Mariana siempre fue una joven independiente, determinada y llena de sueños. Trabajaba en una cafetería durante el día y estudiaba arquitectura por las noches, y se las arreglaba sola en una rutina dura, viviendo con sus tíos desde que sus padres se mudaron al extranjero.
Sin embargo, su mundo se derrumba cuando decide revelar un secreto que había guardado por años: los constantes abusos que sufría por parte de su propio tío. Al intentar protegerse, es expulsada de la casa y, ese mismo día, pierde su trabajo al reaccionar ante un acoso.
Sola, hambrienta y desesperada por las calles de Río de Janeiro, se desmaya en los brazos de Gabriel Ferraz, un millonario reservado que, por un capricho del destino, estaba buscando una madre subrogada. Al ver en Mariana a la mujer perfecta para ese papel —y notar la desesperación en sus ojos—, le hace una propuesta audaz.
Sin hogar, sin trabajo y sin salida, Mariana acepta… sin imaginar que, al decir “sí”, estaba a punto de cambiar para siempre su propia vida —y la de él también.
NovelToon tiene autorización de Duda Silva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 4
Capítulo 4 – Una Tarde Entre Amigas
Las bolsas se acumulaban alrededor de las dos como si hubieran pasado semanas en el centro comercial — y, de hecho, habían perdido la noción del tiempo. Luísa era incansable. Marianna, por otro lado, ya no sabía dónde meter la cara.
— Luísa, creo que ya está bien… — dijo, sosteniendo una bolsa más con una caja de maquillaje carísima. — Todo esto debe haber costado una fortuna…
— Ah, no empieces con eso — Luísa rodó los ojos y sonrió. — Mi hermano me dio carta blanca. Y convengamos, lo necesitabas. No se podía quedar solo con una camiseta vieja y unos tenis rotos, ¿verdad?
Mariana sonrió, medio avergonzada, mirando el vestido de lino blanco que Luísa había elegido para ella minutos antes. Era demasiado lindo. Demasiado elegante. Se sentía fuera de lugar.
Pasaron por la plaza de comidas y Luísa no lo dejó pasar:
— Vamos a celebrar el nuevo guardarropa de la futura madre de mi sobrino con batidos. ¿Chocolate doble con crema batida?
— Puede ser — Mariana rió.
Se sentaron en una mesita pequeña, rodeadas de bolsas lujosas.
— Gracias… de verdad — dijo Mariana, tocando levemente la mano de Luísa. — Ni siquiera me conoces, y aún así estás siendo increíble conmigo.
— Soy buena de instinto. Y el mío dice que eres especial. Solo estás herida, ¿sabes? Pero vas a florecer de nuevo — respondió con dulzura.
Mariana sonrió, y un silencio cómodo se instaló entre ellas.
— ¿Y tus padres? — preguntó Luísa, curiosa.
— Viven fuera de Brasil. Me dejaron aquí con mis tíos cuando aceptaron una propuesta de trabajo en Europa. Nunca quise preocuparlos… entonces, escondí todo lo que pasaba. Creí que podía sola.
— Eres más fuerte de lo que imaginas, Mari.
— Ya escuché eso hoy — sonrió recordando a Gabriel. — Yo… también tuve un novio. Solo uno. Creí que era amor. Perdí mi virginidad con él. Y descubrí que me engañaba con mi mejor amiga. O ex-amiga, ¿no?
Luísa abrió los ojos.
— ¡Qué idiota! ¿Necesitamos quemar una foto de él o algo así?
Las dos se echaron a reír.
— Gracias por hoy, Luísa. De verdad.
— Ya somos amigas, ¿viste? Puedes llamarme Lu.
De Vuelta al Apartamento
El cielo ya estaba en tonos rosados cuando Luísa detuvo el auto frente al edificio.
— Cuídate, ¿sí? Cualquier cosa, me llamas.
— Está bien, Lu. Buenas noches.
Mariana entró con las bolsas en los brazos, el corazón ligero por primera vez en mucho tiempo. Dejó todo en el cuarto, tomó un agua y miró el celular.
📞 Gabriel: “Estoy yendo ahí.”
Su corazón se disparó.
¿Será que es hoy?
¿Será que él quiere empezar… ahora?
Miró el reloj. Tenía poco tiempo. Fue hasta la cocina, separó copas de vino blanco, una pasta fresca, algunas velas que había visto en el armario y montó la mesa en el balcón de la forma más delicada que conseguía. Después corrió al baño.
Encendió la ducha. El agua caliente la abrazó. Ella lavaba el cuerpo con calma, pero la mente era pura turbulencia.
Vistió una lencería nueva que Luísa había elegido para ella — algo delicado, vino, bonito sin parecer forzado. Por encima, el vestido blanco simple, ligero y elegante. Prendió el cabello en un moño suelto y pasó un poco del maquillaje nuevo.
Look
Se miró en el espejo. Por primera vez en semanas, vio a una mujer. Una mujer lastimada, sí. Pero de pie.
¿Será que es hoy?
¿Será que él va a querer tocarme?
¿Será que yo voy a conseguir…?
El timbre sonó.
Su corazón latió fuerte.
Era hora de encarar el acuerdo.