Elizabeth trabaja como la asistente ejecutiva de Alexander, el CEO de una empresa muy importante. Él, es un hombre atractivo y exitoso, lo que cualquier mujer podría desear. Elizabeth y Alexander tenían un trato profesional, pero la constante cercanía entre ambos los llevó a iniciar una apasionante aventura.
Pero más pronto de lo que Elizabeth se podría imaginar, Alexander terminó la relación, dejándola a ella con el corazón roto y una sorpresa inesperada. Elizabeth estaba embarazada, temerosa de cómo podría afectar esto a Alexander y negándose a decirle sobre el embarazo, ella toma un avión en busca de iniciar una nueva vida.
¿Qué hará Alexander cuando sepa que Elizabeth se ha marchado?
¿Descubrirá lo que ella oculta?
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Capítulo 3
Elizabeth
Los días transcurrieron con una lentitud abrumadora desde que tomé la decisión de mantener mi embarazo en secreto. Cada mañana, al abrir los ojos, sentía una poderosa mezcla de miedo y determinación apoderándose de mí. Era consciente de que debía continuar con mi vida, pero la incertidumbre acerca de lo que depararía el futuro se convertía en una carga pesada que arrastraba en mi interior. Mis hermanos, Tomás y Javier, comenzaban a percibir que algo me afectaba, que había un cambio en mi comportamiento, pero yo me esforzaba por disimularlo, insistiendo en que todo se debía al estrés que me provocaba el trabajo.
Una mañana, mientras me alistaba para ir a la oficina, Tomás me interceptó en la cocina con una expresión seria en su rostro. Me miró fijamente y, con un tono grave.
—Elizabeth, necesitamos tener una conversación.
Su tono hizo que mi corazón se acelerara un poco.
—No puedes seguir comportándote de esta manera. Todos notamos que algo te está perturbando.
Solté un suspiro profundo, consciente de que era en vano intentar seguir escondiendo lo que sentía.
—Tomás, estoy bien. Solo necesito un poco de tiempo para aclarar algunas cosas que tengo en mente.
Los observé a los dos con detenimiento, sintiendo una punzada de remordimiento que me invadía el pecho por no poder abrirme y compartirles el secreto que llevaba guardado.
— Lo entiendo y valoro mucho lo que han hecho por mí —les dije con sinceridad —Sin embargo, hay ciertas cosas que siento que debo afrontar y resolver por mi propia cuenta.
Tomás y Javier se miraron con expresiones de inquietud, intercambiando un mensaje silencioso que solo ellos comprendían. Después de unos momentos, ambos asintieron con determinación. Tomás se acercó a mí y, con una voz cálida y reconfortante. —Está bien, Elizabeth. Solo queremos que sepas que estamos aquí para ti, sin importar lo que ocurra. Luego, me envolvió en un abrazo sincero, transmitiéndome su apoyo incondicional.
—Agradezco mucho lo que han hecho, chicos — les respondí, sintiendo una sensación de alivio al pronunciar esas palabras. —Soy consciente de todo el esfuerzo que han puesto, y realmente lo valoro.
............. SEMANAS DESPUÉS ................
Inicié un proceso de investigación en busca de alternativas para trasladarme a otro país. Anhelaba encontrar un lugar en el que pudiera comenzar una nueva etapa en mi vida, donde nadie tuviera conocimiento de mi historia y de lo que había vivido hasta ese momento. Era consciente de que este cambio conllevaba numerosos desafíos y dificultades, pero me sentía completamente resuelta a llevarlo a cabo por el bienestar de mi bebé. No podía permitir que mi hijo creciera en un entorno lleno de secretos y engaños, donde las verdades fueran ocultadas y las mentiras se convirtieran en la norma. Mi objetivo era brindarle un futuro diferente, uno en el que pudiera desarrollarse en un ambiente honesto y saludable.
Con el paso de los días, mi determinación se volvía cada vez más firme. Era consciente de que debía marcharme antes de que mi embarazo se hiciera evidente para todos. La idea de tener que lidiar con las preguntas indiscretas y las miradas inquisitivas de mis colegas me resultaba abrumadora. Pero, por encima de todo, sentía una profunda aversión a tener que confrontar a Alexander. Su presencia y su capacidad para indagar en mis pensamientos me aterrorizaban, y quería evitar cualquier tipo de conversación incómoda que pudiera surgir entre nosotros.
Finalmente, tomé la difícil decisión de dejarlo todo atrás. Comencé a organizarme, haciendo una lista de las cosas que necesitaba atender. Vendí mis pertenencias, cada objeto cargaba una historia y un recuerdo, lo que hizo que el proceso fuera aún más doloroso para mí. También renuncié a mi trabajo, una decisión que, a pesar de ser necesaria, me llenaba de incertidumbre. Sin embargo, tenía claro que era lo mejor tanto para mí como para mi bebé, quien no tardaría en llegar a mi vida.
El día en que dejé la ciudad se convirtió en un momento inolvidable; en mi interior, se mezclaban sentimientos de tristeza y alivio. Me despedía de todo lo que amaba.
Mientras el avión comenzaba a elevarse en el aire, fijé mi mirada en la ventana y, de repente, una lágrima se deslizó por mi mejilla. Era un momento cargado de emociones, pues comprendía que este era solo el inicio de un nuevo capítulo en mi vida. Ante mí se dibujaba un futuro incierto, lleno de desafíos y obstáculos que tendría que enfrentar. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, estaba convencida de que estaba tomando la decisión correcta. Las razones que me habían impulsado a emprender este viaje eran claras: estaba protegiendo a mi bebé, brindándole la oportunidad de crecer en un entorno mejor, lleno de posibilidades y esperanza. La mezcla de tristeza y determinación.
El vuelo se extendió por varias horas, y cada minuto parecía un desafío que ponía a prueba mi resistencia. Intenté cerrar los ojos y sumergirme en un sueño reparador, pero mi mente no encontraba la paz. En lugar de descansar, estaba atrapada en un torbellino de pensamientos sobre todo lo que había dejado atrás.
Cada vez que intentaba relajarme y sumirme en la oscuridad del sueño, la imagen del rostro de Alexander inundaba mi mente. No podía evitar preguntarme cómo reaccionaría él si llegara a conocer la verdad que guardaba en mi pecho. ¿Me miraría con desprecio? ¿Desarrollaría un profundo resentimiento hacia mí por no haberle hablado sinceramente? .
Finalmente, el avión tocó tierra en el destino que había elegido. Opté por una ciudad pequeña y apacible, alejada del ruido constante y la presión de mi vida anterior. Anhelaba encontrar un lugar donde tuviera la oportunidad de comenzar de nuevo, un sitio donde nadie tuviera conocimiento de mi historia pasada. Mientras avanzaba por los amplios pasillos del aeropuerto, una intensa mezcla de alivio y nerviosismo invadió mi ser. Me encontraba sola en un entorno desconocido, rodeada de caras extrañas y voces que no tenía forma de interpretar. Sin embargo, a pesar de esa incertidumbre, también percibía la emocionante posibilidad de construir una nueva vida tanto para mí como para mi bebé.
Tomé un taxi que me llevó hasta el pequeño y acogedor apartamento que había arrendado. Aunque era modesto en su decoración y tamaño, tenía un ambiente cálido que me hacía sentir a gusto. Estaba situado a una distancia considerable del bullicioso centro de la ciudad, lo que me ofrecía la paz y la tranquilidad que tanto necesitaba en ese momento. Mientras comenzaba a desempacar mis pertenencias, me esforzaba por no pensar en lo que había dejado atrás, en la vida anterior que había decidido dejar. Este lugar representaba para mí un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, y era vital que enfocara mi energía en el futuro y en todo lo que podía construir desde aquí.
Los primeros días en mi nuevo hogar se sintieron profundamente solitarios. Me encontraba en un lugar desconocido, rodeado de un ambiente familiar, pero al mismo tiempo extraño. No había hecho amistades aún, así que la mayor parte de mis horas transcurría dentro de las cuatro paredes de mi casa. Trataba de encontrar mi lugar, de adaptarme a esta nueva vida que se me presentaba. La rutina diaria consistía en explorar mi entorno, familiarizarme con los rincones de mi nuevo espacio y, en ocasiones, perderme en mis pensamientos, recordando momentos pasados. La sensación de vacío a menudo me acompañaba, mientras intentaba hacer frente a esta transición y buscar maneras de conectar con la nueva comunidad que me rodeaba.