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Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Status: Terminada
Genre:Romance / Venganza / Mujer poderosa / Matrimonio arreglado / Reencarnación / Completas
Popularitas:506
Nilai: 5
nombre de autor: Bruna Chaves

Traicionada por su propia familia, usada como pieza en una conspiración y asesinada sola en las calles... Ese fue el cruel destino de la verdadera heredera.
Pero el destino le concede una segunda oportunidad: despierta un año antes del compromiso que la llevaría a la ruina.

Ahora su misión es clara: proteger a sus padres, desenmascarar a los traidores y honrar la promesa silenciosa de aquel que, incluso en coma, fue el único que se mantuvo leal a ella y vengó su muerte en el pasado.

Decidida, toma el control de su empresa, elimina a los enemigos disfrazados de familiares y cuida del hombre que todos creen inconsciente. Lo que nadie sabe es que, detrás del silencio de sus ojos cerrados, él siente cada uno de sus gestos… y guarda el recuerdo de la promesa que hicieron cuando eran niños.

Entre secretos revelados, alianzas rotas y un amor que renace, ella demostrará que nadie puede robar el destino de la verdadera heredera.

NovelToon tiene autorización de Bruna Chaves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7

Las semanas siguientes fueron como caminar en un campo minado. Serena Valente comenzaba a conquistar pequeños espacios en la empresa, pero los enemigos no permanecían inertes. Cada día, nuevos rumores surgían en los periódicos: algunos la llamaban oportunista, otros decían que estaba usando la condición del marido para promoverse. Había hasta materias insinuando que la familia Valente había manipulado documentos para legitimar el casamiento. El escarnio de la sociedad parecía no tener límites, pero Serena ya había aprendido a no abatirse. Aún así, sabía que los enemigos no se contentarían apenas con ataques en las sombras. Más temprano o más tarde, intentarían algo en público, donde la vergüenza pudiera destruirla de una vez.

Ese momento llegó en una mañana lluviosa de viernes, cuando recibió una invitación inesperada para una asamblea extraordinaria en la empresa. El documento venía firmado por uno de los primos más influyentes del marido, aquel mismo que, en la vida pasada, había liderado el saqueo de toda la fortuna. La justificación oficial era discutir los rumbos de la compañía en tiempos de “incertidumbre”. Pero Serena sabía la verdad: querían expulsarla del tablero.

Aquel día, se vistió con cuidado. Escogió un traje negro de corte preciso, que transmitía seriedad, y se recogió los cabellos en un moño firme. El espejo reflejaba una mujer que ya no tenía nada de la joven ingenua de antes. Había en sus ojos una frialdad calculada, como el hielo que antecede una tempestad.

Cuando entró en la sala de asamblea, todas las miradas se volvieron hacia ella. La mesa larga estaba cercada de accionistas, directores y parientes distantes. El aire olía a tensión y desdén. El primo se levantó con una sonrisa arrogante, abriendo los brazos como si fuera el anfitrión.

—Señora —dijo, con falsa cortesía—, agradecemos su presencia. Este encuentro es de extrema importancia para el futuro de la compañía.

Serena se sentó con calma, cruzando las piernas y apoyando las manos sobre la mesa. —Imagino que sí —respondió—. Al final, ustedes no harían tanto esfuerzo apenas para saludarme.

Algunos rieron discretamente, pero la provocación dolió en el orgullo del primo, que respiró hondo antes de continuar.

—Como todos saben —dijo él, elevando la voz—, la empresa atraviesa un momento delicado. Nuestro heredero legítimo está incapacitado, e infelizmente cayó sobre nosotros la responsabilidad de decidir quién debe conducir los negocios.

Él la encaró directamente. —Muchos aquí creen que la señora no posee preparación, ni legitimidad, para ocupar esa posición.

El murmullo recorrió la sala como un viento frío. Serena se mantuvo firme, sin desviar la mirada.

—Qué curioso —dijo, con calma—. Porque, según la ley, soy esposa de él. Y como tal, tengo derecho legal de representarlo. ¿O será que ustedes desean contestar eso delante de los tribunales?

El primo sonrió de lado, como quien esperaba esa respuesta. —Exactamente, señora. Fue por eso que trajimos un documento que comprueba la incapacidad del casamiento.

Un abogado se levantó, exhibiendo un dosier voluminoso. Alegaba que el marido, estando en coma, jamás podría haber consentido la unión, tornándola nula. Los ojos de todos se volvieron hacia Serena, esperando verla vacilar.

Pero ella apenas rió. Una risa baja, fría, que resonó en la sala silenciosa. —Es impresionante cómo ustedes consiguen manipular palabras. Pero saben cuál es la diferencia entre nosotros? Yo tengo algo que ustedes nunca tendrán.

—¿Y qué sería? —preguntó el primo, irritado.

Ella abrió su carpeta y esparció sobre la mesa una serie de informes financieros, contratos y comprobantes de transacciones. —Pruebas. Todas las movilizaciones sospechosas hechas por ustedes en los últimos meses. Dinero desviado, contratos sobrefacturados, acuerdos secretos con competidores. Tengo todo aquí.

El choque recorrió los rostros de los presentes. El primo palideció, intentando disimular la tensión.

—Eso es una acusación grave —dijo, con voz trémula.

—Grave es robar una empresa mientras el verdadero dueño está incapacitado —repuso Serena, firme—. Grave es intentar manipular la opinión pública para justificar sus crímenes.

Ella entonces se volvió a los accionistas. —Sé que muchos de ustedes dudan de mí. Sé que creen una locura que una mujer joven asuma esa posición. Pero miren bien: ¿quién aquí trajo pruebas? ¿Quién aquí está intentando proteger los intereses de la empresa? ¿Y quién está intentando destruirla por ganancia?

El silencio fue total. Algunos accionistas comenzaron a intercambiar miradas desconfortables. La fuerza de la verdad era más pesada que cualquier rumor.

El primo intentó recomponerse. —Usted piensa que puede vencer esa batalla sola, pero está equivocada.

Serena se irguió lentamente, sus ojos chispeando. —No estoy sola. Tengo el nombre de él, tengo la ley y tengo la verdad. Ustedes pueden intentar derrumbarme, pueden llamarme loca, pueden odiarme. Pero nunca conseguirán apagar lo que soy: la esposa de él. Y mientras yo esté aquí, nadie robará lo que pertenece a él.

El impacto de sus palabras pairó en el aire como un rayo. Muchos de los presentes, mismo aquellos que dudaban de ella, sintieron un respeto silencioso crecer. El primo, derrotado por ahora, recogió sus papeles y se limitó a lanzarle una mirada de odio.

La asamblea terminó sin que consiguieran sacarla del cargo. Serena salió del edificio con la cabeza erguida, mientras los reporteros intentaban arrancarle declaraciones. No dijo nada. El silencio era su arma.

Aquella noche, volvió al hospital más temprano. Se sentó al lado de él, segurando su mano como siempre hacía.

—Hoy ellos intentaron destruirme en público —dijo, con voz baja—. Pero no consiguieron. ¿Y sabe por qué? Porque cada vez que pienso en desistir, recuerdo el día en que usted cargó mi cuerpo sin vida. Recuerdo la furia en sus ojos, la promesa que no pudimos cumplir. Yo no voy a permitir que nada se repita.

Por un instante, sintió nuevamente la presión suave en los dedos de él. Un escalofrío recorrió su espina. Tal vez fuese apenas reflejo. Tal vez fuese algo más.

Sonrió, cerrando los ojos. —Aguante firme. Cuando despierte, encontrará todo de pie. Yo prometo.

Y en aquella promesa silenciosa, grabada entre Serena y el hombre adormecido, el destino comenzaba a moldarse nuevamente.

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Topy71 🇦🇷
Tiene que esvonder a los padtes donde nadie sepa nada ni los conosxa
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