Rose Thompson pierde toda su vida feliz y su libertad en tan solo un día, luego de tanto tiempo sin ver a su padre, este la busca para darle su condena matrimonial.
Cansado de dejar que ella jugara a ser "la enfermera del pobre" como él llamaba de manera despectiva, ha decidido que le dejará su empresa a su nieto varón.
Informándole así que al día siguiente sería su boda, de modo que ella pudiera cumplir con su deber de entregarle su próximo heredero o de lo contrario el hospital donde ella trabajaba perdería a su mayor benefactor.
¿Podrá el amor y la felicidad surgir en una situación de chantaje total? ¿Podrá tener un final feliz?
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Roma
El avión aterrizó a las cuatro y treinta minutos del día siguiente, Rose estaba cansada de tantas horas de vuelo, aterrizaron en el aeropuerto Fiumicino en Roma Italia, de allí hicieron un pequeño viaje en yate hacia la isla del Tiber, dónde los Huffman tenían una mansión vacacional.
Todo en la isla era nuevo y muy pintoresco para Rose, le gustaba mucho las casas coloniales, con techos de tejas, la hacía sentir en tiempos de época.
Al llegar a la mansión, una enorme casa decorada en colores suaves y con un estilo muy femenino, debió ser descarada por una mujer. Rose se pregunto porque entre tantos lugares famosos de Italia Antón eligió una pequeña isla.
-Porque no hay tantas personas que puedan estar husmeando, así tendremos más privacidad- Le dijo Antón a Rose quien la estaba observando mientras ella admiraba la casa.
- ¿perdón?- Le dijo Rose para no hacerle ver qué obtuvo la respuesta a su pregunta interna.
-La expresión de tu cara hace un momento, me dijo que estabas preguntándote, por que elegir esta isla entre tantos lugares.- Le dijo a ella
- Vaya olvide que tenías poderes telepaticos - El tono de voz de Rose fue sarcástico.
-Tu cuarto es el del ala derecha, arriba, tus cosas ya se encuentran allí.- el hombre hizo caso omiso al comentario de Rose - La biblioteca está acá abajo en esa puerta a la derecha, cada cuarto tiene su baño personal, la cocina está al final del pasillo- el hombre le indico donde se encontraba cada área de la casa- bien siéntete como en casa patito, estaré en mi recámara, si necesitas algo, dile a Trudy.
-¿Trudy?
- Es la ama de llaves de la mansión, se encarga de todo lo referente a la mansión y que cada empleado cumpla con su trabajo.
- Muy bien.
- En tu cuarto hay un intercomunicador, úsalo para llamarla - Termino de decirle Antón, mientras subía las escaleras para ir a su cuarto, dejando sola a Rose.
- Vaya, que luna de miel tan romántica.- pensó Rose en voz alta, bueno creo que así es mejor, no tendré que soportarlo durante todo el día, el a lo suyo y yo a lo mío.
Rose decidió dar un pequeño recorrido por la mansión para familiarizarse con los lugares, primero fue a la biblioteca, luego al jardín, después vio la enorme piscina y finalizó en la cocina, donde conoció a la ama de llaves y la cocinera Isabela.
-Buenos días señora, en qué puedo ayudarla- le dijo la ama de llaves- mi nombre es Trudy y estoy enteramente a sus servicios- prosiguió.
- Estoy dando un pequeño paseo por la casa, para conocer los lugares.- respondió Rose con una sonrisa.
- oh, muy bien señora, disculpe por distraerla entonces.
- No, tranquila, no se preocupe.- le dijo Rose amable
- Ya desayuno la señora? - pregunto la cocinera- de no ser así, puedo prepararle en este instante su desayuno, solo dígame qué desea.
-Ahora que usted lo dice, aún no lo he echo, muy bien, si fuera usted tan amable , quisiera un desayuno ligero, por favor.- le dijo Rose a Isabella
- Muy bien señora, en seguida, por cierto , soy Isabella, la cocinera y también estoy a su entera disposición- le dijo con una sonrisa.
Isabella era una mujer de unos cuarenta años, alta, cabello largo, lo tenía amarrado con una cola en ese momento, color rubio claro, ojos color Azul y una piel sumamente blanca, una voz dulce.
La señora Trudy, el ama de llaves, era una mujer de unos sesenta y tantos años, baja en tamaño, un poco regordeta, cabello colo negro, ojos verdes y su piel era un poco más oscura que la de Isabella, su tono de voz aunque amable, también sonaba con mucho carácter.
-Muchas gracias - a Rose le agrado ver por fin algo de amabilidad.
-Donde desea que le sea servido su desayuno señora? - le pregunto Trudy.
- Aquí mismo podría ser - respondió Rose.
-Disculpe? - le dijo Trudy con asombro, Isabella también se sorprendió, pero no dijo nada
- Si, aquí mismo hay una mesa y no veo porque no puedo comer aquí.- le dijo Rose señalando hacia una pequeña mesa que se encontraba en la esquina de la cocina.
- Disculpe señora que le lleve la contraria, pero esa es la mesa donde come l servidumbre - le explicó Trudy.
- Comprendo, entonces hay problema con que desayuné aquí - dijo Rose apenada.
- Si, si, quiero decir, no señora, no hay ningún problema con eso, solo que muy inusual, que una señora de su posición quiera comer con los sirvientes.- le explicó Trudy, aún sorprendida por la solicitud de Rose.
- Muy bien, pues yo no soy una mujer común, además, quiero que se olviden de mi posición y que me vean más como una amiga.- les dijo Rose a las dos mujeres.
- Mu, muy bien señora- dijo Isabella, quien se puso manos a la obra con el desayuno.
Rose desayuno sentada en la misma mesa que las dos mujeres, charlaron, rieron y compartieron de un agradable desayuno y una agradable mañana.
-En estos momentos, deseo pasar por la biblioteca en busca de algún buen libro para leer- les dijo Rose despidiéndose de las dos mujeres.
- Muy bien señora, fue muy agradable el pasar este tiempo con usted.- Le dijo Trudy.
-¡ Si! usted es más agradable que la ex prometida del señor - Dijo Isabella, Trudy al notar el comentario impertinente de Isabella, le lanzó una mirada.
- ¿Ex prometida? - Pregunto Rose
-No le tome importancia a los comentarios de Isabella señora, usted siga, cualquier cosa que necesite, en la mesita al lado del sofá se encuentra el intercomunicador.- Trudy hablo rápidamente, mientras guiaba a Rose con un mano.
- Muy bien, muchas gracias por sus atenciones el día de hoy- Rose les sonrió, pero le quedó la curiosidad por saber más de la ex de Antón, le parecía increíble que un hombre tan frío y sin sentimientos como Antón hubiera tenido una prometida y la mayor pregunta era que había sucedido con ella?
Al llegar a la biblioteca Rose encontró un libro grande de medicina avanzada, lo tomo y lo llevo a su recámara, que se encontraba subiendo las escaleras, al entrar, se quedó perpleja de lo hermosa que era su habitación, le recordaba mucho a su cuarto en la mansión Thompson.
Rose estuvo leyendo una horas el libro, antes de caer dormida, entre sus sueños un ruido la hizo despertar, era el intercomunicador de su habitación, Rose lo contesto.
- Disculpe que la moleste señora, pero el señor Anton, solicito su presencia en la cena.- Era Trudy
-Muy bien.- respondió Rose, quien al ver por la ventana, se dio cuenta de lo oscuro de la noche, tanto había dormido que ya había oscurecido.
Antes de bajar a cenar, Rose se dio primero una relajante ducha, se vistió y se arregló, no iba a permitir que ese hombre la viera mal arreglada. Al llegar al comedor, observo a Antón quien estaba sentado en la cabecera de la mesa ya la comida estaba servida.
- Al fin, la señora se digna en hacer acto de presencia- le dijo Antón molesto.
- Me quedé dormida y me estaba arreglando para cenar - le respondió Rose con un tono de voz de no me importa tu molestia.
- Vaya que eres floja patito, otra cosa querida eres fea y aunque la mona se vista de ceda mona se queda, no te esfuerces mucho en ocultar tu fealdad.- Antón estaba más chocante que nunca.
Rose no le hizo caso, se sentó en su lugar y comenzó a comer.
- ¡Vaya! el filete esta exquisito, Isabella cocina delicioso- dijo Rose alegre de deleitarse de algo tan delicioso.
- Obviamente, Isabella es una Cheff de cinco estrellas.- le dijo Antón.
Rose lo ignoro, no le haría caso a un hombre que solo sabía decirle malos comentarios y se expresaba de forma despectiva de ella. Terminaron de cenar en silencio, Antón se retiró primero de la mesa.
- Te espero en mi habitación dentro de veinte minutos- le dijo a Rose antes de salir del comedor.
- ¿Ahora que querrá? - se pregunto Rose para sus adentros.
Luego de los veinte minutos, Rose subió las escaleras y fue a la habitación de Antón, en ese momento no estaba de ánimo para otra de sus burlas y pensaba echárselo en cara pero el hombre la dejo fría.
- Quítate la ropa - le dijo Antón a Rose apenas la vio entrar a la habitación, el se encontraba sentado en un pequeño sofá y al lado estaba una pequeña mesa, dónde estaba montado un vaso de whisky que Antón estaba viviendo.
Tales palabras dejaron a Rose en Shock y sin nada que decir.