Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Un Juego de Dos
El murmullo de la música y las conversaciones de los demás llenaban el elegante salón, sin embargo para Valeria apenas los notaba. Todo su enfoque estaba en el hombre que tenía delante. Damián Miller.
Su expresión era inescrutable, sus ojos oscuros reflejaban una frialdad que parecía impenetrable. No era como Esteban, que con una sonrisa podía derretir a cualquier mujer.
Damián era todo lo contrario. Misterioso. Controlado. Como si nada pudiera tocarlo.
Valeria tomó otro sorbo de su copa y lo observó, fingiendo indiferencia.
Entonces, la pregunta llegó.
—¿Cómo está Esteban?
Su voz era grave, profunda, carente de emociones. No parecía realmente interesado en la respuesta, más bien como si estuviera tanteando el terreno.
Valeria arqueó una ceja, disfrutando del momento.
—No sé y no me interesa.Donde este tu hermano.
Dejó su copa en la mesa y lo miró fijamente.
—Terminamos nuestra relación, hace tiempo.
Hubo un silencio tenso.
Damián la observó con una intensidad que la hizo contener el aliento.
No dijo nada de inmediato, simplemente llevó su vaso a los labios y bebió lentamente, como si analizara sus palabras, como si intentara ver más allá de ellas.
—¿Así de simple? preguntó finalmente.
Valeria sonrió, pero sin alegría.
—Nada en esta vida es simple, Damián. Pero algunas cosas deben terminar.
Damián inclinó ligeramente la cabeza, como si encontrara interesante su respuesta.
—No te imaginaba rindiéndote tan fácil.
La provocación era clara, pero Valeria no mordió el anzuelo.
Se acercó un poco más, lo suficiente para percibir su colonia varonil, pero sin invadir demasiado su espacio.
—No me estoy rindiendo. Solo estoy tomando lo que me corresponde.
Damián soltó una risa suave, pero no había diversión en ella.
—¿Y qué es exactamente lo que te corresponde, Valeria?
Ella sostuvo su mirada.
—Lo que quiera.
Por primera vez, Damián pareció realmente intrigado.
Un destello de algo desconocido cruzó por sus ojos oscuros.
Pero tan rápido como apareció, desapareció.
Porque Damián Miller no era un hombre fácil de leer.
Damián nunca había sido un hombre de muchas palabras.
Desde pequeño, entendió que el mundo pertenecía a quienes sabían jugar bien sus cartas. Y él jugaba mejor que nadie.
Había construido su vida lejos de la sombra de su hermano mayor. Mientras Esteban se pavoneaba con su encanto, conquistando mujeres y cerrando negocios con sonrisas y palabras bonitas, Damián prefería la estrategia.
No necesitaba caerle bien a la gente.
Solo necesitaba controlarlo todo.
Y lo hacía mejor cuando todos creían que era frío, distante, inalcanzable.
Porque lo era.
Pero Valeria…
Ella era distinta.
Desde que la vio en el evento, supo que algo en ella había cambiado. Esa no era la misma mujer que solía ver al lado de Esteban.
Antes, Valeria era elegante, sí, pero de una manera discreta. No buscaba llamar la atención.
Ahora, parecía querer que el mundo la viera.
Y lo que era más interesante…
No estaba segura de si era una advertencia o un desafío.
Cuando le dijo que había terminado con Esteban, no se sorprendió.
Esteban era un idiota.
Siempre lo había sido.
Sabía que su hermano no era un hombre de compromisos, que nunca tomaba nada en serio.
Que había lastimado a Valeria… eso era más que obvio.
Pero lo que le llamaba la atención no era el dolor en su voz, sino la ausencia del mismo.
No lloraba. No suplicaba.
Estaba en control.
Damián la observó con detenimiento.
—Así que ahora vas por lo que quieres, ¿eh?
Valeria sonrió de lado.
—Exactamente.
Damián se inclinó ligeramente hacia ella, como si intentara descifrarla.
—Y dime… ¿qué es lo que quieres ahora?
Hubo un silencio cargado de electricidad.
Los ojos de Valeria brillaron con algo peligroso.
—No te preocupes, Damián. Cuando lo descubra, serás el primero en saberlo.
Damián sonrió por primera vez en la noche.
Porque acababa de entender algo.
Valeria no estaba buscando consuelo.
Estaba jugando un juego.
Y lo que ella no sabía era que él también sabía jugar.