Isabela es una enfermera experimentada, especializada en cuidados especiales, acostumbrada a tratar con pacientes en condiciones graves y delicadas. Cuando es contratada para cuidar a Renato, un joven que lleva 10 años postrado en cama debido a un accidente, enfrenta el trabajo con la seriedad y profesionalismo de siempre. Sin embargo, lo que comienza como una rutina tranquila de cuidados pronto toma un giro extraño. Isabela empieza a escuchar una voz misteriosa dentro del cuarto de Renato, pero al mirar alrededor, se da cuenta de que está sola con el paciente. Inicialmente escéptica sobre la posibilidad de que existan espíritus, se ve desafiante a enfrentar algo que no puede explicar. La voz parece dirigirse a ella, como si el propio Renato, en su estado inmóvil, fuera capaz de comunicarse de una manera que ella jamás imaginó posible. La enfermera se ve dividida entre su cordura y lo que parece una conexión sobrenatural. ¿Es víctima de un delirio, o Renato realmente está intentando hablar con ella, de una forma que trasciende la lógica médica? Día tras día, la línea entre lo real y lo inexplicable se vuelve más tenue, e Isabela debe enfrentar sus propios miedos y dudas para entender lo que está sucediendo.
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Capítulo 21
Fui al baño, me cambié, me acerqué a la cama y besé a mi marido.
_ Renato, voy a ver los resultados de los exámenes, quédate tranquilo, pronto estaré de vuelta. No asustes a Eliza.
_ Dile a la doctora que no quieres quedar embarazada, que no quieres criar sola a tu hijo.
_ Renato, ya lo hemos hablado y te dije que voy a tener un hijo tuyo y punto.
Salí de la mansión y me fui, tan pronto como llegué al consultorio, la doctora me llamó para adentro.
_ Isa, tus exámenes están todos normales, ¿de verdad quieres embarazarte así?
_ Sí quiero, y si es para no tener problemas, puede dejarlo claro que es un embarazo unilateral.
_ No será necesario, tu suegra vino aquí y firmó autorizando que usemos el esperma de su hijo en ti.
_ ¿Cuándo lo haremos?
_ Te voy a dar una inyección de hormonas y unas pastillas para que ovules. Tarda unos 10 días en hacer efecto, sentirás tu cuerpo reaccionar a la hormona, no te preocupes, en cuanto te inseminen el esperma la sensación pasará.
Cogí la receta y fui con la enfermera que me puso la inyección y me dijo.
_ Vas a estar agitada y con muchas ganas de tener sexo, pero se te pasará en cuanto ovules, ten calma.
_ Está bien.
Llegué a casa, fui directo al cuarto a hablar con Renato, me acerqué a la cama, me acosté y puse mi cabeza en su corazón.
_ Te noto tensa, ¿qué te ha dicho la médica?
_ Que todo está bien, ya empecé el tratamiento para recibir tu esperma.
_ Y, porque creo que hay un pero.
_ Me ha puesto una inyección y unas pastillas y me ha dicho que voy a estar como loca unos días.
_ Vaya, ¿y qué vamos a hacer?
_ Tú nada, yo voy a tener que controlarme hasta que reciba tu esperma.
Pasaron tres días después de la consulta, pensé que la doctora había exagerado solo para asustarme, no sentía nada, pero al amanecer del cuarto día me desperté de madrugada y empecé a tocarme y a gemir un poco fuera de control.
Renato empezó a hablar conmigo.
_ Isa, ¿estás bien? Te escucho gemir.
_ Cállate, Renato, me estoy corriendo, ay, Dios mío, Renato, me voy a morir de deseo.
Llegué a satisfacerme y Renato se quedó callado, hasta que mi respiración volvió a la normalidad.
_ ¿Puedo hablar ya?
_ Si es para burlarte, no puedes.
_ Si estuviera despierto, me habría corrido solo de escucharte gemir mi nombre.
_ Pero, como tú solo estás durmiendo, yo me satisfago, tú solo observas, como un buen chico.
_ Esto es una locura, no hagas eso contigo misma, pareces una yegua en celo siendo preparada para recibir el semen del semental.
_ Vuelve a hablar y no voy a necesitar una pipeta de tu esperma para quedar embarazada.
_ Joder, lo estoy intentando, pero parece que falta algo.
_ Mañana voy a la clínica y van a poner tu esperma en mí y voy a volver a casa embarazada de ti.
_ Esto me está volviendo loco, sé que te vas a quedar embarazada de mí, pero no soy yo el que está haciendo mi propio hijo.
_ Intenta calmarte, necesito tu fuerza, por favor, contrólate.
_ ¿Necesitas mi fuerza? ¿Y dónde has visto que yo tengo fuerza? Soy un pobre desgraciado que no puede salir de un maldito coma para poder ayudar a su mujer a tener a su hijo.