Nunca imaginé que una simple prueba de embarazo cambiaría mi vida para siempre. Mi nombre es Elizabeth, y hace unos meses, mi vida era completamente diferente. Trabajaba como asistente ejecutiva para Alexander, el CEO de una de las empresas más importantes del país. Alexander era todo lo que una mujer podría desear: inteligente, carismático y extremadamente atractivo. Nuestra relación comenzó de manera profesional, pero pronto se convirtió en algo más. Pasábamos largas horas juntos en la oficina, y poco a poco, la atracción entre nosotros se volvió innegable.Nuestra relación terminó abruptamente cuando Alexander decidió que era mejor para ambos si seguíamos caminos separados. Me dejó con el corazón roto y una promesa de no volver a cruzar nuestros caminos. Pero ahora, con un bebé en camino, mantener ese secreto se vuelve cada vez más difícil.Decidí no decirle nada a nadie, especialmente a él. No podía arriesgarme a que esta noticia se filtrara y arruinara su carrera.
NovelToon tiene autorización de Beatriz. MY para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 6: ELIZABETH CÁSATE CONMIGO
Elizabeth
—Elizabeth, hay algo importante de lo que quisiera hablar contigo— dijo Daniel, interrumpiendo el silencio que había llenado la habitación mientras se acomodaba en el sofá.
— Por supuesto, Daniel. ¿Qué es lo que sucede?— respondí, sintiendo cómo una oleada de curiosidad.
—Quiero que tú y los gemelos vengan a vivir conmigo en mi mansión — dijo él, enfocándome con una mirada seria y decidida.— De esta manera, podré atenderlos mejor y garantizar que no les falte nada en absoluto.
Me quedé en silencio por un instante, sorprendida por su inesperada propuesta. Las palabras revoloteaban en mi mente. —Daniel, realmente has hecho mucho por nosotros.
finalmente respondí, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —No creo que sea necesario que vivamos contigo. La verdad es que no quiero que nos conviertas en una carga para ti.
—No serías una carga, Elizabeth. Quiero hacerlo, insistió con determinación.— Anhelo estar a tu lado, tanto para apoyarte a ti como para ayudar con los niños. Esto hará que todo sea más sencillo para todos nosotros.
Suspiré profundamente, sintiendo una avalancha de emociones encontradas que me invadían.
— Daniel, realmente te agradezco de corazón todo lo que haces por nosotros, pero no puedo aceptar tu oferta. Ya has hecho más de lo que podríamos pedirte.
—Insisto, Elizabeth —replicó con firmeza.
Daniel me miró intensamente, su rostro reflejaba una profunda determinación.
—Elizabeth, he tomado una decisión importante. Quiero que te conviertas en mi esposa.
La sensación de que el suelo se desvanecía bajo mis pies me invadió, como si el mundo entero se desmoronara a mi alrededor.
— ¿Casarme contigo? —pregunté, atónita y llena de incredulidad. — Daniel, tú sabes que te quiero como a un amigo. Te valoro y aprecio profundamente; ¿cómo podría siquiera pensar en hacer algo así?
—Lo sé —dijo Daniel con voz suave—. Y comprendo lo que sientes. Pero hay algo importante que necesitas saber. Estoy enfermo, Elizabeth. Tengo una enfermedad terminal y no sé cuánto tiempo más me queda.
Al escuchar sus palabras, mis ojos se llenaron de lágrimas, una mezcla de incredulidad y dolor invadió mi ser.
—Daniel, ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo es posible eso? —le respondí, la angustia se asomába en mi voz.
— Perdóname por no haberlo mencionado antes —dijo— pero necesito a alguien en quien pueda confiar para dejarle todo lo que me pertenece. No confío en mi familia; solo me buscan cuando quieren dinero. Quiero que tú y los gemelos estén a salvo y bien cuidados.
Sus palabras me llegaron profundamente y sentí una mezcla de emociones que me invadió. — Daniel, no sé qué decir. Esto es demasiado abrumador para asimilar —respondí, tratando de encontrar las palabras adecuadas en medio de la confusión que me generaban sus inquietudes
—Por favor, Elizabeth. Te pido que pienses en los niños. Es muy importante para mí asegurarme de que estén bien cuidados y protegidos cuando yo ya no esté aquí para velar por ellos —dijo él, dejando entrever en su tono una profunda sinceridad que venía del corazón.
Permanezcí en un profundo silencio, enfrascado en una intensa batalla interna con mis pensamientos y emociones que se agolpaban dentro de mí. Después de un momento que pareció eterno, asentí con la cabeza de un modo lento y deliberado.
—Está bien, Daniel. Acepto — dije con voz firme, aunque mi mente seguía revuelta.
Daniel esbozó una sonrisa de alivio mientras tomaba mi mano con ternura.
— Gracias, Elizabeth — dijo con sinceridad en su voz.— Te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que tú y los gemelos se encuentren en buenas condiciones y tengan lo que necesiten.
Al día siguiente, Daniel me condujo hasta su magnífica mansión. Desde el momento en que llegamos, me sentí completamente asombrada por la grandeza del lugar. La casa era de dimensiones impresionantes, y se erguía imponente, rodeada de un espléndido jardín que parecía haber sido sacado de un mágico cuento de hadas. En el jardín, flores de todos los colores brillaban y llenaban el paisaje con su vibrante belleza, creando un espectáculo visual cautivador. En el centro del jardín, una elegante fuente emanaba agua, proporcionando un suave murmullo que aportaba un toque de serenidad al entorno, haciéndome sentir como si estuviera en un lugar de ensueño
—Es... es realmente asombroso —expresé, tratando de disimular la sorpresa que me invadía.
—Me alegra saber que te gusta —respondió Daniel, iluminando su rostro con una amplia sonrisa.— Mi deseo es que te sientas completamente a gusto aquí, como si estuvieras en tu propia casa.
Ingresamos a la mansión y él me guió a través de las diferentes estancias. Cada habitación que visitábamos superaba con creces a la anterior en términos de esplendor, todas ellas decoradas con un estilo exquisito y un sentido del buen gusto inigualable. Finalmente, llegamos a la habitación que compartiría con los gemelos. Era un espacio amplio y confortable, que emanaba una sensación de calidez y hospitalidad, y además, contaba con una vista deslumbrante del jardín, un verdadero regalo para la vista.
—Espero que te guste — comentó Daniel, mientras fijaba su mirada en mí, analizando cada pequeño cambio en mi expresión.
—Es simplemente perfecta, Daniel. No tengo palabras para agradecerte —respondí, sintiendo cómo una oleada de gratitud y emoción me invadía el pecho. Mi corazón latía con fuerza, reflejando la alegría que su regalo había despertado en mí.
Los días posteriores a la mudanza se convirtieron en un torbellino de emociones e inesperados ajustes. Tras trasladarme a la mansión de Daniel, experimenté un cambio monumental en mi vida. Al principio resultaba abrumador, pero con el paso del tiempo, empecé a adaptarme y a sentirme más a gusto en ese nuevo entorno. Daniel, por su parte, se mostraba constantemente atento a mis necesidades, haciendo un esfuerzo sincero por asegurarse de que no me faltara nada y ofreciendo su apoyo incondicional en cada paso que daba. Su disposición para ayudarme y su calidez hicieron que el proceso de adaptación fuera mucho más llevadero.
10 de 10