Novela en emisión! No está terminada... No se impacienten.
NovelToon tiene autorización de Jess Queen para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap 4
Hubo un cambio en su mirada, pero no le di importancia.
Fingí un puchero y el verde de sus ojos era tan hipnótico, tan precioso que no podía evitar mirarlo. Claro que en ese momento no me había dado cuenta de algo, y es que mantener contacto visual de esa manera para el otro, podía significar otra cosa, como si lo estuviera retando, por ejemplo.
— Eso quiere decir que nunca estuviste con un hombre de mi edad, con la experiencia suficiente para entender tus límites y disfrutar del momento por el tiempo que dure. El problema no es la edad, el problema eres tú, porque con tanto limite te limitas.
Estaba a punto de darle uno de los argumentos que solía usar para este tipo de conversaciones, pero…
—¡Jasper! ¡Vámonos! — Gritaron y los dos nos volteamos a ver.
Era el chico lindo que se había ido con Brenda.
—Bueno, es una lástima que nos quedemos en medio de la conversación. Supongo que te veré en el aeropuerto ¿Tomaras el avión de las cuatro?
Sentí una extraña sensación en el estómago, me pareció tan interesante y tan lindo que asentí.
—Parece que después de todo, nos veremos a esa hora.
—Si bebé. Nos veremos en el avión, en Boston… ¿iras a la universidad de Boston? ¿Esa muy cara y prestigiosa? —Sonreí de lado, claro que iría a esa, las demás no eran lo que yo quería.
—A esa misma. ¿Por qué?
Su hermano volvió a gritar y se puso de pie, ayudándome a levantarme también.
— Porque vivo muy cerca, eso significa que te veré en el avión, en Boston y tal vez en la universidad.
Caminamos juntos hasta la casa donde los esperaban. Observé mejor a su hermano; tenía una sonrisa endemoniada y atractiva. Estaba en sus treinta y era tan perfecto como su hermano Jasper.
— Bebé, él es mi hermano, Ethan, y dará clases de biología en la universidad. —Ahora miró a su hermano sonriendo—. Ethan, ella será tu futura cuñada, cuídala de los buitres hambrientos que la ronden.
¿Su futura qué? Estaba muy equivocado si pensaba que caería en ese estúpido intento de ligar.
— La cuidaré, tranquilo hermanito. Es más, ya la veo como parte de la familia.
— Ya quisieras. Tú sigue soñando. — Me despedí de los hermanos con un beso en la mejilla—. Te veo a las cuatro. ¿Estarás en primera clase?
Sonrió nuevamente; su hermano se adelantó para dejarnos solos, y se agachó un poco para que nuestros rostros estuvieran a la misma altura. Era bastante bajita a su lado.
— Primera clase, a las 4. Te veo luego, Cassie.
La voz grave que usó, el acercamiento y sus ojos embrujados me sacudieron más de lo que hubiera querido admitir en ese momento.
— Cassie, me llamo Cassie. No bebé.
Corregí antes de que se diera vuelta para marcharse.
— A las cuatro, bebé.
Se marchó sin darme tiempo a decirle nada. Entré a la casa y vi el desastre que había adentro: cosas rotas, espejos quebrados y olor a alcohol. Subí las escaleras, busqué una habitación que no hubieran usado y ¡sorpresa! No había ninguna; todo era un asco.
Volví a bajar, molesta y cansada. Busqué mi maleta, saqué mi móvil y pedí un taxi porque ni loca dormiría en ese lugar. Abandoné la casa sin despedirme de mi amiga, con toda la intención de irme a un hotel y dormir un par de horas.
La segunda sorpresa fue que cuando llegó el taxi y me dejó en el hotel, los hermanos con pinta de semidioses griegos también estaban ingresando. En cuanto los vi, traté de que no notaran mi presencia, pero como mi suerte era una mierda, los dos se acercaron con una gran sonrisa en el rostro. Ya lo había dicho, era casualidad, destino o mala suerte. Jasper arqueó una ceja cuando se paró frente a mí.
— Parece que estamos destinados a cruzarnos. ¿Qué haces aquí, bebe?
— Es Cassandra, y vine aquí porque las habitaciones eran un asco y no pensaba dormir allí. — Rodeé su enorme cuerpo y me acerqué a la mesa de recepción. Entregué mi identificación y tarjeta de crédito. Jasper me acompañó y apoyó los brazos en el mostrador de mármol negro, observándome y sonriendo.
— Lo lamento señorita, no tenemos habitaciones disponibles. Hay un hotel más pequeño a dos calles y...
¿El maldito y sensual Jasper sabía que no había habitaciones? Extendí la mano para que me devolvieran mis tarjetas y miré con muy mala cara a la recepcionista. Pobre, ella no tenía la culpa.
— Puedes quedarte con nosotros si quieres, bebé. Tenemos la suite con dos habitaciones, yo te daré la mía y dormiré en el sillón.
Esa era una maravillosa idea, pero no estaba segura de quedarme esas horas con ellos hasta la hora del vuelo. No los conocía, pero...
— Solo necesito una ducha, yo dormiré en donde sea. — Suspiré con cansancio. Quería apoyar mi cabeza en una almohada y dormir. — Gracias.
— Bien, Cassandra. Vamos.
Con una mano en mi cintura, me empujó sutilmente hacia el ascensor. Su hermano ya no estaba a la vista y, para ser honesta, me sentía algo nerviosa porque de repente me sentí intimidada. Jasper tenía mi equipaje y presionó el botón del ascensor.
— ¿Podrías dejar de llamarme así? Es raro y es un término... — Intenté terminar mi oración, pero me interrumpió antes y la completó por mí.
— ¿Fetichista? Sí, suena así, pero no te veo de esa forma. Es solo que tienes una carita de niña pequeña y a la vez no. Por eso me gusta llamarte así.
Las puertas metálicas se abrieron y me dio paso primero. Él subió después de mí y el interior espejado del ascensor me puso nerviosa de nuevo. La altura de Jasper era intimidante; seguro que medía al menos dos metros, era grande en todos los sentidos y yo me sentía como una cosita chiquita parada junto a él con mi 1,65 de altura.
— Solo llámame por mi nombre, es raro. Además, las personas que te escuchen podrían pensar que... — Intenté interrumpirlo, pero su voz en esa ocasión era más relajada, tranquila y casi perezosa.
Si llegaste hasta aca... muchas gracias.