En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 10
Edith, fascinada por la vitalidad del mercado, se dejó llevar por los colores y sonidos a su alrededor. Sin darse cuenta, su curiosidad la llevó a un área más concurrida y vibrante. Mientras estaba absorta en el bullicio, se encontró de repente en medio de un espacio donde se estaba llevando a cabo una demostración del circo que se presentaría esa noche.
La multitud se aglomeraba para presenciar las maravillas circenses, pero Edith, distraída por la sorpresa, no notó de inmediato el cambio en su entorno. Pronto, se dio cuenta de que estaba rodeada por artistas circenses que realizaban acrobacias y exhibiciones impresionantes.
Al percatarse de su situación, el miedo la invadió al pensar que sería arrastrada o pisoteada en la multitud. Ante la inminente preocupación, cerró los ojos, anticipando el posible dolor. Sin embargo, en lugar de sentir el tumulto de la multitud, experimentó una fuerte mano que la jaló suavemente fuera del peligro inminente.
Edith, al abrir los ojos, se encontró cara a cara con una figura formidable que reconoció de inmediato. Aquellos ojos azules profundos, que parecían capaces de atravesar su alma, la miraban con intensidad. Era Cedric Blackwood.
Edith no pudo ocultar la sorpresa en su mirada, que temblaba ligeramente al encontrarse con aquel hombre que había conocido semanas atrás y que había visto tan solo una vez.
Cedric, tras rescatar a Edith del tumulto, la soltó con gentileza pero con firmeza, y sus palabras resonaron con un tono serio y cauteloso.
- Cedric: Es un poco audaz para una señorita como usted estar sin escoltas en un lugar como este.
Edith, aún sorprendida por el encuentro y la situación en la que se encontraba, parecía incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder. Sus pensamientos internos se escaparon de sus labios en voz alta.
- Edith: ¿Cedric Blackwood, qué hace aquí?
Al darse cuenta de que había hablado en voz alta, Edith se llevó ambas manos a la boca en un gesto de sorpresa y vergüenza. Cedric, con una expresión imperturbable, la observó atentamente mientras ella luchaba por procesar la situación.
Por un momento, Edith se preguntó si su comentario había molestado a Cedric.
- Edith: [ Se habrá molestado?]
Edith reviso su expresión para tratar de saberlo, pero llegó a la conclusión de que era imposible saberlo sus ojos seguían siendo tan intensos, y no se movía un músculo en su expresión, Edith suspiró con resignación.
- Edith: Lo siento... Por favor discúlpeme Conde...
Su voz apenas alcanzó los oídos de Cedric cuando se disculpó tímidamente. Después de un breve momento de silencio, Cedric respondió con calma.
- Cedric: La señorita parece tener por costumbre disculparse por todo.
Las palabras de Cedric resonaron en el aire, y Edith se sintió abrumada por la verdad de su observación.
Aún avergonzada por la situación, Edith se esforzó por agradecer a Cedric por su ayuda, aunque se sentía incómoda por haberlo interpelado de esa manera. Con voz suave y tímida, buscó encontrar las palabras adecuadas.
- Edith: Gracias, Conde Blackwood, por intervenir. ¿Hay alguna manera en la que pueda compensarlo?
Cedric la miró fijamente por un instante antes de responder con calma.
- Cedric: No es necesario, Señorita.
Antes de que Edith pudiera insistir, una voz interrumpió su conversación, llamándola desde atrás.
- Chófer: ¡Señorita!
Cedric miró por encima del hombro de Edith y vio a un hombre acercándose con la mirada puesta en ella. Por un instante, la expresión de Cedric pareció oscurecerse ante la interrupción.
- Chófer: ¡Aquí está! Salí a buscarla porque estaba tardando.
La voz preocupada del chófer resonó en el aire mientras se aproximaba. Edith volteó hacia él con una ligera sorpresa.
- Edith: Oh...
Se dio cuenta de que era hora de partir y aprovechó la oportunidad para escapar de la situación extraña.
- Edith: Le agradezco nuevamente, Conde Blackwood. Como ve, debo irme.
Edith no esperó a que Cedric respondiera, y él tampoco parecía tener intención de hacerlo. Mientras se alejaba entre la multitud, Cedric la observó. En sus ojos, quedó atrapada la imagen de Edith, y en un murmullo apenas audible, expresó sus pensamientos.
- Cedric: Estaba llorando...
Mientras retomaba su camino en el carruaje, Edith se encontraba perdida en sus pensamientos, tratando de entender la presencia de Cedric Blackwood en ese lugar.
- Edith: ¿Qué hace Cedric Blackwood aquí?
Se preguntó en voz baja, sorprendida por el encuentro inesperado. Tras un momento de reflexión, comenzó a razonar sobre la situación.
- Edith: Sus nuevas tierras deben estar cerca. ¿Seremos vecinos?
La idea le pareció intrigante, y por un momento, se distrajo con la posibilidad de una coincidencia tan curiosa.
Sin embargo, cuando apenas lo notó, el carruaje se detuvo frente a la imponente mansión Everglen. Un escalofrío recorrió su espalda y un nudo se formó en su estómago mientras contemplaba la residencia que alguna vez llamó hogar.
A pesar de su aparente vacilación, finalmente decidió bajar del carruaje. Miró la gran mansión con sentimientos encontrados, sintiéndola extraña y distante, como si nunca hubiera sido su verdadero hogar.
El mayordomo de la familia Everglen se sorprendió al ver a la joven Señorita Edith como inesperada visitante, pero su sorpresa pronto se convirtió en alegría al recibirla con decoro y una amplia sonrisa. Sin embargo, notó de inmediato que la joven Señorita parecía forzar una sonrisa.
El mayordomo recibió a Edith con una reverencia respetuosa y una cálida sonrisa.
- Mayordomo: Señorita Edith, estamos encantados de recibir su visita.
Edith respondió con amabilidad, compartiendo el sentimiento.
- Edith: Lo mismo digo. Me alegra estar de vuelta en casa.
- Mayordomo: Lamentablemente, no estábamos al tanto de su visita. Si hubiera avisado, habríamos preparado todo para recibirla como corresponde. ¿Cuánto tiempo planea quedarse con nosotros?
Edith apretó los labios con fuerza, sus ojos no pudieron ocultar la tristeza y su voz estaba llena de decepción cuando respondió.
- Edith: Veo que siguen sin leer mis cartas... Mis padres...
El mayordomo cerró la boca, comprendiendo la situación, y quiso disculparse rápidamente por su audacia al hablar sin certeza. Sin embargo, Edith lo detuvo con una pregunta urgente.
-Edith: ¿Mis padres están aquí?
El mayordomo negó con la cabeza, luego de eso ingresaron a la mansión, mientras conversaban el mayordomo miró hacia atrás viendo que las maletas que descargaban del carruaje no eran las de alguien que venía unos días de visita, el viejo hombre vio en su semblante reflejarse la preocupación.
Qué pasó con el Duque? Eso ya no lo dices en la historia, me gustaría saber🤔
me encanto al principio mucha descripción y alargue para describir las situaciones per después exelente