en su clase no estarían los protagonistas. Un alivio inundó su alma y se propuso en agradecimiento hacer del ser celestial, que había devuelto su paz interior, su primer aliado en esa escuela. Luego de despertar de su desmayo provocado por el shock de saber que también la protagonista femenina estaba cerca, temía que alguno de ellos perteneciera a su clase.
Ya se había enterado de que una vez matriculados en esa Academia era prácticamente imposible irse. La compensación monetaria era tres veces superior al ingreso anual de su marquesado, eso era un obstáculo enorme pues no pensaba enviar a su nueva familia a la ruina y también había que considerar la deshonra que representaba socialmente no graduarse o ser expulsado de dicho Institución.
Por ahora solo quedaba vivir como si estuviera muerta, evitar cruzarse en el camino de esos dos y sobre todo necesitaba hacerse de amistades que permanecieran a su lado, pues estar aislada no era una opción, como decía su madre de la otra vida "una sola golondrina no hace verano". Contaba con su hermano eso era seguro, el pobre se había dado de golpes con el protagonista por ella.
Ya en el escenario se hacía un llamado de atención apelando al silencio y así comenzar. El Director esperó a que reinara el orden y luego llamó a mi hermano y a Rafael al proscenio. Ante todos los alumnos amonestó a los dos por el uso de la violencia física en la institución. Explicó que este comportamiento era inadecuado bajo el Código de la Academia, e invitó al alumnado a leer cuidadosamente la copia en posesión recién adquirida; comentó además que la violación a cualquiera de los estatutos siempre acarrearía severas consecuencias. Y así dio paso al desarrollo de la ceremonia.
Fue realmente un verdadero fastidio permanecer escuchando disciplinadamente discurso tras discurso, en su vida había visto un acto de esta naturaleza sin en el que al menos tuviera un miserable número cultural para apaciguar en modo alguno, esa serie interminable de presentaciones más cercanas a informes de balance empresariales, que a logros de la prestigiosa institución y los estudiantes aplicados.
Sol miró disimuladamente a sus compañeros, y comprobó que no era la única aburrida, pero cuál no sería su sorpresa al ver que el chico que llegó último observaba con suma atención al escenario, como si estuviera viendo la construcción de la octava maravilla ante sus ojos. Lo verdaderamente impresionante era que se notaba cierto interés, como si estuviera presenciando la cosa más interesante del mundo. Esa actitud era genuina, no había nada fingido en ese acto. Sol no comprendía qué tuerca se le aflojó en esa bonita cabeza, porque la ceremonia era un bloque de cemento con cabilla y todo.
Por otra parte Amarilis fue una de las últimas estudiantes en entrar al teatro, debido a que cierto Secretario desconsiderado y sexi, la había hecho esperar por horas interminables toda la mañana en secretaría. Amarilis al entrar a ese lugar esperaba encontrar a un anciano decrépito, no obstante se llevó una agradable sorpresa al ver lo joven que era el Secretario, pero no tuvo casi tiempo de observarlo porque una chica se había desmayado y el hombre la había auxiliado, dejándola a ella con la palabra en la boca.
Para cuando el Secretario volvió casi había pasado la mañana. Ella notó que a él se le había olvidado su presencia, más no se molestó por ello. Mientras se hacía el papeleo de su matrícula, la chica se dedicó a observar al hombre. Este tenía rasgos muy similares a su antiguo ex, pues el pelo también era lacio, corto y de un bonito castaño oscuro, sus ojos eran grises, pero a diferencia de Rafael estos tenían un ligero tinte azulado. La boca era la mayor diferencia y el mentón era más pronunciado. Esa boca estaba hecha para besar según le oía decir a su nana y el cuerpo era esbelto, quizá fuera un poco más alto que su ex.
Una vez terminados los trámites de su matrícula, el tiempo que le quedó fue muy limitado para poder acomodar sus cosas y vestir el uniforme, ni siquiera almorzó para poder estar a tiempo en la apertura y su cuarto podía muy bien ser considerado zona de batalla, pues había desempacado solo lo necesario para estar presentable en el teatro a las dos.
Cuál no sería su sorpresa al entrar y ver sobre el escenario a su exprometido y otro chico al lado del que parecía ser el Director. Ambos eran severamente regañados por el anciano. Amarilis sintió cierta satisfacción, en el fondo se alegraba de que a Rafael no le fueran tan bien las cosas; luego se reprendió a sí misma por tener esos pensamientos. Optó por observar detalladamente a los dos chicos, no todos los días podía mirar descaradamente a un hombre sin que se considerará falta de decoro por su parte. Concluyó que servían como modelos para escultura a la masculinidad y si por ella fuera muy bien podían envolvérselos que se los quedaba. Ah Dios, sí que iba a disfrutar esta escuela. Aquí no estaba su recatadísima madre exigiéndole que mirara al piso como si en él fuera a encontrar las respuestas del universo, tampoco estaría encerrada como doncella en torre protegida por dragón esperando rescate. Tomó una gran bocanada de aire y siguió comiéndose con la vista a todos los especímenes del sexo contrario que subieron al escenario.
Si alguien le hubiese preguntado qué se dijo en la ceremonia no habría sabido qué responder, pero si le preguntaban por los oradores seguro les describiría detalladamente sus anatomías. Para Amarilis la ceremonia de inicio escolar de la Academia Delta Adhara había sido todo un festín visual y no hubiera querido por nada del mundo que acabara.
Por otra parte, tanto Rafael como Saulo habían pasado la vergüenza más grande de sus vidas, cuando se les permitió bajar, se hundieron en sus asientos procurando ser invisibles bajo el peso de la humillación recibida y cuando el último orador dio las conclusiones, ellos fueron los primeros en salir del teatro sin intercambiar una sola palabra con nadie. Parecían conejos asustados corriendo despavoridos a su madriguera.
Cael como Secretario permaneció todo el tiempo tras bambalinas, cosa que agradeció infinitamente pues ya para esa hora su dolor de cabeza iba camino a convertirse en migraña. Como siempre organizó con eficiencia y precisión casi matemática los tiempos de cada orador, las salidas y entradas entre unos y otros. También supervisó los arreglos de último minuto en los vestuarios y solucionó un sinfín de pequeños detalles insignificantes.
Cuando todo concluyó se fue al comedor a pedir algo para ingerir, pues en todo el día no había tenido tiempo ni de desayunar. Las cocineras siempre lo mimaban y esta vez no fue diferente le sirvieron té caliente de manzanilla y para acompañar el mismo, le dieron una generosa porción de pastel de manzana. Al comerlos alimentos sintió disminuir su dolor de cabeza.
Solicitó que le fuera llevado agua caliente para tomar un baño y que le prepararán un refrigerio para más tarde. Allí en ese vacío comedor con la barriga llena comenzó a recobrar la calma. Afortunadamente, ya no quedaba nada que requiriera su presencia y él hoy no era el que estaba de guardia, así que decidido a descansar se fue derecho a la residencia exclusiva para profesores.
Entró a su habitación designada, ya el agua estaba lista se desnudó camino a la bañadera dejando a su paso las huellas del cansancio de esos dos días infernales de inicio escolar. Sumergido hasta el cuello se permitió recordar quién era y lo que hacía en esta Academia del demonio.
Cael Flamme era el tercer hijo del matrimonio de los otros Duques del imperio. Estaba su hermano mayor Craen el heredero, luego su segunda hermana Carmen, ya casada con un conde y él. Su padre el Duque Flamme, no había vuelto a casarse después de la muerte de su esposa. Educó a sus hijos en el principio del poder y las ganancias.
Poder y ganancias ese era el motivo por el que estaba en este lugar. Se esperaba de él que sustituyera al Director cuando se retirará. Su padre consideraba que no había un lugar que tejiera los hilos del poder del imperio como esa Academia y cómo siempre tenía razón, pero a él nadie le preguntó si esa era la vida que hubiera elegido.