Diana es una chica que fue criada en un orfanato, donde al cumplir la mayoría de edad debe emprender su camino. Mientras tanto fue ocultada del sacerdote del orfanato por una monja, ya que aún no era capaz de alzar el vuelo sola. Veremos qué le dejará el futuro a la joven Diana
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Capítulo 7
Los pasos de Diana eran lentos y pesados, como sino tuviese prisa por llegar a su destino, en realidad Diana temía, sabía que debía marchar en algún momento pero le costaba aceptarlo. Al fin llegó a su habitación, solo la hermana sol Inés estaba allí, no había rastro del sacerdote por ningún lugar.
- Siéntate hija, le indicó la monja al verla.
Ella obedeció.
- Quedamos en un acuerdo, el sacerdote te deja quedar, pero a cambio deberás encargarte del papeleo de la iglesia, llevaras los registros, organizar los documentos, lo que él te indique a modo de pago por estar aquí, ya no debes ocultarte de él. Y lo más importante que podrás marchar sólo cuando tú lo decidas y no antes.
Diana abrazo a la monja, le había quitado un gran peso de encima, la verdad no le apetecía marchar aún. Le dió mil gracias a la hermana, so día siguiente se las daría al sacerdote, pero recuerdo que Diego esperaba por ella. Se despidió de la monja y corrió afuera, había pasado un tiempo desde que ingresó en el orfanato.
Al salir allí estaba el, esperándola, verlo le dio una hincada en su corazón, tuvo que toser para disimular.
- Por fin, irás a mi casa, dijo el cine tan solo verla.
- No, me dejaran quedarme, solo debo hacer unos trabajos a modo de pago, hicieron una excepción. Le explicó Diana.
- ¿Qué trabajos? Preguntó él.
- Nada grave, solo ser como una secretaria.
- Entiendo, entonces no irás conmigo hoy.
- No, pero de verdad muchas gracias, fue un bello gesto el de hoy.
Diego miró a Diana con una sonrisa, rápidamente cambio si expresión cuando notó que estaba atontado.
- La hubieras pasado bien, dijo con doble intensión.
La verdad que él tenía un carácter entre serio y desinhibido. Esa falta de censura en sus palabras sonaban cómo campanas de alertas para Diana, recordaba la mala opinión que lo precedía y la hizo volver a la realidad de que frente a él había un hombre capaz de hacerse el bueno con tal de llevarla a la cama.
- Tomate el día, me dijo él. Arregla estos asuntos, descansa. No te preocupes como soy el jefe no tendrás problemas. Me dijo riendo.
- Está bien gracias.
- Me das tu número, insistió él.
- No tengo móvil, se me rompió y no he podido comprar otro, el que tenía fue un regalo que me hicieron en mi cumpleaños.
- Bueno, hasta la próxima.
- Hasta la próxima, le dijo mientras lo veía marchar.
Diana regresó contenta a su habitación, le había gustado mucho pasar un rato con Diego y mucho más que se preocupara por ella al punto de esperar en la noche, en plena calle. Fue y se mojó el rostro con el agua de una pequeña palangana que había en la habitación para sacar esos pensamientos impuros que le vinieron de pronto.
Luego comenzó a rezar, a dar gracias por esta nueva oportunidad y pedir perdón por sus sentimientos. Seguidamente cambió su ropa y fue a descansar. Al día siguiente iría con el sacerdote, solo esperaba que me fuera bien y no hubiese malentendidos, de todas formas no pretendía estar mucho tiempo viviendo allí.
Que quedarce con el sacerdote siempre algunos siempre les gana la tentación.
esta buena la novela