Dalila Rosales sargento ejemplar del ejército, madre protectora y esposa de uno de los hombres más poderosos del país, su vida parecía dividida entre dos mundos imposibles de conciliar.
Julio Mars, CEO implacable, heredero de un imperio y temido por muchos, jamás imaginó que el amor verdadero llegaría en forma de una mujer que no se doblega ante el poder, ni siquiera ante el suyo. Juntos comparten un hijo extraordinario, Aron, cuyo corazón inocente se convierte en el ancla que los mantiene unidos cuando todo amenaza con destruirlos.
Una historia de amor y poder...
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CAPITULO 04
La mansión de la familia Luque resplandecía esa noche. Era uno de los cumpleaños más esperados del año, una reunión donde la frontera entre la celebración y los negocios se desdibujaba en cada brindis.
El patriarca, dueño de un poder casi legendario, recibía regalos fastuosos: relojes únicos, obras de arte, botellas de colección.
Los hombres lucían trajes que costaban fortunas, y las mujeres desfilaban sus vestidos más espectaculares, acompañados de joyas que cegaban bajo las luces de araña.
Samuel, copa en mano, observaba la entrada principal con la calma. El rugido de un motor atrajo todas las miradas, seguido del murmullo creciente de los invitados.
Un lujoso auto se detuvo frente a la puerta y, con él, el alboroto que solo un hombre podía provocar: el CEO Julio Mars había llegado.
Todos esperaban verlo acompañado de alguna de sus conquistas, como era costumbre, pero esta vez no fue así. Las puertas del auto se abrieron y, para sorpresa de todos, descendió con un niño en brazos, un niño idéntico a él.
Ambos vestían trajes a juego, el mismo corte elegante, el mismo peinado impecable. Era como si el reflejo de Julio hubiera cobrado vida en versión reducida.
La entrada se convirtió en un espectáculo en sí mismo: los murmullos se multiplicaron, las miradas se clavaron, y más de un corazón se rompió al comprender que esa noche, el CEO no pertenecía a ninguna mujer… sino a aquel pequeño que sostenía con orgullo.
Desde una esquina, Samuel sonrió con ironía, alzando ligeramente su copa “Hoy has roto muchos corazones, amigo mío”, pensó.
La pregunta se extendía entre los invitados como un fuego imparable ¿Quién es ese niño?, Pero la respuesta estaba allí, evidente, imposible de negar. El parecido era tan brutal que no hacía falta explicaciones.
Julio avanzó entre la multitud con la elegancia que lo caracterizaba, saludando apenas con un leve movimiento de cabeza a los invitados que lo observaban con expectación. Todos murmuraban, pero él no se detuvo hasta llegar frente al patriarca Luque.
"Felicidades, tío. Por muchos años más" dijo Julio, abrazando con respeto al anciano con un solo brazo, porque el otro sostenía a su hijo.
No eran familia de sangre, pero desde niños él y Samuel se trataban como hermanos, y por tradición sus padres siempre habían sido llamados “tíos”.
El CEO sonrió con orgullo y acerco ligeramente al niño en dirección al anciano "Tío te presento a mi hijo, Aron"
El pequeño, perfectamente educado, desprendió sus pequeños brazos del cuello de su padre, abrazo al anciano y dijo con voz clara "Felicidades, abuelito"
El anciano se conmovió de inmediato, con los ojos brillantes y una carcajada cálida, le quito de los brazos de su padre el niño y lo cargo "Gracias, mi niño… qué agradable sorpresa. Eres tan hermoso como tu padre. ¡Me muero de envidia!" exclamó, para luego girarse hacia Samuel, que ya se acercaba con expresión curiosa "Tú, ingrato… ¿Cuándo me darás un nieto?, Julio ya te gano"
Samuel alzó una ceja, soportando la reprimenda con calma, aunque sus labios dibujaban una sonrisa socarrona "Padre, ¿por qué no llevas a tu nieto a comer algo?" dijo, marcando la palabra nieto con un tono intencionado, ansioso por averiguar más de cerca a aquel niño que, hasta esa noche, no existía para el mundo.
"¡Ingrato!" replicó el anciano con molestia, apartando la mirada de su hijo. Después volvió a enfocarse en Aron, que lo observaba con sus ojos brillantes y atentos. Su gesto se suavizó de inmediato "Vamos, pequeño… dejemos a estos"
Aron asintió sin dudar, como si llevara años conociéndolo y se dejó llevar por el patriarca, mientras en su mente procesaba cada detalle: los gestos de Samuel, la influencia del anciano, las miradas furtivas de los invitados.
Julio los siguió con la mirada unos segundos al anciano que cargaba a su hijo, sorprendido por lo natural que resultaba verlo desenvolverse en ese entorno al pequeño.
Samuel aprovechó que su padre se había retirado con el niño para acercarse más a Julio. Su mirada estaba cargada de curiosidad "¿Desde cuándo tienes un hijo, Julio?" preguntó, bajando un poco la voz.
Julio tomó un sorbo de su bebida antes de responder con calma "Desde hace seis años, si contamos el tiempo que estuvo en el vientre de su madre"
Samuel casi se atragantó con el whisky "¡Dios mío! ¿Y la madre quién es? ¿Una modelo, una actriz?" su mente buscaba en vano algún recuerdo que justificara aquello.
En qué momento se había perdido tanto de la vida de su amigo.
Julio, imperturbable, contestó como si supieran todos que tiene esposa "De mi esposa, Samuel"
"¿Qué? ¿Esposa? ¿Cuándo te casaste?" Samuel estaba más confundido que nunca, hasta que un recuerdo lo golpeó de pronto "¡Espera! Tu esposa es Dalila Rosales… la hija de los Rosales. Claro, te casaste hace seis años, pero… ¿No era solo un matrimonio de papel?"
Julio volvió a beber, con una serenidad peligrosa.
"Sí, pero… solo pasó una noche. Hoy me entero de que tengo un hijo. Está en el ejército, en una misión, y por eso el niño se queda conmigo"
Samuel abrió la boca, incapaz de procesar tanta información junta, cuando de pronto la conversación fue interrumpida.
Luisa Slim apareció, deslumbrante con un vestido de seda carmesí, su mirada fija en Julio. Venía en representación de su padre, pero todos sabían que sus intenciones eran mucho más personales.
"Julio…" dijo con una sonrisa insinuante "Qué sorpresa encontrarte aquí"
La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Samuel se inclinó hacia atrás, disfrutando del espectáculo, mientras Julio giraba lentamente la copa entre sus dedos, evaluando cómo manejar la tormenta que se acercaba.
Samuel, con gesto astuto, decidió apartarse para dejar a Julio lidiar con lo que venía. Apenas se alejó, Luisa se lanzó con reproche disfrazado de coquetería.
"Te estuve esperando y, como no llegaste, acepté venir en representación de mi padre" dijo, acercándose más de lo debido, casi rozando el hombro del CEO con su cuerpo.
Julio, indiferente, respondió con frialdad "Se me había olvidado de este compromiso y como verás, el cumpleaños del tío Luque no puedo faltar"
Su tono simple y distante no detuvo a la mujer, que estaba a punto de insistir, cuando un grito interrumpió la escena.
"¡Papá, mira!" exclamó Aron, corriendo hacia ellos con entusiasmo. Aron desde la distancia, había visto claramente cómo aquella mujer se aferraba a su padre.
Una chispa traviesa iluminó sus ojos, con disimulo, hundió sus manitas en un helado derretido y tomó otro en la otra mano, preparado para el golpe.
Luisa, al notar al niño acercarse, frunció el ceño con desdén "¿Y este mocoso? ¿A quién se atreve a llamar papá?" murmuró con fastidio, girando hacia Julio "¿Y quién tuvo la ocurrencia de traerlo aquí? No debería…"
No terminó la frase, un chorro frío y pegajoso cayó de pronto sobre sus piernas, derramándose sin piedad por su vestido de seda.
"¡Ah, maldito mocoso!" gritó, con furia descontrolada, alzando la mano con toda la intención de golpearlo.
Pero Julio reaccionó de inmediato y se interpuso, sujetó a su hijo que había tropezado en la carrera y lo levantó entre sus brazos.
"Hijo, ¿estás bien?" preguntó con urgencia, revisándolo con ojos protectores.
"¿Hijo?" repitió Luisa, atónita, queriendo avanzar hacia ellos.
Pero Samuel apareció al instante, con una sonrisa irónica y un gesto de mano que cortó en seco la escena.
"Vaya a limpiarse, señorita Slim" dijo con un tono firme, casi burlón "Su vestido necesita más atención que este asunto"
Aron sonreía por dentro, satisfecho de haber logrado su propósito, pero por fuera ya derramaba lágrimas, fingiendo debilidad "Papá, lo siento… fui torpe. No fue mi intención" dijo con una vocecita cargada de lástima.
Julio lo abrazó de inmediato, consolándolo con ternura, sin importarle si mancha su traje "No, mi pequeño, no pasa nada. ¿Te lastimaste?" preguntó con una preocupación genuina que contrastaba con la frialdad habitual del CEO.
El niño suspiró con alivio, dejando caer la tensión.
" Estoy bien, papá…" respondió, con un dejo de paz. En el fondo había temido que su padre se enojara, pero descubrió todo lo contrario.
El anciano Luque, que lo había observado todo con detenimiento, se acercó y extendió una toalla "Hijo, limpia al pequeño" dijo con voz firme, muy paternal hacia Julio.
El CEO, sin titubeos, tomó la toalla y limpió a Aron con paciencia, como si nada más existiera a su alrededor. A partir de ese momento, ignoró por completo a las mujeres que intentaban acercarse con sonrisas insinuantes. Su hijo se había convertido en el centro de su atención.
Cuando la velada avanzó, Julio pensó en retirarse a la mansión. Sin embargo, Aron no quiso moverse aún: estaba enfrascado en una charla sorprendentemente interesante con el patriarca Luque, que había ignorado a todos por estar con el niño.
El anciano lo escuchaba como si hablara con un adulto, fascinado por la madurez precoz de aquel niño.
Finalmente, cuando el sueño comenzó a pesarle, Aron buscó a su padre y lo miró con ternura.
"Papá… un día quiero volver a ver al abuelito. Ahora… vámonos a casa"
Padre e hijo se despidieron del patriarca Luque, provocando murmullos en cada rincón del salón.
Mientras muchos invitados seguían comentando la inesperada aparición del heredero Mars, Julio y Aron subieron al auto y regresaron a la mansión.
El trayecto fue silencioso, Aron, cansado, recostó su cabeza en el hombro de su padre. Julio lo abrazó con un cuidado que rara vez mostraba con alguien.
El ruido de la ciudad quedaba atrás, y en ese silencio íntimo comprendió que, pese a todo, esa noche había cambiado algo profundo en él.
Al llegar a la mansión, la nana los recibió con una sonrisa cálida, pero Julio levantó una mano "Yo me encargo nana, ve a descansar"
Subió las escaleras con el niño dormido en sus brazos, y en lugar de llevarlo a la habitación aún en preparación, lo llevó a la suya. Lo recostó suavemente en la cama, le quitó los zapatos y lo arropó con una manta ligera.
Aron abrió apenas los ojos, somnoliento "Papá..." murmuró con voz baja "Hoy fue divertido. No me dejes solo, ¿sí?"
Julio sintió un golpe en el corazón, le acarició el cabello y le dio un beso en la frente "Nunca, hijo… aquí estaré:
El niño sonrió y se quedó dormido de inmediato, con la paz de quien por fin se siente seguro, Julio lo observó un largo rato, sentado a su lado, hasta que él mismo se recostó junto a su hijo, sin preocuparse de nada.
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La noche era fría en la zona de operaciones, el silencio del desierto se rompía únicamente por el zumbido lejano de los drones y el murmullo de los radios.
Dalila Rosales, cubierta con su uniforme táctico y el rostro pintado de camuflaje, avanzaba junto a su escuadrón por un terreno hostil.
Sus ojos, siempre firmes, inspeccionaban cada rincón con la precisión de una soldado experimentada, en su interior, había un eco persistente: el rostro de su hijo.
Lo recordaba en la mañana, cuando lo dejó a cuidado de Julio, una parte le decía que había hecho lo correcto, que el niño estaría seguro con su padre, sin embargo, su corazón de madre dudaba.
¿Podría Julio, con su vida de conquistas y negocios, entender el valor de cuidar a un hijo? ¿O terminaría olvidándose de él, como de tantas otras cosas?
Mientras se ocultaban tras unas rocas, uno de los soldados susurró "Teniente, todo despejado al frente"
Dalila asintió, volviendo a la realidad de la misión.
Autora: Mis queridos lectores, si hay alguna corrección me avisan. Aunque no responda a todos los comentarios, los leo todos y cuando me indican un error ortográfico o incoherente de la historia, lo trato de corregir. Muchas gracias...
Rocío de tu noche loca con Samuel hubo consecuencia porque así estarían que no se cuidaron y hasta se te olvidó la pastilla de emergencia no te preocupes hoy verás al padre de la criatura como reaccionarán los dos cuando se vean 🤔🤔🤔🤔❓❓❓
Se acordarán de lo que hicieron 🤔🤔🤔❓❓❓