Precuela de la saga colores
Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.
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5. Plato de segunda mesa.
...EMILIANA:...
No podía creer lo que Lean soltó, toda la furia en mi interior volvió a surgir, el dolor de la traición de mi hermana se agrandó y mi odio hacia ella caló más profundo.
Mi hermano y mi madre se quedaron tensos ante la presencia de Lord Sebastian, por lo visto llegó de su viaje y justo en ese momento entró, escuchando la conversación.
— Lord Sebastian, un gusto verle — Dijo Lean, haciendo una reverencia.
— Conde, condesa, bienvenidos — Dijo él, tenía ropas de viaje, un sombrero y un traje gris, pero no mostró ninguna expresión ante la conversación.
— Gracias, mi lord, solo pasábamos a visitar a Emiliana — Mi madre aligeró todo con una sonrisa.
— Claro, siempre tendrán las puertas abiertas.
— Nos retiramos, entonces — Lean apretó su mandíbula.
— ¡No, ustedes no se van hasta que me expliquen! ¿Cómo es eso que Eleana se casó con Dorian? — Mi voz se cortó, las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.
— Emiliana, por favor...
Lean me dió una mirada de advertencia, por la presencia de Sebastian.
— No, descuiden, traten sus asuntos abiertamente — Dijo mi esposo — Resulta que nos vamos a divorciar — No pensé que lo soltara tan abiertamente a mi familia.
— ¿Cómo? — Ambos se tensaron, palideciendo.
— Así como lo oye...
— ¡No, eso no es así, no nos vamos a divorciar! — Dije, con voz firme y Lord Sebastian me observó, su postura estaba tensa — ¡No lo haremos! — Me limpié las lágrimas — Eso era algo que no estaba decidido aún, pero, descuiden, no habrá divorcio.
La única razón que tenía para divorciarme era Dorian.
Sebastian ocultó su expresión y observó mi familia.
— Voy a retirarme, estoy agotado, pueden quedarse más tiempo si gustan.
Mi esposo salió del salón.
— ¿Qué rayos fue eso? ¿En serio pretendías divorciarte? — Siseó Lean, acercándose a mí.
— Lean, no puedes comprender lo que es que te casen a la fuerza con un desconocido, no tenía otra opción.
— ¿Y ahora no quieres divorciarte porque el duque ya no está disponible? — Gruñó con ironía — Emiliana, no se que estaré pagando contigo de verdad... Tu única razón a divorciarte era ese infeliz.
— Lean, tú no puedes entenderme, ni podrás.
— Definitivamente, no... Ibas a echar por la borda tu matrimonio con un buen hombre, por Dorian, el infeliz que se atrevió a amenazarme de muerte para que accediera a darle permiso para casarse con Eleana.
Giré mi vista hacia mi madre — Eso no es cierto.
Mi madre suspiró — Emiliana, el duque solo quería cobrarle una deuda del pasado a Lean, tal vez en un principio ese fue el motivo por el que se acercó a ti, no porque estuviese interesado realmente.
— Si el duque hubiese estado interesado en ti, no me habría obligado a entregar a Eleana para pagar la deuda, insistí en no hacerlo, pero Eleana prefirió eso a verme morir, tu Dorian sostuvo una hoja contra mi garganta para obligarme, Eleana se sacrificó — Mi hermano me sostuvo de los hombros.
Me aparté, retrocediendo.
— Vaya sacrificio, ustedes mienten, solo buscan encubrir a Eleana. Ella solo quería casarse con Dorian, esa fue su intención desde un principio, siempre se hace la víctima — Gruñí y Lean puso los ojos en blancos.
— ¡Estás ciega, Emiliana! ¿Qué no oíste lo que acabo de decir? — Lean perdió la paciencia — ¿Crees que Eleana sería tan frívola como para pretender casarse con un hombre como el duque por voluntad propia? El duque es tan manso, que no pudo evitar casarse con Eleana — Usó la ironía — Por favor, tu Dorian solo quería cobrar la deuda, no le importaba con quien casarse, debería de preocuparte por lo que pueda estar pasando tu hermana en manos de ese despiadado.
— No puedo creerlo, hasta que Dorian me lo diga... Yo no voy creer...
— ¿Creerás en su palabra antes que en la de nosotros? — Mi madre pareció dolida.
— Desde que actuaron a mis espaldas, no puedo creer en ninguno.
...****************...
Volví a mi habitación después de despedir a mi familia y volví a llorar.
Una vez más, todo jugó en mi contra.
No podía creer en la palabra de mi familia, no después de todo lo que hicieron y mucho menos podría ver a Eleana como una víctima.
Recordé que me dijo que Dorian la lastimó en el pasado, pero eso no tenía sentido. Mi hermana nunca salía de casa, por su condición y su complejo, ella se la pasaba encerrada o el jardín.
Así que era imposible que hubiese visto a Dorian alguna vez.
Mis esperanzas se acabaron, así que tocaba resignarme y aceptar mi nueva vida de casada.
El almuerzo estuvo listo y bajé al comedor.
Lord Sebastian estaba comiendo y leyendo un panfleto.
— Buenas tardes.
No respondió.
Tomé asiento y empecé a comer, era sopa de vegetales y también había guisado de carne.
Volví a observar a Lord Sebastian, tenía el cabello húmedo y una chaleco negro sobre una camisa de mangas holgadas, la cadena de un reloj sobresalía de su bolsillo y estaba enganchado al botón.
Recordé su cuerpo desnudo y sentí mi rostro arder.
Me aclaré la garganta — ¿Cómo le fue en su viaje?
Él me dió una mirada por encima del panfleto y luego volvió sus ojos hacia la letra.
Me ignoró.
— Yo estuve poniendo un poco de orden, de hecho planeo cambiar a colores más alegres en los espacios de la casa. Claro, sino le importa...
— No me importa — Cortó.
Tomé la cuchara y empecé a comer, alcanzando a leer el título del panfleto.
— Es sobre ciencia, me gusta la ciencia.
Él cerró el panfleto y lo colocó sobre la mesa.
— Escuche, señorita Emiliana, no finja que le simpatizo — Su expresión seria me hizo estremecer.
— No estoy fingiendo, solo estoy siendo cortes.
— Dejaré algo en claro — Se inclinó sobre la mesa, apoyando sus codos de ella y mi sonrisa se borró — Que usted haya cambiado de opinión solo porque su duque se casó, no significa que me dejaré tratar como un plato de segunda mesa.
Sus palabras fueron como un balde de agua fría a mi cabeza.
— Yo no quise...
Sus ojos eran duros en mí.
— De no haber recibido la noticia de que ese duque se casó con su hermana, usted hubiese seguido adelante con lo del divorcio y no se atreva a negarlo porque es más que obvio — Gruñó y mis ojos ardieron — Escuche, no se lo había dicho antes, pero yo también estaba considerando ir a pedir la mano de su hermana cuando el divorcio saliera — Sentí un nudo en mi garganta — Al fin y al cabo, ella era la mujer con la que planeaba casarme.
Se levantó de la mesa y salió del comedor con pasos impetuosos.
Dos lágrimas se deslizó fuera de mis ojos.
...SEBASTIAN:...
No deseaba confrontaciones, ni complicaciones. Planeaba llegar de mi viaje y escribirle al abogado, para terminar con mi débil matrimonio, pero no contaba con que me encontraría a la familia Roster y menos escuchar las buenas nuevas.
Al ver a la señorita Emiliana sufrir tanto por la noticia, senti como me quemaba aquella vista, me hizo querer acabar con la farsa de una vez.
Pero, no estaba en mis planes el que ella cambiara de opinión, no era porque quisiera quedarse a mi lado, solo lo hizo porque su duque ya no estaba disponible y no lo soporté, no toleraría más ser parte del juego de esa niña caprichosa.
No sería plato de segunda mesa, no de nuevo, por eso no me importó en lo absoluto escupir esas palabras en su cara y mucho menos desquitarme, diciendo que planeaba volver a pedir la mano de su hermana.
Me sentía impotente, muy enojado, hasta dolido, Emiliana era la segunda mujer que jugaba conmigo.
La primera fue Rossan, pero no quería terminar de amargarme la existencia recordando eso.
Me marché a mi vivero y llevé mi libreta conmigo, escribí los cambios que noté cuando estuve ante mis plantas.
La más exóticas de todas, era una orquídeas color gingerline que encontré en Hilaria, su color entre amarillo y naranja era muy vivo, una pigmentación poco frecuente.
Usé la lupa para detallar la flor, pero no pude concentrarme demasiado.
Tal vez fui demasiado cruel con Emiliana.
Solté la lupa y me despeiné el cabello.
Rossan era fue una señorita por la que tuve interés hace tres años, en uno de mis viajes a Hilaria la conocí. Era una señorita de familia noble y compartíamos la misma pasión por descubrir cosas nuevas, de hecho la conocí en un viaje de exploración, la encontré recolectando planta y tuvimos una conección, empezamos a conversar, primero sobre lo que nos interesaba y luego empezamos a tratarnos de forma más íntima.
Le robe algunos besos y ella me correspondió e incluso me confesó que estaba enamorada de mí.
Yo también la amaba y aún me seguía doliendo lo que sucedió.
La última vez nos vimos, fue en su propiedad, sus padres me despreciaron por no ser de Hilaria y por no tener un título elevado, a pesar de ser hijo de un Marqués, no fue suficiente para ellos, claro, lo que la señorita no mencionó es que estaba comprometida con un duque y por eso nunca sería suficiente para ellos.
Me dolió tanto, incluso presencié como se casaba y volví a Floris.
Rossan me engañó, jugó conmigo, al final eligió a un hombre de mayor poder y fortuna.
Por eso no toleraba que volviera a suceder.
Si el Duque Dorian no se hubiese casado, habría vuelto a pasar por lo mismo.
...****************...
No regresé sino hasta en la noche.
La cena estaba fría cuando me acerqué al comedor.
— Mi lord, la señora se cansó de esperarlo ¿Quiere que le caliente la comida? — Preguntó una de las sirvientas.
— No, no gracias, no tengo hambre, suba un té a mi habitación — Me dirigí a las escaleras y entré en mis aposentos.
Me detuve en seco al hallar Emiliana sentada sobre uno de los sillones, con ropas decentes, por supuesto.
— ¿Qué hace aquí? — Pasé al escritorio y dejé la libreta allí.
— Disculpe mi intromisión — Dijo, con voz sueve — Pero, vine a disculparme — Se levantó del sillón — Lo siento, por mi actitud.
Rossan dijo lo mismo, una y otra vez, pero eso no cambió el hecho que eligió a otro por encima de mí.
— No necesita disculparse.
Estaba muy agotado, por el viaje, por lo ocurrido, por dejarme enredar en un matrimonio, solo por salvar la reputación de una señorita.
— Si, si es necesario... Yo... Fui egoísta y no pensé con claridad mis acciones...
— No hace falta, haga el favor de retirarse, estoy muy cansado — Corté, sentándome sobre mi cama para quitarme las botas — Usted es muy joven aún, por eso actúa como tal.
— ¿Qué quiere decir con eso?
— Yo también fui egoísta en el pasado, me empeñé con cosas... Olvídelo.
Se desconcertó — No es plato de segunda mesa...
— Ya, mejor no...
— Lo siento...
— No, ama al duque y haría lo que fuera por estar con él, por eso vio como una oportunidad lo del divorcio — Concluí, levantándome para ir al baño.
— No, ya está en el pasado.
Sabía que no.
— Solo puedo sentir rabia...
— Hacia su hermana, no hacía él.
Se tensó — Podemos consumar el matrimonio...
Lo dijo tan bajo que casi no le oigo.
— Estamos mejor así — Dije y me observó, con los ojos brillantes — Señorita Emiliana, seremos un matrimonio frente a la sociedad, pero entre nosotros no habrá nada.
— ¿Por qué?
— Porque ninguno iba a casarse con el otro en un principio, porque ninguno quiere estar al lado del otro.
— ¿Sugiere separarnos? — Entrelazó sus manos.
— No, no lo haremos, pienso que un divorcio dejaría muy mal a su familia, seguramente con el casamiento de su hermana más de uno se alejará de los Roster, mejor no agregar otro problema.
— Osea que tendremos un matrimonio solo por apariencia — Su garganta se agitó.
— Así es.
— Buenas noches, mi lord.
Caminó hacia la puerta interna y se marchó.
Enterré las manos en mi cabello y cerré mis ojos.