En esta apasionante novela, "María" Gómez, una joven y talentosa periodista, se encuentra con un misterioso hombre llamado Alejandro, cuya sonrisa enigmática la deja sin aliento. A medida que se conocen mejor, María descubre que Alejandro esconde un secreto que podría cambiar su vida para siempre
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despertando de nuestra primera noche juntos
—Buenos días —dijo Alejandro, besándole la frente.
María sonrió.
—Buenos días —respondió.
Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando del calor y la intimidad del momento.
—Anoche fue mágico —dijo María.
—Lo fue —respondió Alejandro—. Me siento como si hubiera encontrado mi hogar en tus brazos.
María se sintió emocionada.
—Yo también me siento así —dijo.
Alejandro se levantó y se sentó en el borde de la cama.
—¿Quieres desayunar conmigo? —preguntó.
María asintió.
—Me encantaría —dijo.
Alejandro se levantó y se dirigió a la cocina. María se quedó en la cama, escuchando el sonido de los utensilios y la cafetera.
—¿Qué hay para desayunar? —preguntó María.
—Tortillas, fruta y café —respondió Alejandro.
María se rió.
—Suena perfecto —dijo.
Alejandro regresó con una bandeja llena de comida.
—Buen provecho —dijo.
María sonrió.
—Gracias —dijo.
Comieron en silencio, disfrutando del momento y de la compañía del otro.
—Hoy quiero pasar el día contigo —dijo Alejandro.
—Me encantaría —respondió María.
Después de desayunar, Alejandro y María decidieron pasar el día juntos. La pasión y el amor que sentían el uno por el otro era irresistible.
—Quiero tenerte en mis brazos todo el día —dijo Alejandro.
—Y yo quiero estar en tus brazos —respondió María.
Comenzaron a besarse apasionadamente, y pronto se encontraron haciendo el amor en cada rincón de la casa.
En la habitación, sobre la cama, con las sábanas revueltas.
En el salón, sobre el sofá, con la luz del sol entrando por la ventana.
En la cocina, sobre la encimera, con los utensilios de cocina a su alrededor.
En el jardín, bajo la sombra de un árbol, con el canto de los pájaros.
Cada momento era una oportunidad para amarse, para sentirse vivos y conectados.
—Te amo —decía Alejandro, una y otra vez.
—Te amo —respondía María, con la misma pasión.
El día se convirtió en una sucesión de momentos de pasión y amor, sin fin.
Y cuando el sol comenzó a ponerse, Alejandro y María se sentaron en el balcón, abrazados.
—Ha sido el mejor día de mi vida —dijo María.
—El mío también —respondió Alejandro.
Y se besaron una vez más, bajo la luz de la luna.
Ha sido el mejor día de mi vida —dijo María.
—El mío también —respondió Alejandro.
La noche era cálida y tranquila.
—Quiero que sepas que te amo más que ayer, pero menos que mañana —dijo Alejandro.
María sonrió.
—Eso es lo más romántico que alguien ha dicho sobre mí —dijo.
Alejandro se rió.
—Es la verdad —dijo—. Cada día que paso contigo es un regalo.
María se sintió emocionada.
—Yo también siento lo mismo —dijo.
La noche continuó, llena de amor y pasión. Alejandro y María se perdieron en sus propios mundos, donde solo existían ellos dos.
—¿Quieres que te haga el amor otra vez? —preguntó Alejandro.
María sonrió.
—Siempre —dijo.
Y así, la noche se convirtió en un sueño sin fin, lleno de amor y pasión. ninguno de los dos se cansaban Alejandro entre más la probaba más quería era su adicción...