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Deseo Entre Las Sombras

Deseo Entre Las Sombras

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Traiciones y engaños / Diferencia de edad / Mujeriego enamorado
Popularitas:12.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Ashly Rijo

Alana se siente atrapada en una relación sin pasión con Javier. Todo cambia cuando conoce a Darían , el carismático hermano de su novio, cuya mirada intensa despierta en ella un amor inesperado. A medida que Alana se adentra en el torbellino de sus sentimientos, deberá enfrentarse a la lealtad, la traición y el dilema de seguir su corazón o proteger a aquellos que ama.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Graves problemas

El domingo comenzó de manera tranquila. Me levanté más tarde de lo habitual, aprovechando el descanso después de la ajetreada semana del campamento escolar. Las clases comenzarían el Mañana, pero hoy me esperaba una tarde relajada en casa, o al menos, eso pensaba. Javier me había invitado a pasar el día en su casa, lo que me entusiasmaba. Quería pasar tiempo con él, después de lo vivido en el campamento, donde todo había estado tranquilo entre nosotros. También mi amiga se levantó más temprano que yo decidiendo mejor ir a su casa.

Después de desayunar con mi madre, que estaba aprovechando su día libre antes de volver a su rutina como enfermera, me preparé para ir a casa de Javier. Opté por algo cómodo, unos jeans ajustados y una camiseta suelta. Mientras me peinaba frente al espejo, me preguntaba cómo sería el día. Estaba deseando desconectar un poco y disfrutar de la compañía de mi novio.

—¿Estás lista? —me preguntó mi madre desde la puerta del baño—. ¿Vas a ver a Javier, verdad?

Asentí con una sonrisa mientras me cepillaba el cabello.

—Sí, mamá. Voy a pasar un rato con él.

—Bueno, que la pases bien. ¿Vas a cenar conmigo esta noche?

—Lo más probable es que sí. No creo que me quede hasta muy tarde, mañana tengo clases.

Ella me dedicó una sonrisa cálida antes de salir de la habitación, dejándome terminar de arreglarme. Revisé mi teléfono antes de salir, y vi un mensaje de Javier confirmando que estaría solo en casa. Sus padres y su hermano habían salido, lo que me daba un pequeño alivio. Después de los extraños episodios con Darian, necesitaba un tiempo sin esa tensión adicional.

Salí de casa y caminé hacia la casa de Javier, disfrutando del clima fresco de la tarde. Cuando llegué, él me abrió la puerta con una sonrisa somnolienta.

—Hola, hermosa —dijo en tono suave, mientras me dejaba entrar.

—Hola —respondí, sintiendo una calidez instantánea al verlo.

Su casa estaba sorprendentemente silenciosa. No se escuchaban las habituales risas o conversaciones en el fondo, lo que me hizo sentir que realmente estábamos solos por completo. Subimos a su habitación, y como era típico de nosotros, nos acomodamos en su cama para ver una película. El ambiente era relajado, y la cercanía de su cuerpo me transmitía una sensación de tranquilidad.

A medida que la película avanzaba, Javier comenzó a caer en un sueño profundo. Su respiración se volvió lenta y pausada, y poco a poco, su brazo, que estaba alrededor de mi cintura, se deslizó. Me quedé mirando la pantalla, aunque mi mente vagaba en otros pensamientos.

Cuando la película terminó, apagué la televisión y me quedé en silencio unos minutos más. Javier seguía dormido profundamente, su rostro relajado y ajeno a todo. Decidí que era hora de irme, así que cuidadosamente me deslicé fuera de la cama para no despertarlo. Agarré mi teléfono que estaba a un lado y salí de su habitación en silencio, cerrando la puerta detrás de mí.

Justo cuando estaba a punto de salir de la casa, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué, y al ver la pantalla, noté que era Darian.

"¿Qué quiere ahora?", pensé, sintiendo una mezcla de irritación y preocupación. Dudé por un segundo, pero finalmente contesté.

—¿Aló? —dije en voz baja, esperando que no fuera otra llamada incómoda.

—Alana… —Su voz sonaba arrastrada, y enseguida supe que estaba borracho.

—¿Estás borracho? ¿dónde estás? —pregunté, ya anticipando el caos.

—Estoy… no sé dónde estoy, pero necesito que vengas… No puedo… —Su voz sonaba entrecortada y desorientada.

Suspiré profundamente. No quería meterme en problemas, pero no podía ignorarlo.

—Está bien, dime dónde estás, y voy por ti —dije, resignada.

Me dio una ubicación vaga, que sonaba a algún lugar cerca del centro de la ciudad. Salí de la casa de Javier, dejando una nota rápida en la mesa para que supiera que me había ido. Cuando llegué, lo vi tambaleándose en la esquina de una calle, claramente borracho y perdido. Estaba apoyado contra una pared, con su camisa desabrochada y el cabello completamente desordenado. Bajé del taxi y corrí hacia él.

—¡Oye! —dije con preocupación—. ¿Qué te ha pasado?

Él levantó la vista con ojos vidriosos, y de repente, se inclinó hacia adelante. Antes de que pudiera apartarme, vomitó en mis pies. Sentí una mezcla de asco y frustración recorrerme. No podía creer que esto estuviera sucediendo.

—¡Estás bromeando! —exclamé, dando un paso atrás, tratando de mantener la calma.

Darian apenas podía mantenerse de pie, así que tuve que ayudarlo a subir al coche. Esta vez, ni siquiera intentó decir nada coherente mientras lo ayudaba a entrar al taxi. Al llegar, lo ayudé a salir del coche y lo llevé hasta su habitación. Subir las escaleras fue todo un reto, ya que apenas podía moverse por sí mismo, pero de alguna manera logré meterlo en su cuarto. Lo dejé caer en la cama, completamente agotada por el esfuerzo.

—Tienes que cambiarte —le dije, viendo que su ropa estaba manchada de vómito y sudor.

—No puedo… —murmuró, apenas consciente de lo que le estaba diciendo.

Suspiré. No había manera de que él pudiera hacerlo solo. Me acerqué a él y comencé a desabrocharle la camisa con cuidado, tratando de no pensar demasiado en lo que estaba haciendo. Le pasé una camiseta limpia que encontré en su armario, y con mucho esfuerzo, lo ayudé a ponérsela. Me sentí un tanto incómoda por la situación, pero no podía dejarlo en ese estado.

—Darian, necesito irme —le dije en voz baja, una vez que estuvo medianamente decente—. No puedo quedarme aquí, si tu hermano despierta y me ve aquí se molestara.

Cuando me di la vuelta para salir, sentí que me tomaba del brazo con una mano temblorosa.

—No te vayas —susurró, con una voz más vulnerable de lo que jamás había escuchado.

Me quedé inmóvil, sin saber cómo reaccionar. Sabía que lo correcto era irme, pero algo en su tono me hizo dudar. No podía simplemente dejarlo así, no después de lo que acababa de pasar.

—Por favor… quédate —repitió, casi suplicando.

Suspiré, cediendo a su petición. Me senté al borde de su cama, observando su rostro mientras él cerraba los ojos y comenzaba a respirar con más calma. El agotamiento del día me invadió, y antes de darme cuenta, me quedé dormida también.

-

Me desperté sobresaltada, mi cabeza daba vueltas y mis ojos apenas podían enfocarse en el techo. Sentía que había dormido durante horas, pero algo no cuadraba. Me giré en la cama, y ahí estaba él: Darian, tumbado a mi lado, con los ojos cerrados y respirando profundamente. En un impulso, el miedo me invadió, y sin poder contenerme, dejé escapar un grito que resonó en la habitación.

Darian se levantó de golpe, completamente desorientado.

—¡¿Qué…?! —exclamó, parpadeando rápidamente y mirando a su alrededor, aún medio dormido.

Yo seguía allí, sentada en la cama, el corazón latiendo a toda velocidad. Todo parecía una especie de pesadilla. Miré el reloj de la pared y sentí un nudo en el estómago. Era tardísimo. Tenía que ir a clases. Pero allí estaba, en la cama de este idiota por haberlo ayudado. Me voy a matar.

—¿Qué demonios está pasando? —murmuré para mí misma, con las manos temblorosas. Tomé mi teléfono del suelo y lo desbloqueé. Veinte llamadas perdidas. Veinte llamadas de mi madre. Mi pecho se apretó.

—¿Estás bien? —Darian me miraba desde el borde de la cama, aún confundido y un tanto avergonzado. Parecía que no sabía cómo reaccionar a mi reacción exagerada.

—No, no estoy bien. Acaso no ves, que demonios.—respondí, intentando calmar mi respiración—. ¡Se supone que tenía que estar en clase hace horas! —Miré de nuevo el teléfono y vi un mensaje de mi madre. Decía que había hablado con mi amiga y que, al parecer, yo me había quedado a dormir en su casa.

Gracias Laura.

Me quedé congelada por un segundo. Al menos eso explicaba las llamadas. Mi madre pensaba que había pasado la noche en casa de mi amiga, lo que me daba un alivio temporal. Pero eso no quitaba la enorme preocupación que sentía en ese momento. La cabeza me dolía, y lo único que podía pensar era en lo terrible que se veía todo esto.

Darian me miraba en silencio, como si estuviera analizando la situación, tratando de averiguar qué decir.

—Mejor deberias irte antes de que tu madre se preocupe—dijo finalmente, con voz tranquila— Y sobre Javier... ya se fue a clase de seguro. No creo que se haya dado cuenta de nada.

Sentí cómo la furia se apoderaba de mi cuerpo al escuchar sus palabras. ¿Cómo podía actuar tan tranquilo?, acaso no ve la situación, y en otro lugar, y Javier… bueno, Javier seguramente ya estaba en el instituto. Me llevé una mano a la cabeza, tratando de ordenar mis pensamientos. Todo había sido un desastre. No solo me había quedado dormida, sino que había pasado la noche con Darian.

Claro, no había sucedido nada, pero la situación era extremadamente incómoda.

—No puedo creer que esto esté pasando —murmuré, aún sin poder procesar todo lo que había ocurrido.

—Yo tampoco —respondió en un tono apagado, sin la habitual arrogancia en su voz—. Mira, siento lo que pasó anoche. No quería meterte en esto, y menos que todo terminara así.

Lo miré, tratando de descifrar su expresión. Parecía genuinamente apenado, pero no sabía qué decirle. Había tantas cosas que rondaban en mi cabeza, pero lo único que quería en ese momento era que todo esto no fuera real.

—Está bien —dije finalmente, soltando un suspiro—. Solo... necesito irme.

Darian se levantó y se apartó para dejarme espacio. Me senté en la cama por un momento, intentando despejar mi mente. Tenía que irme cuanto antes. Busqué mi cel y me dirigí hacia la puerta sin mirar atrás. Sentía que si lo hacía, si lo miraba de nuevo, todo volvería a confundirse.

Bajé las escaleras y, antes de salir, Darian me habló desde la puerta de su habitación.

—Alana, no le digas nada a Javier. Por favor. Es por tu relación, sé que le dices todo. Y muchas gracias.

Asentí con la cabeza sin decir nada, y salí rápidamente de su casa.

Cuando salí a la calle, sentí el aire fresco golpear mi rostro. El alivio fue inmediato. Caminar me ayudó a despejarme. Necesitaba tiempo para pensar, para procesar todo lo que había pasado. Me dolía la cabeza, pero tenía que centrarme en llegar a casa, enfrentar la tarde y, sobre todo, a mí misma. Había pasado por una montaña rusa de emociones en solo unas horas.

Mientras caminaba hacia mi casa, el sol ya estaba alto en el cielo, y el tráfico matutino llenaba las calles. Sentí vibrar mi teléfono de nuevo en el bolsillo. Era un mensaje de Javier:

No viniste hoy al cole, espero que este bien. ❤️"

Mi estómago se revolvió de nuevo. No podía evitar sentir una mezcla de culpa y confusión, pero no tenía la energía para pensar en ello en ese momento. Guardé el teléfono de nuevo sin contestar y seguí caminando hacia mi casa, tratando de pensar en cómo poner en orden mi vida.

Al llegar, mi madre estaba en la cocina, como si todo fuera completamente normal. Me miró desde la mesa con una expresión confusa por verme alli, y al instante me sentí culpable por todo lo que había pasado, no me gustaba mentirle a mi madre.

—¿No estabas en la escuela, señorita? —preguntó mientras bebía su café.

—Ah, me sentia mal, asi que decidi no ir hoy… —respondí, tratando de sonar convincente.

—¿Por qué no me dijiste nada, Alana?. Ven te voy a chequear.

— Ay no, gracias mami, te quiero. Pero ya me siento mejor, Laura me dio algo de tomar antes de irse.

—Esa chica siempre me ha parecido buena compañía. —Dijo tomando otro sorbo de su cafe.

Asentí, y subí rápidamente a mi habitación, deseando con todas mis fuerzas que ese día terminara ya. Me dejé caer en la cama, mirando el techo. No podía dejar de pensar en que dormí alli, en cómo se había sentido todo esa mañana, cómo había gritado al verlo, lo ridículo que había sido todo, pero también en cómo él había reaccionado con tanta calma.

-

Estaba sentada en la cocina con mi madre, el reloj marcaba la tarde y habíamos decidido pasar el rato charlando después de almorzar. Mi madre tenía ese toque cálido que hacía que las conversaciones cotidianas parecieran importantes. Me contaba algo sobre su trabajo en el hospital, mientras yo la escuchaba, disfrutando de la tranquilidad del momento.

De repente, escuché el portazo de la entrada. Sabía que era mi amiga incluso antes de verla aparecer en la puerta de la cocina, pues reconocía ese sonido apresurado de sus pasos. Venía corriendo desde la escuela, el cabello alborotado y el rostro ligeramente enrojecido por el esfuerzo.

—¡Alana! —dijo apenas recuperando el aliento, ignorando por completo el saludo de mi madre. Me tomó del brazo sin darme tiempo a reaccionar y tiró de mí, obligándome a levantarme de la silla.

—¿Qué pasa? —pregunté, intentando entender su urgencia.

—Hola, cariño —mi madre la saludó con una sonrisa, pero mi amiga apenas le devolvió una breve mirada de cortesía antes de seguir tirando de mí.

—Lo siento, señora, tengo que hablar con Alana —dijo apresuradamente. Yo me giré hacia mi madre, entre confundida y preocupada.

—Eh, ya vuelvo —le dije rápidamente, intentando mantener el tono ligero, aunque algo me decía que lo que estaba por venir no sería nada tranquilo.

Mi madre levantó una ceja, pero no dijo nada, solo me observó mientras mi amiga prácticamente me arrastraba escaleras arriba hacia mi cuarto. Cerró la puerta tras de sí, asegurándose de que estuviéramos completamente solas, y me miró con una expresión que no había visto antes en su rostro: una mezcla de preocupación y furia contenida.

—¿Qué pasa? —repetí, ahora más preocupada.

—¡¿Qué pasa?! —exclamó, señalándome con el dedo acusadoramente—. ¿Por qué tuve que mentirle a tu madre? ¡Le dije que habías dormido en mi casa anoche! ¡Y ni siquiera sabía donde estabas!

Su tono era severo, y sentí que el calor subía a mi rostro. Mi corazón comenzó a latir más rápido. Sabía que esto vendría en algún momento, pero no estaba preparada para enfrentarlo ahora.

—Yo… Gracias amiga, te amo. Pero gracias a ti mi madre no se tuvo que preocupar —balbuceé, intentando ganar tiempo, pero mi amiga no estaba dispuesta a soltarme.

—¿Preocuparse? ¿Preocuparse de qué? —me interrumpió, con los ojos abiertos de par en par—. ¿Dónde demonios estuviste, Alana? ¿Por qué tuve que decirle puras mentiras?

Me sentí atrapada. Suspiré profundamente, sabiendo que no tenía otra opción que contarle la verdad. Me senté en la cama, jugando con mis dedos nerviosamente mientras ella permanecía de pie, expectante.

—Anoche… fui a la casa de Javier, y después… después… Darian me llamó —empecé a decir, y vi cómo los ojos de mi amiga se estrechaban en cuanto mencioné el nombre—. Estaba borracho. Fui a buscarlo porque me preocupaba. No quería que algo malo le pasara.

—¿Fuiste a buscar a Darian? —repitió, su tono incrédulo y alarmado—. ¿Qué pasó después?

Me pasé una mano por el cabello, intentando ordenar mis pensamientos.

—Lo llevé a casa —dije en voz baja—. Lo metí en su habitación… y... —tragué saliva, dudando si debía contarle todo—. Lo ayudé a quitarse la camisa porque no podía hacerlo solo. No pasó nada… nada que no fuera eso. Pero terminé quedándome dormida a su lado.

El rostro de mi amiga pasó por un rango de emociones en cuestión de segundos. Primero, incredulidad; luego, preocupación, y finalmente, una mezcla de enojo y decepción.

—¿Dormiste en su habitación? Sabiendo también que tu novio dormía al lado —dijo lentamente, como si necesitara procesar cada palabra—. ¿Te quedaste ahí? ¡Con Darian!

Asentí con la cabeza, sintiendo la vergüenza arder en mis mejillas.

—Fue un accidente —me apresuré a decir—. No quería quedarme. Solo… me dormí. Cuando me desperté, ya era muy tarde. Ni siquiera me di cuenta.

—Alana… —mi amiga comenzó a decir, pero su voz se quebró un poco, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar—. ¡Darian no es de confiar! ¿No lo entiendes? ¿Qué estás haciendo metiéndote en situaciones así?. Tienes que empezar alejarte de él, y tienes que contarle a javier que él te coquetea. No es bueno que el hermano de tu novio haga esas cosas.

—Lo sé —respondí, más para mí misma que para ella—. Lo sé, pero no podía dejarlo así. Estaba borracho, podía haber terminado en cualquier parte. No fue… no fue nada. Te lo juro.

—Eso no importa, Alana —replicó, claramente frustrada—. No puedes ponerte en estas situaciones. Ya sabes cómo es Darian, y aún así… ¿Qué crees que pensaría Javier si se enterara de esto?

Su mención de Javier fue como una bofetada. Mis emociones estaban todas enredadas, pero la idea de lastimar a Javier era lo que más me dolía. Mi amiga tenía razón, aunque no lo quisiera admitir.

—No se va a enterar —susurré, aunque incluso al decirlo sentí un nudo en el estómago.

Ella se quedó mirándome, y finalmente suspiró, sentándose junto a mí en la cama. Por un momento, no dijo nada. Luego, me miró a los ojos, más calmada, pero con una severidad que no podía ignorar.

—Te cubrí esta vez porque eres mi mejor amiga —dijo lentamente—. Pero no me pidas que lo haga otra vez. No te metas en más problemas, Alana. No te estoy juzgando, solo estoy preocupada por ti. Si algo más pasa, no sé si podré seguir cubriéndote. Pero tienes que contarle esto a Javier, será peor si se entera por sí mismo.

Asentí, entendiendo lo que quería decir. Sentí el peso de sus palabras, de su preocupación. Había estado jugando con fuego, y lo sabía. Ahora tenía que encontrar una manera de salir de este caos antes de que todo se desmoronara.

—Voy a casa —dijo suavemente—. Si necesitas hablar más, ya sabes dónde encontrarme.

—Gracias —respondí en voz baja—. Y lo siento… prometo arreglar todo esto.

Ella asintió, pero no dijo nada más. Salió de mi habitación en silencio, y yo me quedé allí, sola con mis pensamientos, preguntándome cómo había llegado hasta aquí y, más importante, cómo iba a salir de esto antes de que todo se derrumbara.

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Monica V. Flores
felicitaciones
Alu Baez
Bueno
Gilma Graciano
ami tampoco
Gilma Graciano
autora será que hay una segunda parte
Gilma Graciano
nooo qué tristeza ufffff que malo fue Javier por su culpa su hermano falleció
Zea Mayi Mayi
esperamos q muy pronto puedas subir la segunda temporada de la novela.. está muy bonita.. un amor q nació inesperado me encantó..
Ashly Rijo: Muchas gracias, estos son los comentarios que me encantan ver. Nos vemos pronto en otra temporada.
total 1 replies
yolanda Carrillo
No me gustó el final
Ashly Rijo: A mi tampoco. Pero fue una historia inspirada en una amiga y no quería cambiar el final.
total 1 replies
Andrea González🇻🇪🇻🇪
así no más ? osea que ? ya terminó?
Ashly Rijo: Así no más 😪
total 1 replies
Jose Manuel
maravilloso
Manuela Mercedez
Muy bueno
Roxana Rodriguez
Excelente
Míriam Castro
🫴❤️
Carlos Noa
Me encanta😍😍😍
Estrella Liriano castro
🩷
Estrella Liriano castro
siguiente cap,😭😭🩷
Yandislena Perea Maturana
yo tengo mis hermanas nos respetamos nos apoyamos entre las 4 nunca me pasaría por la mente meterme con alguna pareja de ellas eso seria sucio y ruin.
Ashly Rijo: Creo que nadie haria algo asi. Gracias por comentar.
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Perla_Rose384
Sigue escribiendo con pasión y emoción, ¡estoy segura de que emocionarás a muchas más personas! 💕
Ashly Rijo: Gracias.No sabes lo feliz que me pone leer tu comentario
.
total 1 replies
Dara20_
Por favor, di que tienes un nuevo cap pronto.
Ashly Rijo: Hola. No lo iba hacer, pero me acabas de motivar. En unas horas lanzo los siguiente.
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NovelToon
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