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Mi Suggar Es Un Mafioso

Mi Suggar Es Un Mafioso

Status: Terminada
Genre:Romance / Amor prohibido / Posesivo / Mafia / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:996k
Nilai: 5
nombre de autor: Celina González ♥️

En las calles vibrantes, pero peligrosas de Medellín, Zaira, una joven brillante y luchadora de 25 años, está a tres semestres de alcanzar su sueño de graduarse. Sin embargo, la pobreza amenaza con arrebatarle su futuro. En un intento desesperado, accede a acompañar a su mejor amiga a un club exclusivo, sin imaginar que sería una trampa.

Allí, en medio de luces tenues y promesas vacías, se cruza con Leonardo Santos, un hombre de 49 años, magnate de negocios oscuros, atormentado por el asesinato de su esposa e hijo. Una noche de pasión los une irremediablemente, arrastrándola a un mundo donde el amor es un riesgo y cada caricia puede costar la vida.

Mientras Zaira lucha entre su moral, su deseo y el peligro que representa Leonardo, enemigos del pasado resurgen, dispuestos a acabar con ella para herir al implacable mafioso.
Traiciones, secretos, alianzas prohibidas y un amor que desafía la muerte.

NovelToon tiene autorización de Celina González ♥️ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 8

Tres días habían pasado desde aquella noche.

Tres días que a Zaira le parecieron una eternidad suspendida entre el asco, la culpa y la rabia.

Cada mañana se despertaba con un nudo helado en el estómago, como si la culpa le mordiera las entrañas. La ducha tibia no era suficiente para limpiar la suciedad invisible que sentía pegada a su piel. Se frotaba los brazos hasta enrojecerlos, pero el maldito recuerdo seguía ahí, adherido como una mancha imborrable.

Se aferraba a su rutina como un náufrago a un tablón a la deriva: universidad por la mañana, donde las aulas le parecían más frías, los pasillos más largos, los rostros más ajenos. Apenas hablaba con sus compañeros. Movía su bolígrafo sobre el cuaderno como un autómata, sin saber siquiera qué escribía.

Por las tardes, trabajaba en una cafetería pequeña de barrio, con las paredes color vainilla descascaradas en los bordes y el aroma persistente de café quemado impregnando el aire. Las risas de los clientes, el sonido de la cafetera, las órdenes que llegaban a gritos desde la cocina... todo sonaba amortiguado, como si una campana de vidrio la separara del mundo real.

Vestía ropa sencilla: unos jeans gastados, una camiseta sin forma y el cabello recogido en una coleta apretada que le tiraba del cuero cabelludo. Su rostro, reflejado en el vidrio de la máquina de café, mostraba ojeras cada vez más profundas, labios resecos, mirada perdida.

Cuando por fin llegaba a su casa por la noche, su pequeño cuarto de paredes desconchadas y olor a humedad rancia la recibía como un ataúd tibio. Se sentaba en su escritorio desvencijado, con sus apuntes abiertos frente a ella, y fingía estudiar mientras su mente regresaba una y otra vez a aquella habitación, a ese hombre de mirada intensa y manos firmes que había marcado su cuerpo y su alma.

El dinero que Leonardo le había dado seguía escondido en su gaveta, entre ropa vieja y papeles olvidados. Era una mancha brillante y oscura al mismo tiempo, recordándole lo que había hecho, lo que le habían arrebatado.

Sabía que no por mucho tiempo podría ignorarlo: los recibos se acumulaban, el alquiler estaba vencido, y su madre apenas podía sostener la casa con el salario miserable que ganaba limpiando casas.

Aquella tarde, mientras el vapor del arroz llenaba la cocina con un olor denso y reconfortante, su madre la observó en silencio. El sol, que se filtraba a través de la cortina raída, bañaba el rostro cansado de la mujer con una luz dorada que hacía aún más visibles las arrugas de su frente.

—No has hablado con Tatiana últimamente —comentó en voz baja, removiendo el arroz con una cuchara de madera—. ¿Está bien?

Zaira sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Sus dedos apretaron el bolígrafo con más fuerza de la necesaria, al punto de casi romperlo. Levantó la vista y forzó una sonrisa que le dolió en la cara, como si su rostro se resistiera a fingir.

—Sí, mamá... —su voz sonó hueca, ajena—. Anda en sus fiestas, como siempre. Ya sabes cómo es.

Su madre asintió lentamente, soltando un suspiro lleno de resignación mientras se secaba las manos en el delantal floreado.

—Esa niña necesita sentar cabeza. No todo en la vida es diversión...

Zaira apretó la mandíbula, sintiendo que las palabras de su madre la golpeaban como pequeños cuchillos. Agachó la cabeza y fingió concentrarse en sus apuntes, pero sus ojos solo veían borrones.

"No todo es diversión..."

"A veces, es una traición brutal."

Las lágrimas le ardían tras los párpados, pero se negó a dejarlas salir. No frente a su madre. No en ese momento.

En silencio, continuó pasando las páginas de su cuaderno, como quien trata de reconstruir una vida rota con pedazos de papel.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, el ambiente era muy diferente.

Las luces de la torre de cristal donde vivía Leonardo Santos iluminaban la ciudad como un faro moderno y arrogante.

En su despacho, el aire olía a cuero nuevo, whisky caro y a una fragancia sutil y masculina que impregnaba las cortinas gruesas.

Leonardo estaba recostado en su sillón de piel negra, con las piernas estiradas sobre el escritorio y un vaso de whisky ámbar oscilando en su mano.

Su rostro, habitualmente imperturbable, estaba ensombrecido por una sonrisa torcida. El resplandor de la ciudad, visible a través de la pared de cristal, se reflejaba en sus pupilas como un incendio lejano.

No era un hombre de caprichos. Él tomaba, dominaba, dejaba. Siempre había sido así.

Y sin embargo...

Desde aquella noche, Zaira se había convertido en una jaula de carne y deseo dentro de su cabeza.

Podía cerrar los ojos y verla: su cuerpo tembloroso, su voz quebrándose en gemidos, la manera en que lo había mirado antes de rendirse bajo sus caricias.

Había en ella una pureza sucia, una inocencia desgarrada, que lo tenía enloquecido.

Frunció el ceño, disgustado consigo mismo, y de un trago terminó el whisky.

Sin dudar, sacó su celular y escribió un mensaje al dueño del club. Su tono no admitía réplica:

“Quiero verla otra vez. Este fin de semana. Arregla lo que tengas que arreglar.”

Apretó "enviar" y soltó un resoplido satisfecho.

Siempre conseguía lo que quería.

Zaira no sería la excepción.

Del otro lado de la ciudad, en el interior oscuro del club, Sergio un hombre calvo, sudoroso y con anillos gruesos en cada dedo miró su celular y bufó.

Leonardo no era alguien a quien pudieras decirle "no" sin pagar las consecuencias.

De un chasquido de dedos llamó a uno de sus empleados, su voz retumbando en el despacho impregnado de tabaco rancio y alcohol barato:

—¡Consígueme a Tatiana! ¡Ahora mismo!

La espera no fue larga.

En menos de una hora, Tatiana irrumpía en su despacho, con gafas de sol enormes cubriéndole media cara, masacrando un chicle de menta con desgano. Llevaba un vestido corto que dejaba ver sus piernas delgadas y bronceadas, y su bolso de diseñador colgaba de su hombro como una medalla que no merecía.

—¿Qué pasa, Sergio? —preguntó con un deje de arrogancia, acomodándose el cabello.

Sergio entrecerró los ojos, mirándola como quien evalúa un pedazo de carne.

—Estás ocupada en lo que yo te diga, niña. —Su voz era rasposa, peligrosa—. Leonardo quiere a la chica otra vez. Este fin de semana.

Tatiana parpadeó varias veces, como si no entendiera.

—¿La... la chica? —balbuceó, quitándose las gafas. Sus ojos, delineados y cansados, se abrieron de par en par—. No creo que acepte... Después de lo que pasó, no quiere ni verme.

El golpe que Sergio dio sobre el escritorio la hizo dar un brinco.

La taza de café tembló y un pequeño charco marrón se extendió sobre los papeles.

—¡Me importa una mierda! —rugió—. ¡La traes o te olvidas de todo, de tu dinero, tus fiestas, tu maldita vida fácil!

¡O la traes, o te hundo!

Tatiana sintió que el suelo se abría bajo sus pies. La boca le sabía a cenizas. Se mordió el labio inferior, conteniendo un insulto que no se atrevía a soltar.

Sabía que Sergio podía cumplir sus amenazas. Y sabía también que, en ese mundo sucio y peligroso, una chica como ella no duraría mucho si dejaba de ser útil.

Sacó su celular con dedos temblorosos y escribió un mensaje corto, sabiendo que cada palabra era como un disparo:

“Zaira... tenemos que hablar. Por favor. Es importante.”

El mensaje fue enviado, flotando en la nada como una súplica desesperada.

Tatiana se dejó caer en una silla, sintiendo que, de alguna manera, ya había perdido mucho más de lo que pensaba.

1
Yeovan Villasmil
Excelente
Maria Mongelos
Que desgraciado este hombre, que culpa tiene Leonardo. Será que Tatiana va a traicionar de vuelta a Zaira?
siara lamas ortiz
Estos dos están super súper enamoradisimos con locuras
Adriana Penagos
muy buena
Maritza De Jesús Seña Pantoja
hora de hablar con mamá, si en verdad quería hacer bien las cosas. ojalá en este capítulo siguiente suceda
Luisa Esperanza Bautista Angarita
que calor
leanes mayorga ❤️
hoy no pude trabajar con tranquilidad 😃😃😃 si sigo así una más desempleado
siara lamas ortiz
Y en qué momento supo la mamá la existencia de él aahh
siara lamas ortiz
Ojala qué no la vaya a dejar sola y con ése hombre rondando qué ella no salga mucho a la calle
siara lamas ortiz
Bueno mijo da ese pasó habla con ella dile lo qué sientes en el corazón
siara lamas ortiz
No niña no caigas en ése trampa habla con él primero haber qué te dice pero no caigas en provocación és doloroso verse sola después de una gran noche de amor pasión
siara lamas ortiz
Claro tienes qué hablar con Zaira y cuéntale lo qué te pasó a tí Leonardo no te vayas a cerrar confía en ella y. háblale con la verdad
siara lamas ortiz
Hay no qué triste
Lorena Angulo
yo si fuera aceptado el dinero lo necesitas mujer, disfrutaste del sexo disfruta también del dinero eso da tranquilidad
Lorena Angulo
yo con semejante revolcón tan bien me quedo lo único es que no están usando preservativos 🔥🔥
siara lamas ortiz
Niña comienza una nueva vida con tu mamá y sigues estudiando y preparándote mija piensa en tú futuro en el porvenir tuyo y de tu mamá ya está bueno yá
Lorena Angulo
hermosos protagonistas
Lorena Angulo
que revolcón 🔥🔥🔥🔥
Lorena Angulo
amigas no hay 😡
yazmin acosta
ya me veo venir la guerra
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