Soy Mia Montecarlo, joven, hermosa y la única heredera del patrimonio de mi familia; todo eso no me sirve de nada, pues estoy en prisión, por culpa de la Familia Montiel y su ambición, su amor por el dinero y la vida ostentosa, les hizo tenderme la más vil de las trampas, pero lo que ellos no saben es que saldré de aquí, y saldré a vengarme.
Mi plan está hecho y no descanzaré, hasta hacer pagar a cada uno de ellos, incluyendolo a Él, "Valente Montiel".
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6- Fuego bajo el agua...
(Mia)
Yo era una chica demasiado extrovertida y no tenía vergüenza de nada, mi cuerpo era el cuerpo perfecto, la forma de mis caderas y glúteos, siempre habían sido la envida y la admiración de muchos, mi cintura era diminuta y mi abdomen plano y tonificado, todo eso era gracias a ser practicante de gimnasia desde niña, lo único que tenía y como vez siguen siendo pequeños, eran mis pechos, sin embargo yo prefería ser así, porque eran firmes y redondos y vi a Valente salivar por ellos...
Ese día lo vi, con su ojos más grandes de lo normal, hasta pude notar que su respiración se había acelerado en ese instante, y por más que quizo disimular se humedecía los labios constantemente.
Yo caminé como si nada, era tan segura de mi misma que no tuve vergüenza, no dudé en lanzarme al agua y sumergirme en la frescura del río de Montecarlo, como lo llamaba Mamá.
No invité a Valente, no tuve necesidad de hacerlo, porque cuando salí a flote, pude ver que se estaba quitando la ropa, con sus ojos fijos en mí.
Yo, me quedé pasmada, ante su escultural cuerpo, ese hombre media más de un metro ochenta y su cuerpo era tan exquisitamente hermoso.
Vi todo el espectáculo, desde que se empezó a desvestir, de como empezó a caminar en bóxer, como se lanzó al agua y nadar sumergido en mi dirección, hasta que sentí sus manos rodeando y apretando mi cintura.
Su toque me estremeció aun bajo el agua, el contacto se su piel me hacía vibrar, estábamos a escasos centímetros el uno del otro, nuestras frentes casi pegadas.
Valente se veía tan bello con su pelo mojado y con tantas gotas de agua en su rostro.
Fue un momento magico, y estaba envuelta en su hechizo, tanto que yo no dudé en lo que deseaba hacer.
Me quedé viendo sus labios, yo quería que esos labios fueran los primeros qué me besaran en mi vida.
Valente no dijo nada, solo se quedó viendo lo que yo estaba a punto de hacer.
Me gustaba tanto esa cercanía y mi cuerpo que experimentaba nuevas sensaciones, quería probar más y más, tanto que para acortar más la distancia enredé con mis piernas su cintura y con mis brazos su cuello.
¡¡Fue allí, cuando yo besé por primera vez!!.
No, no fue Él, el que me besó, fui Yo...
¡¡Yo, lo besé a Él!!.
Estár alli, pegada a los labios de Valente era un momento trascendental, no solo fue mi primer beso, fue el más hermoso, puro e inocente, de los besos.
Para Valente quizá fue el más simple, el más inexperto y el menos deseado.
Quizá fue, el beso que jamás recuerde.
Yo, por el contrario, aún recuerdo el sin número de sensaciones que ese beso me causó.
Todo mi ser palpitaba, mi cuerpo aun estando bajo el agua ardía encendido en deseo; pegué tanto mi boca a la de Valente, que aun nuestros dientes chocaban y nuestras lenguas se degustaban.
Poco a poco, fui cambiando el ritmo, Valente estaba enseñándome a besar.
Sus labios tibios, se movían con lentitud y me guiaban con tanta ternura, al menos en ese momento asi lo sentí.
Luego, fue aligerando sus movimientos, hasta que ese beso alocado e inexperto se convirtió en lo más delicioso que yo había probado jamás.
Ya no era yo, la qué besaba a Velente, el me besaba a mi.
Su beso me llevó al cielo, y no quería volver.
Valente, dejó mis labios y fue desendiendo a mi cuello, y eso me llevó a otro nivel, sus manos sabían como tocarme y donde tocarme, yo estaba como en un extasis de placer, lo que estaba haciendo era nuevo para mi, pero quería hacerlo, según yo, no tenía nada que perder, es más, ganaría experiencia.
Yo deseaba todo con Valente Montiel, el no estaba dispuesto a detenerse, y Yo quería más...
Porque estaba segura que lo amaba, jajajajajajajaja... que ridícula fui...
Yo, estaba allí sintiéndo, el placer que únicamente habia sentido en mi sueño la noche anterior.
Y es qué, sus manos eran justo como las soñé, grandes muy grandes y fuertes, esas manos me hacían delirar, porque estaban recorriendo mi cuerpo por entero, desde mi espalda iban bajando poco a poco hasta llegar a mi trasero apretándolo con deseo, eso me saco algunos gemidos.
Esos gemidos, parecieron enloquecer a Valente, porque aun besándome me dijo.
—Eres lo más hermoso que me ha pasado, en la vida.—sus palabras me llegaron al alma y me hizo desearlo aun más.
Su boca pegada a mi cuello siguió desendiendo, la facilidad de estár en el agua hizo que mi cuerpo se elevara hasta quedar con mis pechos frente a su boca, allí fue el desenfreno total.
Valente aparicionó mis pequeños y redondos pecho entre sus manos, y aprovechó para hacer a un lado mi sostén.
Yo veía sus ojos lujuriosos, y como relamia sus labios, despues sin más perdida de tiempo, abrió su boca y se prendió de uno de mis pequeños, cual hombre hambriento, degustaba mis rosados y respingados pezones como si fueran paletas de miel, estaba enloquecido a totalidad.
Un gemido aun más fuerte se me escapo de mi boca, y eso llamó su atención, pero está vez, se quedó un segundo pensando y luego dijo.
—Tienes que huir de mi Princesa hermosa, tienes que hacerlo...Yo Podría lastimarte y creeme que no es lo que deseo... lo que realmente deseo hacer es amarte, adorarte, llevarte lejos donde nadie sepa quien eres, donde solo Yo pueda decir tu Nombre, Mía... eternamente Mía...—Escuchar a Valente me encendió aún más, no entendía ni una sola palabra, por que me decia que debía huir de Él.
No, en ese momento no entendía, pero ahora lo sé, supongo que en algún momento sintió lastima por mi, al darse cuenta lo tonta que yo era.
Pero Yo, no podía parar, mi cuerpo estaba como en un incendio, aun bajo el agua, mi entrepierna palpitaba en sincronía de mi pecho.
Valente me sostuvo solo con una de sus manos, mientras que la otra bajo hasta mi feminidad y lo que sentí al tener sus dedos en ese lugar tan íntimo, fue tan placentero, el roce de sus dedos en ese pequeño punto céntrico de mi cuerpo, me hizo gemir con más fuerza, El no profundizó, pero aun así, me fue un deleite.
—Ahhhh...Si... Valente, tócame, enséñame, quiero ser una mujer, quiero ser tuya.—Le dije aun con mis labios pegados a los suyos, sintiéndo un delirio de placer.
—Yo, desde que te vi, no puedo pensar en otra cosa, más que en hacerte mía, y darle honor a tu nombre, pero tengo casi 21 años y tu eres menor de edad, y aunque eso no fuese así, no puedo hacerte mía aún, no ahora, pero te juro que lo haré, te haré mía y lo serás para siempre.
"Recuerda este juramento, Mia".—Me dijo entre besos.
—No te detengas, por favor... me gusta lo que siento, es algo nuevo para mi; jamás nadie me había hecho sentir estó, nunca nadie me había tocado el cuerpo nunca nadie me había besado así, por eso no quiero que te detenga.
Me gustas tanto Valente.
Y me gusta lo que me haces.—Le dije agarrando su cabeza mientras el estaba pegado a uno de mis pecho, jadeando de placer.
—Y yo, nunca había estado con alguien tan perfecta como tú Princesa hermosa, siii, eres perfecta, tan perfecta como no existe nadie más, tus ojos son lo más hermoso que he visto en mi vida, tu eres lo más exquisito que he probado.
Te deseo tanto.
Despiertas en mi, algo que no entiendo, haces que mi cuerpo tiemble de deseo, pero no puedo hacerte mía.—me dijo entre besos y caricias.
—Yo... quiero que lo hagas, quiero convertirme en una mujer, no le diremos a nadie, pero hazlo ahora...—Le rogué entre genidos de placer.
Yo deseaba ser suya...