victoria, recién graduada obtiene la oportunidad de trabajar para la mejor compañía, alado de Gabriel un hombre de mal carácter y sin sentimientos ambos quedarán atrapados en un círculo amoroso al pasar una noche juntos.
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ultimatum
En la residencia de Gabriel...
Gabriel relata...
Desperté y me di cuenta de que ya había amanecido, alcanzando su punto más alto. Al abrir los ojos, sentí cómo mi corazón se aceleraba al recordar lo que había ocurrido con Victoria. Un torrente de emociones me invadió y, en un instante de desasosiego, comencé a mirar a mi alrededor en la habitación, buscando alguna señal de que ella estuviera allí. Pero, para mi desilusión, no había rastro de ella.
Salté de la cama de un impulso, agachándome rápidamente para recoger mi bóxer que había caído al suelo. Una vez vestido, salí apresuradamente de la habitación en busca de ella. Mientras me dirigía hacia la puerta, me di cuenta de que mi teléfono estaba sobre la mesa; lo miré de reojo y decidí recogerlo al instante. Al desbloquear la pantalla, noté que tenía varias llamadas perdidas de Carlos, así como un mensaje que captó inmediatamente mi atención.
El contenido del mensaje decía lo siguiente:
“Hola hijo, Victoria no podrá ir a la compañía. Más tarde volveré a llamar.” Escribió Carlos.
La preocupación me invadió, preguntándome qué podría haber sucedido.
Mi primera reacción fue la rabia y el miedo. Rabia de que Victoria no me hubiera despertado para hablar de lo sucedido.
Para ella todo es un juego y yo caí en el_ dije molesto entrando al baño para darme una ducha
Abrí la llave del agua fría, intentando que el chorro congelado de la ducha me devolviera la cordura. Necesitaba pensar con claridad.
Cuando salí del baño ahí estaba Anastasia, sentaba en el sofá con una copa de vino en la mano.
¡Buenos días, mi amor! exclamó ella, esbozando una dulce sonrisa.
Anastasia, ¿qué haces aquí? -pregunté, sintiéndome algo nervioso, de inmediato me tape con la toalla.
¡Nunca he avisado cuando vengo! respondió Anastasia con un tono sorprendido.
Voy a ponerme ropa, dije mientras entraba a la habitación, pero mi mirada se detuvo de inmediato en la mancha de sangre en la sábana, un recordatorio de lo que que había pasado y dejado Victoria.
Enseguida la arranqué de la cama y la aparté, pues detrás de mi estaba entrando Anastasia mirando todo al rededor.
Dime Gabriel con quien pasaste la noche acá, ¿con una modelo.? ¿con una amiga? Y no me mientas por qué es obvio._ dijo Anastasia.
Y luego, sucedió.
Ella dio un paso hacia la cama y su pie golpeó algo en el suelo. Se agachó con una lentitud deliberada, y se levantó sosteniendo en sus dedos, con la punta de las uñas, la diminuta y transparente pantaleta de encaje que Victoria llevaba la noche anterior y que yo le arranqué.
La sonrisa de Anastasia se congeló en una máscara de fría furia.
— Ahora sí, Gabriel, tienes que decirme la verdad. ¿Quién demonios es la mujer que no solo duerme en tu cama, sino que también desgarra sus brágas por ti y te deja un recuerdo en las sábanas? —dijo, sus ojos ahora fijos en la mancha roja que no alcancé a ocultar por completo.
El aire se hizo denso. La culpa que me ataba a ella se había roto con un hilo de encaje y una mancha de sangre.
Me quedé en silencio, inmóvil. No había excusa, no había coartada que valiera. La imagen de Anastasia sosteniendo las bragas transparentes de Victoria, su mirada viajando de la prenda al desastre en la sábana, era la evidencia irrefutable de mi traición
— ¿Quién es, Gabriel? ¿Es alguien del trabajo? —dijo Anastasia, su voz finalmente se quebró, pasando de la frialdad al dolor punzante.
Anastasia... lo siento —dije, mi voz era grave y carente de excusas. — creo que ya es momento de terminar con nuestro compromiso.
— ¿Y qué pasa con la promesa? ¿Qué pasa con Gilberto? —dijo ella, alzando la voz. El nombre de su hermano fallecido resonó como un disparo en la habitación.
Anastasia tiró las bragas al suelo con rabia y luego miró la mancha de sangre.
— Una virgen, Gabriel. Te acostaste con una virgen, y no soy yo. ¿Sabes lo que eso significa? Significa que ella te importa de una manera que yo nunca le importé a pesar de los años y la tragedia.
Me quedé en silencio recordando la promesa que había hecho hace ya unos años a Gilberto.
Gabriel no dejaré que eches a perder nuestras vidas tines una semana para ponerle fecha a nuestro matrimonio y cumplir con la promesa que le hiciste a mi hermano antes de acabar con su vida.!_ dijo Anastasia limpiando sus lágrimas para después salir del apartamento.
Una semana. Tenía una semana para decidir si destruía mi vida por la promesa a un muerto, o si destruía mi vida por la mujer que me había hecho sentir vivo.
mediático de estos periodistas mediocres 😡😡😡