Ava Becker nunca imaginó que cumplir su sueño de ser modelo la llevaría a un mundo de luces y sombras. Dulce, hermosa y con una figura curvy que desafía los cánones de la moda, logró convertirse en la musa de Aurora Lobo, la diseñadora más influyente de Italia. Sin embargo, detrás de las pasarelas y los reflectores, Ava sigue luchando contra sus inseguridades y el eco de las voces que siempre le dijeron que no era suficiente.
Massimo Di Matteo, miembro de la mafia italiana, jamás creyó en el amor a primera vista. Rodeado de mujeres perfectamente delgadas y dispuestas a todo por tenerlo, su vida parecía marcada por el poder, el control y el deseo superficial. Hasta que la ve a ella. Una mirada basta para romper todos sus estándares y derrumbar cada una de sus certezas: Ava no es como las demás… y justamente por eso, la quiere para sí.
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Pequeña escapada.
Ava Becker 💖
Han pasado ya varios días desde el lanzamiento de la colección y todavía siento el eco de aquella noche vibrando dentro de mí. Fue un sueño hecho realidad: luces, cámaras, aplausos, sonrisas… y sin embargo, entre todos los recuerdos, hay uno que insiste en regresar a mi mente como una obsesión.
Massimo Di Matteo.
Su nombre retumba en mi cabeza como un mantra peligroso. Recuerdo su mirada oscura e intensa, profunda, capaz de desnudarme sin tocarme. La firmeza de su voz grave y el magnetismo de su porte. Todo en él tiene la capacidad de desarmarme, de ponerme nerviosa como nunca antes lo había estado frente a un hombre.
Sacudo la cabeza mientras camino hacia el interior de la universidad. No debo pensar en eso. No debo permitirlo. Mi vida tiene un rumbo claro: mis estudios, mi carrera como modelo y mi madre. Punto. No hay espacio para fantasías con un hombre que pertenece a un mundo muy diferente al mío.
Y, sobre todo, no hay espacio para volver a sufrir.
Ya lo viví antes. Hace un par de años me ilusioné con alguien en mi clase, un chico simpático que parecía interesado en mí. Duramos algunos meses, pero pronto descubrí que todo era un juego cruel. Me utilizó, se burló de mí y de mi cuerpo, y cuando me dejó, lo hizo con palabras que aún me hieren como cuchillos: “Nadie va a tomarte en serio con esos kilos de más.”
Nunca se lo conté a mamá. Nadie en mi familia supo lo que ocurrió. Guardé el secreto como una cicatriz oculta que todavía me arde cuando lo recuerdo.
Por eso, ahora, cada vez que pienso en Massimo, me repito lo mismo:
Un hombre como él jamás se fijaría en una mujer como yo. Y si lo hiciera, sería solo para llevarme a la cama y luego desecharme como a un trapo y yo ya no estoy para eso.
Algunas noches, cuando el insomnio me vence, he llegado a buscarlo en internet. Y la pantalla siempre confirma mis miedos: Massimo Di Matteo aparece en portales de farándula, fotografiado con mujeres distintas cada semana. Todas espectaculares, delgadas, perfectas, colgadas de su brazo como trofeos. Play boy, le dicen. Sí, lo es. Y yo no seré una más de esa extensa lista.
Respiro hondo y me obligo a concentrarme en el presente.
Mis clases avanzan bien. Estoy en el tercer año y aunque hay días en los que las responsabilidades me aplastan, me siento orgullosa. En el mundo del modelaje también han surgido oportunidades después del desfile, y Aurora me ha dado una confianza que me ayuda a seguir luchando contra mis inseguridades.
Cada mañana, frente al espejo, repito lo que ella me enseñó:
“Debes amarte a ti misma primero. Halágate. Siéntete hermosa, perfecta.”
No siempre lo creo, pero lo intento. Me digo: Ava Becker, eres suficiente. Eres valiosa. Eres perfecta como eres.
Y entre todas esas ocupaciones, un evento se acerca con rapidez: el cumpleaños de mamá.
Desde aquel terrible accidente en el que casi la perdimos, mamá no había querido celebrar nada. Pero este año decidió hacerlo. Habrá una gran fiesta en la mansión. Amigos, socios, miembros de la organización… todos estarán allí. Y también Aurora, que diseñó un vestido especial para ella. Ver a mamá volver a sonreír me llena de felicidad, aunque no puedo evitar sentir nervios. Todo evento de la familia Becker siempre está envuelto en ese aire de poder y de peligro que me recuerda que no somos una familia común.
...
Es media mañana y acabo de salir de una clase aburridísima de derecho internacional. Normalmente mi guardaespaldas, Enzo, me espera en la salida principal de la universidad, pero hoy decido hacer algo distinto. Una pequeña travesura.
Salí unos veinte minutos antes y tomé otra ruta. Caminé rápido, con el corazón acelerado, casi como una niña escapando de casa por primera vez. No lo hago con mala intención… solo quiero sentirme libre. Quiero caminar sola por las calles de Milán, entre la gente común, perderme en el bullicio de la ciudad.
Milán tiene ese encanto especial: el aroma a café recién hecho que escapa de las cafeterías, las vitrinas elegantes mostrando bolsos y zapatos de diseñador, las calles empedradas que guardan siglos de historia. Me pongo mis gafas oscuras, ajusto la bufanda alrededor de mi cuello y disfruto de la sensación de pasar desapercibida.
Pero pronto, algo cambia.
Una extraña sensación se enciende en la base de mi cuello. Es como si alguien me observara. Como si cada paso que doy fuera seguido.
Al principio pienso que es mi imaginación. Sigo caminando, paso por una librería, luego por una pequeña heladería. Me obligo a mirar los escaparates, a distraerme. Pero la incomodidad crece.
Me detengo frente a una vitrina y aprovecho el reflejo del vidrio para echar un vistazo detrás de mí. Nada. Nadie sospechoso. La gente camina normal, ocupada en sus asuntos.
—Tranquila, Ava… —me susurro a mí misma, aunque mi voz tiembla.
Sigo caminando, ahora un poco más rápido. Pero la sensación no desaparece. Al contrario, se intensifica. Mis palmas empiezan a sudar. Escucho mis propios tacones resonar contra la acera y, entre ese eco, juro que hay otro ritmo de pasos siguiéndome.
Me detengo de golpe y giro sobre mis talones. Otra vez, nada. Solo un anciano con un bastón cruzando la calle, una pareja discutiendo en la esquina, un niño corriendo tras una pelota.
Respiro hondo, tratando de calmar el pánico que amenaza con subirme por la garganta.
—Estás siendo paranoica —me digo. Pero mis instintos gritan otra cosa_. Joder, eso me gano por salir sin mi guardaespaldas.
Aprieto mi bolso contra el pecho y decido regresar por un atajo hacia la avenida principal. Necesito encontrar a Enzo cuanto antes, antes de que se dé cuenta de que lo esquivé y me mate con una de sus sermoneadas.
Acelero el paso. La calle se siente más silenciosa, más fría. Cada sombra se vuelve sospechosa. Y justo cuando doblo la esquina, lo escucho claramente: pasos apresurados detrás de mí.
Mi corazón se desboca.
—¡Mierda! —murmuro, apretando el paso.
No me atrevo a mirar atrás. Todo mi cuerpo está en alerta, cada fibra de mí grita que corra. Pero si corro, confirmo que tengo miedo. Y si de verdad me siguen… eso podría ser aún peor.
La voz de mi madre resuena en mi mente: Nunca confíes en nadie, Ava. El apellido Becker abre puertas, pero también atrae enemigos.
Y ahora lo siento con más fuerza que nunca. Qué idiota soy.
Me encantó 💕
Gracias 🌹 Rositha!
Se porto bien mi bombón 😘
se las recomiendo
pero tu todavía bo lo sabes 😉 paciencia
que todo llega a su tiempo.