"Dos almas gemelas, unidas por el dolor y la lucha. Nuestras vidas, un eco de la misma historia de sufrimiento y desilusión. Pero cuando el destino nos ofrece una segunda oportunidad, debemos elegir: venganza o redención.
En un mundo donde las apariencias engañan y los rostros esconden secretos, la privacidad es un lujo inexistente. Las cámaras nos observan, juzgan y critican cada movimiento. Un solo error puede ser eternizado en la memoria colectiva, definir nuestra existencia.
Ante esta realidad, nos enfrentamos a una disyuntiva: buscar justicia personal y arriesgarnos a perpetuar el ciclo de dolor, o proteger y amar a quien necesita consuelo. La elección no es fácil, pero es nuestra oportunidad para reescribir nuestra historia, para encontrar un final feliz en este mundo de falsas apariencias."
Copyright © 2024
All rights reserved
No part of this publication may be reproduced, stored or transmitted in any form or by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording,
NovelToon tiene autorización de Alessa Raze para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Encuentro Inesperado
Los eventos en la industria del entretenimiento eran un desfile constante de caras conocidas, sonrisas brillantes y agendas apretadas. Aquella noche no era diferente. Jia, acompañada por sus compañeras de Cloud9, se encontraba en una lujosa sala de eventos, rodeada por un mar de celebridades, luces parpadeantes y el murmullo incesante de conversaciones cruzadas. La música suave y los flashes de las cámaras creaban un ambiente sofisticado, pero para Jia, todo se sentía lejano, como si estuviera viendo la escena a través de un cristal.
Jinwoo, siempre atento, se mantenía cerca, guiándola de un grupo de personas a otro, asegurándose de que Jia cumpliera con los saludos y las conversaciones que eran casi un requisito en estos encuentros. Todo era parte del espectáculo, de mantener la imagen perfecta y las conexiones necesarias. Sora sonreía y asentía, respondiendo con frases cortas que se deslizaban de su boca con la facilidad de la práctica, pero sin ningún sentimiento real.
Mientras se movían por el salón, los grupos de ídolos se entremezclaban, intercambiando bromas, cumplidos y promesas de colaboraciones futuras que rara vez se concretaban. Fue entonces cuando Sora notó una figura al otro lado de la habitación. Yeon-Jun, el carismático líder del popular grupo masculino ELIXIR, estaba rodeado de miembros de su banda y algunos otros ídolos que charlaban animadamente.
Yeon-Jun destacaba entre la multitud, no solo por su altura y su postura relajada, sino también por la energía tranquila que parecía emanar de él. Vestía un traje negro elegante que contrastaba con su cabello claro, y sus ojos, llenos de una serenidad inexplicable, se posaron en Jia por un breve segundo. Fue solo un instante, pero bastó para que Sora sintiera un extraño latido en su pecho, un tirón casi imperceptible que la desconcertó.
No se conocían personalmente; se habían visto en algunos eventos anteriores, pero nunca habían intercambiado más que saludos formales y distantes. Sin embargo, algo en la manera en que Yeon-Jun la miró hizo que Sora sintiera una conexión inmediata, como si sus caminos ya se hubieran cruzado antes de maneras que ella no podía recordar.
Jinwoo notó el interés de Yeon-Jun y, siempre astuto, lo tomó como una oportunidad. —Vamos, Jia, sería bueno saludar a los chicos de ELIXIR. Siempre es bueno mantener las relaciones con otros grupos —dijo, sonriendo con la diplomacia de un mánager experimentado.
Sora asintió y siguió a Jinwoo, pero cada paso hacia Yeon-Jun aumentaba su ansiedad. No era nerviosismo por conocer a otra celebridad; era algo más profundo, una sensación de familiaridad que la confundía. Al llegar junto a él, Yeon-Jun se giró hacia ellos y sonrió amablemente.
—Jia, qué gusto verte. Ha pasado tiempo desde el último evento —dijo Yeon-Jun con una sonrisa genuina, ofreciendo un apretón de manos.
Sora correspondió al saludo, pero al tocar su mano, un escalofrío recorrió su cuerpo. Fue como si un eco lejano resonara en su mente, una sensación cálida y reconfortante que no podía identificar. Intentó mantener la compostura, sonriendo como siempre, pero algo en su interior se agitaba.
—Igualmente, Yeon-Jun. Espero que todo vaya bien con tu grupo —respondió, tratando de sonar casual mientras su mente seguía procesando esa extraña conexión.
A su alrededor, la conversación continuó, con los demás miembros de ambos grupos intercambiando bromas y comentarios ligeros. Pero Sora apenas escuchaba. Sus ojos seguían encontrándose con los de Yeon-Jun, y cada vez que lo miraba, sentía que había algo más, algo que no podía recordar pero que la atraía inevitablemente.
Yeon-Jun también parecía notarlo. Aunque seguía charlando con los demás, de vez en cuando dirigía una mirada a Jia, como si tratara de descifrar algo en ella. Había una calma en sus gestos, una seguridad que contrastaba con la confusión interna de Sora, y eso solo hacía que ella se sintiera aún más perdida.
—Sabes, siempre he pensado que tenemos más en común de lo que parece —comentó Yeon-Jun en un momento de la conversación, con una sonrisa que tenía un toque de misterio. Sora lo miró, sorprendida por sus palabras, pero no supo cómo responder. Solo asintió, sintiendo que sus pensamientos eran un nudo imposible de desenredar.
La charla continuó, y aunque el momento fue breve, la sensación permaneció. Yeon-Jun era alguien que no debería significar nada más que un colega en la industria, pero para Sora, se sentía como una pieza de un rompecabezas que no podía ver completo. Había algo en él que resonaba profundamente, algo que le recordaba a esas partes de sí misma que estaban escondidas bajo la superficie de Jia.
Cuando finalmente se despidieron, Sora sintió un vacío extraño, como si al alejarse de Yeon-Jun, se estuviera distanciando de algo importante, aunque no supiera qué. Se prometió a sí misma que lo dejaría pasar, que era solo una coincidencia, una reacción de su mente cansada buscando un ancla en medio del caos. Pero en el fondo, sabía que ese encuentro había sido más que eso.
Mientras la noche continuaba y el evento se llenaba de risas y música, Sora no podía sacarse de la cabeza la sensación de que Yeon-Jun no era un extraño. Y aunque no podía explicar por qué, sabía que ese encuentro inesperado no sería el último, porque la conexión que sintió era demasiado fuerte como para ignorarla.
Yeon'sPOV
Las luces del evento eran cegadoras, como siempre. Me había acostumbrado a ellas, a los flashes constantes y a las miradas expectantes que siempre me seguían. Cada evento se sentía igual: un desfile interminable de sonrisas falsas, saludos ensayados y conversaciones superficiales que nunca llegaban a ningún lado. Hoy no era la excepción.
Mis compañeros de ELIXIR estaban a mi alrededor, riendo y bromeando con otros ídolos. El aire estaba cargado de una energía vibrante, como si todos fingieran disfrutar de algo que, en realidad, ya no tenía ningún sentido para ellos. Para nosotros, esto era solo parte del trabajo, una actuación dentro de otra actuación.
Yo sonreía, asentía y decía lo que se esperaba de mí. Pero por dentro, todo estaba en un caos controlado. Cada vez que alguien me preguntaba cómo estaba, respondía con la misma frase automática: "Todo va bien, gracias." Era la respuesta que la gente quería escuchar, la que evitaba preguntas incómodas y profundidades que nadie tenía tiempo de explorar. Pero en realidad, nada iba bien, y hace tiempo que lo sabía.
Mientras fingía prestar atención a la conversación de los demás, mi mente estaba a miles de kilómetros de distancia, perdida en la misma tormenta de pensamientos que me perseguía desde hacía meses. La presión constante, las expectativas inalcanzables, la sensación de que nunca era suficiente... Todo se acumulaba, día tras día, como un peso que me aplastaba lentamente. Mis noches se habían convertido en un desfile de insomnio y preocupaciones, y mis días en un ciclo interminable de ensayos, entrevistas y compromisos que se sentían vacíos.
Fue en medio de este mar de distracciones que mis ojos se encontraron con Jia. Estaba de pie al otro lado del salón, rodeada de sus compañeras y de su mánager, todos tan perfectamente sincronizados como siempre. Había visto a Jia muchas veces antes, en escenarios y eventos, siempre como una figura distante, una estrella entre muchas. Pero hoy, al mirarla, sentí algo diferente, algo que no supe explicar.
Había una fragilidad en su mirada, una chispa de algo que reconocí al instante porque también vivía dentro de mí. Era la mirada de alguien que estaba sosteniendo el mundo sobre sus hombros y que, de alguna manera, había aprendido a ocultarlo bien. Me pregunté si ella también estaba cansada de toda esta farsa, de la eterna actuación que nunca se detenía.
Cuando Jinwoo la trajo hacia nosotros, sentí una punzada de incomodidad mezclada con curiosidad. No era la típica incomodidad de conocer a alguien nuevo, sino una sensación más profunda, como si estuviera a punto de abrir una puerta a algo que no entendía del todo. Cuando Jia y yo nos estrechamos la mano, un pequeño escalofrío recorrió mi brazo, como un destello de electricidad estática.
—Jia, qué gusto verte. Ha pasado tiempo desde el último evento —dije, intentando sonar natural, aunque por dentro me invadía la extraña sensación de que este momento era más importante de lo que parecía.
Ella me devolvió la sonrisa, pero había algo en sus ojos que no encajaba del todo. Una mezcla de cansancio y melancolía que reconocí al instante. Durante la conversación, me esforcé por mantener la compostura, pero no pude evitar sentir una conexión extraña y silenciosa con ella. Era como si ambos compartiéramos un secreto no dicho, algo que solo aquellos que estaban al borde del agotamiento total podían entender.
Mientras la charla seguía, mi mente se desviaba hacia los lugares oscuros que solía evitar. Los largos días de trabajo, los ensayos que parecían nunca acabar, y las noches en las que no podía dormir por las dudas y el miedo. Mi sonrisa era una máscara que llevaba tan bien que a veces yo mismo me convencía de que estaba bien, pero en momentos como este, todo parecía derrumbarse.
Había algo en Jia que me recordaba a mí mismo, como un reflejo torcido de lo que estaba pasando por dentro. No sabía si era su sonrisa apenas esbozada, la forma en que evitaba mirar directamente a los demás, o ese aire de tristeza que parecía envolverla. Pero por alguna razón, su presencia me hacía sentir menos solo en medio de este circo que era nuestra vida.
—Sabes, siempre he pensado que tenemos más en común de lo que parece —le dije, sin saber realmente de dónde venían mis palabras. Solo supe que era cierto, que entre todos estos rostros sonrientes y perfectos, había alguien que entendía lo que era estar perdido.
Ella solo asintió, con una mirada que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar. No esperaba una respuesta, porque ya la tenía. En ese breve intercambio, sentí que ambos nos habíamos reconocido en el otro, aunque ninguno pudiera explicar por qué.
Después de despedirme, traté de volver a la dinámica habitual con mis compañeros, pero la sensación persistía. Los días pasaban, y aunque el mundo pensaba que lo tenía todo bajo control, la verdad era que cada vez me sentía más cerca de perderme por completo. Y ahora, en medio de todo, había encontrado a alguien que, sin decir una palabra, parecía entenderlo.
Esa noche, mientras regresaba a casa, no pude dejar de pensar en Jia. En la conexión inexplicable que habíamos compartido, y en cómo, por un breve instante, me había hecho sentir visible en un mundo que solo veía lo que quería ver. No sabía si volveríamos a cruzarnos, ni qué significaba todo esto, pero algo me decía que ese encuentro no había sido casualidad.
Porque bajo la superficie, ambos estábamos luchando contra los mismos fantasmas. Y aunque no lo sabíamos, quizá ese encuentro inesperado era lo que ambos necesitábamos para encontrar un poco de claridad en medio del caos.