¡Hey Gorda!... ¿Gorda?

Llegaron a una casa muy grande, la puerta era un barandal que se habría automáticamente.

A Seo Yin le pareció un poco grosero preguntarles en que trabajaban, pero tenía curiosidad.

Una gran fuente a mitad del camino después de entrar, llamaba mucho la atención.

"¡Eso se ve muy lindo!" gritó mirando por la ventana. "Por cierto... sé que es grosero pero, ¿en que trabajan?" les preguntó sin más.

"No hay problema con decirte, yo soy directora de un hospital y mi esposo es dueño de una empresa de cosméticos." Explicó.

"Yo quiero ser doctora o manejar alguna empresa, soy la más inteligente en mi salón pero no soy popular ni nada por el estilo debido a mi apariencia" Se incogió de hombros.

"Pero eres muy linda" Le sonrió el señor por el retrovisor.

"Gracias, ustedes también son muy lindos. Pero, no conozco este lugar. ¿Estamos en otra ciudad?" preguntó mirando aún por la ventana.

"Estamos en otro país, estábamos de regreso por qué tengo una importante cirugía que hacer hoy por la noche, pero antes de eso te encontramos. Nos gusta viajar y explorar nuevos lugares por eso ayer estábamos al final del barranco." Siguió explicando.

"Fue realmente una suerte que ustedes estuvieran ahí" se tocó la cara.

Llegaron a la puerta y un señor les abrió la puerta.

Los que atendían con el aseo miraron sorprendidos a Seo Yin, ¿Es que acaso habían ido a adoptar a una niña? ¿Al fin habían cedido a eso?

Taei le susurró algo al señor y el asintió caminando de prisa.

"Vamos, tenemos una habitación de sobra." Siguió a la señora hasta una habitación, estaba limpia pero no estaba decorada.

"¿Dónde estamos?" preguntó sentándose en la cama.

"En Estados Unidos." Acomodó las almohadas. "¿Sabes hablar inglés, cariño?" Seo Yin asintió.

~ Una semana después~

"Es que no la han encontrado, ¿a dónde pudo ir? sus pertenencias están intactas, no están rotas por animales así que no pudo haber sido comida." se preguntaba el padre, dando vueltas como si quisiera dejar marca.

Habían buscado hasta con perros rastreadores pero no la encontraron.

"Por favor sigan buscando" se quitó el saco.

"Señor, hemos buscado durante una semana y no hemos encontrado nada. Lo siento, pero lo mejor será cerrar este caso." El oficial se despidió y salió de la oficina de Ean Yin, el padre de Seo Yin.

Suspiró, no podía hacer nada más, había buscado hasta por debajo de las piedras.

Su celular comenzó a sonar, número desconocido.

"¿Hola? ¿Quién habla?" preguntó cansado.

"Papá, soy yo... Seo Yin" Los ojos de Ean se pusieron en blanco, su pequeña hija estaba viva.

"¡Cariño! ¿Dónde estás? ¡Iré ahora mismo!" se levantó y se puso el saco.

"Papá por favor, tómalo con calma, no estoy en Corea." Ean Levanto sus dos cejas sorprendido.

"¿y cuando piensas volver? ¿Con quién estás?" Comenzó a preguntar.

"Estoy bien, regresaré cuando esté lista. Por favor mantente saludable mientras no estoy, oh y... no le digas a nadie sobre esto, no quiero que sepan que sigo viva."

"Está bien... tus razones debes de tener, solo cuídate mucho..." Colgó.