Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO #7: DESICIONES
≪Ana Sinclair≫
El agua caliente de la ducha me ayudó a despejar la mente, aunque solo fuera por unos minutos. Salí envuelta en una toalla, con el teléfono en la mano. Marqué el número de Sara, mi mejor amiga, y esperé a que contestara.
—¡Hola, Ana! —respondió Sara con su habitual entusiasmo—. ¿Cómo estás?
—Hola, Sara. Necesito verte. ¿Podemos encontrarnos hoy? —dije, tratando de mantener mi voz firme.
—¿Pasó algo? —preguntó, y pude notar la preocupación en su voz.
—Te contaré cuando nos veamos. Te invito a comer. En una hora paso por tu casa, ¿te parece?
—Claro, Ana. Nos vemos en una hora —respondió, aún con un tono de preocupación.
Colgué el teléfono y me dirigí al espejo. Me arreglé rápidamente, recogiendo mi cabello en un moño. Miré la hora y salí de la habitación del hotel. Subí a mi auto y arranqué, dirigiéndome a casa de Sara.
Cuando llegué, vi a su madre afuera. Me saludó amigablemente y le devolví el saludo.
—¡Hola, Ana! Que les vaya muy bien —dijo con una sonrisa.
—Gracias, señora Martínez —respondí, tratando de sonar lo más normal posible.
Sara salió de la casa y se subió al auto. Conduje hacia el restaurante, un lugar de alta clase, elegante y conocido por sus exquisitos platos. Al llegar, nos dirigimos a una mesa que reflejaba la sofisticación del lugar.
Nos sentamos y nos dieron las cartas del menú. Mientras revisaba la carta, Sara me miró con curiosidad.
—¿De qué querías hablar? —preguntó, su voz llena de interés.
Aún con la vista en la carta, le respondí.
—Voy a divorciarme.
Sara dejó caer la carta que tenía en las manos, sorprendida.
—¿En serio? —dijo, incrédula.
—Sí —respondí, sin levantar la vista.
—¿Qué pasó? ¿Qué sucedió para que tomaras esta decisión tan repentina? —preguntó, tratando de entender.
Reflexionó por un momento y luego añadió:
—Bueno, estoy consciente de que tu matrimonio con James ya estaba al borde, pero no pensé que llegarían a esto tan pronto. Aunque me alegra escuchar eso. Pero cuéntame.
Bajé la carta y la miré directamente a los ojos mientras señalaba al camarero lo que quería para comer. El camarero se acercó a Sara para que también indicara su elección. Una vez que él se retiró, continué.
—Lo encontré en su oficina con una mujer. Sabrá Dios desde cuándo me ve la cara de estúpida. Y ¿sabes qué es lo peor? Que mi madre está de su lado. Dice que solamente es un error, que lo perdone, que debería sentirme agradecida por tener a un hombre como James en mi vida.
Sara me miró sorprendida, su expresión reflejaba una mezcla de incredulidad y enojo.
—Siempre pensé que era un idiota, pero no pensé que tanto. Engañarte… Y mira que en la empresa es como estar a la vista de todos, prácticamente —dijo, sacudiendo la cabeza.
Tomó mi mano y la acercó a ella, su gesto lleno de cariño y apoyo.
—Allá él con lo que hace. No sabe lo que se pierde. Eres una mujer realmente hermosa y cualquier hombre sería feliz de tenerte a su lado. El karma llega, pero no avisa, y pronto entenderá lo que se perdió.
Lentamente, soltó mi mano y me miró con curiosidad.
—¿Qué planeas hacer ahora?
Suspiré, sintiendo el peso de la decisión que había tomado.
—Planeo tomarme unas pequeñas vacaciones. Quiero darme un respiro y un poco de tiempo para mí misma.
—¿A dónde piensas ir? —preguntó, interesada.
—Pensé en ir a casa de los abuelos, pero luego lo reconsideré. No quiero abrumarlos con mis problemas y mucho menos quiero que se preocupen por cosas como estas. Así que me iré a una de las propiedades que tengo fuera de la ciudad. No creo que mi madre ni James intenten buscarme ahí. No saben del lugar.
Sara asintió, comprendiendo mi necesidad de escapar.
—¿Y la empresa? ¿Qué piensas hacer con ella?
—Haré lo que me corresponde desde lejos y le informaré a Valeria de la situación —respondí, tratando de sonar segura.
Sara me miró con admiración.
—Eres más fuerte de lo que crees, Ana. Estoy aquí para lo que necesites.
Le sonreí, agradecida por su apoyo incondicional.
—Gracias, Sara. No sé qué haría sin ti.
El camarero regresó con nuestros platos y comenzamos a comer en silencio por unos momentos, cada una sumida en sus pensamientos. Sentía una mezcla de alivio y miedo por lo que estaba por venir, pero sabía que tenía que seguir adelante.
Sara rompió el silencio.
—Ana, sé que esto es difícil, pero estoy segura de que tomar esta decisión es lo mejor para ti. Mereces ser feliz y encontrar a alguien que te valore de verdad.
Asentí, sintiendo una nueva determinación crecer dentro de mí.
—Tienes razón, Sara. Es hora de pensar en mí misma y en mi felicidad.
Terminamos de comer y nos quedamos un rato más conversando sobre cosas triviales, tratando de aliviar la tensión del momento. Finalmente, pagué la cuenta y nos levantamos para irnos.
—Gracias por estar aquí, Sara. Realmente lo aprecio —dije, abrazándola.
—Siempre, Ana. Siempre estaré aquí para ti —respondió, devolviéndome el abrazo con fuerza.
Salimos del restaurante y conduje de regreso a casa de Sara. Nos despedimos y me dirigí de nuevo al hotel, sintiendo que había dado un paso importante hacia mi nueva vida.
Al llegar al hotel, me senté en la cama y dejé que mis pensamientos fluyeran. Recordé las palabras de Sara y me di cuenta de que tenía razón. Había pasado demasiado tiempo tratando de complacer a los demás, olvidándome de mí misma. Ahora era el momento de cambiar eso.
Tomé mi teléfono y llamé a Valeria, mi asistente en la empresa.
—Hola, Valeria. Necesito hablar contigo sobre algo importante —dije, tratando de sonar profesional.
—Claro, señorita Ana. ¿Qué sucede? —respondió Valeria , siempre eficiente.
—Voy a tomarme un tiempo fuera de la ciudad. Necesito que te encargues de algunas cosas mientras estoy fuera. Te enviaré un correo con todos los detalles —expliqué.
— No se preocupe, me encargaré de todo —respondió con confianza.
Colgué el teléfono y me sentí un poco más aliviada. Sabía que podía confiar en Valeria para manejar la empresa en mi ausencia. Ahora, solo quedaba planear mi escape.
Me levanté y comencé a empacar algunas cosas. No necesitaba mucho, solo lo esencial. Mientras lo hacía, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Era la primera vez en mucho tiempo que tomaba una decisión solo para mí.
Finalmente, me acosté en la cama y cerré los ojos. Mañana sería un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para encontrar la felicidad que tanto anhelaba. Y esta vez, no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en mi camino.