El Yerno Despreciado que se Convirtió en Mafioso

"Luna, ¿dónde estás? ¿Por qué rompiste tu promesa?", susurró Jonathan en voz baja.

El hombre estaba sentado en un rincón de la celda de la prisión, con las manos fuertemente apretadas, como canalizando la inmensa ira que se apoderaba de su ser. Un sentimiento de decepción lo abrumaba. Todas las promesas que Luna le había hecho habían sido rotas. Era incluso posible que Luna hubiera descuidado su promesa de cuidar de Vanya.

En ese momento, el corazón de Jonathan estaba inquieto, se sentía extremadamente ansioso, preocupado por la condición de su hermana. Ayer era el día en que Vanya debía ser dada de alta del hospital, ¿seguiría allí? ¿O ya habría regresado a la casa que compartía con su esposa, mientras Luna estaba en el extranjero? ¿Y quién estaría cuidando de su hermana?

Su respiración era irregular, conteniendo la furia que ardía en su pecho, su mandíbula apretada. Algo dentro de él ansiaba explotar.

Nadie creía que no había matado a Bima. Incluso Luna, la única testigo que podía aligerar su sentencia, parecía no importarle en absoluto.

Jonathan se dio cuenta de que, durante todo el tiempo que estuvo casado con Luna, ella solo lo vio como un empleado doméstico y un chico para todo en la oficina, después de todo, él solo era un esposo por contrato.

Aunque Luna nunca lo hubiera considerado como su verdadero esposo, al menos debería respetar los sacrificios que él hizo. Para ayudarla, había caído en una trampa y ahora estaba en la cárcel.

"¡Quienquiera que me haya puesto en esta situación, juro que me vengaré!", dijo Jonathan con odio.

Notó a un guardia penitenciario parado frente a los barrotes de la celda donde estaba detenido: "Señor Jonathan, acabamos de recibir noticias del hospital donde está internada su hermana".

Jonathan se quedó paralizado al escuchar las palabras del guardia sobre su hermana, por quien estaba tan preocupado. Se levantó inmediatamente y se acercó al guardia.

"¿Qué pasó con Vanya? ¿Ya la dieron de alta?", preguntó Jonathan, sujetando los barrotes de hierro de la celda.

La última vez que Jonathan vio a su hermana, Vanya estaba mejorando, tanto que había recibido el alta médica para volver a casa, y la fecha prevista para su alta era el día anterior.

El guardia penitenciario pareció respirar hondo, como si dudara en darle la noticia sobre la hermana del detenido que tenía delante. Luego, respondió a la pregunta de Jonathan: "Recibimos la noticia del hospital de que su hermana falleció a las nueve de la mañana".

Jonathan pareció petrificarse al escuchar la noticia, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. La condición de Vanya estaba mejorando, y la última vez que la vio, ella estaba tan animada, incluso haciéndole algunas peticiones a Jonathan para cuando se recuperara.

Vanya siempre luchó valientemente contra su enfermedad, tenía un fuerte deseo de vivir. Incluso soñaba con ser médico.

Jonathan sacudió los barrotes de hierro de la celda que estaba sujetando y miró fijamente al guardia penitenciario que tenía delante. "No es posible, ¿cómo puede haber muerto mi hermana? La última vez que la vi, estaba bien. Ya le habían dado el alta. ¿Cómo puede haber muerto?"

"Cálmese, señor Jonathan. Su hermana falleció tras sufrir un ataque al corazón al recibir la noticia sobre usted. Si usted no hubiera cometido el crimen, si usted no hubiera matado a nadie, tal vez su hermana aún estaría viva. Si quiere culpar a alguien, cúlpese a sí mismo". Después de decir eso, el guardia penitenciario se alejó, dejando a Jonathan con el corazón roto.

Jonathan se derrumbó, derrotado, aferrándose a los barrotes de hierro. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Su corazón estaba destrozado por un profundo dolor, su hermana había muerto por su culpa. Se odiaba a sí mismo. Ni siquiera pudo estar al lado de Vanya en sus últimos momentos.

En ese momento, Jonathan había pedido permiso a Luna para no ir a trabajar mientras su hermana estaba hospitalizada. Pero su hermana insistió en que fuera a trabajar el día en que ocurrió el asesinato.

"Es mejor que vayas a trabajar hoy, hermanito. Estoy bien. Mira, ya puedo sonreír y ver mi película favorita", dijo Vanya en ese momento.

Jonathan negó con la cabeza. "No, Vanya. Ya le pedí permiso a Luna para quedarme a cuidarte hasta que te den el alta.

"No abuses del hecho de que Luna sea la directora ejecutiva de tu trabajo para tomarte el día libre cada vez que quieras. Ya llevas una semana sin trabajar. No me siento bien con eso. Y de todas formas me dan el alta pasado mañana. Y no te olvides de mi petición, ¿de acuerdo?". Vanya habló con entusiasmo.

Jonathan sonrió levemente, reconociendo la sensatez de las palabras de Vanya. "¿Estás segura de que no te importa que vaya a trabajar hoy?"

"Claro que no, hermanito. Los médicos y las enfermeras aquí son muy atentos conmigo".

Jonathan asintió y acarició suavemente el cabello de su hermana. "De acuerdo, entonces iré a trabajar. Volveré más tarde esta noche."

"¿Vendrá Luna?"

"No lo sé, está muy ocupada."

Vanya hizo un puchero, realmente quería ver a su cuñada. Luna siempre estaba tan ocupada con el trabajo que solo la visitó tres veces durante su hospitalización. Pero Vanya entendía que el trabajo de su cuñada era realmente muy exigente.

Desafortunadamente, Jonathan no pudo cumplir su promesa de regresar al hospital esa noche, ya que su suegro repentinamente lo invitó, junto con Luna, a cenar a la mansión familiar. Esa noche, después de regresar de la mansión, él y Luna fueron atacados por tres hombres, lo que culminó con la trampa de la muerte de uno de los hombres, llamado Bima, que aparentemente había sido asesinado por Jonathan.

"Vanya, arrrgghh… ¡Vanya!". Jonathan lloró, llamando el nombre de su hermana que ahora estaba muerta, todavía agarrando firmemente los barrotes de hierro mientras permanecía sentado en el frío suelo.

"Perdóname, Vanya. ¡Perdóname!". Jonathan sentía que su vida estaba destruida, la única persona que realmente le importaba se había ido. La hermana a la que siempre protegió con todo su corazón desde que era pequeña, ahora lo había dejado para siempre.

Entonces, apretó los puños, con una mirada aterradora. En su corazón, juró destruir a todos los involucrados en la trampa contra él. Incluyendo a Luna, que lo había abandonado a su suerte. Ella no tenía corazón, dejándolo pudrirse en la cárcel, aunque sabía que era inocente.

Si no hubiera ayudado a Luna esa noche, esta tragedia jamás habría sucedido en su vida. Y no habría perdido a Vanya. La mujer a la que protegió con tanto esmero, simplemente lo ignoró y eligió irse al extranjero a ocuparse de sus negocios.