Sara García siempre fue la "oveja negra" de su familia, una joven callada y tímida que creció entre las humillaciones de sus padres y las burlas de sus compañeros. Mientras el resto de la prestigiosa familia García brillaba en los eventos sociales de España, Sara era relegada a las sombras, ridiculizada incluso por su propia madre, quien le repetía que jamás sería más que una chica "fea y torpe".
Pero todo cambió cuando conoció a Renata, una joven rebelde y brillante en la universidad, quien le enseñó a confiar en sí misma. Juntas, desarrollaron NeuroLink, una tecnología revolucionaria capaz de conectar mentes humanas para compartir pensamientos y emociones en tiempo real. Decididas a demostrar su valía, patentaron el proyecto en secreto y amasaron una fortuna que mantuvieron oculta para protegerse de quienes siempre las subestimaron.
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Una Invitación Inesperada
La mañana siguiente a la conferencia, Sara y Renata estaban en la oficina que habían alquilado recientemente para trabajar en NeuroLink. Renata, como siempre, estaba llena de energía, lanzando ideas mientras devoraba un paquete de galletas, mientras Sara revisaba los correos electrónicos. De repente, uno llamó su atención: un mensaje de Rodrigo López.
—Renata, ven a ver esto dijo Sara, con una mezcla de sorpresa y nerviosismo en la voz.
Renata se acercó rápidamente y leyó el mensaje por encima del hombro de Sara.
"Querida Sara,
Espero que este mensaje te encuentre bien. Fue un placer conocerte a ti y a Renata en la conferencia. Este viernes se llevará a cabo una gala empresarial en el Hotel Majestic, y creo que sería una excelente oportunidad para que presentes NeuroLink a otros posibles inversionistas.
Espero contar con tu presencia.
Saludos,
Rodrigo López"
Renata soltó un silbido.
—¡Mira nada más, mi querida Sara! El cuarentón vuelve a la carga. Y esta vez te invita a una gala empresarial nada menos.
Sara se puso roja como un tomate.
—No empieces, Renata. Es solo una invitación profesional. Seguramente quiere que promocionemos el proyecto.
—Claro, claro. Una gala, con luces elegantes, música suave y tú luciendo espectacular. Seguro que solo quiere hablar de negocios respondió Renata, sarcástica, mientras le daba un codazo juguetón.
Sara cerró la laptop y suspiró profundamente.
—No creo que pueda ir, Renata. Las galas no son lo mío. Además, ¿te imaginas? Todas esas personas importantes, mirando cómo me tropiezo o digo algo estúpido.
Renata la miró con seriedad por un momento, luego tomó sus manos.
—Sara, escúchame. Tienes que dejar de subestimarte. No eres la misma chica que se escondía detrás de los libros en la escuela. Ahora eres una mujer increíble, inteligente y exitosa. Además, esta es una gran oportunidad para NeuroLink.
Sara negó con la cabeza.
—No sé, Renata. ¿Y si hago el ridículo?
Renata sonrió y cambió rápidamente su tono a uno más ligero.
—¿Hacer el ridículo? Mira, querida, aunque te tropezaras con la alfombra, no importa. Estás conquistando el mundo de la tecnología. Y, por si fuera poco, el guapísimo Rodrigo López está interesado en ti. ¡Qué más quieres!
Sara soltó una risa nerviosa, pero aún no estaba convencida.
Renata, decidida a convencerla, lanzó su golpe final.
—Sara, no seas tonta. Mira, ese hombre está rebueno. Te lo digo yo, parece un mango listo para chupar. Y tú, mi querida Sara, eres su colágeno. Dichosa fuera si un papacito como Rodrigo me hubiese pelado el ojo a mí. Pero no, aquí la afortunada eres tú.
Sara no pudo contener la risa.
—Renata, por favor. Eres imposible.
Renata no se detuvo.
—Recuerda lo que siempre digo: gallina vieja da buen caldo. Pero en este caso, querida, ¡tú tienes un gallo viejo que quiere probar tu receta secreta!
Sara estalló en carcajadas, tanto que casi se le saltaban las lágrimas. Renata sonrió triunfante.
—Ahí está la risa que quería escuchar. Ahora, sin excusas, vamos a prepararte para esa gala.
El viernes por la tarde, Renata arrastró a Sara a una tienda de vestidos de lujo.
—Necesitas algo que grite "inteligente, poderosa y espectacular". Algo que haga que Rodrigo y todos los demás se den cuenta de que no estás jugando.
Sara dejó que Renata la guiara, probándose varios vestidos hasta que finalmente encontraron uno que era perfecto: un elegante diseño de seda azul oscuro que resaltaba su figura sin ser demasiado ostentoso.
Cuando Sara se miró al espejo, por primera vez en mucho tiempo, se sintió segura de sí misma.
—Renata, creo que por una vez, voy a confiar en ti.
Renata sonrió con orgullo.
—Sabía que lo harías. Ahora, prepárate, porque esta noche será inolvidable.
Esa noche, mientras se dirigían al Hotel Majestic, Sara no pudo evitar sentirse nerviosa, pero las palabras de Renata seguían resonando en su mente. Esta era su oportunidad no solo de promocionar NeuroLink, sino también de demostrar que era más fuerte y capaz de lo que muchos creían.
Cuando llegaron al lugar, el hotel brillaba con luces doradas y una alfombra roja se extendía hasta la entrada principal. Renata la miró con una sonrisa tranquilizadora.
—Sara, recuerda quién eres. Tienes todo para conquistar esta noche.
Sara asintió, respiró profundamente y, con paso firme, entró al salón de gala, lista para enfrentarse al siguiente capítulo de su vida.