Nerea, luego de terminar con una relación por más de diez años, se ve en la obligación de buscar otro prometido antes de que su familia se entere que ya no se va a casar.
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capítulo 3
Mientras caminaba por la playa, me preguntaba si iba a poder trabajar junto a Mateo sin perjudicar la dinámica del equipo. No podía ni hablarle, estaba tan enojada con él que sentía que si pasábamos más de cinco minutos juntos me rompería a llorar y lo que menos quería era que él viera mi dolor.
De pronto mi celular comenzó a sonar y al ver que era papá el que llamaba suspire y poniendo mi mejor voz fingida dije.
— Hola papito... ¿cómo estás?
— Hola cariño, bien aquí tu madre también te manda saludos...— Pronto escucho como ambos empiezan a pelear por el teléfono y escucho a mi madre decir — Que sueltes... Hola nena ¿cómo estás?
— Hola mamá...
— Escucha aprovechando nuestro viaje a París te compré las telas para tu vestido de novia y parte del ajuar. Aún no me has enviado el diseño que te gustaría para tu vestido y necesitamos ponernos ya en eso si quieres que tu vestido este a tiempo. Porque no pides unos días para venir a visitarnos a Italia y ya te tomo las medidas y todo lo que necesitó para hacer tu vestido.
— Mamá estoy muy ocupada en este momento. No puedo ir, tengo un gran proyecto y...
— Nena tu boda es más importante, ¿cómo está, Mateo? Envíale saludos de mi parte, ¿Él ya visito el sastre al que lo envié? Dile que no se preocupe por los gastos que nosotros cubriéremos todo...
Guarde silencio por un momento y no me atreví a decirle lo que estaba sucediendo, mi madre se escuchaba muy ilusionada, así que solo conteste.
– Sí mamá, él ya se está encargando de eso. Estamos bien, podemos hablar después... tengo trabajo.
— Claro cariño, no te canses ¿bueno? Te quiero... tu padre te manda un beso también.
Al colgar la llamada suspiré y tome asiento en la arena, como iba a decirle a mi familia lo que estaba pasado. Estaba segura que si mis hermanos se enteraban, matarían a Mateo.
Mi familia era muy sobre protectora, soy la menor de cuatro hermanos, cuando decidí venir a los Estados Unidos a hacer una pasantía para terminar mi carrera, tanto mis hermanos como mis padres estuvieron en contra de dejarme venir. Solo mi hermana Laura estuvo de mi lado, logró convencer a mi familia y pude venir aquí a estudiar. Fue entonces cuando conocí a Mateo. Él era otro pasante novato que me hacía reír con sus chistes y bromas, ambos sentimos una conexión especial desde el primer momento. Tarde un tiempo en contarle a mi familia de su existencia, de hecho ellos creen que empezamos a salir desde el año pasado. No es que quisiera ocultárselo, pero al escucharlo sobre protectores que eran todos con mi hermana Laura y su ahora esposo, no quería que eso mismo me pasara a mí. Es por eso que al tomar la decisión de ir a vivir juntos, le conté a mis padres sobre nuestra relación. Al principio mis padres insistieron para conocerlo, pero entre mis proyectos y sus trabajos, no habíamos podido encontrar la oportunidad. Mis padres son adinerados, ambos tienen su compañía dedicada a la industria de la moda. Papá es el CEO y mamá la diseñadora, mis hermanos también trabajan en la empresa familiar y Laura es diseñadora como mamá, cuando descubrí que no quería seguir con la tradición familiar, me costó un poco contarles también cuáles eran mis sueños. Tenía miedo de decepcionarlos, pero para mi sorpresa ellos decidieron apoyarme y en cuanto les dije que trabajaría para la familia Montenegro papá estuvo aún más feliz. Felipe Montenegro es conocido en el mundo de los empresarios, pero para papá es más que un colega, él es su mejor amigo. Cuando termine mis estudios le pidió a mi padre mi currículo y me recomendó en recursos humanos, desde entonces no ha hecho nada más por mí, pero cada vez que ve mi nombre en uno de los proyectos de su empresa, le dice a papá que soy muy buen elemento en su compañía y que está feliz de tenerme en ella.
Mientras seguía pensado en como iba a decirle a mis padres que mi compromiso se había terminado, la tarde cayó así que volví al hotel y me dirigí al restaurante para comer algo. Al llegar vi a mis colegas comiendo todos juntos y al verme me llamaron para tomar asiento junto con ellos.
— Nerea... Ven siéntate con nosotros.
Dice Linda, la paisajista. Me acerqué a ellos y tomando asiento veo que Mateo también estaba allí.
— Gracias, ¿ya pidieron?
—No... aún no, acabamos de llegar, ¿tú donde estabas?
— Estuve en la playa un rato.
Veo como me miran y mirando a Mateo, Linda dice.
— Oh... están aprovechando el día libre los tortolitos...
Veo como Mateo frunce su rostro e iba a contestar, pero me adelanté y dije
— De hecho, quiero pedirles que no toquemos ese tema. Hemos decidió romper nuestro compromiso, y no quiero que esto afecte la dinámica de nuestro equipo, ni mi trabajo. — Veo como todos guardan silencio y Mateo me mira inexpresivo. Pronto el mesero se acerca a nosotros y tomando la carta pido mi comida ignorando a todos a mi alrededor.
La cena fue silenciosa, podía sentir las miradas de todos a mi alrededor, pero disfrute de mi comida sin ningún problema. No iba a demostrar debilidad, ninguno de ellos era mi amigo, no tenía por qué contarles mi vida. Termine de cenar y levantándome de mi asiento dije.
— Lo siento, tengo asuntos que terminar, disfruten su cena.
Empecé a caminar con dirección a la salida del restaurante, pero en cuanto salí la mano de Mateo volvió a tomar mi brazo y guiándome por los pasillos llegamos a uno que estaba desolado y habló.
— ¿Qué es lo que te sucede? ¿Por qué tuviste que decirles eso?
— Porque es la verdad, no quiero sentirme más incómoda de lo que me siento ahora.— Me solté de su agarré y agregué — Eso también va para ti, no quiero que me dirijas la palabra si no es exactamente necesario.
— ¿Por qué actúas así? No lo entiendo...
— ¿Qué esperabas? Que estuviera tirada llorando por ti — Sonreí con ironía y me autoconteste.— No, ya perdí mucho tiempo en esta relación que no me llevó a ninguna parte. No voy a perder ni un minuto más en ti.
— No quiero verte mal, no digas eso. Pero no esperaba que nuestra relación fuera así... Nerea yo te quiero... Mis sentimientos por ti siguen siendo los mismos, lo que no sé es si estoy dispuesto a casarme y...
— Ja, ja, ja, ¿Te quiero como amigo? ¿Enserió Mateo? Creí que esas frases hechas solo aparecían en las novelas. No necesito palabras de consuelo, ni una amistad de tu parte. No la necesito. Si ya terminaste de seguir metiendo el dedo en la llaga déjame en paz.
Mire por ultima vez su rostro y saliendo del pasillo, me dirigí nuevamente a la playa, al llegar las lágrimas comenzaron a bajar. No podía creer lo que me estaba pasando. El hombre que amaba se había convertido en mi verdugo y parecía ser ciego ante mi dolor. Yo no necesitaba su amistad, ni tampoco su lástima, solo quería que me dejará en paz. Mire a mi alrededor y al ver que no había nadie cerca me quite la ropa y quedando en traje de baño me metí a nadar. La noche está hermosa y esperaba que el mar se llevara mi angustia. Mientras estaba nadando vi que no muy lejos mío alguien parecía estar luchando para salir a la superficie y dirigiéndome hacia esa persona la ayude a salir a flote, al ver que era mi jefe dije.
— Tranquilo... lo tengo.
Veo como toma una gran bocanada de aire y con dificultad dice.
— Un calambre...
— No hable... apóyese en mí.
Use toda mi fuerza para nadar de regreso y al llegar a la orilla ambos caímos rendidos en la arena respirando con dificultad. Veo como me mira de repente y dice.
– Gracias... No sabía que hacer... nunca me había pasado algo como eso.
Sonreí y conteste.
—No creí poder ayudarlo, casi lo dejo, Usted es muy pesado.
Veo como sonríe y sentándose a mi lado dijo.
— Que bueno que no lo hizo.
Nos quedamos por un momento más en silencio y agregó.
— Por favor, no le mencione esto a nadie.
— No planeaba hacerlo, tranquilo.
— Que bueno que no fui el único que deseaba un baño nocturno.
Me senté al igual que él y dije.
— De hecho estaba por ir a dormir, fue casualidad que estuviera aquí. No debería volver hacer algo como eso.
Veo como me mira y contesta
— Tranquila, la próxima vez la llamaré para que me haga compañía.
Sonreí por sus palabras y luego volviendo a quedar en silencio ambos disfrutamos de la cálida noche.