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Voces entre las Montañas.

Voces entre las Montañas.

Status: Terminada
Genre:Terror / Completas
Popularitas:4.1k
Nilai: 5
nombre de autor: 2AO'LBTG

Un grupo de extraños, atraídos por razones misteriosas a un pueblo olvidado en las montañas, descubre que el lugar oculta más de lo que parece. El pueblo, en apariencia inofensivo, está marcado por una tragedia oscura de la que nadie habla. Poco a poco, cada miembro del grupo comienza a experimentar visiones y fenómenos que erosionan su sentido de la realidad. Mientras luchan por descubrir si todo es producto de sus mentes o si una entidad maligna acecha, enfrentan la posibilidad de que quizá nunca podrán escapar de lo que desataron.

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Capítulo 18: El Último Grito

El aire estaba cargado de tensión mientras Erika permanecía inmóvil, enfrentando a la criatura que parecía alimentarse de sus temores. La sombra, oscura y amorfa, se extendía y retorcía como si fuera una parte viva del mismo inframundo. Los ecos de los gritos perdidos resonaban alrededor, casi ahogando el sonido de su propia respiración.

Erika apretó los puños, su mente clara y decidida. Esta vez no huiría. Su hermano estaba ahí, apenas visible, como una figura borrosa al otro lado de la neblina que cubría el suelo. Sabía que la criatura no la dejaría pasar sin luchar, y ya había aceptado que no sería una pelea justa.

—Devuélveme lo —demandó con una voz firme, aunque su corazón latía con fuerza.

La sombra soltó una carcajada gélida, un sonido que no pertenecía a este mundo.

—¿Crees que puedes vencerme, pequeña? —se burló la criatura—. Este lugar no es para los vivos. Tu hermano ha sido consumido por los ecos, y pronto, tú también lo serás.

Las palabras de la criatura cayeron pesadamente sobre ella, pero no dudó. Recordó todo lo que había pasado hasta este momento, todo el dolor y el sacrificio que había soportado. No podía detenerse ahora.

—Si este es su destino, lucharé por cambiarlo —dijo Erika, adelantándose un paso.

La batalla fue brutal. Cada ataque de la criatura parecía sacudir el mismo suelo bajo sus pies, pero Erika esquivaba y respondía con todo lo que tenía. Sabía que no podía derrotarla por la fuerza, pero no necesitaba vencerla físicamente. Solo tenía que llegar hasta su hermano, liberarlo de la influencia de la criatura.

Mientras la sombra la envolvía, Erika sintió cómo su energía se desvanecía. La criatura parecía alimentarse de sus miedos, de sus recuerdos, llevándose con ella cada fragmento de esperanza que quedaba en su corazón. Pero justo cuando estaba a punto de rendirse, recordó la última conversación que tuvo con su hermano antes de que desapareciera.

—No importa lo que pase, siempre estaré contigo, Erika —le había dicho.

Esa promesa, esas palabras, le dieron la fuerza que necesitaba.

—¡No me vas a quitar eso! —gritó, desatando una fuerza interna que ni siquiera sabía que tenía. Con un movimiento desesperado, se lanzó a través de la oscuridad, dirigiéndose hacia la figura de su hermano, su único faro en el caos.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, sus manos tocaron las de su hermano. El contacto fue real, tangible. Su hermano estaba ahí, atrapado en ese mundo de sombras, pero vivo. El eco de su voz se apagó en ese momento, reemplazado por un suave susurro.

—Erika... —murmuró él, abriendo los ojos lentamente—. Sabía que vendrías.

La criatura lanzó un rugido de ira al sentir que perdía el control, pero era demasiado tarde. Erika, con su hermano en sus brazos, comenzó a retroceder hacia la luz que apenas empezaba a filtrarse a través de las grietas de la cueva. El último grito de la criatura resonó con una mezcla de furia y desesperación, como si supiera que estaba condenada a quedarse atrapada en ese lugar, sola y olvidada.

—Vamos, tenemos que salir de aquí —le dijo Erika a su hermano, mientras ambos corrían hacia la salida.

La cueva comenzó a desmoronarse, el suelo temblaba bajo sus pies y las paredes se agrietaban. El portal por el que habían entrado se cerraba rápidamente, y sabían que solo tenían un momento para escapar.

Con un último esfuerzo, Erika y su hermano saltaron hacia el portal justo cuando la oscuridad los alcanzaba. La sensación de caer de nuevo en el vacío los invadió, pero esta vez, no había miedo. Habían sobrevivido, y aunque las cicatrices de esa experiencia los acompañarían para siempre, sabían que lo peor había quedado atrás.

Cuando finalmente tocaron tierra firme, el aire fresco y limpio les llenó los pulmones. Erika se tambaleó, agotada, pero cuando miró a su hermano, sonrió.

—Te prometí que te traería de vuelta —dijo, y por primera vez en lo que pareció una eternidad, ambos rieron.

Sin embargo, en ese momento de alivio, algo en el aire cambió. Una inquietud se asentó sobre ellos, como si las sombras aún acecharan en el horizonte. El cielo, que momentos antes era azul y despejado, ahora se tornaba gris, y una brisa helada atravesaba la escena, llenándola de un ominoso silencio.

—¿Erika? —dijo su hermano, frunciendo el ceño—. ¿Sientes eso?

Ella asintió, el nudo en su estómago volviendo a apretar. La sensación de que algo no estaba bien la envolvía de nuevo. Las sombras no habían desaparecido, solo se habían reagrupado, esperando el momento propicio para atacar de nuevo.

—No podemos quedarnos aquí —respondió Erika, intentando mantener la calma—. Necesitamos un lugar seguro, un refugio.

Los dos comenzaron a caminar, buscando a tientas un camino en medio de la desolación. Cada paso que daban parecía resonar en el silencio, y cada sombra que se movía en el rabillo de sus ojos les recordaba que la amenaza aún estaba presente.

Después de unos minutos de caminar, encontraron una antigua cabaña en medio del bosque. Las paredes estaban cubiertas de hiedra y los cristales de las ventanas estaban rotos, pero era un refugio. Entraron, cerrando la puerta tras de ellos.

El interior estaba en ruinas. Muebles desgastados y cubiertos de polvo se alineaban contra las paredes. Una chimenea vacía se alzaba en el centro, su oscuridad parecía devorar la luz que entraba. A pesar de la apariencia deteriorada del lugar, era un alivio estar dentro, lejos de la negrura exterior.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó su hermano, sus ojos aún llenos de confusión.

Erika respiró hondo, tratando de organizar sus pensamientos. No podían descansar, no cuando la sombra seguía acechando. Tenían que encontrar una manera de detenerla de una vez por todas.

—Vamos a buscar algo que nos ayude —dijo Erika, comenzando a explorar la cabaña. Se movía de un lado a otro, abriendo puertas de armarios y cajones, mientras su hermano la seguía de cerca.

De repente, se detuvo al abrir un viejo baúl en un rincón oscuro. Dentro, encontró una antigua linterna y un montón de libros polvorientos. Uno de ellos, más grueso que los demás, atrajo su atención. Tenía un título desgastado: “El Arte de la Oscuridad”.

—Esto podría ser útil —dijo Erika, sacando el libro y abriéndolo con cuidado. Las páginas estaban amarillentas, pero las ilustraciones y las palabras parecían susurrar secretos olvidados.

Mientras leía en voz baja, su hermano se asomó por encima de su hombro. Las palabras hablaban de rituales antiguos y maneras de ahuyentar sombras. Había una sección que describía cómo usar la luz para contrarrestar a las criaturas del inframundo.

—Podríamos usar la linterna junto con esto —sugirió su hermano, su entusiasmo creciendo.

Erika asintió, sintiendo una chispa de esperanza. Comenzaron a preparar lo que necesitaban, y a medida que lo hacían, el aire a su alrededor comenzó a cambiar. La atmósfera de la cabaña se volvió pesada, como si las sombras las estuvieran observando desde fuera, esperando el momento propicio para entrar.

Mientras se preparaban, el sonido de un rasguño rompió el silencio. Ambas cabezas se giraron hacia la puerta, el corazón latiendo en sus pechos. Erika y su hermano se miraron, la tensión palpable entre ellos.

—¿Qué fue eso? —susurró él, su rostro pálido.

Erika levantó la linterna, sintiendo cómo la luz temblaba en sus manos.

—No lo sé, pero debemos estar listos —respondió, preparándose para enfrentar lo que fuera que estuviera afuera.

La puerta comenzó a abrirse lentamente, y el frío del exterior se filtró en la cabaña. Con un grito, Erika encendió la linterna, iluminando el umbral con una luz brillante.

La sombra se detuvo en seco, apenas visible en la luz, pero aún amenazante. Con un movimiento brusco, la criatura se lanzó hacia ellos, pero la luz de la linterna pareció tener un efecto. La sombra se retorció y chilló, como si le doliera.

—¡Ahora! —gritó Erika, apuntando la linterna directamente hacia la sombra.

Erika sintió cómo una oleada de energía surgía de la linterna, llevándola de determinación. Ella y su hermano se unieron, enfocando la luz en la criatura que parecía alimentarse del miedo. La figura se retorcía, intentando escapar de la luz como un vampiro del sol, pero no había manera de que pudiera escapar esta vez.

—¡La luz! —gritó su hermano, sus ojos fijos en la criatura que se debatía—. ¡Debemos concentrarla!

Erika asintió, cerrando los ojos por un instante para centrar su energía. Con cada latido de su corazón, sentía que la linterna vibraba más intensamente, como si resonara con su voluntad. En un acto de desesperación, ambos levantaron la linterna aún más alto, apuntando hacia el núcleo de la oscuridad.

—¡Regresa de donde viniste! —gritó Erika, su voz resonando con fuerza en la cabaña. No solo invocaba la luz, sino también todo el poder de su amor y la determinación que la había guiado hasta allí. Sabía que no solo luchaba por sí misma, sino por cada persona que había sido atrapada en la oscuridad.

Con un destello final, la luz de la linterna estalló, llenando la habitación con una claridad tan intensa que las sombras parecían gritar y retroceder. La criatura dejó escapar un grito desgarrador, un sonido que resonó en el alma de Erika, como si todas las almas perdidas estuvieran unidas en su dolor.

El impacto de la luz la envolvió como un manto cálido, y, por un momento, Erika sintió que podía tocar a aquellos que había perdido. La esencia de su hermano se unió a la suya, creando un vínculo inquebrantable que atravesaba el tiempo y el espacio.

La criatura, atrapada en el haz de luz, comenzó a desvanecerse, su forma retorcida convirtiéndose en un remolino de sombras que se disipaban lentamente en el aire. A medida que se desvanecía, Erika sintió que las memorias de todos los que habían sido llevados por la oscuridad volvían a ella: risas, palabras de aliento y el amor que había compartido con ellos.

Finalmente, el grito de la criatura se apagó, dejando un silencio abrumador en su lugar. La luz se desvaneció, pero la calidez persistió en el ambiente, envolviendo a Erika y a su hermano en un abrazo reconfortante.

—Lo hicimos —susurró él, asombrado.

Erika lo miró, sus ojos brillando con lágrimas de alivio y alegría. Sabían que aunque la oscuridad había sido vencida por el momento, el eco de la batalla resonaría en sus corazones para siempre. Se acercaron, compartiendo un abrazo que sellaba su unión.

—No importa lo que pase, siempre estaré aquí contigo —dijo Erika, reconociendo la promesa que habían hecho, una que iría más allá de la vida y la muerte.

Pero el silencio no duró mucho. Un leve sonido de pasos resonó fuera de la cabaña, interrumpiendo su momento de calma. Ambos se giraron, el aliento quedó atrapado en sus gargantas. La luz del día comenzaba a desvanecerse, y la penumbra de la noche se extendía rápidamente.

—¿Quién está ahí? —preguntó Erika, su voz firme aunque su corazón palpitaba con una mezcla de miedo y determinación.

Una figura se dibujó en el umbral de la puerta, iluminada tenuemente por la luz del ocaso. Era una mujer de cabellos largos y oscuros, con ojos que brillaban con un resplandor casi sobrenatural. Llevaba una capa hecha de materiales que parecían moverse, como si estuvieran vivos.

—No temas, jóvenes. He venido en busca de ayuda —dijo la mujer, su voz suave y envolvente, pero con un matiz de urgencia.

Erika intercambió miradas con su hermano. La mujer parecía sincera, pero había algo en su presencia que la llenaba de cautela.

—¿Quién eres? —preguntó Erika, con la guardia en alto.

—Soy Lyra, una guardiana de este bosque. He sentido el eco de tu lucha y el destello de la luz que has invocado. Necesito que me escuches; un mal aún más grande acecha en la oscuridad.

La afirmación de Lyra provocó que el corazón de Erika se acelerara de nuevo. Sabía que su batalla contra la criatura había sido solo una parte de una lucha más amplia, pero la idea de que otro peligro se avecinaba era abrumadora.

—¿Qué tipo de mal? —inquirió su hermano, acercándose a la mujer con curiosidad.

—Algo antiguo y olvidado, que se alimenta de la desesperación y el dolor. Lo que has enfrentado es solo un eco de su poder. Si no actuamos, la oscuridad que creías haber vencido regresará con una fuerza imparable.

Erika sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había sido tan valiente, había luchado tanto, y ahora debía prepararse para una nueva batalla. Se volvió hacia su hermano, buscando su apoyo en medio de la tormenta que se acercaba.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó, decidida a no dejar que el miedo la detuviera.

Lyra sonrió, como si apreciara su valor. —Hay un artefacto antiguo, un cristal que puede sellar la oscuridad de una vez por todas. Pero está escondido en el corazón del bosque, y deberéis enfrentar vuestros propios miedos para llegar hasta él.

Erika sintió que el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros. No solo debía luchar por su propio bienestar, sino también por el futuro de su mundo. Pero sabía que, junto a su hermano y con la guía de Lyra, podrían superar cualquier desafío.

—Estamos listos —declaró Erika, apretando la mano de su hermano.

Lyra asintió, y con un gesto, les indicó que la siguieran. Juntos, se adentraron en el bosque, listos para enfrentar los ecos de su pasado y las sombras del futuro que aún amenazaban con devorarlos.

El camino se volvía más oscuro y retorcido a medida que avanzaban, pero Erika no se detendría. Sabía que cada paso los acercaba más al cristal y, con él, a la esperanza de un nuevo amanecer.

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Susana Tejeda
Muy malo
Susana Tejeda
y el hermano donde quedó???
‎E.K🪭🖤🥺💔O.P.D: En Voces entre la montaña, después de que Erika y su grupo liberan al Ser de la Luz, el hermano de Erika, Marco, sufre una transformación inesperada. Al exponerse directamente al poder liberado por la entidad, su cuerpo empieza a mostrar signos de deterioro. Lo que antes parecía ser una bendición, pronto se convierte en una maldición para él. Marco comienza a manifestar extrañas habilidades que no puede controlar, como la capacidad de ver fragmentos del futuro y comunicarse con entidades del más allá.

Sin embargo, estas habilidades vienen acompañadas de un costo. Marco empieza a perder su humanidad poco a poco, su mente se ve afectada por la influencia del Ser de la Luz, quien no fue liberado completamente, sino que una parte quedó dentro de él. Esto lo lleva a tener episodios de pérdida de control, durante los cuales podría convertirse en un peligro para su hermana y el resto del grupo.

Este cambio en Marco crea una nueva tensión en la historia, ya que Erika deberá decidir si confía en que su hermano aún puede ser salvado o si debe hacer un sacrificio para detener el creciente peligro que él representa.
total 1 replies
maria tereza
demasiado buena está lectura,muchas gracias 😊
Omaira Sanchez
Pobre Erika, será que soporte se siente aterrador
con tal no le pase nada
sr.sopa
te amo ❣️
Pamela Lopez
Es un exelente libro, muy bien escrito, la trama envuelve demasiado al lector al pensar que es lo siguiente que decisión va a tomar y como va repercutir.
Desde el primer instante me tiene al filo de la butaca.
Solo una duda que pasa con el hermano de Erika desde el momento en en qué liberan al ser de luz deja de salir en la trama del libro.
Y que pasa con los compañeros que van con Erika a la expedición.
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