AMOR TERMINAL: Recuperando A Mi Ex Esposa

Sebastian frunció las cejas con fuerza y la miró en silencio.

Shirley sabía muy bien que él no estaba dispuesto a aceptar.

Su mujer más amada resultó herida y la persona que la lastimó fue ella misma. Sebastián quería cortarla en mil pedazos y arrojarla al mar para alimentar a los tiburones. ¿Cómo podría estar dispuesto a acompañarla a mirar las estrellas?

Pero lo que él no sabía es que, si no fuera porque Sylvia la provocó, Shirley, con su cuerpo débil que parecía poder caer cuando soplaba el viento, nunca hubiera lastimado a Sylvia, ni siquiera tocar su fina ropa.

Hablando de su ropa, Shirley miró la falda de Sylvia.

Había pequeñas flores de lavanda bordadas a mano, se veían tan hermosas.

A Sebastian le gustaba mucho este tipo de estampado floral. En el guardarropa anterior de Shirley, ocho de las diez piezas de ropa que tenía eran todas florales; él las eligió todas.

En este momento, la falda que llevaba Sylvia era plana, incluso la textura no había cambiado, era nueva.

¿Y su dueño?

De pronto Shirley lloró desgarradoramente, le dolían hasta los huesos.

Shirley se rio entre dientes: "Señorita Baker, disculpe me tome la libertad de preguntar, ¿De qué trabajas?"

Sylvia estaba tan asustada que se estremeció por completo, e inmediatamente se puso en los brazos de Sebastian: "Sebastian ..."

"No tengas miedo, no dejaré que te haga daño". Sebastian la agarró por la cintura y le acarició el pelo, su voz era tan suave.

Cuando miró a Shirley, esa dulzura desapareció sin dejar rastro: "¿Para qué preguntas eso?"

Ella sonrió y dijo: "Nada, solo por curiosidad".

"Esto no tiene nada que ver contigo, Shirley. Te aconsejo que no pienses en dañar a Sylvia".

"Sebastian, también te aconsejo que no uses esta actitud para hablar conmigo. Cuando me vuelvo loca, ¡ni siquiera puedo controlarme!"

"Shirley..."

Vio la ira de Sebastian, pero ya no se atrevió a responder por miedo que le suceda algo a Sylvia, Shirley casi se rio a carcajadas.

Todos tenemos debilidades, pensó ella.

Su debilidad era su hijo y la debilidad de Sebastian era Sylvia. Ya no importaba. En el corazón de Sebastian, ella era una persona malvada, y no importaba si era aún más malvada, ya nada cambiaría.

Shirley pasó junto a ellos y abrió la puerta de a la mansión y dejando una frase: "Nos vemos en la azotea a las 7:00 para la puesta del sol".

Su habitación, que estaba en el segundo piso de la mansión tenía un gran ventanal de vidrio.

Cuando regresó a la casa y miró hacia abajo, Sebastian y Sylvia ya se habían ido sin dejar rastro.

Probablemente la llevó al hospital, ¿verdad?, pensó Shirley

Se fueron tan rápido que debe estar muy preocupado por Sylvia

Sebastian era una persona así, y siempre se mostró reacio a dejar que su amada sufriera un poco.

Shirley, que una vez fue la muñeca en la cajita de cristal protegida por Sebastian, se había convertido gradualmente en la persona que él más desprecia en el mundo, y todo gracias al trabajo sucio de Sylvia.

Ya no importaba. Todo ha sucedido. Ella no podía cambiar nada. Ahora la única esperanza era quedar embarazada como deseaba para salvar a su bebé.

Sacó su teléfono móvil, lo puso en el soporte y encendió el botón de grabación de video.

Shirley miró a la cámara con una suave sonrisa: "Cariño, soy tu mamá, no sé si podrás ver este video algún día, pero si puedes, tal vez yo ya no pueda estar contigo. Pero no estés triste, mamá acaba de irse a otro mundo, donde hay flores, praderas, montañas y arroyos de agua cristalina, es hermoso y hay ... mucha paz…"

Ella sonrió y sus ojos mostraban la ternura del amor maternal.

"Es posible que mamá no pueda acompañarte en tu crecimiento, pero tienes que saber que mamá realmente te ama mucho. Mamá ha estado pensando en qué tipo de nombre debería ponerte, antes no tenía respuesta, pero hoy puedo decir que tu nombre es Charles Jones, muy varonil, ¿verdad?

"Cariño, si extrañas a tu madre, mira las estrellas en el cielo. Mamá está ahí. Te visitaré todas las noches y me quedaré contigo ..."

Shirley no pudo seguir hablando y estalló en lágrimas… Rápidamente se tapó la boca y apagó la grabación. No podía dejar que su hijo la viera así.

Ella guardó el video y lo almacenó en una unidad flash USB. Bajó las escaleras y encontró paquete del correo.