Alexander Williams, es obligado a casarse con Valentina, la chica Curvy, para así el obtener el puesto de jefe en las constructora familiar.
Valentina no sabía quién era su prometido hasta el día de la boda, para ella fue el hombre más guapo, varonil, que ha visto en su vida, y fue amor a primera vista.
Para Alexander, fue lo peor del mundo, la miro con desprecio, incluso la tocó solamente en su noche de bodas, y eso porque estaba ebrio.
Valentina descubre la infidelidad de su esposo, y eso le causo un profundo dolor porque apesar de su indiferencia ella lo ama. Sabe que su esposo le pedirá el divorcio y aunque su corazón roto, está preparada para poner las cartas sobre la mesa, porque Alexander no se puede divorciar, al menos que ella lo quiera, fue algo estipulado en el contrato que el cabecilla les hizo firmar.
Valentina, le impone reglas a Alexander para así firmarle el divorcio ¿qué reglas serán?
No puedes perderte está gran historia.
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Vamos a jugar...
—¡No te atrevas a tocarme!— habló entre dientes Valentina
—deja a un lado tu ira, yo voy a calmar tus ganas— se retira él, el pantalón
—¡No es cuando tú quieras! ¡Yo soy la que decide!— Valentina se puso de pie, pero no contaba con que Alexander la tomara entre sus brazos, y luego la besara, literal, eso la tomó por sorpresa
En la forma en que él la besa; con deseo, lujuria, como rodea sus manos con la cintura de ella para atraerla más, donde ni siquiera la deja respirar porqué el beso es muy demandante.
Valentina, aunque está matada con ese beso, ella saca fuerzas y lo empuja, y luego limpia sus labios como si le hubiera dado asco haber sido besada por su esposo.
Pero para el colmo de Alexander, ella lo abofeteó más, y eso fue suficiente para que Alexander, la volviera a agarrar y la llevará a la cama, donde la acostó obligada y se subió encima de ella.
—¿¡Qué te sucede!?— Valentina hace fuerza, pero él la agarro de las manos y la tiene crucificada, lo peor de todo, es que sus grandes pechos quedaron expuestos para él, donde no dudo mirarlos —¡Suéltame Alexander!— ordena ella agitada
—No. Resulta que hoy mi esposa se portó muy mal, entonces le haré pagar los disgustos que me hizo pasar el día de hoy
—¡Pudrete! ¡Esto es nada para lo que quiero hacerte pagar!— Valentina se quiere zafar, pero no puede
—¿Enserio? Entonces... Vamos a jugar— a Valentina no le agrado para nada tales palabras
—¡No Alexander! ¡No te atrevas!— lo sentencia ella, al ver como él acerca su rostro, sintiendo la respiración en su pecho —¡Maldito! ¡Eres un degenerado! ¡No me apetece estar contigo!
—¿No? Ya lo veremos...— pasa su lengua lentamente en la línea recta que divide sus grandes pechos, los cuales se erizan y se ponen erectos —¿No es que no te hago sentir nada?— bufó él, sabiendo perfectamente lo que está haciendo
—¡Vete al infierno!
—¡Nos vamos a ir los dos querida esposa!— sonríe él perverso, y ella jamás lo había visto así
Alexander Williams, lame y succiona, por lo que ella reprime sus deseos, y sigue tratando de zafarse.
—¡Déjate llevar!— pidió él, en un leve susurró justo en el oído de Valentina
Ella cierra sus ojos.
—tienes razón— hablo ella provocante
—para ser sincero, ocultas mucho— besa su cuello con sensualidad
—sigue así— jadea ella y él siente más ganas
—te voy a compensar mis años de ausencia— regresa él a sus labios, para abrir las piernas de Valentina
Pero ella aprovecha para darle un buen golpe con su rodilla, a su erecta hombr**, y si que lo golpeó duro, porque lo hizo retorcerse del dolor, y aquella llama de pasión, desapareció.
—¡Estás mal de la cabeza!— se queja él, su rostro está sonrojado —¡Me dejaste sin hijos!
—¡Te estoy haciendo un favor!— gruñó ella colocándose de pié, y corre hacia el baño
—¡Valentina, espera!— Alexander intentó ir trás ella, pero Valentina fue muy perspicaz y se encerró en el baño, siente su cuerpo tan pero tan caliente, que no pudo evitar mirarse al espejo
Sus labios están hinchados por aquel beso tan demandante de Alexander.
—¡Te vas arrepentir Valentina!— el rugido de su esposo, la hace reírse sola mientras se mira al espejo —¡Tu, te lo pierdes!— se empieza a vestir con dificultad
—¡No te necesito!— lo hace enojar mas Valentina
—tendrás que llegar a la casa, esto no se va a quedar así, te lo juro Valentina
Alexander Williams, muy indignado se marcha. Valentina al percibir que se cerró la puerta, sale del baño, y se ríe a carcajadas.
Mientras que él, necesita desquitar su irá, por lo que llama a Lore. Pero esta no le contesta.
Al estar en su auto, golpea el volante con frustración y mira hacia el hotel, le causa cólera la actitud de Valentina.
Al día siguiente, Alexander deja de trabajar, y no está de muy buen genio, pobre de sus empleados tenerlo que aguantar.
Pensó, que ahí estaría su esposa, siempre con el desayuno listo, preocupándose por él, pero no, la mesa está vacía, como él durmió en otra habitación, no se percató de que Valentina no regresó anoche a casa.
Frunce el ceño al verla entrar, lleva un vestido color palo rosa puesto, ceñido a su cuerpo, tacón alto color negro, su cabello bien arreglado y gafas de lujo puestas, entra como la señora de la casa.
—¿¡Qué son estas horas de llegar Valentina!?
Pero ella lo ignora.
—¿¡Se te olvidó que tienes un esposo que atender!?— la fulmina Alexander
Ella se retira las gafas.
—oh cierto, no me acordaba que soy casada— sonrisa maliciosa —contrata a una empleada, porque yo, no tengo tiempo para cocinarle a una hombre desconsiderado como tú
—¿Ya no piensas hacer nada en esta casa?— Alexander está irritado
—No— esa fue la respuesta de Valentina, ella sigue caminando hacia las escaleras, pero él se apresura para agarrarla del brazo y atraerla
—¡No te pases de lista!
—no... No me pasó, yo soy lista, así que déjame en paz— se vuelve ella a colocar las gafas, y se suelta de su agarre
—¡Al diablo!— gruñó Alexander
—eso vete, vete que tienes mucho, pero mucho trabajo— sigue subiendo ella las escaleras sin mirar atrás
—¡Cierto que quiere trabajar!— sonríe él malicioso al recordar una de sus propuestas
—¡Te vas ya, en este momento conmigo! Hay mucho, pero mucho trabajo por hacer
—Hoy tengo una cita muy importante, así que no... No pienso trabajar hoy
—¿¡Entonces cuando!?— bufo impaciente
—¡Cuando a mí, se me dé la puta gana!— exclamó ella desafiante y lo voltea a mirar
—¡estas muy equivocada! ¡yo soy el jefe!
—esa contractura también es mía, por ser tu esposa, también me pertenece, así que no me vengas a dar órdenes, porque eso conmigo no te funciona querido esposo
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hola lectores, está pareja está explosiva ¿ahora que pensara Alexander al respecto? debido que ahora Valentina es más fuerte que nunca.
recuerden dejar el me gusta y el comentario, aún faltan votos amores, apoyen bastante 💜
Me gusta mucho..Gracias por escribir tan bien.