No era necesario que ocultaran todo. Yo, Bianca Chevalier, primera princesa de este imperio y heredera del archiducado Chevalier, rompo mi compromiso contigo, duque Paul Mesellanas. — Bianca habló con tanta fuerza en su voz que todos escucharon con claridad.
Bianca se dio la vuelta, ignorando el torrente de lágrimas que caían por las mejillas de la novia. Los presentes la miraban con desaprobación, considerando que había arruinado un momento tan especial y que había ofendido a la novia.
Pero, ¿quién era la verdadera ofendida? ¿La mujer que lloraba desconsolada porque su matrimonio había sido opacado, o la mujer que había sido traicionada por su prometido y decidió enfrentarlo ante todos?
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Tenemos que hablar.
— Saludos al sol y a la luna del imperio; que la gracia los ilumine todos los días de sus vidas. — definitivamente, este hombre posee el don de la persuasión; hasta una hoja se rendiría a sus encantos. Su reverencia fue perfecta, dejando a más de una señorita impresionada. ¿Cómo se atreven a codiciar lo que es mío? Pobres soñadoras, esta noche me deleitaré con sus infortunios.
— Emperador, Emperatriz. — le hago una leve inclinación a mis tíos; ellos lucen felices estando juntos, y sus manos siempre han estado entrelazadas con una energía cautivadora. Durante años, han contado una historia de amor admirable.
— Gran general, me satisface verlo acompañar a mi sobrina; no todo está perdido, después de todo. — mi tía me sonrió con dulzura, pero en su mirada se reflejaba una profunda tristeza.
— Majestad, lamento su pérdida. — mi tía solo asiente, pero yo estoy igual de perdida que una hormiga en la sal.
— Bianca, querida, qué alegría verte en tan buena compañía. Sabía que el destino los uniría; este sí es un hombre de verdad. Aquí entre nosotros, tu abuelo, tu padre y yo lo entrenamos desde muy pequeño. — mi tío sonreía por su gran labor. Me doy cuenta de que me concentré tanto en mi compromiso que dejé de prestarle atención a lo que pasaba a mi alrededor.
Nos despedimos de mis tíos porque ya iba a empezar el baile. Nunca solté su brazo; él era mi acompañante y, por esta noche, sería solo mío.
— Mi tío te adora, y eso es extraño —le digo bajito mientras nuestras miradas se conectan. Para mí, solo existimos nosotros dos en la pista de baile. Él era un excelente bailarín. ¿Acaso había algo que este hombre no hiciera con tanta destreza?
— Es uno de mis mentores. Él me aceptó en el palacio como su discípulo, al igual que tu abuelo y tu padre. Mis días transcurrieron en constante aprendizaje; la dedicación era mi estandarte principal. Cada semana iba a una casa diferente para obtener nuevos conocimientos. — puedo jurar que cada vez que sonreía, se detenía el tiempo.
— Es admirable su dedicación y destreza. He escuchado algunos relatos de sus grandes hazañas en el campo de batalla. Debo confesar que es la primera vez que un hombre ajeno a mi sangre logra dejarme sin palabras. Usted es... un hombre de gran valía, gran general. Para mí, sería un honor poder ver el fervor y la habilidad que despliega en el fragor de una batalla. — pude ver una sonrisa de satisfacción en su rostro. ¿Cómo puede ser tan perfecto? Tiene que tener alguna debilidad.
— No sabía que la primera princesa admirara mi destreza. Admito que es complaciente saberlo. Ser objeto de admiración por una mujer tan valiosa como usted no tiene precio. Su inteligencia y elegancia son inigualables, y la dulzura que brota de su voz es hipnotizante. Ni las ninfas más astutas en el arte del engaño podrían igualar su majestuosa entonación. La forma en que su mirada cambia cuando enfrenta la vileza es realmente fascinante. — Sentí mi corazón arder con cada palabra; un nudo en mi garganta se adueñó de mi voluntad, aprisionando mis pensamientos y dejando mis palabras a la deriva.
El baile terminó y ambos nos dirigimos a la mesa de postres. Mi garganta estaba seca, pero antes de llegar, fuimos interceptados por mis padres.
— Aquí estás, señorita. Hiciste un gran alboroto en la boda del duque Mesellanas, pero me alegra que te hayas defendido —la sonrisa de mi madre era capaz de tranquilizar el río más embravecido.
— Debí haberle roto las piernas a ese infeliz; me llena de orgullo haber educado a mi princesa con firmeza. — mi padre era la luz de mis ojos, el hombre que me impartió cada lección valiosa con sabiduría y paciencia.
— Muchacho, veo que no desististe. El tiempo pone las cosas en su lugar; tienes todo mi apoyo. — ¿Pero qué demonios estaba pasando aquí? Mi padre no era un hombre fácil de impresionar.
— Padre...
— Cariño, si tuviera el poder de elegir a un hombre para que sea tu esposo entre el duque Mesellanas y el formidable gran general, sin dudarlo escogería al gran general, y más sabiendo que ha renunciado a su título en la nobleza por el simple deseo de estar a tu lado. — Mis ojos se posaron en el gran general que estaba impasible, mientras mi corazón latía con fuerza buscando liberarse de mi pecho.
— Tenemos que hablar. — mi mirada ardía en furia; lo tomé del brazo y lo arrastré al balcón más cercano. No llevaba ni un día de conocerlo cuando su presencia había desatado un tirón en mi interior.
— Explícame lo que acaba de decir mi padre. — le exigí con una determinación que no aceptaba réplica alguna.
— No te debo explicaciones. Solo hay una cosa que debes saber, y es que mi amor es incondicional, es firme como una roca, no es voluble ni cambiante. No necesito que correspondas en este momento a mis sentimientos; solo quiero una oportunidad para entrar en tu corazón. Solo una bastará para demostrarte lo feliz que serás a mi lado. No habrá mujeres a mi alrededor estorbando; la única en mi corazón siempre serás tú. Mi espada siempre estará a tu servicio, y juro por lo más sagrado que tengo que no dormiré ni una sola noche lejos de tu lecho. Serás mi amada, mi señora y la mujer por la cual daré mi vida entera. — Él quedó tan cerca que podía sentir su respiración con claridad; su presencia estaba aturdiendo mis sentidos, pero sus palabras, cargadas de verdad, golpearon fuerte mi corazón.
— No puedo aceptar tu cortejo. Hace unas horas rompí el compromiso con el hombre que amo; yo no...
— ¿Lo amas? ¿O amas la idea construida en tu mente de una familia feliz? Estabas comprometida con él desde que tienes uso de razón; creciste con la idea de que él sería tu esposo. ¿Cómo es que realmente sabes que lo amas? ¿Qué es lo que realmente amas de él? Descríbeme una sola cosa que tenga él que no tenga nadie más; dime qué es lo que lo hace realmente especial ante tus ojos sobre tantas personas. Confírmame que sientes con su presencia, cómo huele su aroma, defiende sus demonios ante mí. Dime, Bianca, ¿estás segura de que lo amas? — Su aliento a menta chocaba contra mis labios; no fui preparada para esto, nunca me prepararon para enfrentar mis sentimientos.
Nunca dejes que comentarios inoportunos te hagan retroceder, eres talentosa, tu narrativa envuelve, es tan agradable leer tus novelas💐