¿Cómo inició? como para terminar de este modo. Frente al Archiduque Maximilian yacía la mujer que creyó muerta.
Aquella dama que todo el mundo creyó muerta. Pero ante la conmoción de todos en aquel banquete Imperial, la voz del principe heredero que no ocultaba su molestia frente a la situación resonó en todo el salón.
«¡¿Cómo te atreves?!»
Él era un hombre que estuvo en la guerra desde hace 15 años, pero lo que los sorprendía no era la cara del principe heredero lleno de un aura asesina, sino el niño pequeño que traía en sus brazos, uno que tenía su mismo cabello blanco.
Y para Maximilian la cara de la dama no era lo que él conocía.
Ella no podía ser Jadella, ella no podría ser su difunta esposa, ella no podía serlo, por qué la Jadella que él conocía... jamás lo miraría con tanto desprecio.
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FUNERAL
...«Jadella»...
...«¿Qué ocurre Maximilian?»...
...«quiero que hagamos una promesa»...
...«¿Una promesa?»...
...El pequeño Maximilian de 13 años ofreció su meñique a su prometida de 12 años....
...«ya que seremos marido y mujer cuando seamos adultos, prometamos que ocurra lo que ocurra siempre procuremos proteger uno del otro»...
...Jadella presionó su meñique con el de su prometido con una sutil sonrisa....
...«¡Si!»...
...«¡Nunca!, ¡Pero nunca debemos permitir que el otro muera!»...
...«¡Si!, Si no que una maldición caiga sobre el otro, una terrible maldición»...
[Calor... hace... mucho calor, ¿Hace mucho calor?]
Abrió los ojos abruptamente y se encontró rodeada de fuego.
«¡¡¡!!!»
La cabaña se estaba incendiando y ya había dejado sin escapatoria a Jadella.
[¡¿Por que hay un incendió aquí?!]
***
Eliot estaba volviendo del pueblo y ya era casi de noche.
[Me tomó más tiempo de lo esperado, con todo esto podremos irnos mañana. Bueno, si ella viene conmigo- ¡¡!!]
Todo su cuerpo entró en pánico al ver como el fuego iluminaba con fuerza en lugar dónde estaba la cabaña.
«¡¡Jadella!!»
Apresuró el paso, pero seguía pareciendole demasiado lento.
«tsk, maldición» [tengo que usar eso]
Aspiró el aire helado de las montañas nevadas y sus tatuajes blancos se tornaron negros iguales a sus ojos y se extendieron como raíces hasta llegar a sus ojos.
Su presencia incluso puso temerosos a los lobos blancos que eran quienes cargaban los víveres en su lomo.
Una sombra malvada y extremadamente cruel parecía estar detrás de Eliot que no dudó en correr con mayor velocidad a la cabaña.
***
Yair que también estaba cerca a la cabaña se desesperó al ver el fuego en la cabaña.
«¡¡Más rápido!!»
Azotó al pobre caballo que luchaba para ir más rápido, pero el animal terminó tropezando y cayendo a la nieve.
«Ugh»
Le dolió como el infierno sus heridas, pero se arrastró por el suelo y se paró como pudo a pesar del agonizante dolor.
«señora, por favor» [¡¡Que haya salido!!, ¡¡Qué no este allí dentro!!]
Llegó al frente de la cabaña con falta de aire, su señora no estaba afuera.
«¡¡Señora!!»
«¡¡Quítate!!»
«¡!»
Yair volteó hacía atrás viendo a un chico con cabello blanco que jamás había visto.
«¿Quién-»
Eliot lo ignoró y entró a la cabaña que empezaba a caer poco a poco y el humo era asfixiante.
«¡Jadella!»
«cof, cof, cof, cof, E-cof, ¡¡Eliot!!, cof, cof ¡Cof!»
Él corrió rápido a la recámara volviendo a su orma original y viendo a Jadella tratando de salir, pero era muy complicado por el humo.
La cargó en sus manos como una princesa y salió de la cabaña dónde Yair estaba con la cara de preocupación como nunca lo hubo tenido.
«¡Señora!»
Jadella se sostenía con fuerza de Eliot, a penas si pudo abrir un ojo para ver a Yair.
«cof, cof, Sir Yai-ir»
Eliot se tumbó en la nieve junto con Jadella con un gran suspiró de alivio y Yair se acercó tomando sus manos
«señora, ¿Está bien?, ¿Está lastimada?, ¿Tiene alguna quemadura o herida?»
Jadella alejó las manos de Yair y se aferró a Eliot mientras trataba de recuperar el aliento. El peliblanco suspiró aliviado de tenerla en sus brazos y la abrazó.
«con calma Jadella, con calma, estoy aquí»
«cof... si»
Mientras Jadella seguía tosiendo Yair preguntó:
«¿Quién es usted?»
Su hostilidad se mostró, pues, Jadella era su señora.
Eliot lo miró con unos ojos tan aterradores que hicieron tragar saliva a Yair.
«¿El Archiduque está loco?, ¿Era necesario cumplir su promesa de incendiar esta cabaña?»
«¿Qué?, ¡No!»
«¡¿Entonces como explicas que se haya incendiado una cabaña tan bien construida?!, ¡¡Jadella casi muere!!, ¡¿Eso quería?!, ¡¿Matarla por haberle pedido el divorcio?!»
«n-no... ¡Mi señor sería incapaz de hacer eso a la señora!, ¡Él la ama!»
«¡¡Si así es como "ama" no quiero saber cuando odia!!»
«Eli-iot»
Interrumpió una débil Jadella.
«Jadella, ¿Estás bien?»
«los papeles... de divorcio...»
Eliot los sacó de su bolsillo.
«aquí están, los guardé yo, no se quemaron ¿Vez?»
Jadella agarró débilmente los papeles y le dio una a Yair.
«¿Señora?»
«por favor, cof..., Yair, envialo al Emperador»
«¡!»
«yo... me divorcie y quiero morir siendo... sólo Jadella Horteira»
«¡¿Disculpe?!»
«Yair, te suplico que le digas a todo el mundo que morí aquí»
«¿Es... una broma señora?, ¡¿Quiere fingir su muerte?!»
«sniff, te lo ruego Yair, sólo quiero desaparecer..., no quiero soportar el hecho de regresar al Ducado Horteira..., diles que llegaste y no pudiste hacer nada»
«pero... señora, será complicado engañar la investigación»
«por favor»
Eliot acarició la mejilla de Jadella preguntándole.
«¿Estas segura que quieres morir?»
Jadella asintió.
«si..., yo quiero estar muerta frente a todo la sociedad»
«entonces, ¿Está bien si vienes conmigo?»
«...voy contigo, a dónde sea que vayas Eliot, sólo, no quiero regresar»
Las noticias sobre la muerte de Jadella Horteira se extendieron por todo el Imperio y era el tema más hablado en el mundo de la nobleza.
Después de todo era de Jadella de quién se trataba, la denominada "esposa perfecta de Maximilian Reiban" o mejor dicho "la ex-esposa perfecta de Maximilian Reiban".
La hermosa y talentosa Jadella había dejado este mundo en un accidente de incendio en la cabaña del Norte perteneciente a las propiedades del Archiduque Reiban.
Nadie entendía que había pasado con exactitud, después de todo, primero había desaparecido y luego simplemente se anunció que había fallecido. Todo era sumamente extraño.
Y en el funeral fue peor, cuando la oración del sacerdote terminaba y Maximilian lanzaba su rosa blanca en el hueco en dónde ya estaba el ataúd de su ex-esposa, las amigas de Jadella: Lourdes y Carolina le lanzaron una cuchetada en pleno evento funerario.
¡Plap!
¡Plap!
Ambas estaban llorando con mucho dolor, le gritaron con crueldad.
«¡¿Después de lo que le hiciste, tienes el maldito descaro de aparecer aquí?!»
«¡¡Por tú culpa está muerta!!, ¡Lo único que hizo por ti fue amarte!»
«¡Pudrete!»
«¡Vete!»
«¡No me interesa cuán poderoso seas, yo no haré más negocios contigo!»
«¡Igual!, ¡El solo pensar en tener que soportar tu cara me dan arcadas!»
Fue una terrible escena que estuvo en boca de todos por muchos meses.
Pero a quién más afectó todo esto fue a Leonor estando en su embarazo. Por supuesto el Conde le oculto lo ocurrido con Jadella ya que sabía que se pondría muy mal.
Lourdes y Carolina lo apoyaron y le ayudaron a mantener oculto la notícia lo más que pudieran, no eran crueles, simplemente no querían que esto afectará la salud de los bebés que muy pronto darían a luz.
Pero igual se terminó enterando dos meses después de la muerte oficial de Jadella y entró en trabajo de parto aún faltando un par de semanas.
Aunque fue difícil y sentía morir dio a luz a tres bebés felizmente sanos.
Frente a la cuna de sus bebés lloró por la muerte de su amiga.
«sniff, Jadella... Jadella, yo sniff, ¡Al menos debiste conocerlos!, ¡Se supone que tu nombrarías a al menos uno de mis bebés!»
Lucían le tocó el hombro y Leonor se volteó para abrazarlo, buscando un refugio en los brazos de su amado esposo.
«mi amor»
«por favor, cariño..., llévame a su tumba cuando este mejor»
Lucían la abrazó más fuerte y besó su frente.
«lo haré, te lo prometo y también llevaremos a nuestros bebés. Les contaré que tuvieran una buena tía alguna vez, que los consintió con muchos regalos antes de partir»
Leonor no podía parar sus lágrimas al recordar la última vez que vio a su amiga, esa vez le había traído muchos regalos.
«jaja..., sniff, ella... Jadella hubiera sido una excelente madrina ¿Verdad Lucían?»
«no lo dudo mi amor»