Mauro Farina es el Capo de la mafia Siciliana y el dueño de Lusso, la empresa de moda más importante del mundo, y quiere destronar a sus competidores con la nueva campaña que lanzará.
Venecia Messina es heredera de la ´Ndrangueta y el cártel de Sinaloa, y su nueva becaria.
Mauro no ha olvidado el rechazo que sufrió a manos de esa pequeña entrometida hace años, y ahora que está a su merced se vengará de esa ofensa. Lo que él no sabe es que Venecia viene para quedarse y no se dejará amedrentar por él.
¿Quién ganará esta batalla de voluntades?
Te invito a descubrirlo juntas.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Bienvenida
Venecia
Sigo a la secretaria mientras seco mis manos en mi falda tubo color gris perla. Stefania y mamá me ayudaron a comprar ropa más formal cuando les dije que me habían seleccionado como becaria en la empresa Lusso. Todo mi vestuario está cuidadosamente elegido para poder mezclarme con los demás trabajadores, quienes visten exquisitamente, como la mayoría de la gente de Milán lo hace.
Milán me quito el aliento apenas puse un pie aquí. Ya había venido antes con mis padres, pero ahora la estoy viendo con otros ojos, y me está encantando este redescubrimiento.
Saber que viviré aquí por un año, si todo sale bien, hace que el dolor en mi corazón disminuya una muesca. No es mucho, pero es algo.
La puerta se abre y casi tropiezo cuando veo a Mauro Farina en persona frente a mí.
–¡Tú!
–¡Tú!
Ambos exclamamos al mismo tiempo.
–No entiendo. Estoy esperando a la nueva becaria.
Mi estómago se hunde hasta el subterráneo, pero no me dejo intimidar por él. Mi padre me dio las suficientes herramientas para enfrentarme a tipos como Farina.
–Yo soy tu nueva becaria, genio –devuelvo y me trago la disculpa que quiere salir de mis labios.
Si me veo débil acabará conmigo antes de empezar mi primer día. Y no puedo decepcionar a papá, soy una Messina después de todo.
Sus ojos se clavan en los míos y juro que puedo sentir su dominio en cada célula de mi cuerpo, exigiendo mi sumisión total. Es una sensación tan desagradable, que tengo que moverme para sentirme en control de mi cuerpo nuevamente.
Me siento en la silla frente a su escritorio y me cruzo de piernas, movimiento que sus ojos esmeralda siguen, como un felino detrás de su presa.
Farina toma una carpeta de su escritorio y saca, lo que creo, es mi ficha de postulación.
–¿Princeton? –pregunta y yo asiento–. ¿Por qué no Harvard?
–No quería irme de casa. Era Princeton o la Universidad de Nueva York –devuelvo tratando de sonar tranquila y camuflar los latidos de mi corazón, que, estoy segura, todo Milán puede oírlos.
–Veo que hiciste un magister de Administración en Empresas de Modas en la Universidad de Nueva York. Muy específico, ¿no lo crees?
–Papá siempre me decía que la diferenciación te abre puertas.
–¿Y siempre haces todo lo que tu papá te dice? –pregunta mientras sus labios se elevan en una sonrisa, que logra que toda mi sangre comience a circular a una gran velocidad hacia mi rostro–. ¿Eres la niña buena de papá?
–Lo soy –declaro y me cruzo de brazos–. Sobre todo, si sus consejos me abren puertas.
Sus ojos brillan con algo peligroso, pero me concentro en mi respiración para no dejarle ver cuan intimidada estoy.
–¿Estas calificaciones son reales? –pregunta de pronto.
–¿Reales?
–Reales –insiste.
–No te sigo –digo, indecisa de a dónde quiere llegar.
Deja mi ficha sobre su escritorio y se acomoda en su silla, viéndose muy relajado, con toda la espalda en el respaldo y los brazos cruzados sobre su cabeza.
Mis ojos siguen los movimientos de los músculos de sus brazos de forma inconsciente.
–Sé quien eres, niña.
–Sé que lo sabes –devuelvo–, pero sigo sin entender.
–Lusso es muy importante para mí y quiero tener al mejor personal que el dinero pueda pagar.
–Entiendo.
–Estoy trabajando en un campaña importante en este momento, una campaña que le dará un nuevo podio a Lusso.
Me inclino hacia adelante, atenta a cada palabra que sale de esa boca. Su acento es aterciopelado, casi hipnótico, y su voz es ronca. Me siento en la punta de la silla e inclino mi cuerpo hacia su voz, para disfrutar mejor de su cadencia. Pero no me engaño, sé que hay algo oscuro detrás de su apariencia inofensiva, esperando el momento justo para atacar. Así son los hombres como Farina.
–¿Qué campaña?
Sonríe y mi corazón se salta dos latidos. ¿Cómo puede ser posible que una sonrisa sea tan sensual?
Concéntrate, Venecia, me digo.
–No tan rápido, niña. No sé si puedo confiar en ti.
–¡Claro que puedes!
–No lo creo –se apresura a decir–. Quiero saber si estás a la altura de lo que necesito.
–Puedo hacer lo que quieras –interrumpo.
–Valientes palabras para la niña buena de papi, ¿no lo crees? –pregunta intrigado.
Enrojezco cuando comprendo lo que pudo haber entendido de mis palabras.
–No quise decir…–callo cuando mi voz comienza a titubear–. Estoy altamente capacitada para cualquier tarea que me quieras dar. Relativo a la empresa –agrego cuando su sonrisa se amplía.
–Me gusta tu ingenuo entusiasmo, pero no estás calificada, niña.
–Claro que lo estoy –devuelvo–. Mis calificaciones son perfectas. Aprobé el magister con distinción y he hecho muchos diplomados sobre los procesos de producción, venta y marketing de empresas de moda. Incluso hice un diplomado de post venta y fidelización con los clientes –explico mientras resisto el escrutinio de sus ojos felinos navegando por mi cuerpo, seguramente evaluando mi vestuario y accesorios–. Estoy calificada.
Vuelve a sonreír. –Esto no significa nada –dice enseñándome mi ficha.
–Lo hace, por algo estoy aquí. ¿No lo crees? Por algo fui seleccionada entre cientos de aspirantes. Soy lo que Lusso está buscando.
–Lusso soy yo –gruñe–. Y ten por seguro que no eres lo que estoy buscando.
Todo el calor abandona mi rostro cuando me doy cuenta de que toda acción tiene su reacción, y la estoy viendo en este momento.
Mierda.
–¿Esto es porque no quise bailar contigo?
–¿Perdona? –gruñe.
–Lo que escuchaste. ¿Tu ego es tan delicado que no puedes trabajar codo a codo con la chica que te rechazó una vez?
Mauro suelta una carcajada que me hunde más en mi asiento. –Ni siquiera lo recordaba hasta que lo mencionaste.
–¿Estás seguro?
Se levanta y se sienta en la esquina del escritorio, haciéndome sentir más pequeña de lo que Iván pudo hacerlo, como si no fuera más que una molesta pelusa que arruina su impecable pantalón.
–Seguro, niña. Solo estaba siendo amable, y créeme cuando te digo que no necesito rogar por compañia femenina. –Acerca su rostro al mío–. Son ellas las que ruegan por mí –susurra y soy golpeada por la calidez de su aliento en mi rostro.
Me inclino más cerca de forma automática, pero me obligo a retroceder. No caeré en sus trucos baratos, soy mucho mejor que eso.
–Si me das una oportunidad seré un aporte para Lusso –digo mirando hacia la pared de cristal. Las nubes surcan el horizonte, anticipando un día soleado en Milán, pero no logro que eso consiga inflamar mi corazón.
Por favor, déjame quedarme, ruego en silencio. No puedo volver a la ciudad donde mi hermana y mi ex están viviendo su romance. No puedo.
Sus ojos se estrechan en los bordes y vuelve a tomar mi ficha.
–Como dije esto no es más que letra muerta. No tienes experiencia real. Conoces la teoría, al menos eso puedo deducir por tus calificaciones, a no ser que no sean reales –dice mirándome intensamente–. ¿Papá no pagó para que su pequeña tuviera las mejores notas?
El calor que perdí vuelve a mí de golpe. Me siento tan insultada que me levanto, y ahora soy yo la que me acerco a él.
–¿Cómo te atreves a dudar de mi trabajo? –pregunto ofendida–. Sudé por cada una de esas calificaciones. Pasé noches sin dormir. Estuve semanas enteras encerrada en los talleres de costura –gruño–. Esto no es un juego para mí, señor Farina, esto es lo que me apasiona y ten por seguro que lucharé con cada aliento de mi cuerpo para hacerme un nombre en la industria. Sin importar si en el camino me encuentro con personas como tú –suelto antes de tomar mi cartera Birkin y prepararme para salir.
Esto fue un error. Por supuesto que un hombre como Farina no podrá ver más allá de mi apellido, sobre todo él, que conoce las implicancias de ser una Messina y una Guzmán.
–Estás contratada.
Me giro cuando escucho su voz.
–¿Qué?
–Empiezas ahora. Te quiero trabajando en este piso, así que dile a Natasha que te consiga una oficina. Y te quiero en la reunión con los nuevos proveedores que tendremos a las cinco de la tarde.
Parpadeo sin entender mientras Mauro se acerca tanto, que puedo sentir su calor atravesando mi cuerpo, calentando lugares que estaban apagados desde Iván.
Mueve su brazo y me tenso cuando creo que va a colocar su mano en mi cintura, pero no lo hace. En cambio, toma mi cartera y sonríe.
–Lusso va a destronar a Hermès, y esta cartera va a valer una basura cuando lancemos la nueva campaña –declara y mi corazón comienza a martillear–. Bienvenida a bordo.