Esposa Por Sorteo. El Secreto De Jade

El día del anuncio de compromiso llegó en un cerrar y abrir de ojos y a diferencia de lo que esperaban Juliano Bofantti y Mijail Chandoski, los novios se presentaron ante las cámaras de televisión tomados de las manos, sonrientes y visiblemente enamorados frente a la compañía.

Bruno pidió que todos hicieran silencio mientras que los novios se acomodan frente un atril .

Vladimir saludó a todos y luego dio un breve discurso informando a todos sobre su compromiso con la señorita Jade Bofantti y confirmó que su boda se celebraría en una ceremonia íntima y privada, en una capilla afueras de la ciudad el día veintisiete del corriente mes.

—Señor ¿puede decirnos cómo se conocieron?—preguntó un periodista.

—Por supuesto —respondió y sin omitir ni un detalle contó cómo se conocieron en su fiesta de cumpleaños y que desde ese día  intentó conquistarla hasta que finalmente lo consiguió, sin embargo no había sido nada fácil ya que ella estaba postulada para ser novicia.

Entonces las miradas de curiosidad se dirigieron hacia la joven que por su parte comentó sobre su estadía en el convento y como desde el día que conoció a su prometido puso en duda su vocación de entregarse a Dios hasta que finalmente comprendió que si tenía dudas era porque realmente no deseaba ser monja.

Los periodistas y el público en general suspiraban ante tan bella historia de amor, entonces alguien pidió que se besen y ellos lo hicieron sin ningún pudor.

—Bueno, eso es todo —anunció Vladimir mientras abrazaba de manera posesiva a Jade de la cintura y le depositaba un beso sobre su cabello—. Gracias a todos por venir y sí tienen alguna duda pueden comunicarse con mi asistente.

La pareja se retiró ante los flashes de la cámaras de fotos y las cámaras de televisión y una vez dentro de la empresa Vladimir acortó la distancia que los separaba y susurró

—Primera fase del plan cumplida, seguramente esos miserables se sorprenderán al ver que estamos juntos y que nos llevamos bien.

—Solo espero no haber despertado una bestia, tu padre es un demonio —dijo con temor y aferrándose a la cintura de su novio en busca de protección.

— Esa es la idea que intente algo y cometa un error—susurró sobre su cabeza.

 […]

Mientras tanto en la mansión Mijail se atragantaba al ver que su hijo estaba muy feliz, siendo acompañado por su mujer.

—¡Maldición, así no tenían que suceder las cosas! ¡Ella es mía!—gritó de pronto apagando la televisión y arrojando el control remoto contra la pantalla

—¿Qué pasa cariño?¿Qué te puso de mal humor?—preguntó Rubí entrando a la habitación con un pote de helado.

—¿Me estás tomando el pelo, que preguntas tontas son esas?—dijo enfurecido y golpeando con fuerza el colchón de la cama, mientras que la piel de su cuello se enrojecía y la vena de su frente se pronunciaba y latía sin parar.

— No amor, es que todo estaba bien hasta que fui a la cocina por el helado  y ahora…

—Y ahora acaban de anunciar el compromiso de Vladimir con Jade por la televisión. Los malditos están en todos los canales hablando como si fueran una pareja feliz —la interrumpió y con ira le arrojó la almohada a la cara y Rubí retrocedió asustada—. Y a diferencia de lo que sería un simple anuncio mi hijo y tu hermana salieron en una conferencia de prensa muy enamorados y sin dejar de besarse.

—Eso es imposible, mi hermana está refugiada en un convento, ella desea ser monja —comentó saboreando el postre e ignorando por completo lo que sucedía en su casa por estar de fiesta.

—Al parecer ya no es así, mientras tú te revolcabas con media ciudad, la monja conquistó a Vladimir.

Rubí lo miró con asombro, eso no era posible, su hermanastra era una mujer aburrida que solo escribía o leía todo el día y no tenía gracia para nada, entonces dijo.

—Debe haber algún error, hablaré con mi padre, seguro él sabe que sucede realmente, quizás esa mujer sea una impostora.

— El helado te congelo el cerebro, esa mujer era Jade, la reconocería con los ojos cerrados.

— Perdón, solo quería ayudar.

—¡Si quieres ayudar, mejor deja de comer y ve a deshacerte de ese bastardo ahora que Jade conquistó a Vladimir, ese niño no me sirve para nada!—ordenó y se levantó de la cama, restando importancia a su desnudes y con pasos lentos se dirigió hasta donde estaba y la tomó con fuerza del cuello —. Si no acabas con ese bastardo por la buenas lo haré yo por las malas ¿entiendes?

—Sí —respondió casi sin aliento y dejando caer su helado y tratando de soltarse lo empujo con fuerzas, pero solo logró que él se enfureciera y apriete más su garganta.

— Muy bien, tienes cuarenta y ocho horas ordenó y la soltó.

Mijail se dirigió al baño, mientras que Rubí tosía sin parar entonces con ternura acarició su vientre, pese a que ese bebé era hijo de un viejo sin corazón, ella lo quería tener, así que dejando el pote de helado derramándose sobre el suelo, salió del cuarto decidida a no volver a poner un pie en esa mansión, no soportar ni un solo insulto de Mijail Chandoski.

 […]

En cambio en la mansión de Juliano, él aplaude feliz junto a su esposa. Al fin esa bastarda había servido para algo y al conquistar a Vladimir ellos se aseguraban aumentar su fortuna.

—Papá, no me parece justo, Jade no merece sufrir a lado de un extraño, ninguna de nosotras lo merecemos—protestó Esmeralda al saber que ella era la próxima en contraer matrimonio con un desconocido—. ¿Por qué no podemos ser una familia normal, sin reglas absurdas?—preguntó mientras se ponía de pie y salía de la sala.

 — Ella tiene razón—intervino Sarah de repente—. Mi niña no tiene porque desposarse con nadie, ahora que esa bastarda nos dará una fortuna.

Juliano se puso de pie, caminó hasta la puerta y la cerró para evitar que los demás escucharan su conversación, entonces se sirvió un coñac y mirando a su esposa dijo.

—Tenemos que hablar.

—Cariño, ¿qué sucede? No me asustes—dijo llegando a su lado y tomando el brazo de su esposo.

Juliano se separó de su mujer, su perfume lo asfixiaba o era verdad que se le atravesaba en la garganta lo que impedía respirar con normalidad, entonces tomó el trago de un solo sorbo y confesó.

—Estamos en la ruina—pronunció de repente y Sarah lo miró asombrada—. Lo único que tenemos es está casa y lo que podamos conseguir del casamiento de Jade con Vladimir o de Esmeralda con Robert.

—¡¿Qué?! Eso es imposible, nuestras minas eran un imperio, tu padre nos aseguró que tendríamos un gran futuro y no debíamos preocuparnos por nada —habló sin parar mientras se movía de un lado para el otro agarrándose el pecho que amenazaba con colapsar.

—Como toda mina tiene su vida útil y las nuestras están muertas, ya se acabaron las piedras preciosas.

— ¡No puede ser, eso es mentira!

— Ojala fuera mentira pero hace unos años que no logró extraer ni un solo rubí, o una esmeralda que sea pura y de gran valor, en cambio como si fuera una broma los mineros solo encuentran jades en cada una de las excavaciones.

— Esto debe ser una broma—murmuró dejándose caer en un sofá.

— No lo es y por más que suene cruel, lo único que nos queda es vender a nuestras hijas.

— Rubí está embarazada, nadie la aceptará —comentó mientras su voz se quebraba al comprender que era pobre.

— Debemos descubrir quién es el padre y obligarlo a que se haga responsable de sus actos.

— Con un heredero en su vientre esa niña vale oro.

— Aunque sospecho que nuestra hija se metió con un pez gordo —dijo Juliano con una sonrisa en sus labios.

Rubí se alejó de la puerta sintiendo que su mundo se derrumbaba bajo sus pies, ella no se casaría con Mijail, no después de ver como la maltrató por un simple comentario. Como un ente sin vida subió hasta su cuarto, buscó su pasaporte, armó una maleta y salió de la mansión, sin siquiera ser vista por algún sirviente. Ella tenía ahorros suficiente como para tomar un vuelo e irse lejos de esa ciudad.