Mia es una joven que tiene muchos planes y sueños junto a su novio. Siente que todo se le viene encima cuando La familia de el la rechaza cuando se enteran que es huérfana, lo peor es cuando se entera que su novio siempre estuvo comprometido con otra.Con todo en contra ella logrará volverse una mujer sobresaliente pero algo no estaba en sus planes que una noche conoce a un hombre que la desestabilizaria en todos los sentidos, Será capaz Mía de darse otra oportunidad con el tío del que ella creyó un día era el amor de su vida?
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Cara a cara
—Señorita Mia, siéntese por favor —me dice Eliot antes de salir casi huyendo.
—¿Es en serio? —le digo seria, y él se acomoda en su lugar.
—¿Es en serio qué?
—No trabajas de seguridad, ¿verdad?
—No —responde mientras se acomoda las mangas del saco que trae puesto.
—Me mentiste. ¿Por qué? No me digas que eres de esos que creen que una se acuesta o anda con ellos por su dinero.
—Tú sola te hiciste esas ideas. Yo nunca te mentí. ¿Y qué? ¿Te enoja que pagaste por sexo?
Dice eso, y solo logra que me enfurezca más.
—Yo no pagué por sexo.
—Lo hiciste. Las dos veces que pasó, me pagaste. Y las otras, que no pasó nada, no lo hiciste.
—¿Ese es el problema? ¿Que no te pagué?
—No dije eso —responde serio.
—Por lo que veo, ahora sí hablas, ya que antes tenía que sacarte las palabras a la fuerza.
—Dijiste que no hablaríamos.
—Solo haces lo que te conviene —le digo, enojada.
—Bien, señorita Mia, tome asiento. Veo que tiene nuevas ideas, y eso nos hizo elegirla —me dice, serio, leyendo en la computadora la información que mandó mi secretaria. Me enoja aún más. Es un descarado.
—Señor William —dice un sujeto al entrar, el mismo con el que coincidimos en el elevador—, llamé a seguridad. Su hermano quiere hablar con usted, pero se le negó el paso.
Solo nos vemos de reojo.
—Que saque cita —dice él, sin dejar de escribir.
El secretario se retira. ¿Qué clase de tipo es? Su hermano está afuera, y aún así necesita cita. Lo miro mientras lo insulto en silencio.
—Así que hasta abreviaste tu nombre para que no supiera...
—Me interrumpiste. ¿Trajo más información? —me pregunta, serio.
¿Cómo puede una persona tutearme y luego tratarme con tanta formalidad?
Me levanto, acerco la información que dejé en la mesa y me inclino para explicársela. Sus ojos se quedan en la parte de arriba de mi blusa… no me di cuenta de que el primer botón se me había abierto.
—Creo que venías preparada para agradarle al dueño —me dice.
—Señor William, como usted dijo, estoy aquí por lo que sé, no por cómo vengo vestida. Y si así fuera, no tengo compromisos con nadie. Soy libre de hacer lo que yo quiera.
Él sigue escribiendo, luego levanta la vista y llama a su secretario.
—Mauricio, revisa mi agenda. Dale a la señorita Mia la cita más próxima que tenga, para que este proyecto se realice lo antes posible.
Ni Mario me había hecho querer insultar a alguien como lo provoca él. Y no sé por qué.
Me levanto tomando mis cosas.
—¿Señorita, puede sentarse? Aún no acabamos.
Como la profesional que soy —y porque sé que esto me ayudará, ya que ni los padres de Mario han logrado establecer algo con esta empresa— no puedo dañar la oportunidad por las estupideces de este hombre.
Me siento de nuevo. Él se levanta de su escritorio y camina hasta donde estoy. Me extiende la mano, y dudo en tomarla.
—Bienvenida a Arqui-Tech.
Estoy por darle la mano, pero entonces lo escucho decir:
—Ya nos hemos tocado... y no solo las manos. Incluso he visto otras cosas.
Siento que me pongo como un tomate.
—Créeme que si cobrara por tener sexo, aún me deberías mucho —dice con una sonrisa cínica.
—Yo pago como siento que fue... y, pues, ¿qué puedo decirle, señor William? He estado con mejores —le digo dándole la espalda.
Estoy por abrir la puerta, con una sonrisa en mi rostro... que se desvanece cuando me sujeta de la cintura, me da la vuelta y me besa.
Ambos nos separamos bruscamente cuando la puerta se abre de golpe, dejando entrar a Eliot.
—Lo siento. No quería interrumpir —dice, al vernos.
—¿Por qué no tocas? —le reclama William, molesto.
—Señor William, espero la fecha de la cita. Será un gusto trabajar con usted —le digo, saliendo lo más rápido que puedo.
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