La noche de su ceremonia de compromiso, Astrid se entera que su prometido y futuro Alfa la engaño con su mejor amiga y lo peor es que espera un hijo de él.
Con el corazón destrozado se adentra al bosque, donde termina perdiendo su virginidad con un desconocido, sin imaginarse que esa noche, su vida cambiaria para siempre.
Cuatro años después se verá obligada regresar a su manada, con la urgencia de saber quien es el padre de su cachorro, quien esta despertando sus habilidades, poderes que hacía muchos años se habían perdido entre los lobos.
Siendo solo el Rey Lycan el único en tenerlos, bueno ahora son dos, por que el pequeño Alain a sus cuatro años ha despertado a su licántropo.
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Regreso a Greven
Astrid estaba empacando todo para regresar a Greven, sabía que no podría entrar a la manada Cascada azul, dado a su expulsión, pero podría solicitar un permiso para instalarse en alguna manada cercana, esperaba que no fuera rechazada, necesitaba respuestas, saber quien es el padre de su cachorro era primordial.
- Mami ¿A dónde vamos? – Pregunto el pequeño Alain sentado en medio de la cama, mientras veía a su madre empacar.
- Aun nuevo hogar – Respondió Astrid, miro a su pequeño- Un lugar mágico que te va a encantar – Dijo.
Dejo de empacar la ropa y se subió a la cama, notaba a su pequeño desanimado y eso era algo que no le gustaba.
- Mami, ¿Estoy loco? – Preguntó mirándola con sus ojitos azules tristes.
- No mi vida, no lo estás…al lugar donde vamos vas entender todo lo que pasa, pero poco a poco ¿Okay? Solo confía en mamá – Dijo, acarició la mejilla de su pequeño.
Los ojos de Alain brillaron de felicidad, se subió al regazo de su madre y la abrazo.
- Te amo, mami – Dijo el pequeño.
Astrid abrazó con fuerza a su pequeño, jamás pensó que regresaría al reino Greven, pero por su pequeño estaba dispuesta a todo, él necesitaría ayuda para controlar a su lobo y solo su desconocido padre podría ayudarlo.
**************
En el palacio del reino de Graven, el Rey estaba atendiendo los asuntos como era costumbre, desde las sombras, después de lo sucedido aquella noche en el lago, se había apartado más de la sociedad, pues su licántropo ha estado fuera de control desde entonces.
- Majestad. – Llegó su Beta Danilo, él ha estado con el rey desde hace muchos años, más que Beta del rey también era de sus mejores amigos.
- ¿Qué pasa? – Pregunto el rey, absorto en los documentos que tenía que revisar y firmar.
- Otra vez el consejo de ancianos – Dijo Danilo con preocupación en sus palabras.
El rey dejo los documentos y se recostó en su cómoda silla, miro fijamente a su beta, levantando una ceja esperando que continuara.
- Nuevamente cuestionan sobre su descendencia- Terminó Danilo.
El rey asintió y soltó una amarga sonrisa, podía entender la preocupación de los ancianos, en si de todo el reino, pues sin un heredero el trono de Graven corría peligro.
- Tal vez debería…- Empezó a decir Danilo, pero callo de inmediato al ver la mirada fulminante que ahora le daba su rey.
- Déjame solo – Ordeno con calma.
Danilo salió ante la orden de su rey.
El rey de Graven, Kaelen Keith, el último licántropo, ha vivido toda su vida como el último heredero del Reino, aunque muchas veces le ofrecieron concebir un heredero con mujeres de la alta sociedad, se negó rotundamente, pues él deseaba profundamente ser bendecido por la Diosa Luna con una pareja destinada y así poder tener mas de un cachorro.
Recordó la noche en aquel lago, la manera en que su licántropo se descontrolo y sacio su apetito sexual con ella, quien en ese entonces era virgen, se sentía culpable por la forma en la que tomó, más no podía decir que se arrepentía, pues había sido su mejor experiencia, y había prometido que la convertiría en su Reina. Pero cuando despertó ella no estaba.
La buscó de inmediato, ordeno a su Beta Danilo que la trajera ante él, con la sospecha de que era aquella que se iba a convertir en la Luna de la manada de Cascada azul. Pero cuando su beta regreso le dijo que ella ya no estaba en la manada.
No desistió y continuo buscándola, su licántropo se enfurecía cada día por no tenerla a su lado, pero no tuvo éxito, los días se convirtieron en semanas, después meses y finalmente al cabo de un año, desistió en la búsqueda, era como si la tierra se la hubiera tragado.
- Controlate – Dijo en susurro a su licántropo, solo recordar esa noche con aquella chica, hacía que su licántropo enfureciera, la seguía deseando tanto como esa noche - ¿acaso es nuestra pareja? – Preguntó, pero no hubo respuesta.
Así era él, para Kaelen a pesar de tener comunicación con su licántropo, eran raras las veces que hablaban, pues con el pasar de los años y sin tener una mate, su licántropo se había vuelto más salvaje y su forma de expresarse era tomando el control por la fuerza, algo que Kaelen no le permitía, rara era la vez que se dejaba cegar por el instinto animal de su feroz licántropo.
***************
Astrid tenía ya todo listo para el viaje de regreso a Greven, aunque estaba demasiado nerviosa trataba de mantenerse calmada frente a su cachorro, Alain estaba muy emocionado por aquel viaje, esperaba conocer a niños de su edad, que no lo trataran como “raro”.
- Mami, ¿Y conoceré a mis abuelos? – Preguntó Alain mientras se dejaba abrochar el cinturón por su madre.
- Si, eso espero. – Dijo Astrid.
En todos esos años no se había comunicado con sus padres, esperaba que a su regreso no rechazaran a su pequeño Alain. Y lo aceptaran como lo que es, su nieto.
Astrid subió del lado del conductor y arranco el coche, tomando el camino rumbo al reino Greven, con mucho miedo y nervios, pero a la vez decidida de poder ayudar a su cachorro.
Alain observa el camino por la ventana, iba en la parte de atrás, su mamá le había dicho que su nuevo hogar sería todo diferente y él esperaba que así fuera, aunque lo más importante para él era que su mami estuviera siempre con él.
- Mami, ¿Podré conocer a mi papi? – Preguntó Alain de la nada.
Astrid suspiró ante esa pregunta, ya había hecho esa pregunta más de una vez y ella siempre la evadía, porque ni siquiera ella lo conocía, pero esta vez era diferente el motivo de su regreso a Greven era para encontrarlo a él, a ese hombre que era el único que podía ayudar a Alain.
- Si – Dijo Astrid decidida.
- ¡Que emoción! Espero me ame mucho – Dijo emocionado el pequeño Alain.
Astrid se mordió su labio inferior sin dejar de mirar al frente, esperaba que fuera así que Alain fuera amado por su padre, de lo contrario sería doloroso para el cachorro de escasos años.
*****
Después de largas horas de viaje, finalmente entraron al Reino Greven, el corazón de Astrid latía con fuerza, hacía años que no estaba en aquel lugar, se había olvidado de todo, lobos, brujas, hechiceros, hadas, en sí de todas las criaturas fantásticas que para los humanos era simplemente mitos, personajes irreales.
- ¿Cómo dices? – Escuchó a su pequeño hablar – Okay… - Volvió a decir y levanto la mirada hacía su madre quien lo miraba desde el retrovisor.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Astrid tratando de sonar tranquila.
- Loki dice que no te entres al bosque, hay cosas malas – Dijo el pequeño tal cual como su lobo le dijo.
- ¿Se llama Loki? – Preguntó.
Alain asintió.
- Vaya, lleva el nombre de un Dios loco – susurro en voz baja, pero el pequeño Alain escuchó.
- Dice que no está loco – Respondió Alain.
Astrid empezó a reír.
- Lo siento, dile a Loki que gracias, que tomare en cuenta su consejo – Comentó Astrid.
Debía creer en lo que decía su pequeño, incluso ella a pesar de no tener lobo podía sentir el peligro, aunque no se había percatado de nada desde el viaje, pero dado a que lo decía el lobo de su cachorro, cuyo padre era desconocido lo mejor era creerle.
Encontró un pequeño hotel, así que ahí pasarían la noche, mañana se comunicaría con sus padres, para decirles las nuevas noticias, esperando que no se hayan olvidado de ella o simplemente no estén enojados por haber desaparecido sin decir nada.
La habitación era pequeña, pero lo suficiente para pasar la noche, Astrid compro algo para cenar y después de hacerlo, coloco a Alain su pijama para dormir, el pequeño rápidamente entró en un profundo sueño en brazos de ella.
Astrid pensaba en todo lo que sucedió después de esa noche, mientras acariciaba el negro cabello de su cachorro.
***** Flash Back*****
Astrid despertó sin saber cuanto tiempo había pasado, su cuerpo estaba adolorido y claro, era obvio, ese hombre la había tomado tantas veces que perdió la cuenta, además de que su tamaño era de impresionar.
- Estúpido – Susurro mirando al hombre dormir a su lado, ella llevaba puesta el saco de él que ni siquiera sabía en que momento se la puso.
Se levantó con esfuerzo y miro hacia el cielo, todavía estaba oscuro, pero tal vez no por mucho tiempo, se quito el saco y lo lanzó contra el cuerpo de aquel hombre que estaba acostado boca abajo, su cabello negro ligeramente largo cubría su rostro en totalidad.
- Patán, dijiste que serías gentil – Le dio una patada en las costillas, pero ni así se despertó.
Echando una que otra maldición tomó su arruinado vestido y se fue a casa, sus padres deberían estar preocupados por su ausencia.
Al llegar a casa, notó el carro de Leandro estacionado afuera, soltó una maldición no quería ni siquiera verlo, pero bueno, simplemente lo mandaría al carajo para continuar con su vida, que ahora debía planear de nuevo.
- Astrid, ¿Dónde has estado? ¿Qué te paso? – Dijo su madre al verla entrar a la sala.
- Por ahí en el bosque – Soltó Astrid despreocupada, dirigió su mirada hacia Leandro.
Leandro la escaneó de pies a cabeza, sus ropas estaban cubiertas de barro, su cabello desordenado, su rostro con el maquillaje escurrido y entonces olfateo, su aroma estaba combinado con el de alguien más, con el de un hombre, lo peor es que podía oler el sexo en ella.
- ¡¿Con quién carajos te revolcaste?! – Grito. Acercándose a ella de manera amenazante.
Astrid lo miró con el ceño fruncido, él no era quien para preguntarle eso.
- ¡Contesta! ¡¿A quien le entregaste tu virginidad?!- La sujetó de los hombros.
- Leandro, por favor – Trato de intervenir Frank, pero Leandro lo detuvo con su aura de alfa.
- ¡Que mierda te importa! – Astrid lo empujo con todas sus fuerzas- Con quien yo me hay revolcado es mi problema, así que no me vengas a joder- Aclaró tratando de resistir el aura de alfa.
Leandro dio un paso más a ella, pero Astrid ni siquiera se inmuto. Leandro paso ambas manos por su cabello, no podía aceptar el hecho de que ella se haya acostado con otro, estaba tan furioso.
- Largo, largo de mi manada- Ordeno con furia.
Astrid abrió sus ojos de sorpresa, él simplemente la estaba echando, no podía hacerlo o ¿Si?
- Tienes dos horas para largarte, sino te has ido para entonces, entonces serás desterrada – Amenazó antes de irse.
Astrid, soltó un suspiró pesado, miró a sus padres, devastados por aquella decisión de Leandro, ellos no podían impedirlo, no tenían un rango alto para hacerlo, se sentían tan impotentes en esos momentos.
- ¿Astrid quien fue? – Se acercó Aurora- Tal vez, él se haga responsable… - Dijo con esperanza.
- Da igual- Soltó Astrid, a esas alturas dudaba que ese hombre siguiera en el lago – Debo alistar mis cosas – Susurro con su voz quebrada.
Frank miro con dolor a su hija, no quería que ella se fuera, pero siendo un simple habitante de la manada no había nada que pudiera hacer, se fue a su habitación en búsqueda de una tarjeta con los ahorros que había preparado para Astrid una vez que se casara.
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Astrid estaba preparando sus maletas, su madre seguía preguntando sobre la identidad del hombre con quien había estado, pero ella se negaba a responder y no era como si tuviera la respuesta.
- ¡Astrid! – Le grito colocándose en medio de la habitación.
- ¡No sé! – Respondió de la misma manera- No tengo idea con quien carajos me metí, así que, simplemente ayúdame a empacar, antes de que ese cabrón de Leandro regrese- Dijo con su voz apagada.
- Podríamos hablar con él, pedirle disculpas por tu falta…
- Jamás mamá, no me disculpare con ese cabrón, él me engaño primero con Catalina y están esperando un cachorro – Dijo molesta Astrid.
Aurora empezó a llorar ella simplemente quería que su hija se quedara con ellos, nunca antes se habían separado.
Frank entro en ese momento, se acercó a Astrid y le entrego la tarjeta con todos los ahorros.
- Hable con tu tía Emma, ella te dará alojo en su manada, esta cerca de aquí, se encargará de hacer todo para tu permiso – Dijo su padre con pesadez.
- Gracias- Respondió Astrid mirando la tarjeta.
- Es tuyo, así que úsalo en lo que necesites – Dijo Frank con ternura, después le dio un gran abrazo a su amada hija.
Después de tener todo empacado, Astrid fue llevada a la terminal, ahí subiría al autobús que la llevaría a la manada vecina, con una tía lejana de sus padres.
- Astrid, tu collar, el que te di anoche – Dijo Frank antes de que su hija subirá al autobús.
- ¿Te lo devuelvo? – Preguntó, ella aun lo llevaba puesto.
- Nunca te lo quites ni te deshagas de él, es todo tuyo – Comentó.
Astrid asintió, volvió a darles un gran abrazo a sus padres y después subió al autobús, esa era la primera que se separaban y sabía que no los vería en un largo tiempo.
****** Fin del Flash Back******
Astrid miraba a su pequeño Alain dormir en sus brazos, él había alegrado su triste vida, era todo lo que tenía y lo protegería a cualquier costa.
- Por favor Diosa Luna, si me escuchas, o sea solo esta vez, ayúdame – Susurró con pesadez.