Alfa, Yo No Seré Su Amante

Con Anubis

Anubis estaba acostado en la cama sin ropa alguna, cuando en eso siente que entra alguien a la habitación, la cual traía encima un delicioso olor a Jacinto recién cortado, por el olor de la persona, él se da cuenta de que ese olor pertenece a una mujer.

Su yo interno tomó el control de su cuerpo, y con dificultad se levantó de la cama y al hacerlo, aquella mujer se abalanza sobre él, y le besa con descaro, lo que hace que dentro de él se encienda la llamas de la pasión, como lo haría una chimenea en invierno.

Fuera de sí, él tomó por la nuca a la mujer para profundizar aquel delicioso y exquisito beso, y siente la boca de la dama tan dulce como la miel, y de su garganta sale un delicado gemido de placer, lo que lo hizo aún estar más loco.

Sin delicadeza alguna, Anubis rompe la ropa de la joven y sin darle tiempo de escapar de sus dominios, la acostó a la cama y con su boca recorrió su cuerpo de una manera poco sana, y mientras lo hacía, se deleitaba con los gemidos que salían de la boca de la mujer a la cual no se le ve el rostro, debido a la oscuridad y a qué la bruma del celo le tiene la vista nublada.

Los besos van y vienen de partes de ambos y cuando Anubis sintió lista a la dama, entró en ella de una sola estocada, y siente como ella dejó salir un grito, y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Lo que significa, que él es el primer hombre de esa joven misteriosa, y eso, por alguna razón, lo hace sentir el bastardo más feliz del mundo.

Antes de que Anubis venga a darse cuenta, él siente como la joven se empezó a mover, y él, al ser un hombre entendido, sabe que es hora de disfrutar del momento y no se equivocó, ya que durante dos días y dos noches, aquella dama fue solo suya, de mil y una maneras habidas y por haber.

Después de esa noche, cuando su lobo estuvo totalmente satisfecho de tomar como quiso a semejante dama tan exquisita, ambos quedaron inconscientes, tal parece que el celo de Anubis llegó a su fin antes de lo acostumbrado.

Cuando recobró la conciencia, él se encontraba solo, y al lado opuesto de la cama, el lugar estaba más frío que el hielo.

Él trató de buscar a la dama en la habitación, con la esperanza de que ella esté en el baño, lavando su cuerpo, pero no, la dama lo dejo solo y se fue, y solo dejó como recuerdo una joya que por su aspecto, le dice que la dama es una noble señorita, o al menos lo era hace dos noches, ya que ella fue suya, y él fue el primero en su vida.

Por el hecho de que lo dejaron abandonado, su corazón se sintió roto, y una lágrima se escapó de sus ojos, como si hubiera dejado ir una parte importante de él, algo más valioso que toda su fortuna.

Su lobo estaba aullando de dolor y le pedía salir para ir a buscar a la dama misteriosa, cosa que él se rehusó en hacer, ya que si alguien ve a dicho lobo, se llenará de espanto y quizás hasta lo maten, o él haga una masacre, lo último es más probable que lo primero.

Lo que por el momento solo hizo fue ir a darse un baño, puesto que su cuerpo se sentía raro por el sudor, y cuando paso por el frente del espejo del lavado, se vio el cuerpo totalmente lleno de marcas, cosa que le hizo sonreír como un tonto que se enamora por primera vez.

Luego de bañarse, Anubis salió del baño y regreso a la habitación, en dónde ve la manchas de sangre en la sábana, cosa que lo llena de orgullo, y con una sonrisa complacida, él se colocó su ropa, para luego salir de allí con la joya que le dejó la dama en su bolsillo.

Fuera de la habitación estaba su asistente y amigo Leonardo, y este le esperaba para marcharse a su imperio, ya que llevaba días sin estar allí, y necesitaba regresar, para así ocuparse de sus otros asuntos, pero antes de irse, él pensó en dejar hombres de su entera confianza, para ver cómo ellos dan con el paradero de la dama misteriosa, y así darle una "recompensa" por ayudarle en su celo.

– Manda a los mejores hombres a buscar a la dama que estuvo conmigo esas dos noches __ dice con una sonrisa, la cual hizo que el pobre Leonardo se asustará, y cuando volvió en sí, ya su amo había salido de la posada para irse a su carruaje, el cual no tardó en ponerse en marcha.

En la actualidad

Fin del recuerdo de hace un mes.

Anubis Salvatore se fue a su habitación a darse un baño, debido a que cuando torturó a esos hombres no hace rato, la sangre le salpicó en la ropa, y él es un hombre totalmente obsesivo con la limpieza, y odia tener algún rastro de suciedad en su cuerpo.

Su lobo también era igual, y aunque era letal, siempre cuando mataba a su presa, terminaba tomando baños largos, pues él se la daba de muy señor.

Su lobo desde que estuvo con esa dama no ha querido salir a correr por las noches, ya que se siente triste, e insiste en ir a ese imperio a buscar el mismo a dicha mujer, cosa rara en él, por el hecho de que su lobo odia que mujeres de su misma raza se le acerquen, y nunca ha tenido contacto de ese tipo con alguna humana.

Lo que pasó hace un mes, fue también la primera vez para Anubis, y no porque en su imperio no tenga con quien pasarla bien, sino, que luego de lo que pasó con su mate, él no tolera el contacto con mujeres, y algo en ellas le desagrada, ya sea el olor, o simplemente su presencia, las únicas mujeres que tolera cerca, son su madre y su Nana, o cualquier mujer de la familia.

Cuando digo tolerar, me refiero a que Anubis no sale de la presencia de ellas, ya que para él la familia es de suma importancia, aunque viva solo en su mansión y sus sirvientes, solo sean todos hombres.

Más de una mujer se le ha insinuado de muchas maneras, pero él simplemente las rechaza sin piedad.

Lo único que su lobo disfruta al máximo, es acabar con sus oponentes, y cazar en el bosque alguna presa, el resto es como si no existiera para él, ya que es antisocial igual que Anubis.

Pero desde que tuvo con esa mujer, esa temible bestia se ha vuelto un dolor de cabeza, para él, pues no lo deja trabajar tranquilo, y por más de una ocasión, él ha tenido que cortar la conexión entre los dos.

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Rato después de estarse bañando, Anubis salió del baño, y se colocó una fina bata de baño, y salió de allí con el pelo aún húmedo.

En la habitación, ya la cena estaba lista en una mesa, parece que Leonardo como siempre hizo bien su trabajo.

Sin dudas, él toma asiento y se come su cena, luego, se toma una botella de vino que le dejó su Leonardo, y tras sentirse satisfecho de todo lo que tenía en la mesa, se fue a su cama con la intención de dormir.

Nada más le bastó cerrar los ojos para soñar con lo que pasó aquella noche, y aunque se empeñó lo suficiente en descubrir quién era la joven, no logró nada en lo absoluto, y solo logró sentir su delicado olor a Jacinto recién cortado, el aroma que más le gusta de todo.