Alexander Williams, es obligado a casarse con Valentina, la chica Curvy, para así el obtener el puesto de jefe en las constructora familiar.
Valentina no sabía quién era su prometido hasta el día de la boda, para ella fue el hombre más guapo, varonil, que ha visto en su vida, y fue amor a primera vista.
Para Alexander, fue lo peor del mundo, la miro con desprecio, incluso la tocó solamente en su noche de bodas, y eso porque estaba ebrio.
Valentina descubre la infidelidad de su esposo, y eso le causo un profundo dolor porque apesar de su indiferencia ella lo ama. Sabe que su esposo le pedirá el divorcio y aunque su corazón roto, está preparada para poner las cartas sobre la mesa, porque Alexander no se puede divorciar, al menos que ella lo quiera, fue algo estipulado en el contrato que el cabecilla les hizo firmar.
Valentina, le impone reglas a Alexander para así firmarle el divorcio ¿qué reglas serán?
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Quizás no regrese está noche
Valentina, se sorprende, pero disfruta de aquel beso, lo que más deja atónito a Alexander es que ella ingresa su lengua en él.
—estos jóvenes... dejen la pasión para la noche— se burla la señora Williams
Valentina deja de besarlo para bajar su mirada, literal, se sonrojo por completo, ella ni siquiera voltea a mirar a Alexander, no quiere que la felicidad que le causo ese beso, se heche a perder la fría mirada que este suele darle.
La señora Williams agarra la botella de vino y luego le guiña el ojo a Valentina, se marcha dejándolos solos.
—lo que me haces hacer— bufo él susurrando —necesito que te comportes
—¡No me hables así!— se enoja ella por lo sarcástico que es y se marcha a donde sus suegros dejando solo a Alexander
—por cierto, tengo algo importante que decirles, de mi parte... Voy a trabajar en la constructora, estudie administración, así que mi esposo y yo vamos a compartir más tiempo juntos— sonríe Valentina sabiendo que Alexander está siendo consumido por la ira
—eso me parece excelente, es tan igual a cuando mi esposo y yo trabajamos juntos para sacar la constructora adelanté, viejos tiempos, esos recuerdos tan buenos, pero luego llegó Alexander y me dediqué a él y claro que no me arrepiento, siento que he disfrutado cada proceso— la señora Williams sonríe mirando a Valentina con mucho aprecio
El celular de Alexander suena, por lo que Valentina fija su mirada en él.
—¿No piensas contestar querido esposo?
—es el día en familia, así que... No quiero hacerlo QUERIDA ESPOSA
Pero el celular de Alexander sigue sonando.
—contesta hijo, quizás es algo importante— aconseja su padre, y Valentina se sirve más vino, mientras clava su mirada en Alexander
—les pido un permiso— Alexander se coloca de pie y se retira para contestar la llamada
—¡Alex mi amor— es Lore que está impaciente, necesita saber si Alexander cumplió con su palabra
—cariño...— susurra él
—¿Por qué hablas así? ¿Qué sucede mi amor?
—Lore, mis padres están en casa
—entiendo, no sabes las ganas que tengo que cuando vivíamos juntos, tus padres nos visiten y yo atenderlos muy bien
—lo se...
—siento que no le has dicho a la gorda de tu esposa
Alexander suspira —escucha, las cosas se están complicando porque Valentina me amenazo.
—¡Te está manipulando Alex!— exclama Lore impaciente
—no te enojes cielo, mira... Deja que yo solucione si
—¿Cuando tiempo más tengo que esperar?— se irrita Lore
—escucha, ahora no quiero discutir contigo, por favor, no le sumes más tormentas a mi vida, te prometo que lo voy a solucionar, por los momentos no me llames
Mientras que Alexander habla por teléfono, Valentina lo observa desde una distancia, ella sabe que es su amante.
Alexander se tuvo que demorar un poco, debido a que Lore se había enojado mucho, por lo que Valentina le pidió a él a cambio.
Luego de aquel dichoso almuerzo, Valentina despidió a sus suegros, ella fue al mini bar y agarro una botella de vino, está aún muy dolida, tan solo descubrió ayer la infidelidad de su esposo, y le cuesta aceptarlo.
Cuando iba camino al jardín.
—Valentina tenemos que hablar— sugiere Alexander y ella se detiene
—¡Lo que tenía que decirte ya te lo dije!— sigue ella su camino y él se sulfura
Camina detrás de ella y la toma del brazo.
—¡No puedes ignorarme! ¡Yo sigo siendo el hombre de la casa! ¡Me debes respeto!
Valentina se suelta de su agarre, y con su mano libre, abofetea el rostro dios griego de su esposo.
—¡Me pides respeto cuando fuiste tú el primero que falló! ¿De verdad eres el hombre de la casa? ¡Eso a ti te queda muy grande!— gruño ella y Alexander le arrebató la botella de vino y la lanzo contra la pared
—¡No importa, busco otra!— se le ríe ella en la cara provocando más la furia en Alexander, le molesta que Valentina sea así, si ella en esos tres años matrimonio, era todo lo que él dijera, prácticamente sumisa, pero ahora, es todo lo contrario
Ella camina hacia mini bar, abre la botella de vino y bebio de ella misma.
—¡Te estás volviendo una alcohólica!
—sabes que Alexander— lo voltea ella a mirar, es una mirada fría y vacia al mismo tiempo —en la vida existe el karma y cuando la vida te haga pagar todo lo que tú me hiciste, vas a comprender mi dolor, pero como ahora no te importa ¡No me jodas la vida!
Justamente tocan el timbre de la puerta.
—¿Escuchas? ¡Quizás y sea tu amante!— se burla Valentina —¡Ve abrir la puerta! ¡Anda corre y recibe a esa mujer con tus brazos bien abiertos
—¡No sabes lo que dices!— voficero Alexander y fue abrir la puerta, es el mejor amigo de Alexander
—Milan, regresaste— lo saluda Alexander
—si, fueron muchas vacaciones, pero mirada nada más a la señora Williams, que bella estás hoy Valentina— la halaga Milán y ella le sonríe
—al menos tú no tienes los ojos en tu trasero— lanza ella la indirecta, deja la botella de vino en la mesa pasando por el lado de los dos hombres —tienen mucho de que hablar
—¿¡A donde crees que vas!? ¡Tenemos que hablar, camina Alexander detrás de ella
—¡Déjame en paz! Por cierto... Quizás no regrese está noche, adiós Milán, estás en tu casa— sonríe Valentina y sale de la casa
—¡¡Valentina!!— gruño Alexander
—es mi imaginación o ¿Valentina te quiere asesinar? ¿qué le hiciste amigo?— Milán mira extraño a Alexander
—¡Esa mujer es un tormento!— se queja Alex y sale de la casa —¡Alto ahí Valentina!
—¡Tu no me das órdenes!— contraataca Valentina
—creo... Que vendré en otro momento— Milan camina hacia su auto
—no, no te vayas Milán, quédate porque creo que ustedes tienen mucho de que hablar, así... Sus conversaciones de hombre estúpidos que hablan hasta de la basura que se cogen, ¡Me largo!
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Hola estimadas lectoras y fieles lectoras, recuerden que mañana es inicio de votación, así que recuerden votar por esta historia, y al caer la noche si estamos en los tres mejores lugares, les regalo una maratón, un abrazo.